domingo, 17 de enero de 2016

El Contacto: ¿Dónde termino Yo y dónde empiezas Tú?

Perls, Hefferline y Goodman describen el contacto en los términos que siguen:
"...fundamentalmente, un organismo vive en su medio manteniendo sus diferencias y, lo que importa aún más, asimilando el medio a sus diferencias. En la frontera es donde se rechazan los peligros, se superan los obstáculos, y se selecciona y apropia lo asimilable. Ahora bien, lo seleccionado y asimilado es siempre nuevo; el organismo subsiste asimilando lo nuevo, mediante el cambio y el desarrollo. Así por ejemplo, el alimento, como solía decir Aristóteles, es aquello que, siendo "desigual" puede llegar a ser "igual"; y en el proceso de la asimilación el organismo resulta modificado a su vez. Primordialmente, el contacto es la conciencia de las novedades asimilables y el comportamiento correspondiente hacia ellas, y el rechazo de la novedad inasimilable. Lo que invade, lo que se mantiene igual o lo indiferente, no es objeto de contacto".* (p. 105)
El mero hecho de ver o de oír no es garantía de un buen contacto: lo que determina que este se logre es cómo se ve o se oye. Por lo demás, el contacto se extiende a la interacción con las cosas inanimadas: mirar un árbol o una puesta de sol, escuchar el rumor de una cascada o el silencio de una gruta, son formas de contacto. Y también podemos entablarlo con recuerdos e imágenes, experimentándolos aguda y plenamente. (p. 106)

Véase la experiencia de una deliciosa muchacha de veinte años que, en el centro de un grupo, contó que había sido drogadicta y prostituta y que, cuatro años antes, había dado a luz a un niño que entregó al nacer para que fuera adoptado . A la sazón había emprendido una vida nueva; ayudaba a jóvenes drogadictos y cursaba estudios en la universidad. En un momento de culminante patetismo, se volvió a uno de los hombres del grupo y le pidió que la abrazara. Asintió él con un movimiento de cabeza y la joven, tras un breve titubeo, se le acercó y se acurrucó en sus brazos. En este punto se aflojó y rompió a llorar. Cuando su llanto se aplacó, alzó los ojos, alarmada por lo que podían sentir las mujeres del grupo al verla allí, en los brazos de un hombre, y en el foco de la atención general. Sugerí que quizá tuviera algo que enseñarles sobre la forma de entregarse a un abrazo. Estaba evidentemente cómoda, y había en su actitud una gracia fluida y un abandono que a nadie le vendría mal aprender.

Se sintió más tranquila con eso, y aún permaneció un momento en los brazos del hombre, aunque sintonizando todavía las reacciones de las mujeres, que en realidad estaban demasiado emocionadas para juzgarla. Poco después la muchacha le preguntó a una de las más atractivas e influyentes si ella la abrazaría. El drama era de una fuerza tal que resultaba casi inevitable que la mujer accediera y, en efecto, caminó hasta donde se había sentado la muchacha y la estrechó en sus brazos. En este punto sobrevino la relajación final y el llanto de la joven fue más hondo que antes.Cuando terminó de llorar, su tensión había desaparecido, se sentía desinhibida y totalmente unificada con el grupo.

He aquí una solución alcanzada a través de la experiencia y no de la interpretación. En vez de analizar sus sentimientos al centralizar la atención del grupo, o las posibles objeciones de las mujeres a su sexualidad, o a su vergüenza de haber sido drogadicta y prostituta, la paciente alcanzó la solución mediante contactos reales con las personas que la rodeaban. Les contó a ellos su historia. Dio el primer paso para que la sostuvieran, y la sostuvieron. Aflojó su resistencia al contacto, permitiéndose llorar en los brazos de alguien, en vez de insistir en que podía cuidar de sí misma, ya que posiblemente nadie más quisiera cuidar de ella. En vez de interpretar la ansiedad que le causaban las mujeres presentes, procuró tomar contacto con ellos. A través del contacto llegó la descarga y luego la unión.

Se preguntará qué valor tiene esta experiencia si el insight no se articula racionalmente de manera que sirva de guía para el contacto ulterior. Ese valor reside en que esperamos que el individuo desarrolle  una actividad más autodeterminada y general. Piaget ha observado que cada vez que le adelantamos al niño una "respuesta correcta", le impedimos aprender e inventar por sí mismo muchas respuestas correctas nuevas. La acción contiene las semillas del conocimiento interno, un conocimiento que abarca la ampliación de las propias fronteras y la conciencia que así se asimila. Cada que que la muchacha del caso pueda pedir a otras mujeres algo que necesite, o pueda recibir consuelo de una mujer, o tenga otras experiencias nuevas con mujeres, su propio mundo se expandirá en direcciones por ahora indeterminadas e  impredecibles. Convertir esta experiencia en un insight equivaldría a atar todos los cabos sueltos: un trabajo prolijo quizá, pero que no deja concesiones vitales para la experiencia futura. (p. 108s.)
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* Perls, F, Hefferline, R. y Goodman, P. (1951). Gestalt Therapy, Nueva York: Julian Press.

Extracto de:
Polster, E. y Polster, M. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu.