sábado, 22 de octubre de 2016

No tengo cuerpo, soy mi cuerpo, Soy.

El contacto físico es básico en el desarrollo del proceso de socialización y en la habilidad para mantener relaciones interpersonales prolongadas. Montagu escribe:
Conferir estimulación táctil, aún a adultos, ayuda a reafirmarlo en sus necesidades, y a convencerlo de que se le quiere y se le valora, consolidando sus valores frente a los demás.
El contacto físico es una forma de comunicación no-verbal. La misma estimulación directa desencadena descargas del sistema nervioso autónomo. Es una experiencia muy diferente a la expresión verbal o al contacto visual que son mucho más simbólicos e ideacionales. (Kort, p. 79)

Abajo podemos el grado de sensibilidad de nuestro cuerpo a través de lo que se llama el homúnculo cerebral:

Representación de las áreas sensoriales y motoras en la corteza cerebral
Montagu cita a Berstein quien demostró que las ratas que son más tocadas por un experimentador aprenden más y retienen mejor que las que reciben manipulación normal o ninguna; y a Levine, quien midiendo la actividad excretora y otras funciones fisiológicas de las ratas encontró que las ratas que recibían más manipulación presentaban una mayor estabilidad emocional que las ratas no tocadas. (Kort, p. 83)

Hammett encontró que las ratas de laboratorio, cogidas a menudo en las manos y acariciadas, podían sobrevivir a una ablación de las glándulas tiroparatiroideas; de 304 ratas, el 79% del grupo estándar de ratas no acariciadas (irritables y con tensiones neuromusculares han muerto en cuarenta y ocho horas, mientras que sólo el 13% de las ratas del grupo experimental murieron; este grupo experimental tenía desde hace tres generaciones, el hábito de que los asistentes de laboratorio las cogían y las tenían en sus manos, las acariciaban, habiéndolas amansado y relajado. También las ratas acariciadas reaccionan mejor en las pruebas de laboratorio, y en general viven más. (Schutzenberger, p. 41)

[Si esto pasa con las ratitas, ¡cuánto más con nosotros!]

[Sin embargo] a la filosofía clásica el cuerpo del ser humano le es radicalmente ajeno. Es la tumba del alma. El cuerpo es un obstáculo, un despojo molesto. El cristianismo desprecia el cuerpo al mismo tiempo que lo "diviniza". En resumen, el cuerpo es asesinado por la cultura clásica (véase Foucalt: "Vigilar y castigar").

Gérard Gilles muestra en Le corps du désir como los filósofos del tema dejarán el cuerpo, una máquina, a los anatomistas, a los médicos, cuando no al verdugo. Escribe: "Este cuerpo anatómico, de hecho, no es más que un cadáver. Sade, que termina en todos los sentidos de la palabra la cultura clásica, lo vio claramente.,."
(...)
Más tarde los existencialistas, la fenomenología, verán en el cuerpo una dimensión fundamental de la existencia, el eje carnal del estar ahí. Pero el cuerpo es más un objeto pensado que un objeto real, como opina Marx. "El hombre de Marx no orina, no besa ni caga" (Gilles, op. cit.). (Colin y Lemaitre, p. 21s)

[Poco a poco a lo largo del siglo XX se gesta un movimiento de revalorización del cuerpo, no como algo que se tiene sino como lo que somos. Primero serán los educadores físicos quienes vean esta relación -como Alexander o Mezendick- y luego vendrían los psicoterapeutas, empezando por Reich.

Ellos señalaran que] existe una relación entre el flujo de energía y la estructura física del cuerpo. El flujo es interrumpido por la creación de espasmos musculares, de contracciones profundas que perturban la relación en el espacio y en la gravedad (sistema propioceptivo). Al mirar a ciertas personas se observa que parecen aplastadas, como si no se hubieran desplegado jamás. Esto hay que relacionarlo con el desarrollo del niño, que le lleva de la reflexión a la extensión a través de un largo proceso dinámico. Ser capaz de extensión al mismo tiempo que de gravedad es la aventura del niño que crece, y le proporciona mucho placer y alegría. Este desarrollo tiene un fundamento emocional, la relación con los padres; mientras está sujeto a ellos aprende a bajar su centro de gravedad y a ganar así su independencia. La madre demasiado ansiosa (que fuerza al niño a tenerse en pie demasiado pronto) o protectora puede crear de este modo una inmadurez estructural y un tono emocional de ansiedad. (Colin y Lemaitre, p. 41)

Absorber menos oxígeno lleva a metabolizar menos energía. Cuando se crea una mínima cantidad de energía en el organismo, los impulsos vegetativos son menos intensos y en consecuencia más fáciles de dominar. La inhibición de la respiración tiene, hablando en términos biológicos, la función de reducir la producción de energía en el organismo y de sofocar la aparición de sensaciones [lo cual se convierte en un grado de tensión muscular crónico, que pasa inadvertido. Cuando se trabaja sobre esta musculatura, el efecto puede llegar hasta una respuesta tipo orgástica -"reflejo orgásmico":] contracciones ondulatorias, la cabeza resbala hacia atrás, los hombros se mueven hacia adelante y hacia arriba, el centro del abdomen se ahueca, la pelvis es empujada hacia adelante y las piernas de separan espontáneamente. (Colin y Lemaitre, p. 38)

La máscara del rostro puede esconder las ganas de llorar o reflejar una expresión de espanto. Los músculos del cuello pueden estar reteniendo los sentimientos de cólera. La inmovilidad del tórax es un medio frecuente de bloquear las emociones, inhibiendo la respiración. La resistencia del diafragma y la contracción de los músculos del plexo forman una defensa contra el placer, con la pelvis "muerta" inhibiendo la excitación sexual. (Colin y Lemaitre, p. 35)

Se han desarrollado múltiples formas de trabajar sobre la estructura del cuerpo, pero la más simple es utilizar el masaje desde una perspectiva de autoconocimiento: observar lo que surge en la conciencia mientras se recibe y se da el masaje, dónde uno se siente incómodo, dónde se requiere más o menos presión, etc. Bernard Gunthert y Molly Day introdujeron este enfoque en Esalen, California en los 60. Se pone el acento en la calidad del contacto  y en la calidad del contacto interpersonal que de ahí se deriva. Las emociones "reactualizadas" luego pueden ser profundizadas en psicoterapia individual o grupal. Se le conoce como Masaje Californiano o Masaje Gestalt (Schutzenberger, p. 217s)

El cuerpo tiene "memoria" y mientras se realiza masaje consciente o más aún con el Rolfing (que añade al autoconocimiento la posibilidad de reestructuración), se actualizan viejos recuerdos, como cuenta John Lilly, quien revivió en el transcurso de una sesión de Rolfing un accidente que le acaeció a su pie, experimentando el hachazo que recibió en aquella época, que le hizo ver las estrellas, el dolor de los puntos de sutura (aunque se realizaron bajo anestesia y de los que no tenía ningún recuerdo consciente), que le hicieron daño hasta gritar... después de su tratamiento se volvió otro. (Schutzenberger, p. 224)

Otro método, de reeducación del cuerpo, es el Método Alexander. Éste descubrió que toda acción va precedida por una preparación "involuntaria" mental. Para tomar conciencia, por ejemplo, del acto de levantarse, el monitor da al aprendiz la orden de levantarse y le interrumpe para que se de cuenta, en los detalles, de lo que hace: músculos que contrae o que se contraen; la persona aprende a decir "no" a sus antiguos -y malos- hábitos, mientras que su profesor le toca ligeramente para ajustar o reajustar su postura y su movimiento (Véase Schutzenberger, p. 221s). Vittoz dirá: "Conviene aprender a sentir bien para aprender a pensar bien": Es mucho más útil aumentar la conciencia sensorial para que se modifiquen los pensamientos; sobre la marcha, por ejemplo, detener o transformar la respuesta fisiológica de miedo surgida ante una idea, pensamiento o imagen (Véase Schutzenberger, p. 245). En esta línea Perls desarrollará su Terapia Gestalt (que inicialmente se llamaba "terapia de concentración"). Existen muchos testimonios de mejora de la salud física con estos métodos, probablemente debidos al aumento de la autoconciencia, la que favorece una actitud más serena frente a los impactos emocionales y la evitación del reforzamiento negativo de nuestros pensamientos sobre el funcionamiento de nuestro organismo. Feldenkrais, que ha desarrollado un método similar, dice:
Toda persona regula su conducta según la imagen que se ha hecho de sí mismo. Si desea cambiar su conducta, tendrá que cambiar esta imagen. Es preciso comprender que no pretendemos sustituir simplemente una acción por otra (...) sino que aspiramos a cambiar el modo de acción, la dinámica por oposición a la estática. En el cambio dinámico que consideramos, se trata de desligar el sistema nervioso de sus configuraciones compulsivas y permitirle un modo de acción o de reacción no dictado por su hábito, sino por la situación del momento. (citado por Schutzenberger, p. 227).
Como podemos ver, estos métodos psicofísicos aspiran también a generar cambios psicológicos, interviniendo sobre los esquemas motores y, siendo nuestro organismo un conjunto en interacción permanente cuerpo-mente-entorno, entrar por alguno de estos aspectos afecta automáticamente los demás, aunque en diferente grado, dependiendo de su cronicidad, su contenido emocional, su aceptación social y su ecología en general.


Referencias Bibliográficas:
Colin, L. y Lemaitre, J. M. (1979). El Potencial Humano. Barcelona: Kairós.
Kort, F. (1971). Psicoterapia de Grupo y Desarrollo del Potencial Humano. Caracas: Monte Ávila.
Schutzenberger, A. (1980). Nuevas Terapias de Grupo. Madrid: Pirámide.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Confiar en tus sentidos es confiar en ti mismo

Según Charlotte Selver existen cuatro formas de interferir en la evolución natural del potencial del niño:

  1. Se le enseña al niño a darle un valor positivo o negativo  a todas las experiencias. Por ejemplo, se le dice: "cuándo" y "cuánto" es bueno que se alimente; "cuándo" y "cuánto" debe dormir; y qué partes de su organismo son "malas y sucias". Cuando se cae y llora no se le permite sentir susto y dolor, sino que los padres lo distraen inmediatamente, produciendo un bullicio y haciendo comentarios tales como "tú eres un chico bueno y el suelo es malo" [además de enseñarle que él no es responsable de sus errores, que son los demás los culpables], en vez de darle un apoyo callado que le facilite vivenciar el incidente e imprimir en su memoria las consecuencias de su conducta . También se le explica, por ejemplo, que el frío y la lluvia son desagradables y peligrosos. Así el niño crece perdiendo la confianza en sus sentidos y pre-juzgando la experiencia antes de percibirla.
  2. Los padres subestiman la sensibilidad del niño cuando expresan con exageración su percepción de las cosas; por ende atrofian la agudeza natural del olfato cuando aspiran con fuerza el olor de las flores para que el niño aprecie su fragancia. Igualmente lo hacen en relación a los sentidos del gusto y del oído al chasquear los labios y la lengua para dar a entender que la comida es de su agrado y al hablar en lenguaje de "bebé" para que el niño aprenda una nueva palabra. De este modo se le condiciona que la manera natural de hacer las cosas no es suficiente.
  3. Existe también una tendencia generalizada a coaccionar constantemente a los niños para que hagan un esfuerzo al oír, ver hablar, caminar o aprender, de modo que cuando alguna conducta se incorpora al repertorio del comportamiento sin "trabajar duro" parece no tener validez real. Muchos padres anhelan que sus hijos aprendan a controlar los esfínteres, a sentarse y a caminar, entre otros, antes que los demás niños, impidiendo así el proceso natural de maduración.
  4. Se acostumbra igualmente a interrumpir a los niños cuando se encuentran en una actividad creadora, subrayando que un "buen chico" es aquel que responde en seguida cuando se le llama. Esto confunde el ritmo innato de los sentidos, distorsionando la percepción al sustituirla por un mundo de reglas e ideas [rígidas].

Gunther señala también el exagerado uso que le da nuestra educación al sentido de la vista en comparación con los demás sentidos. Así por ejemplo, menciona que a los niños se les enseña a no tocarse y auto-explorarse, obligándoles a mantener una distancia física entre sí. Cuando llegan a adultos el contacto cuerpo-con-cuerpo ocurre casi siempre a través del sexo, y muchas veces se confina sólo a las zonas erógenas. También se les impone a los niños a evadir la excitación nerviosa aguantando la respiración o contrayendo los músculos al decirles, cuando les ocurre algo desagradable, frases como ésta: "los hombres no lloran" o "Es feo que las niñas se sienten con las piernas abiertas" [El uso del miedo y la vergüenza como métodos educativos suelen ser efectivos, y tener buenas intenciones, pero generan  efectos colaterales difíciles de desarraigar, como falta de sensibilidad, "frialdad", "dureza", bloqueo de la creatividad, personalidades sumisas o explosivas, etc.]

[Todo esto quizá se puede resumir en:
"No confíes en lo que sientes, no confíes en ti, sólo obedece".]

[Como una forma de retomar un desarrollo más natural, a fines de los años 50 Selver, con el apoyo de Charles Brooks, desarrolla  lo aprendido con su maestra Elsa Gindler, y denomina  Conciencia Sensorial, al tipo de trabajo grupal que realiza, que busca recuperar nuestra sensibilidad sensorial y la confianza en la sabiduría del cuerpo]. La sensibilización a través de la Conciencia Sensorial es un procedimiento útil para enseñar a la persona a discriminar entre una percepción y una imagen. Consiste en estimular las sensaciones propioceptivas, fenómeno que ha sido descuidado por la educación occidental.

Gunther escribe sobre la tensión muscular y dice:
La tensión no está afuera de su cuerpo. Es usted quien la produce. La tensión excesiva es un mensaje no-verbal de su cuerpo que lo invita a que usted sea más receptivo, más permisivo, y que ceda a la relajación.
[El uso del lenguaje refuerza nuestras ideas, como cuando decimos: "Estoy tenso", como algo estático ante el cual no puedo hacer nada. Qué diferente es decir: "Me estoy tensando", un proceso, algo que fluye, del que me hago responsable que perdure o no.]


[Entonces, la propuesta es que] en vez de pensar sobre qué es lo que se siente, simplemente se sienta.

Un ejemplo de ejercicio de conciencia sensorial es el siguiente:

"Cierra los ojos y busca el contacto contigo mismo... Enfoca tu atención hacia las palabras "Ahora tengo conciencia de mi postura... Ahora tengo conciencia de mis piernas..."  Fíjate si realmente estás sintiendo la experiencia o si de lo contrario la estás pensando... Concentra tu atención hacia tu sentido del oído, respira sin tratar de alterar el ritmo de la respiración... ¿Cómo es tu respiración?... Obsérvate, todo el cuerpo... ¿Qué es lo que sientes?.... ¿Estás dispuesto a permitir que tu cuerpo perciba las sensaciones al máximo?... Sacúdete las tensiones... ¿Hay algo en lo cual te gustaría fijar tu atención?... Abre los ojos y toma conciencia de lo que ves ahora, en este momento,y también date cuenta de las cosas que no viste... Relájate... comparte las vivencias con los demás" (Stevens, Awareness).

Otras prácticas pueden ser imaginarse que el propio cuerpo es jalado hacia el suelo por el aumento de la gravedad, y luego que retorna a una posición normal, sintiendo el cuerpo con mayor intensidad. También se puede pedir que se exagere la musculatura facial haciendo una expresión desagradable, tratando de mascar al mismo tiempo, para luego "dejarse ir" gradualmente. También el tocar telas, oler perfumes, escuchar música, etc. Estos ejercicios enseñan a la persona a tomar conciencia y a discriminar sus propias respuestas conductuales hacia la tensión o relajación muscular, y a recuperar sus sentidos.

Los resultados de la toma de conciencia corporal son espectaculares, pero no se sabe por qué. Obrist y Webb lo atribuyen a un fenómeno denominado Funktionlust, o sea que la persona se auto-refuerza al observar que controla músculos sobre cuya existencia anteriormente no había tomado conciencia y que generalmente ocasionan tensión. Al parecer la musculatura estriada está más ligada al control cortical de los sistemas viscerales de lo que se pensaba hasta ahora.



La Conciencia Sensorial puede ser considerada una variación de la relajación muscular profunda, instrumento auxiliar de cualquier terapia, [pero con la salvedad que es ¡mucho más interesante!]. Y es que además, subyace en ella una concepción oriental, por lo que se le considera también una suerte de meditación activa [o en movimiento].

"No es posible repetir las experiencias.
Lo único que se puede hacer es estar despierto y actuar en el momento".


Tomado de:
Kort, F. (1971). Psicoterapia de Grupo y Desarrollo del Potencial Humano. Caracas: Monte Ávila, pp. 85-90

viernes, 14 de octubre de 2016

Terapia de grupo y desnudez

En los años 60 Paul Brindim desarrolló una propuesta de grupo terapéutico desnudo, tanto en el desarrollo personal, como en la formación y en grupos de discapacitados físicos y pacientes con injurias físicas. Su interés era explorar la desnudez, discutir las fantasías y sentimientos que despierta el cuerpo propio y ajeno y desenredar las dificultades de la autoimagen corporal.

Maslow ya había sugerido estos grupos antes, suponiendo que:
"La gente se sentiría mucho más liberada, más espontánea, menos defensiva. Si puedo aprender a [aceptar la forma] de mis glúteos o la protuberancia de mi abdomen, seguramente sería más libre y menos defensivo..." (1965, Eupsychian Management)

Bindrim lo realizaba en estilo "maratón", sesiones de 24 horas que empezaban por la noche y continuaban hasta el atardecer del día siguiente. Unas ocho horas se dedicaban al encuentro verbal y no-verbal, cuatro horas para dormir y otras ocho horas para más experiencias no verbales. Y finalmente unas dos o tres horas para la integración de lo vivido.

Utilizaba varías técnicas al mismo tiempo: llevar a hombros y mecerse en la piscina, masaje posterior en alternancia, empleo del biberón para estimular la regresión a la infancia, conciencia sensorial, etc. Todo esto con la finalidad de mejorar la relación consigo mismo (autoimagen física y psíquica) y reencontrar o encontrar la confianza de un bebé en la vida y su amor por la vida.

El proceso de desvestirse en los grupos de Bindrim se llevaba a cabo de una manera sistemática y gradual. En primer lugar, ocurría después de varias horas de encuentro; luego, en cuartos separados se desvestían -ya que el propósito no era hacer una suerte de strip tease. En segundo lugar, cuando todos los participantes estaban desnudos se entraba a un cuarto semioscuro, donde se escuchaba un fondo de música clásica o semiclásica. Después se proyectaban varios colores sobrios en todo el ambiente con lo cual se eliminara la fase exhibicionista. Se trataba de lograr un acercamiento lo más pronto posible para evitar caer en aberraciones de uno u otro tipo. (Schutzenberger p, 219)

Si alguna persona presentaba una respuesta de angustia muy elevada por mostrar sus órganos genitales, Bindrim la invitaba a enseñarse repetidamente a varios o todos los participantes, hasta que se extinguía la incomodidad. Tanto en este ejemplo, como en muchos otros incidentes del maratón al desnudo, Bindrim reconoce y aplica los principios conductuales. En el caso recién descrito se trata de una desensibilización "in vivo" pero también hace implosión cuando frente a un espejo se le pide a la persona que delante de todos los participantes muestre la parte de su cuerpo que más angustia le provoca.


En un contrato que el participante firmaba antes de entrar al grupo, éste se comprometía a evitar cualquier manipulación sexual con las demás personas, al igual que cuando está vestido; a no tomar fotografías ni escribir artículos sobre lo que se escucha en el grupo. El alcohol y las drogas estaban terminantemente prohibidos, y esa noche que pasaban juntos, cada uno dormía separado, aun siendo marido y mujer. Se pretendía aprender a distinguir la sensualidad de la sexualidad, en el sentido de que es posible que personas del mismo sexo o del sexo opuesto entren en contacto piel con piel para expresarse afecto mutuamente (Kort, p. 81).

Bindrim subraya que el contacto sensual es a menudo considerado como una invitación a la intimidad sexual, y por tanto que la prohibición de la intimidad sexual lleva consigo la prohibición del contacto corporal. Propone entonces distinguir entre ambas cosas animando la sensualidad y protegiendo la sexualidad, de modo que se extienda la expresión autorizable a los dos sexos. Ilustra esto declarando que el contacto físico cariñoso entre dos hombres, por ejemplo, lleva consigo el temor a la homosexualidad. Las defensas individuales frente a la homosexualidad latente llevan pues a Bindrim a prohibir la expresión sexual abierta. Algunos subrayan por otra parte que el tabú del cariño es actualmente más fuerte que el tabú sexual. Según Ruitenbeck, esta prohibición es beneficiosa para los individuos "que harían de la actividad sexual una defensa contra la proximidad emocional"(Colin y Lemaitre, p. 115).

Otra de las facetas importantes del maratón desnudo es la facilitación de experiencias cumbre (Maslow) mediante la saturación sensorial... Se recordaban experiencias cumbre y lo que contribuyó a su emergencia o ante un instante de respuesta emotiva culminante (placer, ira o llanto) y Bindrim la reforzaba exacerbándola con estímulos auditivos, táctiles, gustativos, olfativos y visuales, que la persona misma traía al comienzo de la sesión. Un ejemplo que él mismo cita es el de "un participante quien llegó a una experiencia pico mientras comía chocolate, tocaba una piel de zorro, escuchaba a Scheherazada, olía perfume, miraba un cuadro con un  paisaje verde y cantaba al mismo tiempo".

La combinación de estos estímulos que afectan a cada uno de los sentidos depende del condicionamiento individual y es por ello que cada individuo debía venir preparado al maratón con su propia selección. Muchos califican la experiencia como un "viaje sin drogas", porque al mismo tiempo que la conciencia se encuentra invadida por una emoción intensa, se le presenta estímulos externos que tiene una significación particular que acelera las asociaciones apareadas con esa emoción (Kort, pp. 80ss).

Ginger y Ginger, hablando de su propio trabajo señalan que:

El impacto del trabajo corporal nos parece que es considerablemente amplificado con el recurso de la desnudez [no necesariamente completa, puede ser sólo en ropa de baño].

El trabajo con desnudos colectivos acelera considerablemente los desbloqueos, sobretodo de tipo relacional, afetivo o sexual; permite la renuncia a una imagen mítica de perfección (vehiculizada por los medios de comunicación, publicidad, etc.) para el provecho de la conquista de una imagen de si mismo narcisista más realista, aceptada por el otro y aceptable para si mimo. El trabajo en grupo nos parece, para estos casos, una mejor indicación que una terapia individual, a pesar de las frecuentes reticencias iniciales de este tipo de clientes. Claro está, el trabajo alrededor de la aceptación del cuerpo simboliza una recuperación narcisista más profunda y global (p. 280).

...[Sin embargo] consideramos que el trabajo psicoterapéutico de grupo al desnudo puede volverse traumatizante si es instaurado sobre un modo imperativo y brutal, como cuando Bindrim, incitaba a sus participantes a un examen público detallado de todas las partes del cuerpo, hasta las más íntimas.

Nosotros preferimos introducir eventualmente la desnudez de manera más espontánea (y facultativa), en ocasión de un trabajo en agua caliente, en piscina o en jacuzzi. [El jacuzzi] evoca, conscientemente o no, la situación prenatal intrauterina, y no es raro que las personas se acomoden espontáneamente en posición fetal, acurrucadas entre los cuerpos desnudos, bañándose en un "líquido amniotico" caliente. Este setting favorece diversas sensaciones corporales de tipo regresivo y permite el surgimiento de muchas secuencias arcaicas (verdaderamente "prenatales" o "transpersonales"), acompañadas de sentimientos de bienestar "oceánico" o al contrario de angustia existencial o de abandono.

La vasodilatación provocada por el calor lleva a una aceleración de la circulación sanguínea y de la respiración, modificando la tasa de oxígeno y el pH de la sangre, realizando así, de alguna manera, una "autointoxicación" discreta de la neocorteza, comparable a la obtenida con la hiperventilación forzada tipo rebirthing [Este tipo de modificación de conciencia puede observarse también con el uso del temazcal o "cabaña del sudor" orientado ritualmente].


Además del trabajo de regresión; el medio particular constituido por el agua a la temperatura del cuerpo, así como la desnudez, permiten la experimentación de muchas situaciones: experiencia de abandonarse, miedo de ser sumergido, placer de la inmersión en apnea, contacto cercano con los otros cuerpos desnudos, trabajo de la imagen del cuerpo y sobre la sexualidad.

Aprovechando la desnudez inducida por el baño, proponemos con frecuencia una sesión de Masaje Californiano o Masaje Gestalt, que se trata de un masaje sensitivo euforizante, que tiene como fin a la vez una relajación en el bienestar por una erotización difusa de la piel provocando un escape y no tensión sexual, una mejor integración del esquema corporal y una relación compartida con la pareja o acompañante en una concentración sucesiva en el acto de recibir o de dar calor, ternura o energía.

Nos gusta proponer una variante "desimétrica": una de las dos parejas ofrece el masaje y la otra  lo recibe (durante una duración que puede llegar a una hora) y esto sin reciprocidad. Queremos romper así el equilibrio estático del comercio social donde se supone que cada uno devuelve lo más pronto posible lo que ha recibido. Queremos estimular tanto la gratuidad del don desinteresado como el valor de la demanda espontánea, así  como la toma de responsabilidad de elegir la necesidad dominante del momento y de las prioridades.

No está sobreetendido en este caso, que en una próxima sesión los papeles serán automáticamente invertidos, ni tampoco, que las mismas parejas se encuentren juntas (Ginger, p. 196-198)

Cada uno sigue su propio ritmo.

P.D.: En la actualidad una forma respetuosa de este tipo de trabajo lo podemos encontrar en la Biodanza acuática.

Condensado de:
Colin, L. y Lemaitre, J. M. (1979). El Potencial Humano. Barcelona: Kairós.
Ginger, S. y Ginger, A. (1993). Gestalt: una terapia de contacto. México D.F.: Manual Moderno.
Kort, F. (1971). Psicoterapia de Grupo y Desarrollo del Potencial Humano. Caracas: Monte Ávila.
Schutzenberger, A. (1980). Nuevas Terapias de Grupo. Madrid: Pirámide.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Hemisferios cerebrales: desimetría, zurdería y género

Extracto del capítulo 12: El Cerebro y la Gestalt

El sentido general de la evolución va de la asimetría del desorden original a la desimetría dinamizante del progreso, pasando por la simetría estática de la materia organizada o de la vida primitiva.

Cuanto más suba un ser viviente en la escala de la evolución, más decrece su simetría, según el conjunto de los ejes:

alto - bajo,
delante - atrás,
derecha - izquierda.

En una lombriz de tierra cortada en dos, la cola fabrica una cabeza y la cabeza fabrica una cola.

Hemos notado que el testículo derecho está más alto que el izquierdo (¡como lo saben todos los buenos sastres!) ¡y que los pelos del lado izquierdo de la cara son más duros y más reacios que los del lado derecho!

El hombre ha desarrollado la desimetría de las piernas y de los brazos, del pulgar y de los dedos, de la derecha y de la izquierda.

Esta última desimetría, poco marcada exteriormente, está manifestada en el interior en la mayor parte de los mamíferos a nivel de las vísceras (corazón, hígado, riñón, intestinos), pero en el hombre, lo es también a nivel del cerebro.

De la amiba a la lombriz de tierra, del cocodrilo al canguro, al simio y al hombre, se establece así una diferenciación y una especialización creciente de cada parte del organismo.

Mientras que en [la mayoría de] los simios hay tantos zurdos como diestros, en los hombres, estos últimos representan el 90% de la población (su hemisferio cerebral izquierdo es entonces llamado "dominante"), El 10% es zurdo dentro de los cuales un 60% es varón y un 40% es mujer. [Entre las varias hipótesis para explicar la zurdería se encuentran la genética, el estrés prenatal y el desarrollo geográfico. Resalto entre las variables del estrés, la hipoxia como factor de modificación de la dominancia manual]. La incidencia de los zurdos entre los músicos es dos veces más elevada que en la población general.

Los dos hemisferios cerebrales reciben las sensaciones táctiles comunicadas por las dos manos y es la rapidez de la respuesta la que permite saber de qué lado es tratada la información. De donde se puede ver la frecuente superioridad de los deportistas zurdos en las competencias de velocidad de un cierto nivel (esgrima, ping pong, tenis, etc.), ya que en ellos, el tratamiento de la percepción visual del espacio y el comando motriz del brazo izquierdo operan en el mismo hemisferio [el derecho], ganando así algunas preciosas centésimas de segundo.

En cuanto al centro del lenguaje, está localizado a la izquierda en el 96% de la población (o sea en el 98% de los diestros pero también en los dos tercios de los zurdos, contrariamente a una opinión común).

Hemos constatado que cuando un hemisferio trabaja, los ojos tienen la tendencia a voltearse hacia el lado opuesto. Ya desde el nacimiento, el 95% de los recién nacidos, cuando se les acuesta sobre la espalda, voltean la cabeza hacia la derecha. Parece tratarse de una programación genética de la especie, de una "biogramática"... La madre pone espontáneamente a su hijo sobre el costado izquierdo de su pecho (el lado del corazón) en un 80% de los casos [habría que asegurarse si el otro 20% no es una zurda contrariada]. Una madre privada de alimento durante veinticuatro horas después del nacimiento lo pondrá, muy frecuentemente, en forma anormal, a la derecha ¡Este "bebé de derecha" necesitará dos veces más ayuda médica después, que un "bebé de izquierda"!* [quizá esté en relación con ofrecer el brazo más fuerte dado que se está débil]

En las mujeres las conexiones interhemisféricas serían más numerosas (aunque sería lo mismo entre los japoneses de los dos sexos) compensando así un mayor desarrollo lateral, mientras que la desimetría permanece más acentuada en el hombre (después de la pubertad), con un desarrollo relativamente más importante del hemisferio derecho. [Es interesante tomar en cuenta que se ha encontrado que los cerebros de homosexuales masculinos presentan similitud con las características del cerebro femenino heterosexual, y los cerebros de lesbianas se asemejan a los cerebros de varones heterosexuales.]

Algunos autores plantean la hipótesis de que la diferencia interhemisférica se trata de una huella filogenética ligada al hecho de que los primeros hombres cazadores tuvieron que desarrollar su sentido espacial y de orientación, mientras que las mujeres encargadas de criar a los niños tenían más necesidad de desarrollar la comunicación verbal.

Habremos sin duda notado de paso que, contrariamente a un prejuicio tenaz, el cerebro femenino no es solamente más verbal, sino también más lógico, más analítico y más científico, mientras que el cerebro masculino es más sintético, pero también más artístico y está más directamente ligado a las emociones [el hombre es más emocional, hacia adentro; la mujer es más emotiva, hacia afuera].

Claro está, continúa siendo difícil desenredar la parte cultural de la parte natural en todos los comportamientos sexuales habituales.

Con frecuencia oímos afirmar que la creatividad es parte de las funciones controladas por el hemisferio derecho, pero este punto de vista es debatido por las investigaciones recientes (Gardner, Borgen, Zaidel, etc.), que parecen mostrar que el cerebro derecho está especializado al contrario, en el reconocimiento de la información común y estereotipada de la vida familiar, mientras que el izquierdo que trata los elementos nuevos, originales o complejos impulsa así a la actividad creadora. A fin de cuentas, parecería que la verdadera creatividad implica un trabajo concertado de los dos hemisferios (y principalmente de los lóbulos frontales), energetizados por el cerebro límbico, y por lo tanto una movilización importante del conjunto del cerebro.

Cada hemisferio inhibe al otro; así por ejemplo, si el izquierdo está inactivo, la percepción de las imágenes y de las emociones  se fuerza y a la inversa, si el hemisferio derecho está inactivo, la verbalización se vuelve más fácil.

Hemos constatado que la actividad del lóbulo derecho presenta generalmente una connotación emocional taciturna, verdaderamente pesimista, mientras que la actividad más verbal, más comunicativa, y por lo tanto más sociable del hemisferio izquierdo, lleva a un humor más alegre y optimista. ¡Y he aquí por qué la mujer es el sol del hombre! [lo femenino que ilumina lo masculino]

El exceso de producción de testosterona por la madre durante el embarazo llevaría a un desarrollo importante del hemisferio derecho (esto se ha reproducido artificialmente inyectándoselos a ratas o simios, pero esto únicamente durante el período sensible de la segunda mitad de la gestación y antes del nacimiento). Además, una sensibilidad anormal del feto a la testosterona podría ser inducida por genes específicos (y por lo tanto, parcialmente hereditario) situados en el cromosoma 15, el cual intervendría principalmente a la vez en la formación de los testículos, en los problemas inmunológicos, en la zurdera, en el tartamudeo y en la dislexia.

Las dislexias severas estarían vinculadas a anormalidades del desarrollo del cerebro in útero, más que a condiciones de aprendizaje  de la cultura o a las relaciones afectivas intrafamiliares, que serían, como mucho, factores desencadenantes causales de una predisposición neurológica.

Así, hemos notado una frecuencia estadísticamente muy significativa de la dislexia entre los niños varones (4 veces más que en las niñas), en los zurdos, en los niños dotados para la música, las artes visuales, las matemáticas** y el deporte ¡así por otro lado, como en los rubios y los alérgicos!

Todas estas características estarían ligadas a un desorden de la migración de las neuronas en el curso de la vida fetal, desorden que es evidente en todas las observaciones microscópicas del cerebro de los niños disléxicos.


* Vincent, J. (1986). Biología de las pasiones. París: Odile Jacob.
**Contrariamente a una idea muy difundida, las matemáticas superiores y la geometría serían tratadas sobretodo por el lóbulo derecho ya que se trata de relaciones y de una visión sintética de las cosas, más que de un análisis lógico y estereotipado. El cálculo, al contrario, sería tratado esencialmente por el lóbulo izquierdo.

Tomado de:
Ginger, S. y Ginger, A. (1993). Gestalt: una terapia de contacto. México D. F.: Manual Moderno, p. 199s, 221-225

miércoles, 5 de octubre de 2016

Lo no verbal en psicoterapia

El terapeuta dispone de cinco signos principales de la emoción: respiración, circulación, deglución, transpiración, gestualidad (movimientos voluntarios e involuntarios, postura, microgestos, tensión muscular focalizada, etc.). Así por ejemplo, la aparición de un rubor en la base del cuello o arriba del pecho, con frecuencias traduce en las mujeres una excitación con connotación sexual.

El terapeuta debe estar particularmente atento a todas las manifestaciones corporales de su consultante, y a sus lapsus corporis: toses, estornudos, tics, molestias oculares, carraspera, golpeteo de los dedos, balanceo del pie, cruce de piernas, etc. También está atento a la voz y sus inflexiones, cambios del patrón respiratorio, así como de la circulación sanguínea, perceptible por ejemplo a nivel de las carótidas o también a través de la palidez o el rubor.

Aunque el cuerpo y sus manifestaciones son la vía regia de acceso al inconsciente, no es precisa su descodificación puesto que adopta matices culturales, familiares e individuales. El interlocutor atento podrá darse cuenta de "lágrimas de cocodrilo", notar un gran torso que compensa la timidez o la sonrisa que oculta tristeza.

Por ello, en la terapia se puede partir de un significado general del síntoma o signo, y acompañar al descubrimiento específico del mismo por parte del consultante. Se le estimula a estar particularmente atento a lo que siente. Se le sugerirá, eventualmente, a amplificar su sentimiento o síntoma (continuándolo, repitiéndolo o exagerándolo) a fin de percibirlo mejor, verbalizando lo que siente en el momento.

Si se observa un cambio sutil en el ritmo o en la inflexión de la voz, en la deglución o la respiración, entonces se le puede preguntar al consultante: ¿Qué es lo que pasa en ti, justo ahora? - Esto antes de que la emoción "de paso" se desvanezca. Pero si dicha intervención es prematura tiene el riesgo también de cortar la emoción.

El contenido del discurso se borra frente a la forma, ya que es verdad que los gestos y las posturas, así como el timbre y la inflexión de la voz importan con frecuencia tanto, si no más, que el sentido de las palabras empleadas (Alfred Tomatis, 1981, habla del recuerdo inconsciente de las vibraciones de la voz materna durante la gestación, es decir del timbre de voz como transmisor de la emoción).

"La calidad de la voz de los terapeutas (de grupo), dice Anzieu, tiene más efecto que el contenido de lo que tratan de decir, el acento suave, calmado, apacible de éste es introyectado mientras que las palabras mismas son dejadas de lado" (Anzieu, El Yo-Piel). En el curso de cualquier sesión de terapia el timbre de voz retiene la atención del terapeuta: revela no solamente los procesos emocionales subyacentes, sino también, con frecuencia, el nivel eventual de regresión. Así, no es raro oír surgir de repente, en un discurso adulto, una voz de "niño pequeño" sometido, lloroso o revoltoso, que presagia la aparición de recuerdos emocionales en ocasiones profundamente perdidos. También es importante saber distinguir la tonalidad específicas de los sollozos o llamados de tipo infantil, en relación con los llantos o gritos adultos.

Nosotros proponemos entonces al consultante cerrar los ojos y "dejar subir" las imágenes que le aparezcan, lo que permite seguir el trabajo a otro nivel, bajo un modo, en ocasiones, hipnoide.

Se trata de "darle la palabra" a la emoción, y esto aún antes de preguntarse sobre su significado (puede incluso que ni sea necesario llegar a hacerlo. La saturación de significado puede actuar de mecanismo defensivo también). 

Así, por asociaciones sucesivas de sensaciones, de gestos, de imágenes, de sonidos o de palabras, surge con frecuencia una toma de conciencia súbita, acompañada con frecuencia de manifestaciones emocionales, ya sean intensas o difusas (gritos, sollozos, lagrimeos). Nos encontramos en el reino del paleocórtex y del inconsciente "inocente", que no juzga bueno-malo, sólo siente y actúa. Aquí se deja de trabajar con los parámetros del neocórtex y del consciente racional.

Lo que fue im-presión abrumadora puede convertirse en ex-presión liberadora.

Un ejemplo: "¿Por qué cosa podría reemplazar mis problemas?"

Terapeuta: ¿Cómo estás sentada?
Muriel: Estoy encorvada, la cabeza inclinada hacia adelante.
T.: ¿Puedes tratar de exagerar esta posición?
M.: ¡Sí! Me siento como aplastada. Como si tuviera una inmensa carga sobre mis hombros.
El terapeuta pone un gran cojín sobre sus hombros.
M.: ¡Eh! ¡Hay mucho más que eso!
El terapeuta apila muchos otros cojines.
T.: ¿Quieres tratar de levantarte y "vivir tu vida" así?
Muriel se levanta; ella mantiene su pila de cojines como carga sobre la espalda y da algunos pasos titubeantes.
M.: ¡No está bien! ¡ya no puedo hacer nada!
Ella arroja rabiosamente uno de los cojines al piso.
M.: ¡Ya! ¡me liberé de éste! -un silencio pensativo. ¡Ese! ¡Es mi amigo Lucien quien me pesa cada vez más! ¡No me deja un instante de tranquilidad!
Después de algunos instantes, arroja un segundo cojín al piso.
M.: ¡Y ese es mi trabajo de secretaria que me enmierda también! ¿Ya estoy harta! ¡Tengo que cambiar de trabajo!
Tira después, uno a  uno, los cojines que simbolizan a su madre, anciana e impotente, un proyecto de grupo de investigación, etc.
T.: ¿Y ahora?
M.: ¿Ahora? ¡Ya no tengo nada sobre la espalda! ¡Estoy libre para caminar (da algunos pasos), pero no sé a donde ir! ¡Ni qué hacer! ¡Todas estas inquietudes me mantenían ocupada! ¡No he tenido tiempo para hacer el más mínimo proyecto! ¡Cuando me libero de todas estas mierdas mi vida parece vacía! ¡Mis problemas me acompañan!
(Esta toma de conciencia permanecerá en el corazón de su terapia durante muchos meses.)

Aquí, a partir de la amplificación de una postura, llegamos progresivamente a una toma de conciencia: es un camino del cuerpo a la palabra. Pero también se puede proceder en sentido inverso, es decir de la palabra al cuerpo: por ejemplo, con un sueño, sugerimos encarnar a los diversos personajes o elementos y expresarse en su nombre; se podrá representar cada vez (en palabras o en actos), un profesor que interroga a su alumno, el cuaderno de este último, una frase escrita sobre el cuaderno o una simple mancha de tinta.

También se puede sugerir la puesta en acción corporal simbólica de un sentimiento experimentado. Por ejemplo, Patrick deplora estar "encerrado en sus costumbres".

Con una señal del terapeuta, el grupo simboliza la situación encerrándolo corporalmente pero, para sorpresa general ¡no hace nada para salirse! Patrick se da cuenta entonces rápidamente, y por él mismo, que su deseo de libertad y de iniciativa es puramente intelectual y verbal, mientras que su necesidad profunda del momento es, en realidad, un refugio mullido y cómodo, en la seguridad de lo adquirido y en el calor doméstico.

Otro ejemplo:
Christian tiene 14 años. Es huérfano y ha sido educado por sus abuelos. Estos últimos son personas de edad y de "antiguas costumbres". Tienen miedo a los accidentes y le niegan la bicimoto que pide. Christian se queja:
-No me pueden comprender ¡son demasiado viejos! Tú ves, entre ellos y yo, hay un espacio vacío: el lugar de mis padres ¿y este espacio estará siempre vacío! ¡Siempre habrá este hueco allí, entre ellos y yo!
Yo le sugiero rápidamente materializar lo que acaba de expresar: delante de su silla, instalo otras dos vacías: una para sus padres, la siguiente para sus abuelos. La experiencia lo divierte, habla de sus abuelos poniendo sus manos juntas, como un altavoz:
-¡Eh, ustedes, allá! ¿Me oyen? ¡Ustedes son demasiado viejos! ¿Están sordos?
Después él se pone en el lugar de sus abuelos, encarnando así la imagen que él se hace de ellos y por encima de la silla vacía de sus padres, él "responde" con una voz suave:
- ¡Sí, Christian, te escuchamos! ¡No estamos tan viejos! Sólo tenemos 57 años. No estamos sordos.
Entonces Christian sonríe, pareciendo entender. Se levanta y va espontáneamente a acomodar las sillas. Me dice:
- Tú sabes, finalmente creo que podemos encontrar una manera de ponernos de acuerdo : ¡voy a "pensar en eso"!
En el momento de atravesar la puerta de la oficina, se regresa y constata:
- Es curioso, desde hace quince días respiraba mal y ¡ahora mira! (respira profundamente): circula "fácil".

Adaptado de:
Ginger, S. y Ginger, A. (1993). Gestalt: una terapia de contacto. México D.F.: Manual Moderno, cap. 11: El cuerpo y las emociones en Gestalt.

martes, 4 de octubre de 2016

Mecanismo de Defensa somáticos (Corazas)

Cuando Wilheim Reich notó que tomar conciencia del sentido inconsciente del síntoma no era suficiente para su curación decidió centrarse en el análisis del carácter, lo que lo condujo a descubrir la íntima relación entre la musculatura ("coraza muscular") y los mecanismos de defensa psíquicos, es decir una resistencia somato-psíquica frente a la angustia, y a buscar la restauración del flujo energético vital. Dirá: "la rigidez de la musculatura es el lado somático de la represión y la base de su mantenimiento". (Ginger, p. 86)

Reich describió [también] tiempo atrás lo que llamó el reflejo de orgasmo. Bajo el efecto de una potente vigorización para el orgasmo, los movimientos del individuo se sincronizan regularmente. Nosotros creemos que la armonía que Reich describe en cuanto al orgasmo puede observarse en todas las grandes funciones que ponen notoriamente en primer plano al organismo total.

Explosiones culminantes análogas comprometen toda la musculatura en el acto de estornudar, toser, llorar, reír, vomitar y defecar. Supongamos que en su temprano adiestramiento higiénico un niño aprende que puede controlar la defecación apretando los esfínteres y que, en un pacto a lo Fausto, acaba por hacerlo habitualmente. Con esto evita accidentes temidos, pero a costa de una grave pérdida de riqueza funcional, que en realidad no podía prever. Cierto que no habrá más deslices evacuatorios, pero tiene que pagar un alto precio -restricciones en el movimiento de su pelvis o constricciones en su respiración-. A título de ejemplo,


contraiga usted fuertemente su esfínter anal
y observe los cambios consiguientes en su respiración.
Pruebe ahora hablar, siempre con el esfínter muy contraído.
El efecto no es desdeñable, ¿verdad? (Polster)

Gerda Boyesen

Por otro lado, Gerda Boyesen postuló que los procesos peristálticos de los intestinos (ejemplo: sonidos estomacales) juegan un papel importante en el proceso de eliminación de tóxicos y de descarga emocional. Así como las ondas peristálticas tienen una función específica en los procesos digestivos, también ocurren en respuesta a una presión orgánica asociada con estrés y tensión emocional. Gerda Boyesen le dio a esta función el término de “psicoperistalsis”, la cual, limpia y ayuda a expulsar los efectos residuales que permanecen en el cuerpo como producto de una situación emocional. Pero esta fase psicoperistáltica, mediante la cual el ciclo emocional debe completarse, sólo puede ocurrir en condiciones de paz y seguridad, cuando el organismo ya no está a la expectativa.

Corazas visceral y tisular
Cuando las personas viven en una atmósfera de estrés, tensión y conflicto, y nunca pueden sentirse profundamente seguras, la psicoperistalsis se inhibe. Finalmente, los músculos intestinales perderán la capacidad de responder a las presiones que estimularían el funcionamiento psicoperistáltico. Esta pérdida de respuesta es la “coraza visceral”. Cuando se pierde esta función de auto-regulación, el cuerpo nunca está completamente despejado de los efectos de tensión y estrés.

Con una función psicoperistáltica inadecuada, también hay una inadecuada circulación de los fluidos corporales y por lo tanto, no hay una limpieza apropiada de los tejidos. En consecuencia, la bioenergía ya no puede fluir libremente para vitalizar cada una de las células y, por ende, el funcionamiento celular se deteriora. Esto constituye entonces la “coraza tisular”.

[Supongo yo que esta psicoperistalsis se relaciona con los eructos y bostezos tan comunes por parte de terapeutas energéticos (incluidos curanderos) durante sus intervenciones].

Extraído de:
Polster, E. y Polster, M. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu.
Saasil (2012): http://www.paginasprodigy.com.mx/saasil/Pagina%20Web%20Centro%20de%20Psicoterapias%20Corporales_archivos/Page3090.htm

lunes, 3 de octubre de 2016

Reflexiones sobre ser terapeuta

Extractos del capítulo "La Relación Terapéutica en Gestalt" de Ginger (1993).

No es porque me decido a comprometerme sobre un sendero
que ignoro la existencia de otros caminos,
sino que escogí el que me pareció mas operacional
en el momento y el menos alienante para el consultante.

"Terapia" etimológicamente está relacionada con servir, estar al cuidado de. En este sentido, más que vincularse con curar a alguien, tiene que ver con servir a alguien, no es el que tiene poder sobre el otro, sino el que está en poder del otro, su servidor.

El terapeuta y su consultante son dos partes comprometidas en una relación dual, aunque sus estatus y sus papeles sean diferentes, siguen siendo dos personas en un encuentro. [Esto hace notar que incluso una terapia que pretende ser horizontal como la "centrada en el cliente o en la persona", establece una diferencia, hay uno (el experto) que se centra en un otro (el consultante). Podría ser mejor "centrada en la relación"].

Perls califica la actitud reservada del psicoanalista como de "frustración pasiva (porque no hay respuesta) + apatía" y la opone a la "frustración activa + simpatía", que tiene un valor de provocación  que constituye una llamada movilizadora (de pro-vocar: llamar hacia). Con este provocar también se aleja de un enfoque estrictamente no-directivo, exclusivamente empático, como el propuesto por Rogers.

El terapeuta reacciona y hace actuar, es decir, interactúa, pero es él quien fija la dirección del trabajo. Como el guía de montaña, está a la disposición del consultante para acompañarlo en el curso que este último determine. No es él, el terapeuta, el que empiece el trabajo, pero tampoco acepta pasivamente cualquier cosa. Su papel es, en suma, el de permitir y favorecer y no el de comprender o el de hacer, ni de preceder ni de frenar al consultante, sino de acompañarlo, conservando su propia idiosincrasia.

Actúa sobre el espacio transicional que los separa y los une, sobre sus interrelaciones, en red, a los cinco niveles: corporal, emocional, intelectual, social y espiritual (o "transpersonal") en un enfoque sistémico que da prioridad al conjunto terapeuta-consultante, en su entorno inmediato y mediato.

No hay psicoterapia sin encuentro, dice Israel (1984), y hasta llega a agregar: "la aptitud para la psicoterapia secunda a la aptitud para el encuentro".

Max Pagés declara que: "el placer que experimenta el terapeuta en sus intercambios con los participantes es necesario para el cambio". Jean Raulier desarrolla una idea parecida en Le contre-transfer érotique:
"Para mí, es inconcebible estar en empatía, en resonancia, en concordancia, en acuerdo inmediato, en contacto real, en apertura hacia el otro, si no estoy en contacto con mi deseo. Para mí, la relación terapéutica es la relación entre dos deseos: es mi deseo en el encuentro el que vuelve a mover el deseo del otro, que se siente entonces inmediatamente reconocido tal como es."
[Pero, trasgrediendo la ética profesional, hay quienes llevan el deseo sentimental a la acción]...Nosotros pensamos que de cualquier manera, una relación sexual [o sentimental] entre el terapeuta y el cliente tiene el riesgo de estar falseada por la desimetría de los papeles:
  • a uno le pagan, el otro paga.
  • El terapeuta profesional dispone (¡diga lo que diga!) de un estatus de autoridad y de un poder del cual puede estar tentado a abusar, aun sin saberlo.
  • ¡Contrariamente, la "conquista" del terapeuta por un(a) cliente no está siempre motivada por una atracción afectiva o sexual auténtica!
  • Por otro lado, cualquier terapeuta, debido a su profesión es llevado a encontrar un número elevado de parejas potenciales y esto es una situación privilegiada de fragilidad emocional de parte de los clientes: entonces el equilibrio se rompe.
[Y sin embargo en una encuesta realizada en U.S.A.] de 15 a 20% de los psicoterapeutas de todas las tendencias reconocen haber tenido relaciones sexuales con uno o varios clientes.

Los fenómenos transferenciales espontáneos son inevitables e indispensables en cualquier relación terapéutica. Persisten aun si el terapeuta se esfuerza en quitarlos en la medida en que aparecen (no sin haberlos subrayado de paso-verdaderamente aprovechados). Un ejemplo:
Daniel me dice, alzando la voz:
D.: ¡Me desesperas: tú siempre comprendes todo demasiado rápido! ¡Ves todo¡ ¡Sabes todo!
T.: ¡Continúa! ¡Dilo más fuerte todavía! Dime todo lo que te desespera de mí.
Rápidamente Daniel se enoja y acumula las quejas, antes de darse cuenta de que se relacionan a su padre. Después de una expresión catártica de su enojo, la sesión sigue con un monodrama donde juega alternativamente su propio papel y el de su padre. La realidad de la situación actual reactivó una situación antigua, permitiendo su análisis "en caliente", en el curso del cual se hace explícita la parte de la transferencia espontánea y del aquí y ahora.

La alternancia razonable de actitudes terapéuticas de sostén comprensivo (ternura terapéutica controlada) y de frustración oportuna (skilled frustation), favorece poco a poco la autonomía del cliente (autoapoyo).

[Un riesgo para el terapeuta es el de caer en la tentación de querer suplantar a los padres del consultante. Ya Ferenzci había dicho que para el paciente es importante encontrar en el terapeuta "el amor que le habría faltado en sus padres", Pero sería mejor decir que el terapeuta le muestra al consultante que puede reencontrar el amor de sus padres a través de la terapia.]

El terapeuta no dudará, si se necesitara, de expresar su sentimiento en la situación del momento. Puede inclusive autorizarse, si fuera pertinente, a revelar sus gustos, sus elecciones, sus alegrías y sus dificultades, esto no es para ex-plicarse, sino para im-plicarse:
- "Yo te siento dotado para la pintura, pero personalmente no soy admirador del arte abstracto ¡yo prefiero las acuarelas de Dufy!"
La auto-revelación es la relación deliberada de su persona en una implicación auténtica, así como controlada y selectiva: así yo pienso todo lo que digo, pero no digo todo lo que pienso ¡y no hago tampoco todo lo que deseo!

Estoy presente como persona específica:
yo mismo, aquí ¡pero no aquí para mi mismo!

Establezco entonces una relación personal actual, parcialmente insertada en la realidad social intersubjetiva de dos partes, y estoy a la vez de alguna manera:
  • En empatía con el cliente                    - es decir "en él"
  • En congruencia conmigo mismo        - es decir "en mí"
  • En simpatía en la relación yo/tú          - es decir "entre nosotros" 

El cliente aprecia generalmente esta forma de compartir donde él se siente reconocido como sujeto, como interlocutor válido y no como un simple objeto de interés profesional de un terapeuta, consciente pero indiferente. El practicante utiliza eventualmente su propia vivencia como herramienta terapéutica,

prefiriendo aprovechar "ofensivamente"
su contratransferencia
a una simple vigilancia "defensiva"

El terapeuta está atento para aprovechar deliberadamente su contratransferencia, principalmente con su awareness permanente de su propio sentimiento emocional y corporal en eco al comportamiento verbal o gestual de su cliente.

Este análisis "en caliente"  de la contratransferencia presenta un doble interés:
  • Para el terapeuta mismo permite un control de su implicación, ayudando a conservar su equilibrio personal frente a los estrés múltiples (principalmente agresivos y eróticos) inducidos por los clientes;
  • para el cliente puede favorecer una toma de conciencia de sus mecanismos de huida del contacto o resistencias (proyección, introyección, etc.).

[Pero Polster también señala la importancia de valorar el afecto presente, no transferencial:

Una mujer llamada Alice [luego de un trabajo terapéutico en relación a su madre]... terminada la sesión se acercó a mí, me besó tiernamente, me dijo: "Lo quiero", y se fue. En ese momento me quería a mí, no a su padre ni a cualquier otra persona, como podrían pensar los cultores de la transferencia...

Si la paciente besa a su terapeuta, y le dice que lo quiere, como en el ejemplo anterior, es posible que atribuya a su experiencia este significado: "Ahora estoy abierta al amor y a expresarlo, cuando lo siento, en cualquier forma que crea apropiada". Tal caracterización imprime impulso al acontecimiento terapéutico, proyectándolo en un nuevo marco de estimulación y en un nuevo contexto moral para la conducta futura. No es indispensable verbalizar esto, ni conviene, porque a menudo imprimiría a la experiencia un significado quizá prematuro. Al atribuir significado a las experiencias, se corre el riesgo de embutir en un molde lo que todavía está en formación, y esto podría llevar a conductas sujetas a ese significado, con lo que solo se habría conseguido sentar una nueva base para la conducta estereotipada.

Entre significado y experiencia hay una compleja interrelación, tal que el exceso de uno puede bloquear la función necesaria de la otra, y viceversa. (Polster, p. 30s). La búsqueda de significado es un reflejo humano pero la compulsión al significado ahoga frecuentemente la experiencia misma. (Polster, p. 33)]

[Volviendo con Ginger:]
El [terapeuta], intensamente atento al proceso de la relación que se desarrolla, se encuentra así interpelado permanentemente en su ser completo. No puede, por otro lado, ni quiere, permanecer indiferente a los dramas humanos que se desenvuelven delante de él, a los duelos, a las angustias, a los amores, a los problemas de cualquier orden que los clientes viven o reviven en la sesión.

Ciertamente, el mismo terapeuta habrá afrontado ampliamente su problemática existencial personal en el transcurso de una larga terapia... (y/o) por algún otro medio.

Posteriormente estará ampliamente familiarizado con sus mecanismos habituales de contratransferencia y habrá analizado sus actitudes profesionales en supervisión, beneficiándose así del control y de la experiencia de colegas calificados.

Pero no cotejamos impunemente cada día el sufrimiento y la muerte el deseo y el sexo, el dinero, el poder y el conflicto, la depresión, el delirio o la locura. Parece entonces indispensable que todo terapeuta reserve regularmente, y esto a lo largo de toda su carrera, tiempo suficiente de trabajo personal sobre él mismo y de reciclaje profesional (estos dos merecen no ser confundidos).

[..Sin una orientación teórica,
la acción [terapéutica] degenera fácilmente
en remedo insustancial y simplista -hasta en parodia-
y puede incurrir en trucos de curanderismo (Polster, p. 21)]


No se trata para el terapeuta, de haber resuelto todos sus problemas (¡habría pocos terapeutas sobre la tierra!), sino de poder hacerles frente sin ansiedad excesiva, sin ser desbordado. Desde mi punto de vista, el practicante debe ser capaz de afrontar con suficiente facilidad al, menos cinco tipos principales de dificultades existenciales comúnmente manifestadas por los clientes:
  • la soledad
  • la duda
  • la agresividad
  • la sexualidad
  • la muerte
Estos cinco ejes deberán haber sido ampliamente trabajados durante la terapia personal y durante la formación del futuro practicante...

El terapeuta señalará y reajustará sin cesar sus propios límites y sabrá rechazar, si fuera el caso, un acompañamiento demasiado peligroso; así como el guía de montaña, experimentado o momentáneamente fatigado, que se abstiene de seguir un sendero más allá de sus posibilidades en ese momento.

Algunos afirman con gusto que no podemos acompañar a alguien más allá del itinerario que uno mismo ha recorrido. Yo no comparto ese punto de vista tan difundido: yo puedo acompañar eficazmente a una mujer que da a luz, a un canceroso angustiado, sin haber vivido yo mismo estas situaciones, mientras que, a la inversa, puedo perder mi disponibilidad afectiva frente a, por ejemplo, un problema de deportación, justamente porque despierta en mi  una gestalt eternamente inacabada, relacionada a un drama existencial personal de difícil cicatrización. Lo importante no es entonces lo que yo mismo haya vivido, sino mi sentimiento actual de comodidad frene a los temas mencionados.

Y respecto al tema de lo corporal y del contacto, Laura Perls (1978) afirma:
Yo utilizo toda clase de contactos físicos si pienso que eso puede facilitarle un paso al paciente en su awareness de la situación presente, en lo que él hace (o no hace.) Me parece que existe una gran divergencia de opiniones y mucha ansiedad con respecto a la aceptación del contacto físico en terapia. Si queremos ayudar a nuestros pacientes a realizarse plenamente como seres humanos verdaderos, debemos nosotros mismos tener el valor de tomar el riesgo de ser humanos.
[O, como dijera, Publio Terencio (165 a. C.):
Homo sum, humani nihil a me alienum est: "Hombre soy, nada humano me es ajeno"]

Finalmente, Ginger nos comparta un poema de Rumi, como resumen de su postura terapéutica:

Muchos caminos llevan a Dios:
yo escogí el de la danza y la música.
El Amor es el alma del Universo:
la música de la flauta y la embriaguez del vino,
el calor de la vida en todo el ser,
la rotación de las estrellas y el movimiento de los átomos,
todo es debido al Amor.
Cuando busquen, busquen con alegría,
ya que somos los habitantes del mundo de la alegría.


.Tomado de:
Ginger, S. y Ginger, A. (1993). La Gestalt: una terapia de contacto. Méxioc D.F.: Manual Moderno, pp. 153-185
Polster, E. y Polster, M. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu.
Sabourin, P. (1996). Ferenzci: Paladín y gran visir secreto. En: http://www.indepsi.cl/ferenczi/vinculaciones/referencias/ref-sabourin.htm