lunes, 16 de octubre de 2017

El cuerpo a cuerpo madre - bebé

El biólogo conductual Bernhard Hassenstein ha señalado que las crías humanas requieren un contacto físico estrecho en sus primeros años de desarrollo, a lo que llamó "criatura portada". El bebé humano aún no tiene desarrollados plenamente sus sentidos, no es capaz de sostenerse solo y tampoco de regular su temperatura. Estas son condiciones que requieren el cuerpo-a-cuerpo madre-hijo en una primera etapa que, para aquel, debe prolongarse hasta los dos años aproximadamente. (1)

Bermúdez, refiriéndose a las propuestas de Adolf Portmann dice: "Durante el primer año de vida conseguíamos aquellas capacidades motoras y cognitivas propias de un chimpancé recién nacido. Utilizando las mismas palabras de Portmann, sería como una “primavera extrauterina”. Antes de 1969 y en los años que siguieron a la publicación de Portmann, otros investigadores desarrollaron y postularon la denominada teoría del “dilema obstétrico”. Nuestra forma de locomoción ha condicionado las dimensiones del canal del parto con respecto a los primates cuadrúpedos. El hecho de que el cerebro haya aumentado su velocidad de crecimiento durante la gestación nos obliga a nacer mucho antes de lo pudiera parecer razonable. Si nuestra gestación tuviera una duración de unos 20 meses, como sugirió Adolf Portmann, el parto sería inviable. La cabeza de nuestros recién nacidos sería demasiado grande como para gestionar con éxito el tránsito por el canal del parto. Una mayor capacidad para el aprendizaje a cambio de un parto muy prematuro. En definitiva, nuestro organismo emitirá las señales oportunas para el inicio del momento del nacimiento, aún cuando el cerebro esté notablemente inmaduro. Conseguiremos atravesar el canal del parto muy desvalidos, pero podremos vivir gracias a los cuidados que nos proporcionan nuestros progenitores y, en particular, nuestra madre" (Bermúdez, 2015)



[Rincón (2008) preguntó a] mujeres mexicanas que utilizan el rebozo, sarape o manta para cargar a sus niños: ¿Cuándo deciden dejar de llevarlo a cuestas y que se mueva libremente? Ellas le contestaron: "Cuando el niño esté lo suficientemente maduro para comportarse voluntariamente siguiendo el ejemplo y las indicaciones de los adultos; cuando ya no atraviese la calle cuando el semáforo está en rojo o tire todas las cosas que se hallan en las estanterías del supermercado porque hace berrinche."

(...) Es decir, al niño se le carga en brazos y se le protege de cualquier peligro mientras no desarrolle una conciencia del yo, mientras aún esté en la edad del berrinche, pero siempre permitiéndole expresar todo su enojo de corazón a corazón sin que tema ser castigado por eso. De esta manera el niño aprende en sus años más decisivos a experimentar el amor sin reservas y la libertad de expresar sus sentimientos espontáneamente (p. viii del prólogo).

Y sin embargo, cada vez hay más coches para bebé. Cada vez más pronto se deja al bebé en su propio cuarto y cada vez más pronto se coloca un televisor allí. Y cada vez más pronto se le "distrae" con aparatos electrónicos. Todos estos elementos, empleados en exceso y en forma sumativa, dificultan no sólo la socialización apropiada, sino que distancian al niño de la vida real y le impiden tener a sus padres como Maestros de Vida.

Siguiendo con Rincón: "El vínculo entre la madre y su bebé es una relación simbiótica, lo que quiere decir que ambos se necesitan y se prestan un servicio. Esto se refiere a que no sólo la madre satisface las necesidades físicas y emocionales de su hijo, sino también el bebé despierta en su madre (en el área emocional), la felicidad del amor mediante el instinto materno que la llenará de nuevas sensaciones y sentimientos maravillosos por el solo hecho de haber llegado a su vida (paráfrasis p. 1). Todo esto pone sobre el tapete la necesidad de sanar la propia relación hija-madre, de la actual mamá.

Cuando la madre envuelve al bebé en una manta, se repite para él la sensación de estar contenido, como en el útero; además cuando ella lo carga con un rebozo y camina o hace sus actividades con él, le recuerda el ritmo constante y continuo que lo tranquilizaba desde entonces, incluso cuando ella dormía, pues su ritmo respiratorio arrullaba en su vientre al bebé... Es como si el bebé se dijera: Viví dentro de este cuerpo nueve meses y ahora estoy viviendo el placer de conocerlo por fuera. (p. 2)

Referencias Bibliográficas:
Bermúdez, J. (2015). ¿Por qué nacemos tan desvalidos?. Online. Disponible aquí 
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.
(1). http://madresnaturales.com/porteo-y-cultura-2

sábado, 14 de octubre de 2017

El parto y el vínculo primario

El parto es una situación que implica, tanto para la madre como para el bebé, esfuerzo, cansancio, tensión, dolor físico y en ocasiones peligro y miedo. Esa situación intensa, ubicada en la polaridad de los sentimientos descritos, debe llevar a la polaridad contraria una vez que el niño está afuera del cuerpo de la madre; debemos permitir a ambos sentir juntos la felicidad del primer encuentro, la relajación, el contacto visual, el descanso y, sobre todo, el premio que merecen ambos de conocerse y estar juntos para disfrutar del encuentro y el amor. Los seres humanos necesitan mantenerse juntos después de haber vivido una situación de impacto emocional intenso, simplemente para recuperarse juntos de ese impacto. Cuanto más intensa y dolorosa sea la experiencia, mayor será la necesidad de recuperarse en la cercanía y el contacto mutuo.

El nacimiento natural no es lo que nos traumatiza y el daño procede no del parto natural, sino del hecho de no permitir a la madre y a su bebé recuperarse juntos de la situación impactante vivida por ambos. (p. 3)


El instinto natural de la madre no podrá evolucionar si está asustada o si no le permiten ver a su bebé al nacer, así como tampoco si le traen al bebé esporádicamente para que lo alimente. En esta forma las cosas no marchan adecuadamente. Su leche no fluirá como una excreción, porque esta es una respuesta ante un estímulo: ver, oler y sentir a su bebé, así como el sonido de su llanto que indica un necesidad. Todo es una sola cosa; el cuidado de la madre hacia su bebé y la alimentación regular se desarrollan como un medio de comunicación entre ambos, como un canto sin palabras (Winnicott, citado en Rincón, 2009 p. 25)

La primera hora después del parto, fisiológicamente sagrada, no puede ser vivida en todas su intensidad cuando el niño está con extraños en lugar de con su madre, de manera que él necesita profundamente regresar a aquello que conoce, el lugar de donde salió. En este caso, el profundo instinto materno de la madre de cuidarlo, mirarlo, hablarle y amamantarlo se va al vacío, pues no tiene respuesta.

El tiempo que el bebé tiene que sobrevivir alejado de ella implica un miedo de muerte. Y el hecho de que sobreviva a este miedo es una capacidad impresionante del ser humano. Sin embargo, ¿qué pasa con los niños que no tienen esta capacidad y fuerza? ¿tendrá esta experiencia alguna relación con la incapacidad para sobrevivir en los meses posteriores al nacimiento? ¿tendrá esto que ver con la misteriosa muerte de cuna?

Lo que sí sabemos con certeza es que para sobrevivir a este dolor tan profundo, el niño convertirá su sentimiento de dolor en ira, lo que le dará una sensación de fuerza, que también matizará, más adelante, su relación con su madre. (p. 4)

Parido y alejado de su madre, la sensación del bebé es: "me encuentro solo, abandonado, tengo que arreglármelas solo". En lugar del encuentro, y su correlato de secreción de oxitocina, ante esta situación de estrés su cuerpo segrega cantidades importantes de adrenalina y cortisol; como un equilibrio natural del cuerpo, éste segrega posteriormente la hormona antiestrés endorfina. Con las endorfinas, el niño ya no se siente a sí mismo ni a su cuerpo; como está invadido de dolor, los ciclos hormonales de endorfinas empiezan a activarse en el bebé, quien vive frecuentes secuencias de estrés, que lo ayudan como una anestesia continua.

¿Quién no ha visto los bebés en el cunero del hospital "profundamente dormidos"? En estos momentos, el bebé está abrumado del más profundo estrés emocional. Esa primera experiencia de "auto-anestesiarse" para sobrevivir al dolor es "aprendida" desde este momento  y el ser humano la repetirá más adelante en la vida ante situaciones que le producen dolor emocional.

En psicoterapia, los pacientes borderline reportan frecuentemente un estado de "anestesia" respecto a las emociones y la incapacidad para sentir su cuerpo y son auto-agresivos en el punto más alto de la sensación de dolor emocional, pues reportan que es la única manera de "sentirse". Una paciente decía: El dolor que me provoco cuando me corto, me quemo con un cigarrillo o me golpeo la cabeza contra la pared me da la sensación de que vivo porque reconozco y siento el dolor que me recuerda que aquí estoy; de otra manera, me da miedo sentirme perdida porque pienso que me volvería loca.

...En ocasiones, el recién nacido que tuvo una experiencia larga y dolorosa en el hospital y vivió de forma continua la soledad y el abandono queda imposibilitado para reanudar la vinculación con su madre vueltos a casa. Afectado por su ausencia, se aferra a un satisfactor sustituto (una cobija, un peluche, un chupón, una lámpara parecida a la del hospital), en el que pueda depositar su confianza, pues estará presente cada vez que lo necesite.

Como no tuvo los ojos de su madre que lo miraran continuamente, él no puede fijar su mirada en los ojos de ella ni de ninguna persona. Como no ha sentido el contacto físico ni el ritmo, pues ni las cunas ni las incubadoras le proporcionaron el ritmo que necesitaba, no puede disfrutar el contacto con el cuerpo de su madre (p. 6s).

[Recalca Rincón que] esto genera un trastorno de vinculación y en sus casos extremos puede ser el desencadenante del llamado espectro autista, pues al no poder el niño vincularse con su madre, lo hace con objetos inanimados, como la lámpara arriba de su cuna, los cables múltiples que veía conectados a su cuerpo y todo aquello que lo acompañó todos los días en que estuvo solo. Más adelante, en su casa necesitará objetos que de manera aprehensiva tendrá muy cerca de él para tranquilizarse con ellos, ante la incapacidad de tomar a su madre como proveedora de tranquilidad. Esto permite comprender las conductas de aislamiento, dependencia excesiva de algún objeto, permanecer meciéndose durante largos períodos en un movimiento de vaivén y relacionarse con objetos inanimados.

Esa primera vinculación decisiva para el ser humano dará la pauta a éste para la forma de vincularse en el futuro con otras personas, sobre todo la manera de regular la distancia y la cercanía en la relación más íntima y cercana de todas, esto es, la relación de pareja. (p. 8).

Tuve la oportunidad de pasar una mañana en la sala de recién nacidos de un hospital de "primer nivel" en la ciudad de México... Primero observé que a los bebés se les alimenta con biberón en la posición de sentados sobre una mesa como si tuvieran ocho meses de edad y que las enfermeras los detienen del cuello. Me tocó ver el baño de un bebé que aún tenía vérmix de la madre en el pelo, por lo cual fue necesario tallarle intensamente la cabeza con un cepillo duro; en ese momento empezó a llorar... [Una] enfermera me contó que durante las vacaciones nacieron pocos bebés, debido a que los doctores programaron las cesáreas para irse sin presión de vacaciones.(p. 9s)

El resto de los bebés dormían bajo una luz intensa, y los sonidos que les llegaban eran las voces de las enfermeras y el llanto de los demás bebés. En ocasiones oyen el radio o lo teléfonos a un volumen para adultos, más no para bebés.

Posteriormente observé durante un buen rato a los bebés recién llevados de la sala de labor, quienes respiraban intensamente; algunos temblaban y los acostaban en una incubadora, donde esperaban su turno para ser "atendidos" por las enfermeras. Una enfermera me platicó que la mayoría de ellos llegan muy fríos, debido a las bajas temperaturas que hay en la sala de labor. Estaban acostados boca abajo con sus brazos y piernas encogidos en una posición incómoda para ellos por ser completamente nueva: se veían como abandonados dentro de la inmensa incubadora.

Aparentemente nadie ha explicado a as enfermeras que la posición boca abajo, de moro, genera estrés en los bebés, mientras que la posición fetal los relaja. [Mire aquí la importancia de la postura boca arriba, incluso para evitar la "muerte súbita del lactante"]

Pero lo que me impresionó fue ver cómo una enfermera con guantes de plástico introdujo profesionalmente en la boca una sonda a uno de los bebés recién llegados para realizarle un "lavado" de estómago, con el fin de extraerle las flemas que probablemente tragó. Con una jeringa gruesa le introducía una solución que en fracciones de segundo llegaba al estómago del bebé; con la misma velocidad extraía el líquido, separaba la jeringa de la sonda que se asomaba de la boca del bebé, la vaciaba para volver a llenarla y repetirle el procedimiento, todo a una velocidad impresionante. La mano izquierda que detenía la sonda estaba totalmente recargada sobre la cara del bebé, y la enfermera me contó que en ocasiones deben repetir la maniobra seis veces hasta que el líquido salga del estómago completamente transparente. Luego supe que esta es una maniobra de rutina ordenada por algunos pediatras, sin que sea necesario en la mayoría de los casos.

Otra de las maniobras de rutina es inyectar en la pierna del bebé vitamina K; más adelante se le hace el tamiz neonatal, que consiste en picarle en el piececito para sacarle sangre que luego se analizará.
En los dos o tres días pasados en el cunero, el bebé no puede sentirse seguro, ya que cuando su cuerpo es manipulado con frecuencia, tiene sensaciones dolorosas como las mencionadas. A ello se añaden diversas situaciones, por ejemplo: al estar dormidos la enfermera inserta a las niñas los aretes sin la mínima anestesia, con la creencia de que a esa edad "no lo sienten mucho"; además, seguramente a los niños les causa un gran dolor cuando les hacen la circuncisión (p. 9ss).

[(Ojalá estas prácticas estén en proceso de extinción)]

[¿Por qué la madre (y también el padre) son ciegos a la vulnerabilidad del bebé, permitiendo procedimientos antinaturales y agresivos?. En parte es el miedo a ir contra la corriente; la publicidad y la implantación de creencias que sólo favorecen a los mercaderes de la salud han hecho un buen trabajo; otro elemento es la propia desconexión consigo mismos, en parte producida por semejantes condiciones de nacimiento vividos por ellos mismos y posiblemente también por sus propios padres (en Occidente existen ya más de tres generaciones que han nacido en ambientes hospitalarios antinaturales); y un tercer elemento son las necesidades insatisfechas de los padres, que los hacen buscar status en lugar de condiciones saludables. Buscarán la "clínica de prestigio", aunque se sepa que es la que tiene la mayor tasa de cesáreas, o se buscará el parto programado para satisfacerme yo: mis vacaciones, mi estética, mi comodidad, etc. El bebé pasa a segundo plano.]

Una madre contaba: "Mi bebé lloraba mucho, pero mi pediatra me aconsejó que no lo cargara demasiado, pues me manipularía; entonces lo dejaba llorando solo en su cuna... yo sufría pues mi instinto materno me decía que no hacía lo correcto, pero como me sentía insegura, no me cuestioné lo que me dijo, sino simplemente lo obedecí". [¿Cuál es la sensación del bebé ante esto?:] "Cuando expreso mis necesidades me dejan solo", y si esto sucede de noche su sensación será: "Me abandonan" en el momento que oscurece (p. 14s).

[Alrededor del momento del parto la mujer está muy sensible y vulnerable]. Debido a lo anterior, un regaño o palabra fuerte de una enfermera o médico puede causar a la madre sentimientos desmedidos de coraje o tristeza, los cuales, al no ser expresados a la persona en cuestión, serán dirigidos al bebé. (p. 17)

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[Por todo esto] las mujeres deben tomar este asunto [del parto humanizado] en serio, no porque sea una cuestión sólo de mujeres, sino sencillamente porque los hombres no lo hacen. [Muchas] maestras de jardín están diciendo: "El número de niños con daño emocional que hay en el colegio aumenta día a día, lo cual nunca se había visto en otra época". Esta es una cuestión meramente humana de la que nadie habla cuando en realidad habría que denunciarlo a gritos. La tarea de las mujeres consiste entonces en ser la conciencia de la sociedad, en llevar los asuntos humanos a la primera línea (p. 19).
[Pero] tengamos claro que tal lucha no se puede llevar a cabo en el momento del parto, que sería demasiado tarde, pues en ese momento la madre no cuenta con la fuerza y el empuje necesarios para la lucha, ni para distraerse. Ahí sólo hay un corazón abierto lleno de sensibilidad y amor para el hijo que llega, y un corazón amoroso no está hecho para luchar (p. 21).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop.
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Fertilizacion Asistida y Psicoterapia

Frente a la dificultad para concebir, las mujeres activas y entrenadas en el mundo externo acudimos a lo que sabemos: la acción. Esperamos así obtener resultados confiables a través de los estudios más sofisticados. El desconcierto aparece cuando esos resultados no arrojan ninguna respuesta comprensible: no hay patología ni motivos para la esterilidad. Estamos todos saludables dentro de las mediciones que conocemos. ¿Qué hacemos? Pedimos ayuda. ¿Cuál es la ayuda que aparece con mayor rating en resultados concretos? Las distintas propuestas de fertilización asistida. Estas tienen la atractiva ventaja de que hay muchas cosas para hacer y en el hacer nos sentimos seguras. 

La fertilización asistida tiene atributos extraordinarios y gracias a los diferentes métodos utilizados hay muchas parejas que han logrado concebir hijos sanos. Pero admitamos que la inseminación artificial puede conducir a la inhibición misma del proceso que se desea conseguir. Funciona en contraposición a una sabiduría ancestral: y es que el orgasmo es fecundante. Las técnicas de fertilización más avanzadas ignoran que el estrés –producido por los mismos métodos de fertilización- son los principales responsables de los magros resultados en la concepción.

La realidad es que hoy hemos dejado de nacer en casa, hemos dejado de morir en casa y en poco tiempo, dejaremos de ser concebidos en casa. Esta costumbre cada vez más común de ceder a manos de especialistas lo que naturalmente correspondería al amor y a lo más sagrado de los vínculos personales, se está instalando imperceptiblemente.

Valdría la pena preguntarnos por qué en el Primer Mundo hay cada vez más varones debilitados para fecundar. Parece que a los espermatozoides les falta fuerza vital al igual que a su propietario quien pierde interés en las relaciones. Del mismo modo parece que los óvulos no están dispuestos a la receptividad ni a la apertura, rechazando cualquier acercamiento de su partenaire. Tomando en cuenta la sobrecarga de trabajo y preocupaciones que tenemos todos, es posible que ambos transmitamos señales al alma que anda por ahí en busca de concepción, explicando que no hay demasiada disponibilidad para tal fin.

Por eso pienso que es primordial -antes de someterse a cualquier tratamiento- ingresar con paciencia y ternura en la biografía humana completa de la mujer que desea concebir y no puede y luego en los acuerdos tácitos de la pareja. Esto no es matemático, tampoco es garantía de nada, pero hay mucho material para investigar en los lugares más sombríos de cada individuo antes de atosigar al cuerpo con sustancias tóxicas, hormonas que nos desequilibran e intervenciones que nos dejan agotadas a las mujeres y desprovistos de virilidad a los varones.

Tomemos en cuenta que la intimidad resulta lastimada y no es fácil reconstruir los acuerdos amorosos con tamaña exposición comunitaria. Vale aclarar que el nacimiento de un niño sí es un evento social, pero la concepción es pura y exclusivamente un evento de la pareja, si es que hay pareja.

Las diversas técnicas de fertilización asistida deberían considerarse sólo después de agotar las búsquedas personales y de pareja. Iniciar tratamientos de fertilización asistida merece parejas muy consolidadas, en las que abunde el diálogo, el acompañamiento amoroso, la generosidad y mucha dedicación de uno hacia el otro. Sin olvidar que quien pone el cuerpo con todo el dolor, la frustración y la esperanza, es la mujer. Si no hay pareja, necesitaremos a alguien comprometido y disponible como compañero/a de ruta.

La fertilización asistida puede tener un sentido pleno si va unido a un cambio interior, pero en ciertas ocasiones como medida exclusiva no es suficiente para atraer un alma. También hay que tomar en cuenta que las mujeres hemos decidido retrasar de diez a veinte años la procreación y esto está cambiando radicalmente el modo de vivir, concebir y organizar las familias. Millones de mujeres nos hemos rebelado contra la vida circunscrita que hemos visto vivir a nuestras madres y abuelas. Muchas de nosotras hemos tenidos los primeros abortos a la edad en que nuestras madres y abuelas tenían a sus primeros hijos. Reconocer históricamente dónde estamos ubicadas nos puede ser útil a la hora de pensar en lo embarazoso que nos resulta a veces quedar embarazadas.

También necesitamos sincerarnos sobre qué estamos dispuestos a sacrificar a favor del niño respecto a nuestra libertad, trabajo, éxito, viajes y tranquilidad. Es un momento único para aprender a querer lo que recibimos, en lugar de recibir lo que queremos.

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Tomado de la página de la psicoterapeuta argentina Laura Gutman
http://www.lauragutman.com.ar/fertilizaciones-asistidas/

lunes, 9 de octubre de 2017

El abrazo que lleva al amor

El bebé siente el primer abrazo después de nacer, cuando su madre lo recibe en los brazos. Su necesidad es quedarse así junto a ella el mayor tiempo posible. Comparado con el resto de los mamíferos, el infante humano nace fisiológicamente prematuro y es el que más depende de la madre para sobrevivir. Por esta razón necesita seguir junto a ella en una especie de embarazo externo, y que la madre lo mantenga abrazado o cargado el mayor tiempo posible. Su necesidad esencial como recién nacido es continuar unido o pegado al cuerpo de su madre.

Las madres de culturas indígenas o de la población rural de nuestro país [México] satisfacen de forma instintiva esta necesidad. Por medio del rebozo proporcionan al hijo recién nacido una situación muy parecida a la experiencia intrauterina: sentiré apretado en un espacio reducido y estar unido al cuerpo de la madre, oyendo los latidos de su corazón, sintiendo su ritmo y movimiento. Todas estas sensaciones recuerdan al bebé su estancia dentro de la madre y por lo tanto le dan confianza y seguridad.

Esta convivencia de intensa cercanía entre la madre y su hijo favorece profundamente su vinculación. Es necesario que el niño la perciba con todos los sentidos y, sobre todo, que pueda descubrirla y sentirla. Mediante esta cercanía física el niño comienza a tener experiencias de índole corporal, sensorial, emocional y mental, que serán básicas para el desarrollo de su personalidad. En los grupos o culturas primitivas no se cuestiona si esto es adecuado o no para los niños; simplemente… se lleva a cabo desde hace milenios.

Desgraciadamente en nuestra sociedad “civilizada” no existe esta costumbre; los niños no son cargados con rebozo, porque no se adapta al tipo de vida de las madres que viven en las ciudades y porque los especialistas que las madres tienen cerca, como el pediatra y la educadora, no les aconsejan ni explican la importancia de tener a sus hijos pequeños pegados al cuerpo. Aunado a esto, los niños con frecuencia son mandados al jardín de niños antes de cumplir los dos años, es decir, en plena etapa de vinculación, y ante su llanto la madre es apaciguada con el argumento de que el niño se tranquilizará en cuanto ella se haya ido. Pero, si pudiera, el niño le pediría: “Por favor, no me dejes, pues cada mañana se me abre la herida de la separación. Todavía no estoy listo para separarme de ti.”

[Si no queda otra alternativa, la solución] sería que el tiempo que le quedara libre [a la madre] lo pegara a su cuerpo con ayuda de un rebozo. (p. 28)


En las sociedades llamadas “civilizadas”, los niños frecuentemente son separados de su madre en forma prematura. Por ello el abrazo original entre madre e hijo no puede llevarse a cabo. Esta carencia afectiva puede sentirse de manera todavía más intensa en los siguientes casos:
  • Hospitalización del recién nacido.
  • Estancia en la incubadora.
  • Conflictos de la madre que no le permiten disfrutar plenamente de su bebé.
  • La ayuda de una enfermera que interfiere entre ambos.
  • Separación prematura por el trabajo de ella.
  • Viajes de los padres, etc.

Podemos decir entonces que al niño le faltó más contacto con el cuerpo de la madre.

En estos casos la vinculación madre-hijo fue afectada, lastimada o interrumpida y a raíz de ello surgieron trastornos en el niño que luego se volvieron crónicos; es entonces cuando debe introducirse el abrazo en forma de terapia.

El primer objetivo de este abrazo terapéutico es restablecer o curar la vinculación deficiente o herida, dada la importancia y trascendencia de esta primera relación en nuestra vida.

Cuando un niño crece sin satisfacer esa necesidad, no sólo la relación entre el hijo y madre resulta deficiente y enferma, sino que el niño pasará el resto de su vida buscando el abrazo o la cercanía que le faltó.

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Página para mamis y papis: www.abrazo.com.mx

Tomado de:

Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, pp. 14ss