Bermúdez, refiriéndose a las propuestas de Adolf Portmann dice: "Durante el primer año de vida conseguíamos aquellas capacidades motoras y cognitivas propias de un chimpancé recién nacido. Utilizando las mismas palabras de Portmann, sería como una “primavera extrauterina”. Antes de 1969 y en los años que siguieron a la publicación de Portmann, otros investigadores desarrollaron y postularon la denominada teoría del “dilema obstétrico”. Nuestra forma de locomoción ha condicionado las dimensiones del canal del parto con respecto a los primates cuadrúpedos. El hecho de que el cerebro haya aumentado su velocidad de crecimiento durante la gestación nos obliga a nacer mucho antes de lo pudiera parecer razonable. Si nuestra gestación tuviera una duración de unos 20 meses, como sugirió Adolf Portmann, el parto sería inviable. La cabeza de nuestros recién nacidos sería demasiado grande como para gestionar con éxito el tránsito por el canal del parto. Una mayor capacidad para el aprendizaje a cambio de un parto muy prematuro. En definitiva, nuestro organismo emitirá las señales oportunas para el inicio del momento del nacimiento, aún cuando el cerebro esté notablemente inmaduro. Conseguiremos atravesar el canal del parto muy desvalidos, pero podremos vivir gracias a los cuidados que nos proporcionan nuestros progenitores y, en particular, nuestra madre" (Bermúdez, 2015)
[Rincón (2008) preguntó a] mujeres mexicanas que utilizan el rebozo, sarape o manta para cargar a sus niños: ¿Cuándo deciden dejar de llevarlo a cuestas y que se mueva libremente? Ellas le contestaron: "Cuando el niño esté lo suficientemente maduro para comportarse voluntariamente siguiendo el ejemplo y las indicaciones de los adultos; cuando ya no atraviese la calle cuando el semáforo está en rojo o tire todas las cosas que se hallan en las estanterías del supermercado porque hace berrinche."
(...) Es decir, al niño se le carga en brazos y se le protege de cualquier peligro mientras no desarrolle una conciencia del yo, mientras aún esté en la edad del berrinche, pero siempre permitiéndole expresar todo su enojo de corazón a corazón sin que tema ser castigado por eso. De esta manera el niño aprende en sus años más decisivos a experimentar el amor sin reservas y la libertad de expresar sus sentimientos espontáneamente (p. viii del prólogo).
Y sin embargo, cada vez hay más coches para bebé. Cada vez más pronto se deja al bebé en su propio cuarto y cada vez más pronto se coloca un televisor allí. Y cada vez más pronto se le "distrae" con aparatos electrónicos. Todos estos elementos, empleados en exceso y en forma sumativa, dificultan no sólo la socialización apropiada, sino que distancian al niño de la vida real y le impiden tener a sus padres como Maestros de Vida.
Siguiendo con Rincón: "El vínculo entre la madre y su bebé es una relación simbiótica, lo que quiere decir que ambos se necesitan y se prestan un servicio. Esto se refiere a que no sólo la madre satisface las necesidades físicas y emocionales de su hijo, sino también el bebé despierta en su madre (en el área emocional), la felicidad del amor mediante el instinto materno que la llenará de nuevas sensaciones y sentimientos maravillosos por el solo hecho de haber llegado a su vida (paráfrasis p. 1). Todo esto pone sobre el tapete la necesidad de sanar la propia relación hija-madre, de la actual mamá.
Cuando la madre envuelve al bebé en una manta, se repite para él la sensación de estar contenido, como en el útero; además cuando ella lo carga con un rebozo y camina o hace sus actividades con él, le recuerda el ritmo constante y continuo que lo tranquilizaba desde entonces, incluso cuando ella dormía, pues su ritmo respiratorio arrullaba en su vientre al bebé... Es como si el bebé se dijera: Viví dentro de este cuerpo nueve meses y ahora estoy viviendo el placer de conocerlo por fuera. (p. 2)
Referencias Bibliográficas:
Bermúdez, J. (2015). ¿Por qué nacemos tan desvalidos?. Online. Disponible aquí
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.
(1). http://madresnaturales.com/porteo-y-cultura-2
Siguiendo con Rincón: "El vínculo entre la madre y su bebé es una relación simbiótica, lo que quiere decir que ambos se necesitan y se prestan un servicio. Esto se refiere a que no sólo la madre satisface las necesidades físicas y emocionales de su hijo, sino también el bebé despierta en su madre (en el área emocional), la felicidad del amor mediante el instinto materno que la llenará de nuevas sensaciones y sentimientos maravillosos por el solo hecho de haber llegado a su vida (paráfrasis p. 1). Todo esto pone sobre el tapete la necesidad de sanar la propia relación hija-madre, de la actual mamá.
Cuando la madre envuelve al bebé en una manta, se repite para él la sensación de estar contenido, como en el útero; además cuando ella lo carga con un rebozo y camina o hace sus actividades con él, le recuerda el ritmo constante y continuo que lo tranquilizaba desde entonces, incluso cuando ella dormía, pues su ritmo respiratorio arrullaba en su vientre al bebé... Es como si el bebé se dijera: Viví dentro de este cuerpo nueve meses y ahora estoy viviendo el placer de conocerlo por fuera. (p. 2)
Referencias Bibliográficas:
Bermúdez, J. (2015). ¿Por qué nacemos tan desvalidos?. Online. Disponible aquí
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.
(1). http://madresnaturales.com/porteo-y-cultura-2