lunes, 20 de agosto de 2018

Técnicas para aumentar la autoconciencia. Perls

A continuación dos técnicas ofrecidas por Fritz Perls para aumentar nuestra autoconciencia y aportar a la disolución de los conflictos:

Cierre sus ojos y observe cualquier imagen que pueda aparecer en la pantalla de su mente... tal vez descubra que salta de una a otra, incapaz de retener cualquiera de ellas por más de medio segundo... El primer paso para remediar esto es darse cuenta de que las imágenes no brincan, sino que Ud. brinca de una imagen a otra. Trate de hacerse plenamente consciente de su brincar y muy pronto notará pequeños movimientos en sus ojos cada vez que dirija su mirada de una imagen a otra... No haga responsables a las imágenes y no avance hasta que se dé cuenta perfectamente de que es usted el errabundo, no las imágenes. entonces descubra qué es lo que le hace brincar. ¿Es timidez, impaciencia, falta de interés, miedo? Este análisis es importante para aumentar las funciones del [yo]. Tan sólo después de que sea plenamente consciente de su actitud emocional hacia sus imágenes internas, puede intentar el análisis de sus resistencias sensomotoras... Concéntrese una y otra vez en la misma imagen hasta que la razón y objetivo de la evitación "brinque" a su conciencia (p. 262s.)

...Al desviar nuestra mentalidad de "las imágenes que vienen a nuestra mente" hacia "nosotros mismos que miramos las imágenes", mejoramos nuestras funciones del [yo]. Cambiamos de una actitud pasiva a otra más activa (p. 279).

... Con el tiempo debería haber una continua autoconciencia y conciencia activa del objeto durante todo el tiempo que usted esté despierto (p. 298) [es decir, una actitud consciente activa en todos los aspectos, acciones y momentos de la propia vida] (*De Casso, p. 121).


 Y aquí la otra:

Visualice a una persona contra la cual sienta rencor. Dígale exactamente lo que piensa de él. Déjese ir, sea todo lo emocional que pueda; rómpale el cuello, dígale palabras malsonantes como nunca lo había hecho antes... esta actuación imaginaria descargará mucha hostilidad... Con frecuencia el resultado es maravilloso. En vez de que usted se obligue a ser amable y a ocultar su irritabilidad detrás de una máscara de cortesía, aclara la atmósfera. No obstante, con frecuencia esta acción imaginaria será insuficiente, especialmente si en su fantasía usted deja a un lado el miedo que experimentaría a ponerse cara a cara con su enemigo.

Después que se haya calmado, dé el próximo paso, el más importante: dése cuenta de que durante todo el tiempo ha estado luchando con su propio yo tan sólo; recuerde la paja y la viga (p. 317).

[Y el siguiente y último paso: reconcíliece, ponga paz a esa relación, porque para el inconsciente el conflicto resuelto es el conflicto disuelto. N. del E.]

Tomado de:
Perls, F. (1975, 1942). Yo, hambre y agresión. México: F.C.E.
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*De Casso, P. (2003). Gestalt, terapia de autenticidad. Barcelona: Kairós.

lunes, 11 de junio de 2018

Perls y el trauma del nacimiento

En el siguiente caso expuesto por Fritz Perls vemos el trabajo sobre el trauma del nacimiento pero desde el lado de la madre:

He llevado a unos cuantos pacientes míos a través de una experiencia semejante al nacimiento... Hubo un caso que vale la pena ser registrado. Trabajé el sueño de una mujer de mediana edad. No puede soltar a su hija y la está volviendo loca con su aferrarse a ella hasta el punto de tener que internarse. Vive la vida de su hija, es "super-responsable", continuamente interfiriendo. Entonces hice algo nuevo. A varias personas que tienen fijaciones con cordón umbilical les he hecho jugar al nacimiento. En esta oportunidad dejé que ella reviviera una vez más el momento del parto de su hija. No había habido (...) tal trauma del nacimiento, únicamente faltaba tomar conciencia real de la separación. A medida que progresaba el trabajo, se hizo evidente que donde otros tienen una sensación de lo propio, de personalidad, de ser único e individual, ella no tenía más que un hueco, un vacío estéril.

Después de su vivencia del parto, la puse en contacto con su cuerpo y el resto del mundo, algo que antes estaba ausente para ella. En otras palabras, empecé a cambiar el vacío estéril, que hasta entonces estaba lleno con su hija, por el principio de un vacío fértil. Un descubrir su propio valor y su propia sustancia...

Referencia Bibliográfica:
Perls, F. (1987). Dentro y fuera del tarro de la basura. (3a. ed.). Santiago: Cuatro Vientos, pp. 208s

sábado, 26 de mayo de 2018

Terapia de Grupo en un Hospital Psiquiátrico

No establecemos casi una diferencia fundamental entre terapia de grupo con "normales" y con psiquiátricos hospitalizados; la teoría, los métodos y las técnicas son básicamente las mismas; puede ser que nuestra actitud sea simplemente más directiva con el fin de aportar la seguridad necesaria.

Acompañamos sin temor a la persona, en sus miedos, delirios o alucinaciones, con el fin de quitarles dramátismo. También proponemos una amplificación del sentimiento, sea cual sea: cólera, angustia, dolor, etc., pero en un clima general de profunda seguridad y materialmente en un encuadre protegido.

No dudamos en hacer representar su locura al paciente, caricaturizándola si es necesario. Se trata, en suma, de exorcisarla y domesticarla mostrándola, hablando, hablando de ella, haciéndola hablar, por turno, más que temerla o tratar en vano de reprimirla o de esconderla.

Con los psicóticos alternamos con frecuencia, en ida y vuelta, el trabajo en lo imaginario (a través del juego dramático, del dibujo, de la creatividad, de las metáforas verbales) y la confrontación con la situación real actual: relación con el o los terapeutas así como eventualmente con los miembros del grupo.

Insistimos mucho en las fronteras, fronteras corporales y fronteras sociales (las prohibiciones, tales como los pasajes al acto violentos), buscando definir mejor los territorios y los límites, ampliarlos sin abolirlos. Desde esta óptica, precisamos los lugares y los tiempos de trabajo y buscamos explícitamente con cada uno la mejor distancia en este instante, y probamos diferentes posiciones corporales entre nosotros, en la inmovilidad frente a frente, en la complicidad, de lado a lado, en el movimiento o en el contacto prudente, dejando el máximo de iniciativa al psicótico, que vive con frecuencia en la angustia de la violación de su burbuja espacial de protección.

Escena de "Atrapado sin salida", con Jack Nicholson
El trabajo corporal ocupa un lugar amplio en nuestro estilo; señalamos las tensiones, bloqueos, movimientos abortados, la amplitud de los gestos y de la respiración; trabajamos mucho sobre la voz, para volverla más viva, expresiva, habitada; proponemos ejercicios sensoriales de anclaje al piso, de enraizamiento, de equilibrio, de orientación, de reunificación del cuerpo dividido, así como una domesticación del contacto, individualmente, de dos en dos o en pequeños grupos, con frecuencia sobe el fondo musical que asegura un reparo suplementario.

Nosotros intervenimos frecuentemente para volver a centrar a la persona, evitando que se disperse tratando de seguir varias pistas a la vez, y lo empujamos cada vez, a escoger y tomar decisiones lo más responsablemente posible.

Permitimos la regresión (en un clima cálido de seguridad), pero también la agresión (en un marco protegido y desdramatizado).

A fin de cuentas no hacemos más que aprovechar las técnicas tradicionales pero esto en un clima relacional específico.

Citando al psicoanalista  P. C. Racamier, acerca del abordaje a psicóticos (y también válido en general):

El analista no esconde su identidad, lo que es, lo que siente (...). Así, si en general la "ausencia" es una virtud analítica, aquí lo es la "presencia".
(...) Reconoce francamente sus errores y defectos, dice si se equivocó, da explicaciones si llega tarde, se excusa si le faltó poner atención (...). En efecto, la sinceridad aparece como una de las exigencias naturales y fundamentales de la psicoterapia analítica de la psicosis (...): El analista está personal y humanamente comprometido e implicado; si lo quiere o no, tiene alguien a cargo (...). El analista es más activo y más cálido que de costumbre. Por otro lado, le corresponde mantener los límites con firmeza (...). Debe casi siempre abandonar la consigna del silencio espectador y también el rigor de los horarios; responde a las preguntas que se le hacen (...)
La actitud psicoterapéutica será la del maternaje. En un segundo momento será el sostén de tipo paternal. Un buen padre defiende. Defiende en el doble sentido de la palabra, es decir, tanto del mundo exterior como de sí mismo.
La "Realización simbólica" (Séchehaye) es una psicoterapia que se dirige directamente a las necesidades, a las frustraciones que el paciente ha tenido en su primera infancia, para colmarlas y satisfacerlas en el plan presimbólico mágico y concreto.
Es importante comprender que, en el período de maternaje, el paciente para nada es llamado a revivir experiencias pasadas; la experiencia que vive durante las sesiones son válidas en sí mismas como una primera vez (...). No se trata de una relación transferencial. El psicótico, de hecho, vive en una situación para él actual y atemporal.

Condensado de:
Ginger, S.  Ginger A. (1993). La Gestalt. Una terapia de contacto. México: Manual Moderno, p. 267ss

viernes, 25 de mayo de 2018

Explorar la relación madre-hijo

El ejercicio propuesto consiste en recortar tres formas en papeles de colores: una para sí, otra para su hijo, una para su madre, y representar, pegándolo, el lugar respectivo de estos personajes:

Primer cuadro: antes del nacimiento.
Segundo cuadro: después del nacimiento del niño.

He aquí el pegado de Jeanne:


En el primer cuadro encontramos formas concéntricas. Jeanne incluye a su hijo en ella misma y ella misma se incluye en su madre (Jeanne acababa de dar a luz hacía una semana). En el segundo cuadro, el niño está yuxtapuesto a ella misma, quien está todavía incluida en su madre, excepto en el lugar de la brecha abierta por el niño.

Cuando Jeanne comenta su producción, está muy consciente de haber traído su hijo al mundo: "Ahora ya salió, ya no forma parte de mí, él es él mismo". Pero ella no está absolutamente consciente de su propia relación confluente con su madre (fallecida hace más o menos un año).

Terapeuta: Y tú, ¿saliste de tu madre?
Jeanne (sorprendida de constatar su propio lugar en su dibujo): ¡No! Yo ¿sigo estando todavía en mi madre?
Ella reflexiona. El señalamiento de la terapeuta provoca un insight en ella.
T: Para tu hijo el paso del nacimiento lo hace salir de su madre, pero en ti ¿qué pasó?
J: Mi madre era autoritaria. Yo no podía escapármele, ella controlaba todo. Yo era la hija mayor. Ella era quien mandaba a mi padre.
T: Mira tu segundo dibujo ¿Cuál es tu forma de escapar de tu madre?
J: ¡Ah, sí! ¡Es el niño! Mi madre ya no me rodea más allí donde está el niño. La única forma de escapar era teniendo a mi vez un niño. es por eso que me casé.

Esta toma de conciencia permitirá abordar otro trabajo sobre la relación entre la muerte de la madre y el momento de la concepción de este nuevo niño, en plena depresión nerviosa que siguió al deceso.

Tomado de:
Ginger, S.  Ginger A. (1993). La Gestalt. Una terapia de contacto. México: Manual Moderno, p. 267

miércoles, 23 de mayo de 2018

Caso: Katia juega al bebé

[El siguiente caso es un buen ejemplo de como, ante la dificultad de recibir colaboración de los padres, se puede acompañar a un niño a manejar situaciones adversas. Quizá su medio no varíe mucho, pero la niña o el niño habrán desarrollado fortalezas que le ayudarán a lidiar con ello.]

Katia tiene siete años cuando empieza una serie de sesiones semanales, de las cuales algunas son en presencia de su madre.

Katia presenta un importante retraso general tanto en su estatura como en su peso, en lo psicomotor y lo verbal. Es pasiva y "apagada". Muchos hematomas dejan suponer una carencia de cuidados, o hasta de malos tratos.

La madre no formula ninguna demanda terapéutica; la calma y la pasividad de su hija le convienen de maravilla y se ha hecho a la idea de que es "débil como su padre" y que "es hereditario y no molesto".



Katia dibuja siempre a dos personajes: una mamá y un niño. Le propongo interpretarlos. Ella quiere tomar el papel de la mamá, yo hago entonces el bebé. Ella me regaña y me pega, gritando que soy insoportable. Cuando detenemos el juego, le explico que no es gracioso para un bebé no poder defenderse, ser tan poco acariciado o nutrido y con tanta frecuencia regañado o golpeado. Poco a poco, en el curso de las sesiones sucesivas, Katia esboza un comportamiento más maternal, el cual yo propicio por mis ruegos de bebé. Se vuelve más evidente que ya no quiere ser la mamá, sino el mismo bebé.

En las semanas que siguen, se efectúa un lento ascenso: Katia se instala cada vez más en la edad del bebé que desea interpretar. Ella "aprende" a caminar a cuatro patas, después parada; "aprende" a hablar, aplicándose primero a deformar las palabras y después poco apoco, a pronunciarlas bien.

Para limitar los fenómenos de transferencia, estoy atento para subrayar el límite entre nuestra relación real y nuestros papeles para "trabajar". Por ejemplo, en el curso de las sesiones de maternaje, me pongo una especie de delantal que es mi disfraz de mamá. Yo lo retiro al final del juego para retomar mi relación de acompañamiento en el aquí y ahora. (...) Este ir y venir deliberado entre la fantasía y la realidad es aprovechado como una dinámica de progreso.

Tomado de:
Ginger, S. & Ginger, A. (1993). La Gestalt. Una terapia de contacto. México: Manual Moderno, p. 261.

sábado, 21 de abril de 2018

El sueño y el soñar

Soñamos todos, todas las noches. El sueño cumple dos funciones importantes: la de procesar la información del día, y a su vez del pasado que se encuentra en permanente actualización; y sirve también como un entrenamiento de lo que viene, de lo que esperamos o deseamos. Por ello luego nos da la impresión que tuvimos sueños proféticos, cuando en realidad soñamos lo que estábamos deseando que sucediera, o lo que estaba tomando forma en nosotros para su realización, de acuerdo a nuestro Destino*.


Nuestro patrimonio genético es "revisado" (verdaderamente "reajustado") cada noche durante nuestros sueños. A esto Jouvet llama reprogramación genética. Diariamente vamos asimilando la información del inconsciente colectivo, los aportes culturales de nuestra propia experiencia diurna. El sueño asegura la integración de nuestra memoria individual a nuestra memoria colectiva, una armonización del comportamiento social adquirido y el comportamiento instintivo básico. Se trata de una revisión de los comportamientos instintivos programados para la supervivencia de la especie. Por ello los gatos sueñan con caza y ataque y los ratones sueñan con huida. Cabe resaltar que hasta los esquimales sueñan con serpientes, aunque no haya ninguna en su ambiente.  Lo cual parece ser una manifestación arquetípica. Sueña el feto desde el séptimo mes de gestación, lo cual es interesante, puesto que aún no tiene -aparentemente- información visual que almacenar. Sueñan los ciegos de nacimiento.

Podría decirse que el sueño onírico es el encargado de la construcción, mantenimiento, revisión y perfeccionamiento de los circuitos neuronales de la información y de la emoción, propio de las especies superiores. El sueño no aparece, en efecto, sino en animales de sangre caliente, a partir de los pájaros, los cuales sueñan sólo un 0.5% de su tiempo de sueño, contra el 5% en los mamíferos herbívoros en libertad. Pero en la seguridad del establo, las vacas llegan a triplicar su tiempo de sueños, el cual es, en efecto, un tiempo de "grandes riesgos", ya que los estímulos necesarios para el despertar deben ser de dos a tres veces más elevados que durante un sueño sin sueños ¡donde estamos menos ocupados! Es verdad que el umbral del despertar varía según la naturaleza del estímulo: un ligero maullido despierta al gato, así como el cuchicheo del nombre de un individuo dormido puede llegar a despertarlo.

Los mamíferos se dividen en cazados y cazadores. Ginger cita a Descamps para explicar que "los cazados, herbívoros o granívoros, consumen gran parte de su tiempo nutriéndose, duermen poco y sueñan todavía menos (5% de su tiempo de sueño). Los cazadores carnívoros, en cambio, se nutren rápidamente, tienen un sueño largo y profundo con una parte de sueños más importante". Los carniceros que se nutren de presas vivientes sueñan hasta un 40% del tiempo del dormir, mientras que los carnívoros que se conforman con comer carne con cierta frecuencia, entre los que cuentan los homínidos como nosotros, sueñan en un 20%.

Siguiendo a Descamps: "El hombre, desde este punto de vista, está programado como un carnívoro... sus sueños son fundamentalmente sueños de agresión y sexualidad [siendo que la expresión sexual tiene un fuerte componente agresivo]. Revisa entonces sin cesar sus comportamientos de ataque y de seducción, llevado por sus dos instintos de combate y de reproducción".

La variación del tiempo del soñar también varía con la edad: 60% en el recién nacido, que tiene mucho que hacer para terminar la fabricación de sus circuitos neuronales, los cuales van a condicionar su potencial intelectual posterior; el 30% del tiempo de sueño a la edad de un año; el 20% a partir de los cinco años, y de 12 a 15 % solamente en las personas de la tercera edad.

La mujer encinta duplica su tiempo de sueño para acompañar al feto y prosigue ese sincronismo durante el período de lactancia. En cuanto a las personas (cualquiera que sea su sexo) que comparten la misma cama, también sueñan con frecuencia al mismo tiempo.

Hay un aumento del sueño paradójico (o tiempo de sueño) en la mujer durante la segunda mitad del ciclo ovárico, con un punto máximo justo antes de la ovulación, que corresponde al pico de secreción de la testosterona, hormona masculina que excita el deseo de la mujer. Es sabido que cualquier sueño está acompañado de una excitación genital: congestión del clítoris y erección del pene en más del 60% de los casos. Esta erección precede a la aparición del sueño en dos minutos más o menos y se mantiene de diez a veinte minutos, esto tanto en el recién nacido como en el anciano. Ésta es particularmente clara en el último período de sueños de la mañana; que es también el más largo (36 minutos en promedio, contra diez minutos al principio de la noche) y es, parece ser, independiente del contenido explícito del sueño mismo.

Notemos que la privación prolongada del sueño provoca, después de cinco días más o menos, la aparición del delirio paranoide y sexual, con irritabilidad, comportamiento bulímico e hipersexualidad. [Y es que la falta de sueño es un indicador de peligro. Si el peligro acecha no se debe dormir. Y si este peligro permanece, y la vida peligra, entonces el instinto de supervivencia se acentúa: se come más y la sexualidad reproductiva se incrementa (Apunte propio)] .

El alcohol puede llegar a suprimir el sueño, por lo que una intoxicación alcohólica aguda puede compensar el déficit de sueño a través de un delirium tremens. Los somníferos a base de barbitúricos disminuyen nuestra dosis normal y necesaria de sueño, por lo que su uso continuado no es recomendable.

Los esquizofrénicos en períodos de crisis han delirado tanto que sus sueños se reducen en cantidad, más no en calidad, es decir que son tan comunes como los de otras personas.

Habitualmente el sueño se olvida muy rápido, lo cual parece un fenómeno natural; así, 8 minutos después del final de la fase paradójica, sólo el 5% de los que sueñan se acuerdan haber soñado cuando se despiertan. Sin embargo, hay que tomar en  cuenta que  mucha gente cree que cuando uno sueña se está desgastando, que soñar es cansarse. Y otros, al no comprender su significado, lo consideran una experiencia descartable. Y otros tantos, temen sus imágenes. Quizá una o la combinación de todas ellas estén detrás de la dificultad de recordar lo soñado. Todo psicoterapeuta dinámico ha observado que sus pacientes aumentan su capacidad de recordar sus sueños conforme avanza la terapia, es decir, su capacidad de introspección y autoconocimiento. Una cosa que suele ser efectiva para empezar a recordar los sueños es darle valor a sus contenidos y junto con ello querer recordarlos. Cada noche, al acostarse, decirse que esta noche se soñará y se recordará, por algunos días, suele ser suficiente para empezar a recordar.


Picat, citado por Ginger, sugiere, respecto a los sueños repetitivos, que la reactivación de las situaciones traumáticas no tienen otra finalidad que la de mejorar su elaboración. El sueño mismo de la misma noche funciona con esta redundancia: si despertamos a un sujeto en cada uno de sus sueños al cabo de diez minutos, percibimos que toda la noche vuelve a hacer el mismo sueño, sólo las circunstancias aparentes varían, pero el tema permanece idéntico. La naturaleza, en su redundancia, multiplica las precauciones para lograr sus objetivos.

Volviendo a lo expresado al principio de este artículo, el sueño cumple dos funciones la de procesar la información pasada y la de buscar soluciones futuras. En este sentido tenemos las investigaciones de la Dra. Deirdre Barrett en que se realiza un procedimiento del tipo incubación de sueños, y quedó demostrado que el sueño ayudaba a encontrar soluciones a problemas planteados justo antes de dormir. A mi parecer esta es la base realmente científica de lo que propugna Jean Pierre Garnier con su "Desdoblamiento del Tiempo", que la ha adornado con explicaciones medio físicas, medio cuánticas, medio espirituales.

Dicho todo esto, el sueño puede ser visto y trabajado desde cinco perspectivas complementarias:

  1. El sueño mismo en sus funciones inconscientes (revisión genética, integración de la experiencia, digestión de los traumas).
  2. El recuerdo consciente eventual del sueño y sobre todo el efecto catártico vinculado a su simple relato verbal.
  3. La búsqueda de comprensión simbólica o de interpretación onírica.
  4. La continuación o terminación del trabajo iniciado en el sueño recordado, el cual pide sin duda una finalización cuando se remonta a la conciencia.
  5. El sueño usado como medio creativo.
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* Entiéndase Destino como el pasado hecho presente.

Extractado de:
Ginger, S. & Ginger, A. (1987). La Gestalt: Una terapia de Contacto. Manual Moderno: México, pp. 234-241
Wikipedia: Incubación de sueños.

lunes, 12 de marzo de 2018

Frases Sanadoras

Las Frases Sanadoras surgen como concepto a través de Bert Hellinger y su trabajo de Constelaciones Familiares. Son frases que podemos llamar arquetípicas, pues son enunciados cortos cuya contundencia generan un impacto emocional reestructurador y reconciliador. Son verdades evidentes, directas, francas. No son justificaciones ni buenos deseos. Es señalar hechos. Por ello no basta decirlas, sino sentirlas y creerlas, siendo fiel reflejo de lo que es.

Estas frases forman parte natural de la vida cotidiana en las relaciones sanas.

Su uso puede extenderse a momentos cruciales de una sesión terapéutica, donde el consultante, atravesando un momento de conexión con un adulto significativo de su pasado o su presente, las recibe u ofrece en un contexto de diálogo imaginal, a fin de integrarlas a su experiencia.


Aquí algunas frases sanadoras:

Para el primogénito:
Tú eres el que llegó primero, por eso eres especial.
Tú me hiciste mamá, tú eres mi hijo mayor, nadie te puede quitar ese lugar.
Estoy muy orgulloso de ti.

A un hijo con padres separados:
Tu papá y yo dejamos de ser pareja, pero siempre seremos tus padres.
Nos puedes amar a los dos.
Amo a tu padre en ti.
Me gusta lo que tienes de ella (de tu madre).

Al niño pequeño (o al niño interno de un hijo adulto):
No pensé que como bebé podías sentirte solo y triste.
Lamento no haber confiado en mi instinto, en mi intuición de madre.
Lo siento mucho, no sabía cuan solo podías sentirte.

A un hijo desplazado:
Entiendo que estés enojado conmigo por no atenderte.
Comprendo que estés molesta con tu hermanito, sentiste que te quitó tu lugar.
Lamento haberte criado con golpes y gritos.

A un hijo tirano o parentalizado:
Yo soy tu madre, yo soy grande, soy fuerte, yo puedo.

Referencias Bibliográficas:
Hellinger, Bert (libros varios)
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 183s

viernes, 9 de marzo de 2018

Gestión de la Ira en la familia

Jirina Prekop propone las siguientes reglas a los padres para el manejo de la rabia y la agresión en sus hijos:
  • La agresión en los niños no debe ser castigada con nalgadas, golpes o aislamientos en un cuarto. No debemos continuar la herencia que recibimos.
  • Todo el mundo en una familia tiene derecho a expresar su rabia; incluso los niños pueden o deben tener la iniciativa de decir a sus padres lo que les enoja para liberarse de ésta.
  • Dicha forma de vivir la rabia debe ser mostrada vivencialmente a los niños.
  • Cuando los padres tienen una discusión entre ellos, pueden hacerlo en presencia de los niños, pero con la condición de que la terminen y se separen reconciliados. No hay que tener miedo de afectar a los niños con esto: es importante que aprendan que una pareja puede enojarse y pelear sin el temor de que pueda ser catastrófico: lo más importante aquí es la reconciliación.
  • La rabia debe ser expresada en forma verbal y con la garganta; se vale chillar, reprochar y hasta gritar; no se vale tocar el cuerpo del otro [ni arrojarle cosas].
  • Cualquier pleito debe terminar en reconciliación. [no dejar de dormir juntos por un pleito, la cercanía de los cuerpos facilita el re-acercamiento]
  • Expresarse desde el propio sentir: usar "mensajes yo": "Me molesta esa cara que pones", "me siento ofendido por tus palabras",  "Estoy harto de lo mismo" (en lugar de "mensajes tú": "tú me sacas de quicio", "me has ofendido", "imbécil"). Para que no quepan dudas: los "mensajes yo" excluyen los insultos, las alusiones al pasado, el sarcasmo. Expresar la rabia es expresar "mi rabia" de la situación concreta. Así no hay manera que expresar la rabia sea una falta de respeto. [este acápite es una síntesis propia]

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México. Prekop, p. 139s

lunes, 5 de marzo de 2018

El Ciclo de regulación organísmica

Para Perls una problemática psíquica está ligada a la acumulación de gestalts inacabadas, a necesidades no satisfechas (o cuya satisfacción fue prematuramente interrumpida), es decir, a dificultades repetidas de ajuste entre el organismo y su medio. (Ginger y Ginger, p. 145)

Esta relación entre organismo y ambiente hay que explicarla. En la naturaleza lo que existen son organismos vivos. En el ser humano el organismo puede expresarse como cuerpo, mente y espíritu, siendo siempre una unidad.

"Ningún organismo es autosuficiente. Requiere del mundo para la satisfacción de sus necesidades. Considerar un organismo por sí mismo equivale a verlo como una unidad artificialmente aislada, mientras que siempre hay una interdependencia del organismo y su medio ambiente" (Perls, 1942).  Todo organismo buscar restablecer su propio equilibrio satisfaciendo su necesidad. Ahora bien, en la situación psicológica, en la que intervienen dos o más sujetos con  necesidades que pueden estar contrapuestas, cada uno de ellos trata de anteponer la satisfacción de "su" necesidad a la del otro. Esto naturalmente puede convertirse en fuente de conflictos. (De Casso, p. 79), como se evidencia en una relación de pareja, en un sistema familiar o en cualquier otro tipo de interacción.

Toda experiencia se queda rondando y molestando hasta que uno acabe con ella... el latoso que cuenta el mismo hecho hasta el infinito porque nunca está seguro de que lo han oído o de que lo ha contado bien, vive ventilando sus asuntos inconclusos. Innumerables reuniones y conversaciones se han malogrado porque una oculta agenda incompleta obstruía las interacciones nuevas. (Polster, p. 50)

La sucesión de acciones desencadenada por la aparición de una necesidad, conduce a la búsqueda la recuperación del equilibrio, en lo que llama Perls "ciclo de la inter-dependencia del organismo y su medio" (interno o externo) o "ciclo para lograr el equilibrio orgánico" [y no sólo psicólogico]. El organismo sabe lo que necesita para lograr su equilibrio. Lo sabe en tanto sus mecanismos biológicos internos como en cuanto a lo que necesita del mundo exterior para recuperar su equilibrio (De Casso, p. 80). En cuanto se satisface la necesidad del organismo... la experiencia (llámese imagen, sonido, sensación, etc.) desaparece. Se ha completado la situación. El interés ha sido satisfecho y por ello anulado; se retira hacia el fondo dejando el primer plano libre para otras actividades. (Perls, 1942)



A este ciclo de satisfacción de necesidades también se le llama Ciclo de contacto - retirada. En cada etapa del ciclo el self funciona según un modo diferente y el centro de interés se desplaza: una figura surge del fondo y moviliza la atención.

El sí mismo (self) no es una entidad fija ni una instancia psíquica como el "yo" o el "ego", sino un proceso específico a cada uno y que caracteriza su propia manera de reaccionar, en un momento dado y en un campo dado, en función de su "estilo" personal. No es su "ser" sino su "ser en el mundo", que varía según las situaciones (Ginger y Ginger, p. 147). El self se expresa en tres maneras de funcionamiento: como Función Ello, Función "Yo" y personalidad o autoconcepto (identidad). La función yo constituye su funcionamiento activo de elección o rechazo deliberado, de la propia responsabilidad de limitar o ampliar el contacto, desde la autoconciencia. Las perturbaciones eventuales de esta función se traducen en las llamadas "pérdidas de la función del self" o mecanismos de evitación (Petit).

En sus tres modos de funcionamiento, el sí mismo existe con una intensidad o una precisión variable según los momentos: así, a veces "yo no me reconozco" cuando tengo una reacción poco frecuente en mi, invadido por un sentimiento de extrañeza. En otros momentos, mi sí mismo se diluye en una confluencia intensa: danza, éxtasis, orgasmo, o al contrario con el sentimiento de estar poco habitado interiormente, de vacío fértil, el estado de disponibilidad total en nuestro no actuar, antes del surgimiento de una figura nueva que va a movilizar mi atención" (Ginger y Ginger, p. 148).

Las etapas principales del Ciclo de Autorregulacion son los siguientes:
  1. Organismo en reposo.
  2. El precontacto, surgimiento del deseo o factor perturbador, es esencialmemte una fase de sensaciones, durante la cual la percepción o la excitación incipiente en mi cuerpo (generalmente frente a un estímulo del medio interno o externo), va a convertirse en la figura que requerirá mi interés. Así por ejemplo, mi corazón late más de prisa en cuanto veo a una persona querida. El self funciona bajo el modo Ello. Mi corazón es la figura y mi cuerpo es el fondo.
  3. El contacto, o más bien la toma de contacto, constituye una fase activa en el transcurso de la cual el organismo va a enfrentar al medio. Se crea una experiencia,  figura-fondo. Se trata aquí no del contacto establecido, sino del establecimiento del contacto, de un proceso y no de un estado. es el objeto deseado (o bien las posibilidades que se vislumbran) que va a convertirse en la figura, mientras que la excitación del cuerpo va a ser progresivamente el fondo. Generalmente esta fase está acompañada de una emoción intensa. El self funciona en modo Yo, permitiendo una selección o un rechazo de las diversas posibilidades y una acción responsable en el medio. En el ejemplo citado, voy a emprender una acción (verbal o corporal) para entrar en contacto con la persona, objeto de mi deseo.
  4. El pleno contacto es un momento de confluencia sana, de indiferenciación entre el organismo y el medio, entre el yo y el tú, un momento de apertura o de abolición de la frontera-contacto. La acción está unificada en el aquí y ahora: hay cohesión entre la percepción, la emoción y el movimiento. El self funciona todavía en modo Yo, pero esta vez ya no bajo la forma activa, sino en modo activo/pasivo, objeto/sujeto, a la vez, pura interacción pues las barreras se han esfumado La intensidad del self decrece.
  5. El postcontacto o retirada es una fase de asimilación, que favorece el crecimiento. Se digiere el crecimiento. El self funciona en modo "personalidad", integrando la experiencia en lo adquirido por la persona, volviendo a situar el aquí y ahora en la dimensión histórica propia de cada uno. Pierde poco a poco su agudeza; la conciencia disminuye progresivamente y el sujeto se encuentra disponible para otra acción, la gestalt se cierra, un ciclo se termina. Llegamos a un momento de articulación, el "estado cero", el vacío fértil de la indiferencia creadora, de donde podrá surgir una experiencia nueva.
En la práctica, las cosas no se desarrollan en forma tan simple; son numerosas las gestalts inacabadas, los ciclos interrumpidos por una perturbación de la frontera-contacto, perturbación de origen interno o externo del sujeto, que no permiten un desenvolvimiento libre del self. A esto se le puede denominar mecanismos de interrupción del contacto (Zinker) o mecanismos de defensa del Self. Estos mecanismos son adaptativos, naturales. Sólo su uso continuado, rígido y crónico puede ser patológico.

El señalamiento y/o la acción terapéutica sobre estos mecanismos forma parte importante de la terapia, teniendo cada una su propia estrategia. El fin es ser más consciente de ellas, hacerlas más adaptativas. A su persistencia rigidificada se le puede denominar carácter, que es lo que suele ser la fuente de las problemáticas, al manifestarse como comportamiento fijo.

Goodman señala los cinco principales mecanismos de interrupción, en el siguiente orden, más en conformidad con la ontogénesis normal:
  • Confluencia: Ausencia provisional de frontera-contacto. El self no puede ser identificado. Simbiosis infantil. Unión mística. Masa indiferenciada. Cualquier ruptura brutal de la confluencia acarrea una viva ansiedad (con frecuencia cargada de culpabilidad) que puede llegar hasta la descompensación psicótica. El objetivo terapéutico es ir creando fronteras, creando individualidad. Hay que enfrentar el miedo a la soledad, a ser abandonado o destruido.
  • Introyección. El self está invadido por el medio. Introyectar es tragar, incorporar sin discriminación. No hay discernimiento ni asimilación. Un elemento extraño habitando en nosotros. Aquí suelen estar los "deberías", las voces internalizadas de nuestros padres, los paradigmas culturales, etc. El masticar es expresión de nuestra agresividad proactiva (agresividad oral), a diferencia de la agresividad por frustración (anal).
  • Proyección. El self se desborda e invade el mundo exterior. Una perturbación del self de la frontera-contacto, ya que atribuimos a otro lo que pasa en realidad al interior de mi mismo.
  • Retroflexión. Lo que debo de ofrecer o dirigir al otro lo termino redirigiéndo hacia mi mismo (autoagresión o autoalabanza). El suicidio sería un sustituto del asesinato.
  • Egotismo. Refuerzo deliberado de la frontera-contacto: aferramiento al ego (o paradigma familiar) conocido.
Para ver un ejemplo de los mecanismos de interrupción, mira el post El Ego y el proceso de identificación.
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¿Podemos considerar los mecanismos defensivos del Yo como un subconjunto de los mecanismos defensivos del Self?
¿Cómo se manifiesta este proceso y sus mecanismos de interrupción en el Organismo Familia?

Referencias Bibliográficas:
  • De Casso, P. (2003). Gestalt, terapia de autenticidad. Barcelona: Kairós.
  • Ginger, S. y Ginger, A. (1993). Gestalt, una terapia de contacto. México: Manual Moderno, p. 151 - 162
  • Perls, F. (1975, 1942). Yo, Hambre y Agresión. México: F.C.E.
  • Polster, E. y Polster, M. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Un caso de hipertensión arterial solucionado

Compartimos este caso que ilustra el surgimiento y la desaparición de una hipertensión arterial. Actualmente el tratamiento de esta dolencia, como de otras muchas, está basado en "controlarlas", sin esperanza de solución. En este caso la solución se dio a través de la aplicación de la terapia de contención pero, como veremos al final, el resultado obedece a un proceso con pleno sentido -y no a una técnica en particular- tal como lo planteó el doctor Hamer.

Pablo nos cuenta: "Crecí con un padre autoritario. A los 18 años, después de un pleito donde me enfrenté con él con los puños cerrados, me corrió de la casa y por espacio de dos años no nos volvimos a ver hasta que en su cumpleaños nos reconciliamos y posteriormente llevamos una buena relación.

Asimismo, en diferentes ocasiones trabajé mis resentimientos con él y aun en su lecho de muerte lo asistí y, aunque yo parecía estar en paz con él, un día llegué con Laura (Rincón) para trabajar una problemática a través de una Constelación Familiar y Laura vio necesario que trabaje específicamente la Terapia de Reconciliación  Parental. Una vez allí, me vi a mi mismo como un niño pequeño enormemente enojado con mi padre por sentirme abandonado de amor y reconocimiento. Puede expresarlo y reconciliarme con él.


Después de esta experiencia tan intensa me percaté de algo que me llamó mucho la atención: cuando yo tenía 35 años me diagnóstico el médico presión alta y a partir de entonces recurrí a todo lo que pude para bajarla: meditación, relajación, dietas sin sal y después de mucho acepté usar medicina alópata, con lo cual por fin pude controlarla bastante bien, en el entendido de que si dejaba de tomar el medicamento, la presión volvía subir; sin embargo, después de este trabajo noté que mi presión estaba bajando mucho, razón por la cual disminuí la dosis de mi medicamento hasta que lo dejé por completo y a la fecha ya no lo estoy tomando para nada y mi presión está perfecta."

Hasta aquí el caso presentado por Laura Rincón.

A la luz de la Biodescodificación -que reconoce el proceso biológico natural y con pleno sentido-, la Hipertensión es un conflicto relacionado con la casa (el corazón). Las arterias tienen que bombear más sangre (los consanguíneos). Expresa el deseo frustro de "llegar o volver a casa", o el conflicto de tener que dejar la casa obligado. Esto es lo que vivió Pablo a los 18 años. Esta experiencia quedó registrada como impactante y al cumplirse el ciclo (17.5 + 17.5) y llegar a los 35 años la psique reactivó el conflicto, que es cuando le detectan la HTA (Ciclos Biológicos Memorizados, de Marc Fréchet).

Es importante resaltar que Pablo había "trabajado" su relación con su padre y él creía haberse reconciliado con él; sin embargo una parte suya aún no lo había logrado. Y, como el síntoma no miente, allí estaba su tensión arterial advirtiéndole su asunto pendiente. Resuelto el tema con su padre, su cuerpo no tenía nada más que hacer, el síntoma ya no era necesario.

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Aquí el link al estudio realizado en Cuba en relación a la Biodescodificación y la HTA, y su utilidad en la disminución o eliminación de la necesidad de medicamentos.

Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, pp. 113s

lunes, 19 de febrero de 2018

Sobre los niños adoptivos

Muchas parejas sin hijos no se deciden a adoptar bajo el argumento que "los hijos adoptivos te pagan mal" o por el temor de la herencia: "de qué padres vendrá". Incluso pueden validar estas creencias porque conocen casos en que el hijo adoptivo es la "oveja negra" de la familia.

Sin embargo no se detienen a pensar en dos aspectos que son cruciales. Para que un hijo adoptivo se convierta en problemático suelen pasar dos cosas:

  1. Al niño se le oculta su origen. Cuando los padres le dicen que es adoptado, generalmente en la adolescencia para adelante, ya es demasiado tarde. Lo usual es que el niño ya lo descubrió antes de la pubertad, porque lo oyó de pasada; porque alguien se lo dijo (un amiguito, un vecino, un pariente), no siempre de buena manera; o porque encontró la documentación respectiva. Vive con este secreto descubierto, lanza indirectas que nadie contesta, y allí es donde empieza con el comportamiento inapropiado, como respuesta a lo que él vive como falsedad, hipocresía, alimentado fantasías del tipo "si no me dicen la verdad debe ser porque mis orígenes son vergonzosos". El hijo adoptivo no se porta mal porque está en sus genes, sino porque está enojado con sus padres, que le mienten.
  2. Además, los padres adoptivos juzgan mal a los progenitores de su hijo. ¿Y qué hijo permite esto? El alma de su hijo lo siente, aunque no lo comprenda. Esto también es valido con respecto a las madrastras y padrastros que desmerecen el lugar del progenitor del hijastro. 

Un tercer aspecto a considerar es que a veces los niños adoptados se vuelven tiranos porque los padres quieren satisfacer excesivamente las necesidades de simbiosis y vinculación, así como de confianza básica, porque quieren convencer al niño de su amor [en lugar de darle justo reconocimiento a los progenitores y posicionarse desde aquí, es decir, poner las cosas en orden]. (Rincón p. 162)

Los padres adoptivos suelen albergar fantasías de de abandono: "si mi hijo se entera va a querer irse con su madre biológica"; y no querer compartir el amor del hijo: "tendrá dos mamás y dos papás". Un temor infundado, porque el niño sabe quien es su mamá: quien le ha cuidado, protegido, alimentado.

A continuación amplío esta reflexión a través de las palabras de Laura Rincón y de Bert Hellinger:


El elemento primordial para trabajar con los padres adoptivos es precisamente acercarlos poco a poco a aceptar su condición de padres adoptivos; lo cual quiere decir que ellos no son los primeros en la vida del niño. Los padres biológicos son los primeros y por lo tanto deberán ser honrados por los adoptivos; los sentimientos de los segundos hacia los primeros deberán ser transformados en respeto y agradecimiento, ya que finalmente, gracias a ellos, los adoptantes tienen un hijo.

Lo que sucede cuando los padres adoptivos pretenden ocupar el lugar de los padres biológicos, es que el hijo se muestra solidario con éstos y dirige toda su rabia a los padres adoptivos.

Los niños atraviesan una etapa de enojo profundo hacia los padres biológicos cuando se preguntan: "¿Por qué me dieron en adopción?, "¿no era yo digno de ser querido?" Si los padres biológicos no están integrados en la vida del niño, entonces toda esa rabia será dirigida a los padres adoptivos, que no entienden por qué el niño está tan enojado con ellos. Pero si las cosas están claras, los sentimientos de enojo se dirigen hacia aquellos padres y el sentimiento bueno va a los padres adoptivos.

Los padres adoptivos deberán acompañar a su hijo en este proceso, contestando todas sus preguntas y acompañándolo en todas sus crisis; si hay la posibilidad de tomar contacto con los padres biológicos, se puede platicar de eso con el niño, lo cual, contrariamente a todas las expectativas, lo tranquiliza inmediatamente. Cuando no es así, pero se sabe que el niño nació de una madre otomí o tarahummara [o de cualquier otra etnia], debe llevársele a conocer sus orígenes y el grupo de gente al que hubiera pertenecido. De esta forma se ahorra al niño una búsqueda difícil que él llevará a cabo de todas maneras muchos años después, cuando sea adulto [de múltiples maneras, incluso poniéndose del otro lado, como un discriminador, o pasando el anhelo a un descendiente, quien luchará por "los desposeídos" o se enamorará de personas de su etnia de origen. En sí todo esto no está mal, pero aquí resaltamos su carácter compensatorio].

Bert Hellinger distingue la adopción digna de la adopción peligrosa:

"Si un niño no puede ser criado por sus padres y necesita de otros [la primera opción es la familia], sólo si no se encuentra a nadie en ella pueden buscarse padres adoptivos o de acogida. Entonces realmente se convierte en una tarea  que vale la pena. En un caso así, los padres que acogen al niño pueden estar seguros de ocupar el lugar correcto; suplen a los padres para el niño, ayudando a llevar a cabo lo que aquellos no pudieron realizar. Cumplen una función importante, pero como representantes ocupan un segundo lugar. Primero vienen los padres verdaderos, como quiera que sean e independientemente de lo que hayan hecho. Si se guarda este orden, el hijo adoptivo puede respetar a los padres adoptivos y tomar lo que de ellos reciba.
Por mi trabajo con familias, sé que el factor decisivo es la actitud de los padres adoptivos. Si realmente actúan con las mejores intenciones para el niño, la adopción tiene buenas posibilidades de salir bien. Muchas veces sin embargo, los padres adoptivos no tienen en cuenta los intereses del niño en primer lugar, sino  los suyos propios. En la mayoría de los casos se trata de parejas que no pueden tener hijos y se rebelan contra las limitaciones que la naturaleza misma les impone.
Implícitamente piden al niño que los proteja de su desilusión. En un caso así quedan trastornados tanto la orientación fundamental del dar y del tomar como el orden de sus relaciones, aun antes de ser iniciadas.
Si una pareja adopta a un niño por ellos mismos y no por el bienestar del niño, de hecho [es como quitar] un hijo a sus padres naturales para satisfacer sus propias necesidades. Es el equivalente sistémico del rapto de un niño, por lo que tiene consecuencias serias en un sistema familiar. Frecuentemente se sacrifica algo equivalente en expiación: o un hijo propio o la relación con la pareja".

En Alemania  tuve un caso único, en el que fue posible que la madre hiciera contacto con la madre biológica: le escribió una carta contándole de su hijo y el interés que éste tenía en saber algo de ella. De esta forma las cartas fueron y vinieron durante algún tiempo; el niño le mandó un dibujo y luego le pidió que le mandara una foto, porque quería ver cómo era ella. La madre adoptiva venía conmigo a consulta una vez a la semana; yo la acompañaba con interés y emoción en el proceso y la tranquilizaba, pues tenía temor de que el niño fuera un día a preferir a su madre biológica, o a querer irse a vivir con ella.

La curiosidad del niño se satisfizo por completo el día que llegó la foto de la madre con su nueva pareja y la hija de ambos. En el momento que el niño la vio, le dijo a la madre adoptiva: "No me gusta mi mamá, está muy gorda; tú eres mucho más bonita".Desde ese día cartas y fotos se guardaron en un cajón , que era el "cajón de las cartas de tu mamá", y el niño no volvió a mostrar interés en el tema. Su curiosidad fue satisfecha hasta las últimas consecuencias y esto se logró gracias a que los padres adoptivos acompañaron a su hijo en todo el camino de la búsqueda de su madre biológica, hasta que pudo "regresar" tranquilo y satisfecho con sus padres adoptivos para relacionarse libre y amorosamente con ellos.

-Hasta aquí lo dicho por Rincón.

Las nuevas realidades de fertilización asistida también son válidas para lo dicho líneas arriba. El niño tiene derecho a saber sobre sus orígenes, por su propio bienestar y el de toda la familia también. Desde que él o ella pregunten o estén en capacidad de comprender acerca de la llegada de los niños, se les debe informar sobre su origen, acorde a su edad. Y conforme crezca ir ampliando la información. Claro está, si uno no sabe bien como hacerlo, asesorarse con un psicólogo familiar, sistémico o especializado en adopciones.

Jesús mismo fue adoptado por José. ¡Qué profunda enseñanza hay en esto!

A veces las palabras nos pueden confundir: mamá y papá son quienes crían (como dice el refrán), padre y madre  o progenitor lo podemos reservar a aquellos que han permitido que yo me convierta en mamá o papá. Sólo por esto ya merecen nuestra gratitud, lo demás es irrelevante frente a la Vida que se ha trasmitido.



Películas para reflexionar sobre la adopción:
"La Familia del Futuro" (2007). Walt Disney Pictures. U.S.A.
"American Curious" (2018). Traziende Films, México.

Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva amor. México: Prekop, pp. 228 - 231

sábado, 17 de febrero de 2018

Los bebes necesitan mamás canguro

La importancia del rebozo (fular) en el apego temprano

Las experiencias que el bebé tiene junto al cuerpo de su madre le recuerdan su situación intrauterina, ya que ésta le proporciona los mismos estímulos: el ritmo o movimiento, escuchar los latidos de su corazón, el tono de su voz y sobre todo la sensación de fusión con el cuerpo de su madre.
(...)
Estoy segura de que nadie ha visto a uno de esos bebés -llevados en rebozo- llorando o pataleando por querer salirse del rebozo. La realidad es que están siempre tranquilos a pesar del ruido, la contaminación y el calor, simplemente porque sus necesidades están satisfechas.

La madre viene y va, mientras el bebé disfruta del ritmo y movimiento, así como de la sensación de contención que le brinda la madre al tenerlo unido a su cuerpo. Al estar apretado por el rebozo, revive sensaciones que disfrutó durante los nueve meses que estuvo dentro de ella.

El resultado es que estos niños crecen sin miedo, con confianza y seguridad básicas y con una profunda vinculación, no sólo hacia su madre sino  también a sus raíces, cultura y tradiciones, y fuerte identficación con su grupo social.


A continuación el testimonio de una madre con el empleo del rebozo con su hijo Carlos:

Recuerdo la primera visita la pediatra. Carlos tenía 15 días de nacido y en la sala de espera me dice una mamá al escuchar el llanto de mi recién nacido y ver mi reacción al cargarlo de inmediato: "¡Cuidado! porque luego se toman la medida y no vas a poder dejar de cargarlo" Yo sentía a mi bebé en brazos y pensaba: "si esto es lo que necesita , ¿cómo se lo voy negar?"

Realmente nunca hice caso a la palabra "engreír" y seguí mi instinto materno que me decía "Cárgalo, te necesita". Hasta en las noches, que en algún momento Carlos tenía necesidad de mí, lo cargaba en el rebozo y de esta manera le marcaba claramente un límite: "te cargo pero en el rebozo para que te vuelvas a arrullar, no te voy a entretener".

Pasado el tiempo me di cuenta de que si un bebé tiene suficiente mamá durante el día, de noche no necesita más y puede dormir tranquilamente. Durante el día organizaba muy bien mis actividades para hacer la mayoría de estas con Carlos cargado en el rebozo.

Me lo llevaba a fiestas, reuniones, bodas, no importaba el ruido o la temperatura, él cerca de mi pecho estaba a gusto, tranquilo y contento. Siempre he pensado que un bebé que no llora, en automático crea un vínculo maravilloso con su madre, y que los dos pueden invertir un gran porcentaje de esta energía en disfrutarse, los bebés en aprender y las mamás en ser felices.

Era increíble saber identificar y responder a sus necesidades desde fisiológicas hasta emocionales con solo cargarlo en el rebozo, ya que en ese momento que comenzaba hacer algún ruidito de incomodidad sabía de inmediato qué necesitaba, "ah, tiene calor", era comos saber un idioma nuevo.

Sorprendentemente ya dormía toda la noche cuando tenía 2 meses. En general dormir es como comer, un placer más de la vida. Cuando era el momento de ir a dormir lo acostaba en sus cuna, me miraba fijamente a los ojos y se acomodaba de lado abrazando a su elefante, yo pensaba: "lo que es saber que ahí estamos su papá y yo, que puede dormir tranquilo y confiadamente". Recuerdo que mis amigos se sorprendían  de que lo acostaba en su cuna, apagaba la luz, le decía buenas noches y cerraba la puerta. Así de fácil era dormir a mi bebé.

Desde que Carlos era muy pequeño trataba de explicarle todo lo que íbamos a hacer. Llevarlo a algún lado, cambiarle el pañal, ponerle el suéter y limpiarle la nariz. Yo siempre opiné que hablarles a los bebés claramente propicia un buen desarrollo del lenguaje, así como escucharlos activamente, aunque todavía no hablen.

Hoy en día Carlos tiene 1 año 8 mes. Es un niño sociable, intrépido, seguro, ingenioso, divertido, alegre, cariñoso y muy feliz. Lo sigo cargando en el rebozo y al tenerlo a la misma altura del mundo de los adultos se ha vuelto sumamente educado y sensible. Le gusta pagar a la cajera del supermercado, saludar al vigilante todas las mañanas que salimos, hasta repartir volantes en una Expo en la que le ayudamos a mi esposo en una ocasión.

Da las gracias sin que yo se lo haya pedido, por simple imitación. Estoy convencida de que en una buena vinculación, el niño tiene el amor de mamá seguro, por lo tanto puede enfocar su energía en imitar a los adultos y aprender un cantidad de cosas interminables, en vez de preocuparse y enfocar la energía en que "mamá no me deje (abandone)".

Con Carlos he aprendido que no hay mejor literatura que te aconseje que tu instinto.
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Abajo un video sobre el "Cuidado Madre-Canguro", diseñado para los bebés prematuros pero igual de importante para todos los bebés. Se basa en tres principios: Calor, Amor y Lactancia.



Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México. Prekop, pp. 26, 31ss

jueves, 15 de febrero de 2018

Morir con amor y dignidad

Se puede abrazar desde el corazón con la única intención de sentir el amor o de hacerlo sentir a otra persona. La cercanía de la muerte puede ser un buen momento también.

Todos hemos oído que algunos moribundos "esperan" para morir hasta que llegue el hijo de un viaje para poder despedirse, o esperan a que se casen todos los hijos, pues sienten que sólo podrán irse cuando hayan resuelto sus "pendientes" que los atan a la vida.

Muchos moribundos esperan en vano algo que nunca va a suceder, esto es, escuchar o sentir por parte de sus familiares cercanos cuánto los aman, que se sienten agradecidos por lo que éste pudo darles o hacer por ellos, que podrán seguir en la vida sin él pues cuentan con toda la enseñanza y el ejemplo que éste les dio, etc.

Ello suele ser suficiente para que la persona que va a morir sienta que ya hizo en vida lo que debía hacer y que ahora su destino es irse en paz. En el momento que el ser humano abandona la vida necesita exactamente lo mismo que necesitó cuando llegó a ella, esto es, un abrazo para demostrarle que se le ama y precisamente este amor le dará la fuerza para irse tranquilo.

Cuando llego a visitar a un moribundo, en ocasiones he visto que toda la familia está sentada alrededor de la cama, contemplándolo con tristeza pero sin saber realmente qué hacer ni qué decir. He pensado cómo verá el moribundo a todas esas personas mirándolo al mismo tiempo, pero distantes en un momento en que él necesita sentir la cercanía y el amor.


Cuando pregunto si estarían de acuerdo en darle un abrazo de contención que le permitirá sentir el amor y el permiso para poder irse, con cierta confusión y duda me contestan que sí. De lo que se trata es básicamente de recibir contacto físico, de sentirse abrazado y "contenido", de sentir la calidez y la cercanía del cuerpo del otro. Imaginemos la sensación maravillosa al experimentar esto después de días, meses o años solo en una cama.

En muchas ocasiones pareciera que la persona que va  a morir está solamente esperando que esto suceda, para abandonar su cuerpo e irse una vez que cuenta con la fuerza que el amor le dio.

Dependiendo de cada caso, las posiciones deben adaptarse a la postura de la persona, que generalmente se encuentra acostada en una cama. La persona que abraza podrá sentarse detrás del moribundo con las piernas abiertas para que la parte superior del cuerpo de éste pueda recargarse sobre el pecho de quien lo abraza, que a su vez le extiende sus brazos. Otra postura es tomar simplemente su cabeza y recargarla sobre el pecho de quien lo abraza, que podrá estar sentado junto a él. Por último, se puede abrazar como uno quiera y pueda, ya que ante esta conducta eminentemente humana y natural no hay reglas.

Ese amoroso acto de despedida genera en los familiares sentimientos muy positivos que les ayudan a llevar a cabo el duelo posterior; al respecto reportan que se sienten tranquilos y en paz (incluso felices) de haber podido despedirse de su familiar de esa forma, que también ellos pudieron sentir la fuerza de a relación y del amor que les quedó de esta persona, amor que les ayudará a seguir viviendo sin él o ella.

A propósito de todo esto, aquí les comparto la Declaración de Derechos del Enfermo Terminal (OMS, 1990):

Toda persona, en estado terminal o frente a la muerte, tiene derecho a:
  • Estar libre de dolor.
  • No ser engañado.
  • Obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea su pregunta
  • Ser tomado en cuenta para su tratamiento.
  • Obtener la atención de médicos y enfermeras, incluso si los objetivos de curación deben ser cambiados por objetivos de confort.
  • Mantener una esperanza, cualquiera que ésta sea.
  • Ser tratado como persona hasta el momento de su muerte.
  • Conservar su individualidad y no ser juzgado por sus decisiones, que pueden ser contrarias a las creencias de otros.
  • Expresar, a su manera, sus sentimientos y sus emociones, en lo que respecta al acercamiento de su muerte.
  • Recibir ayuda de su familia y para su familia en la aceptación de su muerte.
  • Ser cuidado por personas sensibles y competentes que van a intentar comprender sus necesidades, ayudándole a enfrentar la muerte.
  • Morir en paz y con dignidad.
  • No morir solo.
  • Que su cuerpo sea respetado después de su muerte.

Tomado de:

  1. OMS (1990). Alivio del dolor y tratamiento paliativo del cáncer. Informe del comité de expertos. Ginebra. Serie de informes Técnicos 804. Disponible aquí. (resumido), y el documento oficial extenso aquí.
  2. Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, pp. 143ss

miércoles, 7 de febrero de 2018

Un caso de Encopresis

La Encopresis es la defecación involuntaria que le sobreviene al niño mayor de cuatro años, que ya debería ser capaz de controlarla. Se presenta sobretodo en niños varones (3:1, 10:1).

¿Cómo surge este problema? Luego que el niño ha tenido la posibilidad de satisfacer su necesidad de vinculación simbiótica y alimentaria (lactancia), pasa a una segunda etapa. En esta, nos dice Rincón:

Si los niños pudieran expresarían a sus padres sus necesidades de la siguiente forma: "Como ya cumplí dos años, tengo la madurez para que, con paciencia y tolerancia, me enseñen el manejo de la pipí y el popó, pero sobre todo no me regañen ni me presionen si no lo logro rápidamente como ustedes quieren. Si las cosas empiezan a ir mal, entonces es probable que me tarde mucho, que nuestra relación se deteriore o que tenga recaídas más tarde, con lo cual yo voy a sentirme muy mal."

Estos niños no son sucios; al contrario, muestran interés en los hábitos de limpieza. En ocasiones, esconden la ropa sucia, esperando que la madre no la encuentre (p. 85). [Parece que el mensaje del síntoma dijera: "Estoy sucio, no puedo evitarlo".]

También en esta etapa empieza el niño a manifestar el nacimiento de su yo por medio de los berrinches, se vuelve egocentrado y quiere hacerlo todo solo. Si sus deseos no se cumplen surge la explosión y el drama del berrinche, para demostrar a sus padres  a sí mismo que está naciendo en él la semilla de la fuerza de voluntad, para permitir que se desarrolle, necesita practicar manifestando una voluntad contraria a la de los padres.

Sólo a través de este proceso será capaz de separarse poco a poco de ellos y empezar a construir su identidad del yo (Rincón, p. 221s).

Su incipiente sentido del yo va de la mano con un naciente sentido de poseer algo propio. Las heces son para el niño como algo que él es capaz de producir. Cuando los padres, durante el proceso de enseñarle a usar el bacín, se alegran cuando él defeca, el niño vincula sus deposiciones como un bien que ofrece y es bien recibido. Por todo esto "el síntoma de encopresis tiene que ver con la actitud en la familia respecto a la posesión de dinero, bienes o ropa.

El niño esconde una incapacidad de poseer y mantener sus cosas como propias, ya que el entrenamiento significó para él entregar algo propio bajo regla, orden, exigencia, que -dependiendo del tono emocional de la relación madre-hijo- será vividas por el hijo como la entrega de un regalo maravilloso o como una entrega forzada de algo personal" (Rincón p. 222s)

A un nivel más arcaico, siguiendo la rutas de los códigos biológicos, las heces son el medio para señalar el núcleo del territorio. El no contenerlas implica la necesidad de marcar el territorio de manera compensatoria. ¿Para qué haría esto un niño de cuatro? A esta edad ya debería haberse establecido con claridad la conciencia de la propia identidad, "yo soy yo", que inició a los dos años con la capacidad de decir "no". En los varones esta conciencia implica empezar a identificarse con el padre: "yo soy hombre".

En algunos casos, lastimosamente, el padre no está presente o, si lo está, es como si no estuviera, o la madre lo anula.

Soltar las heces, entonces, viene a ser el intento de proteger mi espacio vital porque no hay padre que me proteja. Aunque la orina (enuresis) también se relaciona, en la encopresis el conflicto es mucho mayor, y es vivido en femenino, pues el niño no ha podido salir de la esfera femenino para salir al encuentro de papá, de lo masculino. Curiosamente se llama "mojón" a las señas puestas en el suelo para marcar los linderos.

La epidemiología muestra que no hay encopresis en mayores de 16 años. Y tiene sentido. Ha esta edad ya estamos afirmando nuestra propia identidad.

Veamos en el siguiente caso (tomado de Rincón, 2009), cómo la madre ayudó a su hijo a superar la encopresis.

"Pedro tenía ocho años y medio y seguía sin controlar su esfínter, haciéndose popó sobre sus pantalones. Su hermano Javier, de cinco años, aún mojaba la cama. La relación de Pedro con su papá era difícil y le tenía miedo. Noté que "se hacía popó" cuando se aproximaba el momento de salir con su papá o cuando venía de estar con él. Un punto importante de su historia era que él no sabía que cuando estaba yo embarazada no estaba segura de quién era su papá y, cuando nació, supe que era el que no vivía con nosotros, sin embargo el papá de Javier le dio su apellido y lo reconoció como su hijo.

Entendí que los niños vivían bajo la amenaza de la violencia y resentimientos acumulados entre sus padres, separados ya hacía varios años, pero aún vinculados de alguna manera por deudas no saldadas. También me di cuenta de que mucho de lo que había pasado tenía como fundamento el enorme "secreto familiar", y que haber tenido que mantenerlo había hecho que mis sentimientos fueran incongruentes con mi realidad. Desde aquí empecé a pensar en el secreto que pendía sobre la vida de mi hijo mayor: que no sabía que no era hijo biológico de su padre legal, a quien él conocía como padre. Tenía bastante sentido que los conflictos en la relación entre ellos, el sentimiento de enojo de Pedro, la impotencia para ganarse su afecto, tuvieran que ver con eso. Pensaba que el secreto debía llevármelo a la tumba, y que eso era lo mejor para el niño. Hasta que comprendí que era necesario revelarlo por el bien de mi hijo.

Mi ex marido no estaba de acuerdo; decía que si Pedro se enteraba iba a ser terrible para él. Me di cuenta de que no sería así. En el momento en que ocurrieron las cosas hice lo mejor que podía hacer, con los recursos de que disponía, ahora mi hijo necesitaba la verdad para entender sus propios sentimientos, para ser libre y dueño de su propia vida. Pedro llevaba toda su vida tratando de ganarse a su papá, quien parecía nunca terminar de aceptarlo, que lo insultaba, le pegaba y hacía claras diferencias en el trato con su hermano.

Como el padre legal, mi ex esposo, no quería que revelase el secreto, tuve que recordar que mi lealtad tenía que ser con mi hijo, yo estaba obligada a decirle a él la verdad. Y eso hice.

Una tarde, mientras se bañaba (ya tenía ocho años y podía entenderlo), le dije que él tenía otro papá, el que lo había engendrado, que antes no se lo había dicho porque no lo huibera podido entender, porque no sabía cómo se hacen los niños, pero que ahora podía entender eso de la biología.

Al principio no dijo nada; seguimos hablando de otras cosas y leyendo cuentos para dormir. Al día siguiente, lo primero que hizo fue contarle a la maestra de la escuela y asumió que su papá era un novio mío inglés del que alguna vez me había oído platicar.

Otro día, camino a la escuela me preguntó: "¿Mi papá era inglés?" Y le dije "No, tu papá no era inglés; es mexicano, vive en la ciudad de México y lo puedes conocer algún día si quieres; él si quiere conocerte a ti". Su respuesta inmediatamente fue: "¡Ahorita!". Le dije que en ese momento tenía que irse a la escuela, pero que en cuanto pudiera yo iba a localizar a Juan (nombre del padre) para decirle que quería conocerlo.

Juan sabía de la existencia de Pedro sólo desde hacía tres años; antes no vivía en la ciudad y nunca supo a ciencia cierta si el niño había nacido o si era suyo. Desde que le dije que era suyo (físicamente son idénticos) se mostró siempre muy interesado en hacer lo que fuera mejor para el niño, en términos de verlo o no, o estar disponible si algo necesitaba.

Por fin llegó el día en que me acompañó a recoger a Pedro al colegio y vino a comer con nosotros a casa. Después se fueron solos a jugar básquet. Se cayeron muy bien, pero al principio no hubo más trato. Juan llamó unas veces más para preguntar por Pedro, quien dijo que le caía bien, pero como papá quería a Armando, su padre legal.

Dos años después, cuando planeábamos ir a vivir fuera de la ciudad de México, Pedro quiso ver a a Juan otra vez; lo llamó y vino a la casa, estuvieron contentos. Se llevan bien, como si se trataran cotidianamente.

Actualmente se comunican por e-mail y aunque no es muy seguido, para Pedro es importante saber que ahí hay alguien con quien puede contar. Su papá Armando no ha vuelto a insultarlo ni golpearlo".

Secretos como la paternidad de un niño no deben mantenerse en la oscuridad ni llevarse a la tumba. Es absolutamente necesario que el hijo conozca su historia, sus orígenes biológicos y, si es posible, al padre mismo. Negarle acceso a esta verdad, que él tiene derecho a saber, podría tener consecuencias trágicas en su vida.

En muchos casos ven al padre solamente una vez y esto es suficiente. No necesita relacionarse con él; simplemente basta que sepa quién es para tener paz en su corazón.

Hasta entonces será el niño capaz de relacionarse libremente con el padre de crianza o esposo de la madre, recibiéndolo como un regalo. Internamente el niño puede sentir hacia él lo siguiente: "Tú tendrás siempre un lugar especial en mi corazón, aunque mi padre es el otro".

Referencia Bibliográfica:
Rincon, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 209-224

lunes, 5 de febrero de 2018

Vivir la propia vida

El amor requiere un orden que lo anteceda
Bert Hellinger  define a la familia como una comunidad de personas unidas por un destino, en las que los miembros pueden en un momento determinado sufrir un enredo inconsciente con otros miembros (de la misma o de otras generaciones anteriores). En dicha comunidad unida por el destino, todos están unidos con todos.

De todos esos miembros los niños son los más vulnerables. La vinculación es la fuerza que une al niño con su grupo de origen, y esto lo hace sin cuestionárselo.

El niño sabe que ahí pertenece y este saber y este vínculo son amor, un amor que yo llamo primitivo o primario [Es un amor ciego, no ve que el resultado puede no ser bueno]. Esta vinculación es tan profunda que el niño incluso está dispuesto a sacrificar su vida y su felicidad por el bien del vínculo, por amor está dispuesto a entregarlo todo, incluso la propia vida y la felicidad, si de esta manera él cree que les irá mejor a los padres y la red familiar. Estos son los hijos que están en la brecha por sus padres y antepasados, que realizan lo que no tenían pensado, expían lo que no hicieron (por ejemplo, entrando a un convento), cargan con aquello de lo que no tienen culpa, o en lugar de sus padres realizan alguna venganza. El orden entre dar y tomar en la familia se ha invertido. Esto suele suceder cuando los padres no tomaron lo suficiente de sus propios padres o de su propia relación de pareja, y pretenden entonces que sus hijos satisfagan sus necesidades emocionales. Los hijos se sienten, por tanto, responsables de cumplir lo que de ellos se espera (2009, p.195s).

Hellinger creó el término el orden en el amor para explicar la importancia de mantener "ordenadas" las relaciones que existen entre los miembros de un sistema familiar.

Según él, hay una fuerza responsable de que el orden se mantenga en las familias, la cual llamó conciencia del clan. Dicha fuerza se encarga de mantener el equilibrio, esto es, cada uno de los miembros debe tener su lugar y nadie ha de quedar excluido o fuera del sistema, ni tampoco aquellos miembros cuya vida o muerte generaron culpa, vergüenza o un profundo dolor en los demás miembros de la familia, como la amante del padre o de la madre, los hijos fuera del matrimonio, las personas que fueron olvidadas porque murieron muy pequeñas o recién nacidas, aquellos que cometieron injusticia, etc.

Cuando la conciencia del clan intenta establecer el equilibrio, suceden cosas incomprensibles, como el que el otro ocupe el lugar de la persona excluida, en cuyo caso no podrá vivir su propia vida y su propio destino, pues vivirá el destino y la vida de dicha persona excluida.


En casos así decimos que la persona está metida en un "enredo sistémico", o sea, sin tener conciencia ni haber elegido ese lugar, su vida estará regida bajo una fuerza interna que revela: "si yo sufro te ayudo". Esto es principio de toda tragedia, pues la persona jamás podrá ayudar a aquel  con el cual está en un "enredo sistémico" o puede suceder también que la persona excluida esté muerta.

Entonces, la persona que no puede vivir su propia vida informa que se deprime, se enferma, no puede disfrutar de su salud, juventud, dinero, felicidad, abandona a su pareja, o es abandonada, no se permite cosechar sus éxitos a nivel profesional, hace deportes peligrosos que rayan con la muerte, ha tenido intentos de suicidio, etc. En muchos casos es evidente que la persona quiere de modo inconsciente "seguir" a la muerte a la persona con quien está enredado sistémicamente. p.89s. 95s)

Dice Hellinger: "Excluimos a los familiares porque les tememos o condenamos, ya sea porque queremos oponernos a su suerte o porque otros, en la familia o la red familiar, se hicieron culpables con ellos sin que la culpa haya sido nombrada, ni tampoco asumida o reparada, o bien que ellos tuvieron que pagar por lo que nosotros tomamos y recibimos, sin que se los hayamos agradecido, o los hayamos valorado por ello.

El vínculo que esta conciencia del clan establece con un grupo es tan trascendental que sentimos como reivindicación y obligación aquello que otros en este mismo grupo sufrieron o causaron y, en consecuencia, nos vemos implicados en culpas ajenas e inocencia ajena, en pensamientos, preocupaciones y sentimientos ajenos, en conflictos ajenos y consecuencias ajenas, en metas ajenas y desenlaces ajenos."

La identificación es lo contrario a la relación. Por medio del amor se crea una relación y el excluido se convierte en una persona respetada, en un amigo, un ángel de la guarda y en una fuente de fuerza. El anteriormente identificado (que era un excluido) se retira una vez que ha sido reconocido y permanece en su propio lugar, en el que le corresponde. De esta manera se recupera el equilibrio y la identificación desaparece. (2009, 198s)

Cuando alguno de los padres perdió su derecho a la pertenencia del sistema familiar, por haber cometido un delito: abuso sexual con violencia, haber intentado seriamente.asesinar a alguien o el haberlo consumado (matar a la propia pareja, al propio padre, etc.), en estos casos el incluir (reconciliarse) no es posible, o es muy difícil y no debe ser forzado.

Tomado de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, pp. 89s. 95s.
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 195s. 198s

jueves, 1 de febrero de 2018

Hijos que son padres de sus padres

Hay madres que no pueden plantarse frente a sus hijos como mujeres fuertes y seguras; por tanto, no pueden poner límites, se dejan manipular y chantajear por los hijos, son infantiles y permiten que sus hijos las traten mal. En este caso hablamos de madres sin fuerza interna, lo que es una expresión de su rebelión contra su propia madre; contra el estilo autoritario de ésta, ella se vuelve antiautoritaria y su niño se encarga del equilibrio: él pide límites y provoca agresivamente para obtener claridad. Pero no sólo ocurre eso: en ocasiones los padres se muestran tan débiles y dependientes que los hijos asumen el papel de padres de sus padres, escuchan las confidencias y lamentos de la madre respecto al padre, se sienten obligados a acompañar, proteger, divertir y más adelante mantener a alguno de los padres, sacrificando su libertad, su independencia e incluso a su propia familia cuando son adultos, pues la energía no les alcanza e internamente sienten que sus padres tienen la prioridad en vez de su pareja y sus hijos.


Igualmente hay casos de padres que han perdido a sus padres cuando eran pequeños, por abandono, divorcio o muerte; así, aunque quien acude a consulta no es el padre sino el hijo rebelde, inquieto o agresivo, con su conducta saca a la luz su necesidad de tener un padre presente, participativo y afectuoso. No obstante, ¿cómo puede pedirse al padre que realice sus funciones si perdió el suyo a una edad temprana, si no tuvo un modelo o enseñanza de cómo se comporta un padre?

Dicho hombre podrá ser adulto cuando esté listo para agradecer el regalo de la vida, inclinarse ante el destino difícil de los padres y resolver el tema de sus tristeza profunda. En este caso es necesario acercar a la persona al padre o madre para reconciliarse con ellos y después darles el lugar en su corazón. Hasta entonces el amor fluirá, la fuerza llegará y el padre o la madre podrán por fin ser padres adecuados de sus hijos.

[Sin embargo, a veces el orgullo o el resentimiento es tan grande que] la persona permanece en una actitud rebelde infantil; su corazón quiere a medias pero su cabeza no puede todavía inclinarse. Esa persona necesita más tiempo y más intimidad para trabajar lo pendiente.

Tomado de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, p. 106s

miércoles, 31 de enero de 2018

Caso: Dermatitis o "No se separen"

Las acciones terapéuticas que incluyen una perspectiva sistémica, como las Constelaciones Familiares o la Biodescodificación, muchas veces pueden ejercer un efecto benéfico sin que la persona beneficiada haya estado presente en la sesión, sobre todo si es un hijo pequeño, toda vez que los niños suelen reflejar los conflictos de sus padres en sus enfermedades y dificultades. Rincón cuenta el caso de una niña que presentaba dermatitis en todo el cuerpo. Había iniciado cuando tenía ocho meses (parece que por esas fechas los padres concibieron un segundo hijo). Primero apareció en la panza, luego en la parte posterior de las rodillas y en la parte interior de los codos. Luego se extendió al cuello, brazos, muslos, orejas, espalda y finalmente el rostro.

Alrededor del segundo mes de embarazo la madre había recibido un gran impacto: la amante de su marido la llamó por teléfono para decirle que mantenía una relación con su esposo incluso desde antes que ellos se casaran. Los padres se separaron pero iniciaron procesos terapéuticos, primero en forma individual y luego en pareja. Se volvieron a juntar para cuando nació la niña.

Tras intentar todos los tratamientos convencionales para resolver la dermatitis de la bebé, los padres realizaron una constelación familiar, como parte del plan de la terapia de contención. La niña tendría ya año y medio. La esposa pudo enfrentar, en el contexto simbólico de la terapia, a la amante, dejarla ir y recuperar su lugar como esposa. Luego, al hacer presente a la hija ("la paciente designada") se ubicó entre los padres, como quien trata de mantenerlos unidos, con un miedo tremendo a que se separen. Es el papel del hijo pegamento.

Los padres, a partir de la constelación, pudieron asumir la renovación del compromiso de pareja y de quitarle el peso de la responsabilidad a su hija. Comenta la madre:


"Terminamos nuestra constelación satisfechos y convencidos de lo que habíamos realizado; esa noche llegamos a casa y vimos a nuestra pequeña durmiendo con su carita manchada y esperando que este tipo de terapia ayudara en algo.

Al día siguiente nos levantamos como cualquier día normal, listos para ir a trabajar y llevar a nuestra niña a la guardería Al llegar a su cuarto, Lorena seguía dormida (raro en ella, generalmente se despertaba antes que nosotros); cuando vi su cara tuve la mayor impresión de mi vida: las manchas se habían desvanecido. La niña despertó y la desvestimos para ver el resto de su cuerpo; todavía había manchas pero su carita estaba limpia... Continuó con la terapia de contención. Lorena siguió su proceso médico con una dermatóloga especializada en dermatitis atópica aceptando el tratamiento de inmediato sin llegar a la cortisona, y en dos meses el 90% de su cuerpo estaba curado. Lo que no habíamos podido lograr en un año dos meses se logró en tres meses."

Podemos observar que la enfermedad de su bebé era la amplificación de lo sentido por su madre: sentirse injuriada en el embarazo (inicia en la panza, probablemente activado por el segundo embarazo, como recuerdo condicionado), humillada (rodillas), sentir que se pierde al ser amado (codos, cuello, brazos, muslos), disgusto por lo oído (orejas), sentirse traicionada (espalda) y avergonzada (rostro). Y la palabra clave que envuelve todo: separación, miedo a estar separado. Como ya habían hecho bastante trabajo reparador como pareja antes, la constelación familiar facilitó la disolución final, que debía incluir resolver lo pendiente con la amante y separar a la hija de los asuntos de la pareja.

Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, cap. 16

sábado, 27 de enero de 2018

Sanar el Aborto

[Nos dice Bert Hellinger:] "Hay situaciones en las que el aborto quizás sea la solución, una que, sin embargo, siempre está ligada a la culpa.

Conozco parejas cuya decisión de abortar respeto. La tomaron conscientemente, aceptando las consecuencias con una actitud de reverencia ante el hijo. Ese hijo no nato aparecía ante ellos como una persona que necesitaba y merecía ser vista. Si la decisión de abortar se toma teniendo presente al hijo no nato, con todo el dolor y toda la culpa que este acto entraña, con la plena conciencia de lo que al hijo se le exige, entonces la decisión provoca un profundo sufrimiento. Este tipo de aborto tiene una cualidad muy diferente. Afecta a los cónyuges durante mucho tiempo, pero también encierra la posibilidad de acercarlos y de profundizar su amor.

Una consecuencia importante de un aborto voluntario es que, por regla general, la relación de pareja termina. Si el aborto voluntario tiene lugar en un matrimonio, frecuentemente se acaba la relación sexual. No siempre tiene que ser así; también hay soluciones, pero si el hecho se tapa y se reprime, muchas veces lo ocasiona.

El aborto voluntario es un caso extremo de tomar y de dar: el hijo lo da todo y los padres lo toman todo. También el padre que no sabía lo tomó todo. Hacérselo saber es un deber con él."

Hellinger, sin embargo, a través de las constelaciones familiares propone la forma de curar la herida que el aborto dejó en los padres.

Esto ocurre simbólicamente. El hijo es representado por una persona del grupo, quien normalmente reporta que en ese lugar que se siente solo, abandonado y expulsado. Los padres se dirigen a él, lo tocan y le dicen palabras desde el fondo de su corazón: "Lo siento mucho; tuve la fuerza para concebirte, pro no para conservarte. Permaneces por siempre mi hijo (a), eres parte de la familia y te doy un lugar en mi corazón." De esta forma el hijo es integrado y admitido en la familia y, viéndose así, es capaz de asentir a su destino.

Todo esto sólo es posible si los padres admiten el dolor. El dolor honra al hijo y lo reconcilia con los padres. Los hijos, por su disposición fundamental, están incluso dispuestos a dar la vida por los padres. Un niño no sujeta la vida a toda costa, ya que la muerte forma parte de la vida. Para nosotros es imposible apreciar cuál será la ganancia y cuál la pérdida en todo esto. Si los padres logran ver y reconocer al hijo como persona, ver que éste entregó su vida, y si consiguen tomarlo como un regalo, llega al final la paz.


Lo que Hellinger propone como ayuda para sanar la herida del aborto en los padres es que durante un tiempo se imaginen llevando a su hijo consigo , para enseñarle el mundo, el kinder, el zoólogico, el supermercado. Después se le percibe como realmente muerto y todo puede acabar en paz.

Sin embargo, la trascedencia de un aborto no termina en los padres, sino que las consecuencias pueden ser también cargadas por los hermanos. La madre será probablemente sobreprotectora con el hijo que sigue ["pequeño tirano"], en un intento por enmendar lo que hizo; igualmente es importante que ella lo lamente para evitar que haya rabia entre los hermanos vivos; todo esto es necesario para liberar a los hermanos que sí existen.

[También un aborto posterior a un hijo vivo puede afectarle a aquel. Veamos un caso:]

Roberto era un niño de siete años que fue traído a consulta por su madre, quien tomó la decisión de abortar al hijo que esperaba después de Roberto. La relación de los padres terminó y acabaron separándose.

Impresiona la forma tan clara en que Roberto proyecta su mundo interno a través de las historias que cuenta en su estudio psicológico. La historia del árbol refleja un salto de su inconsciente, al mencionar en un contexto completamente diferente el aborto realizado por su madre, del cual obviamente él no tenía ningún conocimiento [consciente]:

"El árbol estaba naciendo, unos niños le echaron veneno por eso las manzanas están envenenadas. Había alguien que estaba embarazada. Para que se le cierre la herida que acababa de hacerse para que le saquen al bebé, todos comieron y se murieron; sólo había un soldado y una mujer, ellos cortaron el árbol, se comieron la manzana, la escupieron y sobrevivieron. La mujer se comió una y se hizo hechicera, les dio veneno a todos y ya no había nadie en el mundo. Nació otro árbol, lo cortó y explotó la Tierra."

Los secretos son muy perjudiciales en una familia, sobre todo los que tienen que ver con el hecho de excluir o a sacar a alguien del sistema familiar negándole el lugar que le corresponde en el corazón de los familiares. Solamente puede ser secreto lo que una pareja guarda entre sí, como por ejemplo su sexualidad o un aborto. Esto pertenece solamente a la pareja y a nadie más, los [niños]* no deben saberlo.
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* En el original dice "los hijos", pero en nuestra experiencia clínica, el que un adulto conflictuado puede tener información sobre las pérdidas y abortos suele serle útil para comprender ciertas vivencias y hacer duelos pendientes, desde la actitud de no juicio. En cambio "los niños" no deben saberlo, puesto que debido a su edad y a su nivel de comprensión les acarrearía una carga extra innecesaria. En este caso son los padres a quienes les corresponde la carga, la responsabilidad y la solución de lo que esté afectando a los miembros de la familia. (Nota propia. WOM).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, pp. 200-203. 224.

viernes, 26 de enero de 2018

El Secreto de mi odio a los hombres

Mi problema de muchos años ha sido mi relación de pareja: después de 30 años de casados seguíamos peleando por cosas sin importancia; además del enojo y resentimiento hacia los hombres que nunca había sabido de donde venía. Evidentemente, este enojo al primero que se lo canalizo es a mi esposo.

Hace algún tiempo me decidí a ponerme en contacto con mi niña interna, y mi sensación es de ir encontrando poco a poco las piezas que me faltaban del rompecabezas de mi biografía. Esta es parte de mi historia:

Lety era una niña que vivía con sus hermanos y sus padres en una finca de café a 600 kms de la ciudad de Bogotá, en Colombia.

Su vida era feliz pero desgraciadamente esta felicidad se acabó un día, ya que su madre decidió que sus hijos no estaban recibiendo una adecuada educación.

Como es lo habitual, a los hijos no se les pide su opinión y entonces llegó el funesto día en que la madre y los hijos se fueron de la finca a la ciudad, dejando al padre solo en aquella inmensa casa.

Lety sufrió mucho cuando esto sucedió. Y llevó a cabo un juramento secreto dentro de su corazón. Este juramento decía: "papá, yo volveré toda la vida a este lugar para estar contigo, porque yo no te abandonaré a ti ni a nadie". Por ello los momentos de felicidad absoluta y plenitud para Lety eran los días de vacaciones cuando la familia regresaba a la finca cafetalera, donde el padre los esperaba con alegría.

Alrededor de sus 12 años, sucedió un evento que marcaría también en forma decisiva la personalidad de Lety: la madre, que llevaba  muchos años sola entregada a sus hijos, se encontró con un abogado que más tarde se convertiría en su amante.


Poco a poco lo fue acercando a los hijos y éste, que en realidad era una buena persona, se los conquistó. Los hijos lo querían, pues hacía cosas para ellos como un padre, el padre que los hijos habían dejado de tener hacía muchos años.

Para toda la familia, la situación era "normal" y ninguno delató a la madre. Todos le fueron leales y, por lo tanto, el padre no supo de esto hasta muchos años después que lo descubrió él solo.

Este triángulo, en el que el padre, la madre y el amante participaron y que fue vivido por los hijos como algo "normal", comenzó a generar enojo en el corazón de Lety, pero sobre todo enojo hacia los hombres: a uno por "aprovechado" y a otro por no haber querido darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Una vez más Lety guardaba un sentimiento en el corazón en la parte que corresponde a "hombres", que le daría problemas más adelante en sus relaciones con éstos; sentía coraje y desarrolló un especie de superioridad hacia ellos, quería castigarlos.

Un día entendió por qué estaba tan enojada con su esposo: ella había depositado en él todo el enojo que estos primeros hombres de su vida le ocasionaron.

Le quedó además claro por qué había tenido una actitud de indiferencia, altanería y hasta desprecio hacia ellos. Otro juramento secreto que se hizo de chica fue: "nunca lloraré ni sentiré tristeza por ninguno de ustedes" y, en efecto, en su vida adulta se dio cuenta de que había cumplido su juramento.

Ahora Lety va mejorando. Con su esposo está mejor, cuida de su niña interna, ya no teme a la intimidad.

Versión libre de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México. Prekop. cap. 12