viernes, 26 de enero de 2018

El Secreto de mi odio a los hombres

Mi problema de muchos años ha sido mi relación de pareja: después de 30 años de casados seguíamos peleando por cosas sin importancia; además del enojo y resentimiento hacia los hombres que nunca había sabido de donde venía. Evidentemente, este enojo al primero que se lo canalizo es a mi esposo.

Hace algún tiempo me decidí a ponerme en contacto con mi niña interna, y mi sensación es de ir encontrando poco a poco las piezas que me faltaban del rompecabezas de mi biografía. Esta es parte de mi historia:

Lety era una niña que vivía con sus hermanos y sus padres en una finca de café a 600 kms de la ciudad de Bogotá, en Colombia.

Su vida era feliz pero desgraciadamente esta felicidad se acabó un día, ya que su madre decidió que sus hijos no estaban recibiendo una adecuada educación.

Como es lo habitual, a los hijos no se les pide su opinión y entonces llegó el funesto día en que la madre y los hijos se fueron de la finca a la ciudad, dejando al padre solo en aquella inmensa casa.

Lety sufrió mucho cuando esto sucedió. Y llevó a cabo un juramento secreto dentro de su corazón. Este juramento decía: "papá, yo volveré toda la vida a este lugar para estar contigo, porque yo no te abandonaré a ti ni a nadie". Por ello los momentos de felicidad absoluta y plenitud para Lety eran los días de vacaciones cuando la familia regresaba a la finca cafetalera, donde el padre los esperaba con alegría.

Alrededor de sus 12 años, sucedió un evento que marcaría también en forma decisiva la personalidad de Lety: la madre, que llevaba  muchos años sola entregada a sus hijos, se encontró con un abogado que más tarde se convertiría en su amante.


Poco a poco lo fue acercando a los hijos y éste, que en realidad era una buena persona, se los conquistó. Los hijos lo querían, pues hacía cosas para ellos como un padre, el padre que los hijos habían dejado de tener hacía muchos años.

Para toda la familia, la situación era "normal" y ninguno delató a la madre. Todos le fueron leales y, por lo tanto, el padre no supo de esto hasta muchos años después que lo descubrió él solo.

Este triángulo, en el que el padre, la madre y el amante participaron y que fue vivido por los hijos como algo "normal", comenzó a generar enojo en el corazón de Lety, pero sobre todo enojo hacia los hombres: a uno por "aprovechado" y a otro por no haber querido darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Una vez más Lety guardaba un sentimiento en el corazón en la parte que corresponde a "hombres", que le daría problemas más adelante en sus relaciones con éstos; sentía coraje y desarrolló un especie de superioridad hacia ellos, quería castigarlos.

Un día entendió por qué estaba tan enojada con su esposo: ella había depositado en él todo el enojo que estos primeros hombres de su vida le ocasionaron.

Le quedó además claro por qué había tenido una actitud de indiferencia, altanería y hasta desprecio hacia ellos. Otro juramento secreto que se hizo de chica fue: "nunca lloraré ni sentiré tristeza por ninguno de ustedes" y, en efecto, en su vida adulta se dio cuenta de que había cumplido su juramento.

Ahora Lety va mejorando. Con su esposo está mejor, cuida de su niña interna, ya no teme a la intimidad.

Versión libre de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México. Prekop. cap. 12