viernes, 5 de enero de 2018

Los Traumas del Recién Nacido

La madre que regresa a casa con su bebé después de un parto normal y de la separación habitual llevada a cabo en la mayoría de los hospitales, debe estar consciente de que necesita regresar a su hijo la confianza en que ahí está ella para atenderle todas sus necesidades; además, deberá aprender a relacionarse con él de tal manera que sea capaz de meter a su niño otra vez en su esfera materna, hacerlo sentir que la separación que vivieron no fue un abandono y que puede volver a confiar en ella y a vincularse nuevamente con su cuerpo.



En la cultura occidental se ha generalizado la "pedagogía negra" del siglo XVIII, y es común oír que hay que dejar llorar al bebé "para que no se engría". Médicos hombres han hecho dudar a las madres de su instinto materno y del aprendizaje de generaciones transmitido de mujer a mujer.

El bebé, cuando sufre o tiene dolor, lo siente en todo el cuerpo; por ello, si la mamá quiere consolarlo necesita tiempo, calma  estimulación física para que el bebé la perciba y sienta su consuelo, lo cual puede llevar tiempo. Por otro lado, si el niño llora como un intento de llamar a su madre y ésta no lo atiende inmediatamente, aquel regresará a su autoestimulación (chupar el dedo, consolarse con una frazada o mirar intensamente una lámpara) y puede suceder que la madre acuda, pero él ya no estará receptivo hacia ella pues invirtió toda su energía en su satisfactor sustituto (frotar la cobijita cerca de él, observar la lámpara, etc.).

Dichas reacciones muestran la creativa capacidad de sobrevivencia que tienen los bebés para tomar algo que sustituya a su madre, cuando  ella no está en el momento en que más la necesita.

Cuando las madres preguntan ¿le doy el chupón o no mientras lo tranquilizo?, la respuesta es, por supuesto, que no, pues si la madre está disponible todo el tiempo para él, el bebé no necesitará objetos que la sustituyan; esto es, el niño podrá usarlos solamente cuando no cuente con su madre o si ésta no acude de inmediato al consuelo. En este caso, puede usarlo como una vinculación sustituta mientras ésta no sea dañina, ya que hay autoestimulaciones destructivas (como golpes de la cabeza contra la cuna o el suelo).

El bebé en estado de dolor no ve a su madre ni a sus ojos bondadosos, sino que ella debe tomarlo suavemente, verlo a los ojos y decirle "aquí estoy";  así, ella debe ocuparse de la vinculación en ese momento. La experiencia de sentir esto en los brazos de la madre varias veces al día para tranquilizarse da al bebé la sensación de: "Tengo el sufrimiento y el dolor, pero viene la persona con quien estoy vinculado (mi mamá) y el dolor se reduce; por tanto, puedo confiar en ella, pues viene cada vez que la necesito; ella es buena y confiable, entonces el mundo es bueno y confiable."

[La interrupción de la primera vinculación o apego temprano genera un profundo dolor, que queda oculto por varias razones:]
  • Por desconocimiento de sus efectos y de la normalidad de sentirse así cuando ocurre. Al no poder ponerse en palabras, es como si no existiera ¡pero existe! Madre y bebé guardan un dolor inexpresado e inefable.
  • Si la madre alcanza a expresar parte de la tristeza que siente, la interrumpen con: "No llores porque vas a hacer daño a tu bebé". Lo que necesita es: "Llora, yo te abrazo para ayudarte a expresar todo tu dolor".
  • Ya sea por una misma o por los demás, el dolor es acallado por sentirse ridícula, rara, culpable, etc.
  • Todo esto puede generar desde un sentimiento vago de tristeza/ansiedad hasta una depresión post-parto. También puede estar ocurriendo una reactualización de los sentimientos de abandono del propio nacimiento.

La única persona que conoce ese dolor es su hijo, pues lo siente a través del cuerpo cuando ella lo carga en sus brazos; es el mismo dolor que siente él; ambos lo bloquean en el cuerpo y les boquea también el libre flujo del amor que existe entre los dos.

La única forma como el bebé puede expresar el dolor sentido por la separación es por medio del llanto... si el llanto continúa y la angustiada madre no sabe qué hacer, su desesperación aumentará cada día  y su bebé se convertirá poco a poco en una fuente de cansancio, aburrimiento, tensión y enojo; así, la vinculación entre ellos, en lugar de fortalecerse, se debilita y ambos sufren cada vez más... Desgraciadamente, se debilita no sólo esa relación,  sino también la que tiene la madre con su esposo, quien se alejará cada vez más, pues él puede experimentar que toda la atención está en este bebé tan demandante.



El trastorno de vinculación puede surgir por las causas siguientes:
  • Las "inofensivas" exploraciones y diagnósticos en el embarazo como la amniosentesis (extracción del líquido amniótico para analizarlo).
  • Ambivalencia o rechazo de la madre a su bebé durante el embarazo.
  • Sentimientos de rabia, tristeza o dolor en la madre por problemas con su pareja, muerte de alguna persona cercana o cualquier situación de impacto emocional.Separación de varias horas entre la madre y el bebé recién nacido.
  • Un parto que la madre califica como traumático, por la duración o el miedo, o porque el niño quedó físicamente muy lastimado.
  • Anestesia en el parto o desmayo de la madre, en cuyos casos el bebé dejará de sentir su presencia, lo cual le generará un miedo extremo.
  • Nacimiento por cesárea, ya que tanto el bebé como su madre perdieron la oportunidad de vivir la experiencia de la polaridad, que va de la crisis del nacimiento a la liberación final, juntos. Problemas de cuello pueden tener como raíz las actuales cesáreas, cuyo corte es más chico y el bebé es asido por el cuello para sacarlo.
  • Casos en que una enfermera [puede ser una obstetra también] se hace cargo del niño y pasa más tiempo con él que su verdadera madre [impronta desviada]
[-Los anteriores casos generan sentimientos confusos, sentimientos adoptados como propios sin serlo-]
  • El bebé tiene que quedarse en el hospital por haber nacido prematuro o porque necesitó terapia intensiva.
  • Cuando la madre regresa a su trabajo y tiene que dejar a su hijo en la guardería o con algún familiar.
  • Cuando la madre viaja o se aleja de su hijo por las razones que sea, durante los dos primeros años de vida. En estos casos el bebé siente un "abandono" y puede llegar a a enfermar gravemente por el dolor que le produce la ausencia de sus padres.
  • Cuando la madre sufre de una enfermedad que la discapacita para ejercer su labor de madre, como por ejemplo, un derrame cerebral.
  • [Cuando la madre muere al parir o al poco tiempo del parto.]
[-Los casos anteriores tienen en común el sentimiento de abandono, al que se puede añadir la culpabilidad-]

Estas situaciones pueden lastimar y separar en forma continua a ambos, afectando durante semanas, meses y años su relación; por otro lado, debemos reconocer la impactante realidad de que nuestras futuras vinculaciones [en particular con nuestras parejas y con nuestros propios hijos] se llevarán a cabo de manera similar a la primera vinculación con nuestra madre.

Tomado de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 5: El Trastorno de Vinculación.