jueves, 25 de enero de 2018

El Hijo Primogénito

El hijo que nace primero tiene un papel muy especial, que puede ser muy positivo o muy negativo, esto es, el niño deseado por los padres pudo haber llegado a completar la felicidad de éstos. Por otro lado, puede suceder que el niño no fuera deseado o, en situaciones más difíciles, que los padres tuvieran que casarse por el embarazo no previsto de la madre. En ocasiones surgen conflictos en la pareja que pueden llevar a la separación.

Con frecuencia los niños primogénitos llegan más a consulta por problemas emocionales debido a lo que se puede denominar "derrocamiento del primogénito".
(...)
Frecuentemente cuento a los padres la historia siguiente para ayudarlos a sentir en carne propia lo que siente su hijo mayor ante la llegada del hermanito:

Imagina que un día llega tu marido con la gran noticia para ti de que va a traer a una nueva mujer a vivir a la casa. Al principio te sorprendes con la noticia, pero él te tranquiliza diciéndote que vas a estar muy contenta porque va a acompañarte, va a ayudarte en la casa, van a divertirse juntas.
Por fin llega el día en que tu marido entra inmensamente feliz del brazo de la nueva mujer; para ti, el comienzo fue desagradable, y poco a poco empiezas a sentir cambios horribles, pues todo mundo hace mucho más caso a la nueva que a ti, pero lo que más te duele es ver cómo tu marido se pasa horas con ella, la acaricia, le dice cositas amorosas al oído y no sólo eso: desde que ella llegó, él comienza a tener cambios desagradables contigo y deja de ser el marido amoroso de antes.
¿No significaría esto algo profundamente doloroso para ti? y, lo que es peor, esa mujer nunca más se irá, sino que se quedará para el resto de la vida con ustedes.
Los padres y sobretodo las madres reaccionan casi siempre con una risita nerviosa, que a mi modo de ver sirve para ocultar el impacto que esta historia les causa.
(...)

Caín, Jesús, Galileo, Lutero, Gandhi, Einstein, Hitler, Roosvelt, Mao Tse Tung, la reina Isabel y Sofía Loren vivieron la experiencia del primogénito (aunque de algunos no sabemos con exactitud si fueron realmente los primeros).

Todas las personas mencionadas vivieron la experiencia decisiva de la pérdida del lugar del hijo único y con esta vivencia maduraron para convertirse en personalidades especiales.

Su fuerza se expresa en una ambición especial, una capacidad para ser líder, un gran sentido de responsabilidad y del deber, así como seriedad y fidelidad hacia sus tradiciones y su país; sobretodo tienen una capacidad especial para soportar situaciones difíciles.

Como muestra es oportuna esta pequeña lista de primogénitos; dichas cualidades se ponen no sólo al servicio del bien sino también, en condiciones especiales, al servicio del mal.

La llegada del hermanito
[El niño sano es el que ha podido superar las etapas del desarrollo con sus necesidades satisfechas. Si llega un hermanito en los primeros dos años, las necesidades orales y de ser contenido se pueden ver afectadas por un manejo inapropiado de los padres.]

En la segunda fase del desarrollo (llamada anal) es importante que el niño haya sentido la necesidad de "separarse" de la vinculación con su madre, una vez que haya quedado satisfecho de dicha cercanía, sobretodo en el plano físico. Para lograr dicha separación, el niño debe sentirse libre para ejercer su fuerza de voluntad que generalmente se manifiesta con conductas oposicionistas hacia los padres que pueden terminar en berrinches; con ayuda de éstos es capaz de practicar su autonomía e independencia para ir poco a poco en búsqueda de su identidad del yo.

[Sin embargo, con la llegada de un hermano en esta etapa, se derrumba en el niño la esperanza de satisfacer sus necesidades insatisfechas. El niño, si pudiera hablar con claridad, diría algo como lo siguiente:]
Me duele mucho ver cada día cómo te relacionas con él, con cuanta seguridad y ternura lo cargas, qué gusto te da cuando despierta, cuánto tiempo se pasan mirándose a los ojos y sintiendo amor.
Todo eso no lo viví contigo, porque nuestra historia fue diferente, tú no sentías la misma seguridad en el manejo conmigo, tu momento de vida era otro, te sentías insegura, tuviste problemas con tu familia o con mi papá, tuvieron que casarse porque yo venía en camino. Al principio del embarazo no estabas contenta de que yo llegara a tu vida y en ocasiones sentí tu rechazo  Cuando estaba dentro de ti; todo esto lo sentí y me dolió profundamente. Poco después de que nací te fuiste a trabajar y me dejaste de dar pecho; a mí me dolió mucho tu ausencia, pues te extrañaba; en las noches llegabas cansada y yo sentía tu tensión en tu cuerpo; pero como ésta era insoportable, yo lloraba pues no era agradable para mí estar cerca de ti.
Cuando esperabas a mi hermano, una vez escuché que dijiste: Ahora sí voy a dejar de trabajar, pues este bebé lo quiero disfrutar" y veo que haces eso cada día con él, pero a mí me duele ver y sentir cada día cómo entre tú y mi hermanito fluye un amor que entre tú y yo nunca fluyó.


Ante esto se puede sugerir el "juego del bebé": La madre puede sugerir a su hijo: "Ahora voy a proponerte un juego muy especial: que eres un bebé y yo la mamá, y se vale que me pidas todo lo que quieras de bebé (chupón, mamadera y pañal)"; pero lo más importante es que la madre se sienta con tiempo y tranquilidad a cargar, abrazar o arrullar a su "bebé. Ella debe también disfrutar el juego, pues puede vivirlo como una oportunidad para recuperar aquello que faltó a ambos.

Es probable que el niño se sienta por fin libre para gatear, hablar como bebé, y hacer todo lo que haría un bebé. Si el niño pide el pecho a su madre lactante, por supuesto que se lo den, pues la reacción será: "¡Sabe muy feo!" Nunca he escuchado que una madre me platique: "Le gustó y se quedó mamando". Ofrecerle el pecho tranquilamente es quitarle para siempre las ganas y la curiosidad.

Para terminar el juego es muy importante darle al niño la consigna siguiente: "Ahora eres otra vez grande, pues ya nos vamos al supermercado, a bañar, a cenar o a hacer cosas que el bebé no puede hacer, sino sólo los niños grandes." Olvidar esta consigna implica para el niño quedarse en la etapa de bebé instalado definitivamente, lo cual no es el propósito del juego.

En esa regresión podrá recuperar lo que le faltó y así llenar poco a poco sus carencias de la primera etapa de su desarrollo.

Los padres podrían agregar también: "Puedes pedirme este juego cada vez que quieras; yo te diré si tengo tiempo y ganas; si no, te avisaré que en la tarde no puedo, pero en la noche lo haremos. También podría ser nuestro secreto y, por lo tanto, vamos a hacerlo solamente en la casa".

Al principio, el niño lo pedirá con frecuencia, pero los padres notaran con sorpresa que el juego desaparece poco a poco y que seguramente no durará más de tres semanas.

Recordar, como dijera Rincón en 2009: "La realidad es que el hijo mayor es un ser especial, porque fue el que llegó primero, quien hizo padres a los padres, y con él aprendieron todo lo que los padres primerizos tienen que aprender.

Es importante que los padres hagan sentir y notar al hijo mayor que es el hijo mayor dándole pequeños privilegios, como acostarse un poco más tarde o respetándole su lugar en la mesa. Esto hace sentir bien no sólo al mayor, sino también al resto de los hermanos que deben tratarlo con consideración y respeto por ser el hijo más grande" (p. 178).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 178.
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 20-21.