sábado, 27 de enero de 2018

Sanar el Aborto

[Nos dice Bert Hellinger:] "Hay situaciones en las que el aborto quizás sea la solución, una que, sin embargo, siempre está ligada a la culpa.

Conozco parejas cuya decisión de abortar respeto. La tomaron conscientemente, aceptando las consecuencias con una actitud de reverencia ante el hijo. Ese hijo no nato aparecía ante ellos como una persona que necesitaba y merecía ser vista. Si la decisión de abortar se toma teniendo presente al hijo no nato, con todo el dolor y toda la culpa que este acto entraña, con la plena conciencia de lo que al hijo se le exige, entonces la decisión provoca un profundo sufrimiento. Este tipo de aborto tiene una cualidad muy diferente. Afecta a los cónyuges durante mucho tiempo, pero también encierra la posibilidad de acercarlos y de profundizar su amor.

Una consecuencia importante de un aborto voluntario es que, por regla general, la relación de pareja termina. Si el aborto voluntario tiene lugar en un matrimonio, frecuentemente se acaba la relación sexual. No siempre tiene que ser así; también hay soluciones, pero si el hecho se tapa y se reprime, muchas veces lo ocasiona.

El aborto voluntario es un caso extremo de tomar y de dar: el hijo lo da todo y los padres lo toman todo. También el padre que no sabía lo tomó todo. Hacérselo saber es un deber con él."

Hellinger, sin embargo, a través de las constelaciones familiares propone la forma de curar la herida que el aborto dejó en los padres.

Esto ocurre simbólicamente. El hijo es representado por una persona del grupo, quien normalmente reporta que en ese lugar que se siente solo, abandonado y expulsado. Los padres se dirigen a él, lo tocan y le dicen palabras desde el fondo de su corazón: "Lo siento mucho; tuve la fuerza para concebirte, pro no para conservarte. Permaneces por siempre mi hijo (a), eres parte de la familia y te doy un lugar en mi corazón." De esta forma el hijo es integrado y admitido en la familia y, viéndose así, es capaz de asentir a su destino.

Todo esto sólo es posible si los padres admiten el dolor. El dolor honra al hijo y lo reconcilia con los padres. Los hijos, por su disposición fundamental, están incluso dispuestos a dar la vida por los padres. Un niño no sujeta la vida a toda costa, ya que la muerte forma parte de la vida. Para nosotros es imposible apreciar cuál será la ganancia y cuál la pérdida en todo esto. Si los padres logran ver y reconocer al hijo como persona, ver que éste entregó su vida, y si consiguen tomarlo como un regalo, llega al final la paz.


Lo que Hellinger propone como ayuda para sanar la herida del aborto en los padres es que durante un tiempo se imaginen llevando a su hijo consigo , para enseñarle el mundo, el kinder, el zoólogico, el supermercado. Después se le percibe como realmente muerto y todo puede acabar en paz.

Sin embargo, la trascedencia de un aborto no termina en los padres, sino que las consecuencias pueden ser también cargadas por los hermanos. La madre será probablemente sobreprotectora con el hijo que sigue ["pequeño tirano"], en un intento por enmendar lo que hizo; igualmente es importante que ella lo lamente para evitar que haya rabia entre los hermanos vivos; todo esto es necesario para liberar a los hermanos que sí existen.

[También un aborto posterior a un hijo vivo puede afectarle a aquel. Veamos un caso:]

Roberto era un niño de siete años que fue traído a consulta por su madre, quien tomó la decisión de abortar al hijo que esperaba después de Roberto. La relación de los padres terminó y acabaron separándose.

Impresiona la forma tan clara en que Roberto proyecta su mundo interno a través de las historias que cuenta en su estudio psicológico. La historia del árbol refleja un salto de su inconsciente, al mencionar en un contexto completamente diferente el aborto realizado por su madre, del cual obviamente él no tenía ningún conocimiento [consciente]:

"El árbol estaba naciendo, unos niños le echaron veneno por eso las manzanas están envenenadas. Había alguien que estaba embarazada. Para que se le cierre la herida que acababa de hacerse para que le saquen al bebé, todos comieron y se murieron; sólo había un soldado y una mujer, ellos cortaron el árbol, se comieron la manzana, la escupieron y sobrevivieron. La mujer se comió una y se hizo hechicera, les dio veneno a todos y ya no había nadie en el mundo. Nació otro árbol, lo cortó y explotó la Tierra."

Los secretos son muy perjudiciales en una familia, sobre todo los que tienen que ver con el hecho de excluir o a sacar a alguien del sistema familiar negándole el lugar que le corresponde en el corazón de los familiares. Solamente puede ser secreto lo que una pareja guarda entre sí, como por ejemplo su sexualidad o un aborto. Esto pertenece solamente a la pareja y a nadie más, los [niños]* no deben saberlo.
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* En el original dice "los hijos", pero en nuestra experiencia clínica, el que un adulto conflictuado puede tener información sobre las pérdidas y abortos suele serle útil para comprender ciertas vivencias y hacer duelos pendientes, desde la actitud de no juicio. En cambio "los niños" no deben saberlo, puesto que debido a su edad y a su nivel de comprensión les acarrearía una carga extra innecesaria. En este caso son los padres a quienes les corresponde la carga, la responsabilidad y la solución de lo que esté afectando a los miembros de la familia. (Nota propia. WOM).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, pp. 200-203. 224.