jueves, 18 de enero de 2018

La Terapia de Contención

El etólogo inglés Nico Tinbergen ha comprobado que el ser humano tiende a huir y a alejarse del contacto ante una situación en la cual se siente inseguro o amenazado. Esto se evidencia en las consecuencias de un apego primario fallido, tanto en bebés, en relaciones de pareja o en los duelos no resueltos. La Terapia de Contención es una alternativa para ello, busca que se aprenda el relacionarse sin huir o aislándose del momento difícil, sino con una confrontación/afrontamiento directo y cercano: Es como decir: "Tú y yo, a pesar de que nos queremos, sentimos con frecuencia mucha rabia en nuestra relación que no nos expresamos abiertamente, por eso tampoco podemos sentir ni expresarnos el amor abiertamente."

La Terapia de Contención trabaja el instinto de huida cuando se siente rabia hacia otro ser, cuando la ambivalencia afectiva invade la relación y los sentimientos de aversión son más fuertes que el amor. (p. 22, 2009)

El niño autista es incapaz de aprender por aproximación y exploración. La exploración sólo se puede dar en una situación de seguridad extrema. Como lo que queda es el aprendizaje por enseñanza, el ambiente, los padres, educadores y terapeutas caen en la trampa. Tratan de enseñar y habilitar funciones sin dedicarse a modificar el núcleo autístico: el pánico. Esta terapia pretende tocar dicho núcleo, activarlo y que el niño y su madre, juntos, hallen su resolución, instalando la experiencia de seguridad. y confianza.

La Terapia de Contención se lleva a cabo con la presencia y guía experimentada del terapeuta de contención especializado. Esta terapia surgió en los 70´ de manos de Martha Welch, como una manera de ayudar a niños autistas a establecer vínculos con sus padres y luego se ha ido extendiendo su uso a otras dificultades, considerando que la falla en el apego temprano las genera*. Jirina Prekop es la terapeuta más representativa actualmente, y también podemos mencionar al médico argentino Carlos Wernicke (http://www.holismo.org.ar/).

En general se recomienda acudir siempre con la pareja, de modo que el padre pueda comprender el dolor, el miedo, el sufrimiento que ha venido sintiendo la madre en su relación con el hijo y que se exteriorizaba de múltiples maneras (Sin embargo, sólo un 15% de los papás varones continúan participando en el tratamiento. El resto sólo llega hasta el momento del diagnóstico inicial).

Los padres (ambos) deben tener claro que a la sesión sólo pueden llevar los sentimientos que se refieren al hijo con el que asistirán, dejando de lado asuntos pendientes con otras personas, como padres, pareja, otro hijo, etc. Como esto último es bastante difícil, es importante y mejor resolver primero los asuntos pendientes individuales y familiares, para desimplicar al hijo (p. 175s, 2009)].

Sólo cuando la madre ha podido enfrentar su dolor frente al padre de su hijo, podrá decirle a éste último en la fase final de la contención: "tu papá y yo dejamos de ser pareja pero nunca dejaremos de ser tus padres y nos puedes amar a los dos. Amo a tu padre en ti, me gusta lo que tienes de él: tus ojos grandes, tu habilidad para los deportes y tu simpatía".

De esta manera el  niño podrá sentirse completo, pues puede llevar a ambos padres en su corazón, esto le dará paz y fortalecerá su identidad. (p. 181, 2009)

Por todo esto la Terapia de Contención, como proceso terapéutico integral, implica una serie de pasos, dependiendo de la gravedad y ramificaciones del síntoma, que buscan liberar emociones y sentimientos en los padres, para que no irrumpan en la sesión del hijo. Además, de esta manera la madre (y el padre) pueden pasar por la experiencia de ser contenidos, lo que facilitará que luego puedan contener. Si el padre no está disponible, una amiga/o u otro pariente cercano pueden ayudar a contener pues las emociones intensas tienden a generar un vínculo de dependencia en el que el terapeuta no debe verse involucrado. Las amistades o parientes nunca representan al padre o a la madre de la persona contenida, sólo prestan sus cuerpos como pantallas de proyección (p. 104, 2008).

A continuación exponemos los pasos en la Terapia de Contención, en términos ideales, tal como lo propone el Instituto Prekop de México:]
  1. Sesiones preparatorias, donde se recogen la información relevante, se realiza un psiodiagnóstico del niño (p. 124), se informa sobre la forma del tratamiento, se aclaran cuestiones sobre como se da el trastorno del apego, sobe la superación de la culpa, etc. Éstas son, al menos, unas tres sesiones.
  2. Sanación del Niño Interno de la madre (y del padre). Una o más sesiones.
  3. Constelación Familiar. Como una constelación no está diseñada para la catarsis, y a veces esto es necesario, se sugiere realizar:
  4. Sesión de Contención para la reconciliación con los padres vivos o muertos Una sesión por cada progenitor (cuando sea necesario).
  5. Sesión de Contención para la reconciliación con la ex pareja (de ser necesario).
  6. Curso PET (padres eficaz y técnicamente preparados), para establecer nuevos patrones de comunicación y aceptación emocional.
  7. Sesión o sesiones de Contención con el hijo. El número de sesiones de contención depende de cada caso, oscilando entre una y diez (p. 175, 2009).
  8. Extender las sesiones de contención a los demás hijos.

Las sesiones de contención pueden durar hasta tres horas. Luego de la sesión de contención los padres deben implementar la actitud de "contención" cuando surjan las dificultades con su hijo e incluso podrían implementar "sesiones" en casa (p. 125s, 2009).

Como podemos ver, la terapia comprende un promedio de 20 a 40 horas de trabajo, como mínimo, sin contar el curso PET; y una fuerte dosis de motivación (por la forma en que se desarrolla, como veremos más abajo).

(p. 91).
Una sesión tipo
Quitándose los zapatos, los participantes se acomodan sobre una colchoneta (p. 131, 2009). En el caso de bebés y niños pequeños puede sentarse el padre tras la madre para que ésta se recargue y sienta el apoyo en su espalda, pero en otras ocasiones las madres prefieren que su propia madre las acompañe.

La terapeuta apoya y anima a la madre para acompañar a su bebé [o niño] durante la crisis. Los padres pueden despedirse de los pensamientos inquietantes que se refieren a su culpabilidad respecto al sufrimiento de su hijo. Incluso, si el niño está muy tranquilo, habrá que estimular su enojo con algo cualquiera (p. 191, 2009)

La madre abraza a su hijo y deja que su cabecita se recargue cerca de su cuello, para que el cuerpo del bebé quede completamente volteado al de ella;  de esta forma, podrá soltarse por completo en los brazos protectores de ella. Si es un niño que ya entiende las palabras, la terapeuta le explica que se está allí para sanar la relación, que no está permitido escupir, patear, morder, pegar y pellizcar; que la mamá lo abrazará fuerte y no lo soltará hasta que saque todo lo que le atormenta. Luego la terapeuta pide a la mamá que, mirando a os ojos a su hijo, le diga todo lo que le molesta de él. Y luego el niño hará lo mismo. (p. 131s, 2009). Cada uno debe decir por qué se enoja cuando el otro se porta de determinada manera (no hay discusiones ni justificaciones). La madre debe ayudarlo a expresar su rabia también hacia otras personas: compañeros del colegio, hermanos, etc. En el caso de una sesión entre adultos, se advierte que la expresión de la agresividad física se puede hacer pero sólo sobre la colchoneta o un cojín.

Los brazos y manos deberán estar "guardados" entre el cuerpo de la madre y el del bebé, ya que "abiertos" dan a éste una sensación de desprotección y tensión (...) Una vez que los brazos y piernas están bien envueltos y que la madre lo sujeta contra sí con su abrazo lo suficientemente intenso, el niño podrá dejar salir sus sentimientos profundos e inmediatamente empezarán a salir sus primeras lágrimas.

En los primeros minutos, el bebé/niño comenzará a expresar su dolor llorando con intensidad. Cuanto más fuerte llore, más se despertará en la madre su instinto de protección. La sensación de falta de seguridad en el bebé desaparecerá, y la madre lo cargará más cercana e íntimamente, de esta forma, el pequeño se sentirá pronto liberado; además, el dolor de la separación se reduce y la vinculación comenzará a renovarse de inmediato.

En el caso de niños más grandes, el niño jurará ser buen niño en adelante, halagará a la mamá, dirá que ya está bien, que ya pueden acabar; y es cuando hay que insistir para que lo que se teme salir salga de una vez por todas (p. 191, 2009). Incluso si el niño se hace pipí o popó no hay que soltarlo ni detenerse (2009, p. 213)

Con ciertas preguntas la terapeuta les ayuda, a la mamá y al niño, a despertar la empatía hacia el otro y de esta manera se favorece, no sólo la expresión de sentimientos, sino también el desarrollo del pensamiento lógico en el niño, apelando también a su comprensión.

Frecuentemente la madre llora, ya que también ha sufrido con su hijo. Se siente conmovida al darse cuenta de la profundidad del dolor de éste. Probablemente hasta ahora entiende el impacto de lo sucedido en el parto, de modo que llora con su bebé por la separación no deseada, por el parto prematuro o por las posibles aunque necesarias y dolorosas acciones médicas. Es probable que hasta ese momento se dé cuenta de la presión que ha implicado vivir con un bebé recién nacido desvinculado de ella.

También las lágrimas de la madre son bienvenidas, ya que los bebés pueden relajarse en la medida en que ella se libera con las lágrimas de los sentimientos que no había expresado. A todos los niños les hace bien disfrutar la convivencia con su madre y verla y sentirla expresar sus sentimientos auténtica y sinceramente. Éste es un paso en la relación renovada.


Jirina Prekop acompañando una sesión


Cuando la madre contiene a su bebé al tenerlo en sus brazos sin distraerse, ofreciéndole íntegramente para el consuelo de su hijo, notará con asombro que en pocos segundos el llanto se vuelve muy intenso. Esto puede asustarla momentáneamente: lo que sucede es que el bebé se siente por primera vez seguro para llorar de manera profunda el bloqueo y el dolor por la separación. Cuanto más intenso es el llanto del bebé más profundamente expresa éste su dolor y con más rapidez terminará la sesión.

Desde una simple insatisfacción o irritación, el llanto puede convertirse en poco tiempo en fuertes alaridos de pánico.

Durante el proceso de la contención, el bebé puede acercarse a un profundo dolor de su "pasado" y entonces volverá a sentir el enojo, el abandono o el dolor de la situación original. En esta ocasión puede dejar salir sus sentimientos, pues también se siente impotente o abandonado como en la situación original. Auténticamente vuelve a vivirlo, pero ahora puede darlo a conocer a sus padres.

Para finalmente exteriorizar ese profundo pánico del pasado, el niño necesita la contención segura en los brazos, así como la aprobación sin límites de sus padres para poder llorar.
(...)
Observamos que el bebé quiere relajarse, pero con la repetición del recuerdo del dolor el llanto vuelve a surgir. A esta fase pertenece el dolor profundo, que el niño siente al comienzo de su vida; entonces el bebé regresa varias veces al recuerdo doloroso hasta que éste desaparece por completo y comienza la relajación.

El bebé se "pega" tranquilo y relajado al cuerpo de su madre aunque todavía solloza un poco en intervalos; así frecuentemente el bebé se queda dormido o podrá tener por primera vez en su vida un contacto visual intenso con su madre y su padre, si éste está también sentado atrás de la madre.

Ese contacto visual es un premio para ellos, pues con probabilidad es la primera vez que tienen al bebé íntimamente en los brazos sin que éste se defienda o quiera voltear el cuerpo. Los padres se sienten cercanos y unidos a su hijo, él corresponde el contacto visual y ellos comprenden sus señales.

El dolor por la separación fue por fin expresado en su totalidad y está fuera del cuerpo, de manera que hay espacio disponible tanto en la madre como en el bebé, para que "el amor pueda fluir".

En esta última fase se acuesta al niño arriba de la madre y se le pide a ella que le cuente lo lindo que era cuando lo estaba esperando y lo tenía en su vientre. Los niños escuchan con un profundo interés esa parte de su historia, hacen preguntas y se ríen cuando la madre le cuenta cuando "sacaba" el codo, y a ella se le hacía un pico en la panza, o cuando, más grandecito, se batía las espinacas en la cara. (p. 21, 2009)

La situación de "contención" es un estado natural entre la madre y el hijo recién nacido; cuando esta situación se convierte en terapia tiene por objeto enseñar a la madre lo que es "natural", esto es, recordarle que tiene un instinto materno dentro de ella y que debe confiar en él.

El trabajo del terapeuta de contención consiste en ayudar a la madre a verbalizar su miedo y desconfianza, para que pueda liberarse de los sentimientos dolorosos que vivió con su bebé y posteriormente sea capaz de dar a a su hijo lo que necesita, así como sentirse segura de que es la mejor madre del mundo para su hijo.

El terapeuta ayuda a la madre a que aprenda a tener un diálogo con su hijo, a mirarlo largo rato a los ojos y a confiar en que todo lo que necesita su hijo puede dárselo ella: el alimento, la cercanía, la calidez, el ritmo cuando lo mece, [el reflejarse mutuamente], entre otras cosas.
(...)

Testimonio de una madre luego de terminar la sesión (p. 56):
Después nos dejaron solos a mi esposo, al bebé y a mí y nos quedamos abrazados largo rato los tres y había una atmósfera de amor muy linda.
Pasaron los días y yo me sentí liberada, feliz y ligera. Creo que la tristeza era un muro invisible que nos estorbaba a mi bebé y a mí. Algo muy importante de lo que me di cuenta fue que antes del abrazo siempre me refería a Memo (su hijo) como "pobrecito bebé porque vomitó", "pobrecito, ya se despertó" y me la pasaba "pobreteándolo", y yo creo que eso le hubiera causado daño a la larga...
Esta experiencia nos unió aún más a mi esposo y a mí, pues compartimos un dolor muy profundo y sólo nosotros sabíamos lo que sentíamos, y no dejamos de apoyarnos un solo momento. El hecho de que él me acompañara durante el abrazo también fue importante, pues me vio en un momento frágil despojada de cualquier máscara viviendo mi dolor de madre.
(...)
La observación clínica pone en evidencia que el completamiento de la experiencia del parto, interrumpida por la cesárea, o la expresión del dolor o el enojo producto de intervenciones agresivas antes, durante o inmediatamente después del parto, generan un cambio actitudinal en el niño, en la madre y en la relación. La irritabilidad, el aire melancólico, el sueño desordenado, la demora en el control esfinterial, las manías, tienden a desaparecer en poco tiempo; y la expresión abierta y franca de lo que se siente fluye naturalmente. (Rincón 2008)

Otra mamá dice:
Hoy las contenciones en casa duran 15 o 20 minutos, a veces solamente expresan tristeza, y estas sesiones son parte de la depuración constante de nuestra relación madre-hijo. En ocasiones, cuando vamos en la calle y vemos a un niño hacer berrinche, mis hijos comentan: "Mira, ese niño tan enojado, su mamá debería hacerle el abrazo de la rabia". (2009, p. 127)

Conclusión:
La Terapia de Contención promete ser una alternativa de solución complementaria para los trastornos derivados de un apego temprano fallido. El tiempo de duración se encuentra dentro de los tiempos de la mayoría de terapias en la actualidad. Sin embargo, siendo algo ruda en su aplicación, habrá que evaluar si es una buena opción habiendo otras terapias más suaves e igual de efectivas. Específicamente en los trastornos de espectro autista es posible que valga la pena usarla, siendo que otros tratamientos sólo ofrecen resultados a nivel conductual y sensorial, y poco o nada en lo emocional. Trabajar ambos aspectos siempre es importante en cualquier tipo de problemática psicológica.

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* No confundir con Attachment Therapy, inspirada en Robert Zaslow, y desarrollada en el contexto de niños adoptivos. El Attachment Therapy ha cobrado vidas y generado más trastornos por su carácter abusivo.

Referencias Bibliográficas:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 7: La terapia de contención para recién nacidos.
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop.
WEB: http://www.childrenintherapy.org/index.html (página dedicada a proteger a los niños de terapias peligrosas, sobretodo de Attachment Therapy)