lunes, 18 de diciembre de 2017

Psicogenealogía de Jesús (2)


LAS MUJERES-ANCESTRO DE JESÚS
Luego de los tres patriarcas, resaltan las cuatro mujeres mencionadas en su genealogía: Tamar, Rajab, Rut y Betsabé. ¿Qué necesidad había de mencionarlas? Todas ellas tienen en común el ser extranjeras.  ¿Qué otro mensaje hay detrás de su mención? Veamos en qué estuvieron implicadas.

Judá tuvo un hijo, Er, que murió sin dejar descendencia. Según la costumbre judía, el hermano que le sigue debe convertirse en marido de la cuñada para darle descendencia al hermano muerto. Pero Onán, el hermano, no quiso darle descendencia. Entonces Tamar, que así se llamaba la viuda de Er, con engaños logró concebir de su suegro Judá. Y tuvo mellizos: Peres (Fares) y Zéraj (Zara). (Gn 38, 6 – 30). Peres significa "el que se abre brecha", porque aunque Zéraj sacó la mano primero, Peres nació en primer lugar.

"Salmón engendró, de Rajab, a Booz". Rajab fue una prostituta extranjera que ayudó a los israelitas a tomar la ciudad de Jericó. Tómese en cuanto que desde el punto de vista de los jericoanos sería una traidora (Jos 2,1ss).

Booz desposa a Rut la moabita (cfr. Rut), aunque Obed, su descendiente, es legalmente hijo de Kilyón, el esposo muerto de Rut, el cual al parecer era infértil pues tras diez años de matrimonio murió sin dejar descendencia. Obed engendró a Jesé y éste a David, quien gobernó sobre Jerusalén 33 años (ojo con este número: la edad que vivió Jesús).

David engendra a Salomón con la que fue mujer del general  Urías, Betsabé. Aunque Salomón nace dentro del matrimonio, su hermano es hijo del adulterio y razón de la muerte de Urías, por encargo de David.

Entonces alrededor de las mujeres del clan de Jesús tenemos: incesto y esterilidad otra vez, prostitución, traición, adulterio y asesinato. Y el que todas ellas sean extranjeras.

CONCEPCIÓN, GESTACIÓN E INFANCIA
La tradición de la iglesia católica señala que los padres de María, Ana y Joaquín, tenían una avanzada edad y no albergaban esperanzas de tener descendencia, pero milagrosamente Ana se quedó embarazada de María. A su vez, Zacarías e Isabel corrieron una suerte similar a la de Ana y Joaquín. Considerando que Jesús y Juan Bautista eran primos, vemos que estamos también frente a repeticiones genealógicas, de una familia en la que grandes secretos y un cúmulo de cargas clamaron tanto por salir a la luz que produjeron dos hombres santos. Dos hombres cuyas vidas fueron consagradas a Dios. De Juan Bautista se sabe que “vivió en el desierto”, es decir que fue encargado probablemente a los esenios. Jesús debe haber corrido suerte parecida, pero sin separarse de la vida cotidiana (Larrañaga, 1989).

Concebido en la etapa de noviazgo, durante el período de tres meses en que su madre fue a visitar a su prima Isabel, -¿y qué oculta esta misteriosa concepción?- Jesús recibe un primer impacto de rechazo ¿Cuáles son las vivencias de María en este período, cómo vive su gestación? María debe estar preocupada: ¿qué dirá José cuándo se entere? ¿Qué pensará José de mí, que dirá mi familia si me deja? ¿Y si decide repudiarme? El repudio, si se hacía público, acarreaba el apedreamiento.

José, al enterarse, decide romper el compromiso sin llamar la atención. Pero también oye la Voz: “El niño viene a salvar, llámalo Jesús”. Y de esta forma acepta ser su padre adoptivo.

Jesús es una variante del nombre Josué. Hoshea era el asistente de Moisés y fue el que se encargó de hacer entrar a la tierra prometida a los israelitas. Moisés le cambió el nombre por Josué: “YHVH salva”. (Nm 13, 16). Pensemos en la elección del nombre: ¿De qué les salva a María y a José? ¿De qué o a quién debe salvar de la familia? Estas son preguntas que obedecen al proyecto-sentido de aquel niño, a los propósitos inconscientes de su concepción.

Tras nacer en Belén en un establo, Jesús sigue viviendo bajo la zozobra y  amenazas contra su vida, esta vez por parte del gobernador Herodes. Él y sus padres tienen que huir a Egipto porque hay orden de que debe morir. Sus primeros años de vida los vive como extranjero. ¿Cómo marca su vida sentirse amenazado?, ¿ser extranjero en tierra extraña?

Al retorno de la familia a Galilea la biblia nos muestra a un Jesús que da signos de hipermadurez, habla como adulto con los adultos. ¿Quizá como resultado de tener que lidiar con sus hermanos mayores, los hijos de José? ¿Quizá como resultado de contrarrestar los sentimientos de indefensión, desarrollando su intelecto? Aprende el oficio de carpintero de José, y recorre los poblados alternando con escapadas a la soledad del desierto para sus meditaciones. La tradición dice que aun siendo adolescente pierde al hombre que lo cuidó. Sin padre y sin papá, toma a Dios por Padre y hace suyas la promesa hecha a Josué: “Sé valiente, sé fuerte, yo estaré contigo” (Jos 1, 9)

Si volvemos nuestra mirada a lo vivido por sus ancestros y repasamos lo vivido por el hijo de María y José, tenemos que;
  • ·         Sus abuelos eran estériles. Jesús mismo no tiene hijos.
  • ·         Sufre miedo de morir (gestación y primera infancia).
  • ·         Vive como extranjero.
  • ·         Defiende a la mujer adúltera y a la prostituta.
  • ·         Es traicionado.
  • ·         Es condenado a morir.

El sentido de la vida de Jesús es el salvar, cargando con los pecados de todos: incesto, cobardía, robo, prostitución, traición, asesinato, fornicación, adulterio, idolatría. Como Josué, conducirá a la gente a una nueva vida. También debe reparar una larga tradición de poco aprecio a las esposas: Sara, Rebeca, Lía ¿Esto dificultó que estableciera una relación tempranamente? ¿Por esto revalora a la mujer, teniendo discípulas en una época donde era mal visto esto?

Llevaba consigo también, las huellas del rechazo, pero a él le sirvieron de impulso, fue su factor de resiliencia. Lo que le hizo compasivo. Lo que lo preparó para enfrentar el final de su destino.

Podemos atisbar la crianza de Jesús tomando en cuenta la de Jiddu Krishnamurti. Éste fue identificado como el avatar de esta época por un grupo de esoteristas, quienes lo criaron y educaron para la realización de su misión. Por lo que conocemos actualmente de la vida piadosa de los judíos del primer siglo, es muy probable que Jesús haya sido tomado a cargo por los esenios para cumplir una misión con la que se fue identificando poco a poco: “soy descendiente del Rey David, mi nombre es Jesús, soy el Salvador, quien hará entrar al mundo a la tierra prometida, no tengo padre ¡mi padre es Dios mismo!, soy el Siervo de YHVH, el despreciado y ensalzado (Véase los Cantos del Siervo de YHVH en Is 42, 49 y 50). Si pago el precio, YHVH me dará descendencia y alargará mis días” (Is 53, 10).
 
La Ascensión, Salvador Dalí, 1958
Fuertemente identificado con su misión, emprende su predicación alrededor de los 30 años, la que durará hasta los 33 años (33 años gobernó David sobre Jerusalén). Número significativo, pues oculta el simbolismo de la evolución espiritual. Está listo para dejar su identidad cuando a integrado sus bases, el de donde proviene, su Columna (la columna vertebral tiene 33 huesos, y allí están codificados los valores y creencias de nuestros ancestros, nuestros cimientos).

Es el chivo expiatorio y a la vez el chivo del sacrificio (Lv. 16), el que carga y se lleva los pecados y el que con su sangre los paga. En terapia familiar se usa la expresión “chivo expiatorio” para indicar a la persona que hace el síntoma familiar, quien carga con los secretos. Jesús no solo ha cargado con los secretos y las vergüenzas, sino que decide llevarlas a su fin con su muerte. El hijo que se sacrifica para agrado de su padre (como Isaac). Pero su simple muerte física sólo haría perpetuar el secreto para la siguiente generación. Lo que hará la diferencia es la muerte de su identidad: sabiendo de donde viene puede elegir a donde va. Se le ha prometido: “si te das en expiación, verás descendencia y se alargarán tus días”.

No perdamos de vista que, por su don de gentes y su capacidad para curar, debió ser formado por los esenios o los terapeutas, dos grupos conocedores de las leyes que rigen el orden cósmico, lo espiritual, lo psíquico y lo físico. Dicho esto, es posible que preparase su muerte clínica – simbólica para resurgir a una vida nueva, libre de las ataduras de su árbol genealógico. Con un nuevo nombre y destino. La realización de su misión exterior e interior. El cumplimiento de la profecía y su trascendencia. Había cumplido las profecías, pagado el precio, ahora era libre de vivir su propia vida... (¿éste es el secreto del Santo Grial?)

Jesús, hijo de madre adolescente, hermanastro, hijo adoptivo, huérfano, fiestero, hombre de oración y soledad, respetuoso de las leyes humanas, radical en las leyes espirituales, bueno con los niños, experto en curar el cuerpo y el alma.

Habiéndole enfatizado como el Hijo de Dios, hemos perdido de vista que, como le llamaba Marcos, él es, sobre todo, “el Hijo del Hombre”. Es su plena humanidad la que lo eleva a ser uno con la divinidad. Es el reconocimiento de nuestros orígenes, de nuestra plena humanidad, con sus aciertos, errores, vergüenzas y orgullos. Que nadie es perfecto, que ninguna familia es perfecta o, mejor dicho, que todas las familias son perfectas en su imperfección. Y es todo esto lo que hace posible que logremos ser humildes, compasivos y espiritualmente encarnados.

El legado de su genealogía es, a mi parecer, uno de los mayores aportes de la Buena Nueva. El simbolismo que acompaña su vida es un mensaje codificado para todos aquellos dispuestos a recorrer su propio camino, no para ser como él sino, como era su deseo, "para hacer cosas mayores que él".

Referencias:
Abraham, K. (1961, 1909). Estudios sobre psicoanálisis y psiquiatría. Buenos Aires: Hormé - Paidós.
Biblia de Jerusalén. Bilbao: Descleée de Brouwer.
Corbera, E. (2010). Tratado de biodescodificación. Barcelona: Vedrá.
Hellinger, B. (2001). El manantial no tiene que preguntar por el camino. Buenos Aires: Alma Lepik, p. 359.
Larrañaga, I. (1989). El pobre de Nazaret. Bogotá: Paulinas.
Ojeda, W. (2016). Y fui arrancado al tercer cielo. El papel de la modificación de la conciencia para recuperar la salud. Solaris N° 1 Vol. 1, pp. 67-75. Lima: NIOS.
Schonfeld, H. (1977). El complot de Pascua. Barcelona: Grijalbo.
Wallace, I. (1972). La Palabra. Barcelona: Planeta.

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El presente texto ha sido publicado en: Ojeda, W. (2017). El árbol genealógico de Jesús como modelo de evolución espiritual. Solaris. Año 2 N° 2, pp. 83-90. Lima: NIOS.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Psicogenealogía de Jesús (1)

Walter Jesús Ojeda Murguía[1]

Un hombre predica en Judea. Atrae multitudes. Fascina a hombres, mujeres y niños. Cuenta historias, habla de forma sencilla, clara y a la vez contundente. Los abatidos encuentran consuelo en él, los enfermos se curan, los necesitados de dirección, la encuentran. Y éste hombre sabe que su destino es ser el cordero llevado al matadero...

¿Quién es Jesús y cuál es su Destino?
Tamaño atrevimiento pretender contestar esa pregunta. La figura de Jesús ha estructurado la cultura occidental e influenciado a casi toda la especie humana. Así que sólo nos centraremos en los datos bíblicos para dar una lectura transgeneracional a su vivir y actuar. Pero primero expliquemos desde donde miramos.

En las últimas décadas ha venido acumulándose y configurándose información de cómo las vivencias de nuestros ancestros nos determinan. Allí dónde pensábamos que éramos libres para decidir, cada vez se hace más evidente que en realidad estamos llevando a cumplimiento programas de acción desarrollados por otros, acatando mandatos familiares, prosperando o enfermando por lealtad familiar. No tan sólo por las influencias de nuestra familia nuclear o la extensa, sino por antepasados que ni siquiera hemos conocido. Desde las intuiciones de Freud y Jung, pasando por los datos de terapeutas familiares y el guion de vida de Berne, hasta llegar a Anne A. Schutzenberger y su sistematización del árbol psicogenealógico, los aportes de Jodorowsky, Hellinger y las escuelas francesas de  Biodescodificación, hemos vuelto a encontrar la influencia de los ancestros, tan respetados por culturas más tradicionales.

El Destino es el resultado de asuntos inconclusos del pasado, actualizados para ser reparados o resueltos, de expectativas de lo que somos capaces de lograr o no. Desde esta perspectiva queremos reflexionar bajo qué influencias estuvo Jesús. No por nada El Nuevo Testamento empieza con su genealogía. Ella nos permite conocer al Hijo del Hombre, al ser humano inserto no sólo en una realidad histórica sino sobre todo en una realidad familiar, de mitos, creencias, emociones y sueños transmitidos.




LOS PADRES FUNDADORES
La genealogía de Jesús, según es narrada por Mateo, comienza con Abraham, Isaac y Jacob, los tres grandes patriarcas del judaísmo. Veamos que dicen sus vidas.

Abram, hijo de Téraj, tiene dos hermanos: Najor y Harán. El padre de Téraj se llamaba Najor. ¿Por qué darle el nombre de su padre a su segundo hijo? Quizá Abram no era un hijo esperado. Esto podría explicar la actitud desapegada de Abram, su falta de interés en tener descendencia, la laxitud con respecto a hacer respetar a su esposa, y su disposición a obedecer el matar a su propio hijo. Parece ser que Abram reactualizaba su propio drama gestacional, que habría implicado un intento de abortarlo.

He explicado antes (Ver Ojeda, 2016)  que ante una situación de extrema crisis el diseño biológico activa experiencias de luz y de escucha de voces que nos advierten, guían o transforman. En este contexto: Dios. Así que Abram debía de estar viviendo una profunda crisis cuando Dios se le revela diciéndole: "por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra". Entonces aquel le levanta un altar cerca de Betel, conocida también como Luz.

Pero la promesa tenía un obstáculo o, más bien, la promesa era la respuesta a su crisis: Abram se había casado con su hermana por parte de padre, Sara (Gn 20,12), quien era estéril, y sólo pueden concebir cuando Dios le cambia el nombre por Abraham -padre de multitudes- y así cambia un destino de infertilidad a uno de fecundidad. Primero tiene un hijo con la esclava de Sara  y luego puede tenerlo con ella (Gn 12, 7s). Este dato es un buen ejemplo de como la experiencia de paternidad desbloquea en muchas personas los impedimentos para concebir. Téngase en cuenta que antes de las promesas Abram no había mostrado interés en tener descendencia  -Sara ya había pasado la menopausia y él era diez años mayor que ella- (Gn 17, 17). Sin embargo, tras la muerte de Sara, toma una nueva mujer y tiene más hijos, lo que evidencia su cambio de actitud frente a la paternidad.

Otro aspecto importante en Abraham es que estuvo dispuesto a matar a su hijo porque Dios (la Voz) así se lo ordenó. Hellinger (2001) cuenta una historia al respecto:

Un hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, que decía: "Levántate, toma a tu hijo, a tu único y bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto".
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Levantó al niño, lo llevó al monte, [lo hizo cargar los leños,] construyó un altar, le ató las manos al niño y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero en ese momento oyó otra voz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.
¿Cómo mira el hijo al padre?, ¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?, ¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?, ¿Y cómo Dios -suponiendo que exista- los mira a ellos?

Preguntas similares podemos hacernos respecto a Sara: ¿cómo mira esta mujer a su marido, que la hace pasar por su hermana y que permite que la elijan por mujer ante el temor (real o fantaseado) de que lo maten para quedarse con ella? (Gn 12, 10-20 y Gn 20).

Finalmente, señalemos algo más respecto de Abraham. Él no desea que su hijo Isaac se case con una extranjera, sino con alguien de su propia familia. Le encuentra a Rebeca, nieta de su hermano Najor y de Milká (hija de Harán, el otro hermano de Abram. Se habían casado tío con sobrina). También ella es estéril. Tras invocar a Dios engendra gemelos. La necesidad biológica de engendrar gemelos es tener una reserva por si muere uno ¿El temor de que Dios vuelva a pedir sacrificar a uno de sus hijos?

Isaac también recibe la promesa de Dios de que "por tu descendencia se bendecirán todas las naciones". Y también Isaac tiene que ir a otra nación y hace pasar a Rebeca como su hermana, con la misma justificación que su padre. (Gn 26, 1-11)

Isaac y Rebeca engendraron a Esaú y Jacob. Pero ¡oh sorpresa! también ella es estéril. Tras invocar a Dios engendra gemelos ¿Qué necesidad biológica o psíquica hay en engendrar gemelos? Por si muere uno se conserve el otro ¿El temor de que Dios pida sacrificar a uno de sus hijos? Y también uno de ellos recibe un programa para manifestar en lo físico y el otro para manifestar en lo mental.

Isaac y Rebeca engendraron a Jacob (que significa "suplantador") y Esaú. Jacob es el segundo y el preferido de su madre. Le gusta estar en casa. A diferencia del mayor, quien gusta de cazar y de la preferencia del padre. Esaú se casó con extranjeras, trasgrediendo las reglas de la familia de casarse con los de su misma tribu. Y cuando Isaac planeaba bendecirlo, antes de su muerte, Jacob, a instancias de su madre, lo suplanta. Ya antes le había cambiado la primogenitura por un plato de lentejas. Ya desde su gestación Dios había dicho que "el mayor servirá al pequeño". Jacob se queda con toda la bendición (es decir con todo) y Esaú queda como siervo de él, y "a vivir de la espada" (la biblia de Jerusalem señala: "de la rapiña"). Ojo que éste era el destino original para Jacob.

Entonces Jacob, con engaños, se apropia de la primogenitura y la bendición paterna. Se enamoró de la hija de su tío materno, Raquel, pero primero se vio obligado a casarse con la hermana mayor Lía. Raquel era estéril y sólo después de tener hijos a través de su esclava es que pudo concebir a José (Gn 30, 22ss). Dios también bendice a Jacob: "por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra".

Jacob tuvo doce hijos. Con Lía, tuvo a Rubén, el primogénito, quien cometió incesto con una de las mujeres de su padre. Esto hizo que su primogenitura pasara, en la práctica, a manos de Judá, el cuarto hijo de Lía (que en numerología genealógica corresponde al número 1). Entonces vemos que de la esposa menos preferida, surge el hijo líder (Judá da la voz para que vendan al hijo amado de la mujer amada, José). Jesús no desciende del hijo amado, sino de su opuesto.

Hasta aquí resaltan los siguientes aspectos:

Incesto y esterilidad en tres generaciones continuas. Karl Abraham (¡curiosa coincidencia!) señala que quienes no han podido madurar y ver a sus padres como adultos, sino que permanecen sumisos a ellos y apegados fuertemente a la familia y sus valores, presentan dificultades para la exogamia, por lo que permanecen solteros o se casan entre parientes. La esterilidad, y el celibato como medio de no perpetuación, es una respuesta a la acumulación de vivencias consideradas pecado, o sentir el mundo como extremadamente peligroso.

Cobardía. Tanto Abraham como Isaac anteponen su propia seguridad a la de sus esposas. Cuando vuelven ellas a su lado, es muy probable que se sintieran con inseguridad y/o con rencor. ¿Y ellos? Es usual que ante la propia culpa y la vergüenza se actúe proyectándola en forma de recriminación. El filme Una propuesta indecente, de Adrian Lyne, ilustra magistralmente este mecanismo.

Vivencia de amenaza de morir. Evidente en Isaac y sospechada en Abraham. Determina una profunda desconfianza básica. Tener gemelos expresa esa falta de confianza en la Vida: “hay que hacer dos para asegurarnos”.

Irrespeto a la Jerarquía. Como expresa Hellinger: “Los que llegan primero tienen prioridad”. Sin embargo tanto Jacob, como Judá y Peres (ver más adelante) se arrogan de un lugar que no les corresponde en principio.


Ver la segunda parte aquí.


[1] El presente texto ha sido publicado en: Ojeda, W. (2017). El árbol genealógico de Jesús como modelo de evolución espiritual. Solaris. Año 2 N° 2, pp. 83-90. Lima: NIOS.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

dios hecho a nuestra imagen y semejanza

"Dios" es una palabra que etimológicamente significa Luz. Curiosamente en nuestra tradición judeocristiana al Absoluto comúnmente se le denomina así, pero la intención de los escritores bíblicos fue resaltar que ese Ser era innombrable, y se le aludía con cuatro consonantes, puesto que no se le puede limitar dentro de un nombre. Cuando Moisés preguntó por su nombre recibió por respuesta: "Yo Soy el que Soy"

El Ser Supremo es Uno y Múltiple, lo que es otra manera de decir que no lo podemos encasillar como una persona individual, está más allá de nuestras consideraciones humanas. Por ello se le menciona como Elohim, palabra plural, que significa literalmente "dioses", pero que es usada junto con un verbo en singular. Por ejemplo: Elohim creó el cielo y la tierra.

Elohim dijo: hágase la Luz... ¿Podría traducirse como: La divinidad dijo: hágase el Dios (Luz)?

La Divinidad, innombrable e inefable, crea, de esta manera, un reflejo de sí misma, encasillable dentro de los parámetros humanos. Comer del Árbol del bien y del mal (la emergencia del ser humano como tal, con capacidad de raciocinio, y la subsecuente desconexión con su naturaleza básica) sería la metáfora de la entrada a la dualidad: Luz y tinieblas, Dios y Diablo. Pero existe una oportunidad: Recuperar el acceso al Árbol de la Vida: la Unidad, el mundo de Elohim. Y esto se logra al trascender el Ego y entrar en el estado crístico, donde ya no es necesaria la Luz (Dios), porque todo está iluminado por la Divinidad (cfr. Apocalipsis 22).



El Demiurgo es el dios que los seres humanos hemos creado a nuestra imagen y semejanza. Hay demiurgos vulgares y demiurgos elevados, algunos comparten su divinidad con otros dioses, otros son únicos.

El Demiurgo es la proyección del Ego (Jung), que quiere perpetuarse, mandar, reinar. Más allá de él está la chispa que todos compartimos con Lo Único, el que Es, inefable e innombrable.

Assagioli señala, en referencia a personas significativas, pero igual puede ser válido en relación a los demiurgos:

Existe una introyección por la cual se reviven en nosotros las cualidades de los seres grandes, sin darnos cuenta de ello. Pero junto a esta asimilación inconsciente puede existir una imitación consciente y querida, emprendida con todas las fuerzas propias, para llegar a poseer las cualidades admiradas en los grandes. Es oportuno reconocer y utilizar este beneficio que brinda a los hombres el culto de los héroes, la imitación espontánea y la consciente y activa.
Sin embargo, también hay peligros. El primero es el de quedarse abrumados, deslumbrados por la grandeza de los héroes del espíritu. La luz del Espíritu también puede cegar a quien la contempla. Recuérdese la admirable alegoría de la caverna en La República de Platón. En esta forma pueden desarrollarse el fanatismo y la idolatría.
El segundo peligro es la proyección sin introyección. Se admiran las cualidades de otro ser sin tratar de vivirlas, personalmente. Es decir, se lleva el propio centro al ser admirado y así uno se queda "fuera de sí". La grandeza de un gran hombre no debe abrumarnos de esta manera y es culpa nuestra si sucede así porque, como dice muy bien Emerson: "El verdadero genio no puede empobrecer sino liberar".
Un tercer peligro es la imitación mecánica y formal. Esto ha sucedido muchas veces en la literatura y en la política. Se trata de un remedo externo, exagerado, de algunas características de determinada personalidad, hasta hacer su caricatura.
¿Cómo evitar esto? Es preciso distinguir bien el espíritu de la forma, de la manifestación particular en la que se ha expresado y limitado. Después, no hay que olvidar que nuestra imagen de un ser grande es una mezcla variable de realidad y de idealización. Por otra parte, debemos distinguir el mensaje espiritual y la personalidad del hombre. Porque ésta es un intermediario, un instrumento de algo más extenso y más elevado. No es la persona concreta, sino el Espíritu mismo en sus atributos de belleza, bondad, energía, sabiduría y amor, los que debemos venerar en el gran hombre. El Espíritu queda siempre limitado en sus manifestaciones personales. No deben imitarse éstas, sino remontarse hasta Él. Hay que distinguir, repito, el mensaje espiritual de su intermediario humano. Hay que amar la llama, no la lámpara. (p. 82)
En Psicología y Alquimia, Jung reflexiona sobre la actitud religiosa de algunas corrientes modernistas que separan al hombre de Dios al concebirlo como "un sujeto de atribuciones". Esa actitud tiende a fijar ideales como "imitar a Cristo", robándole así al hombre su misteriosa relación con lo sagrado que lleva dentro. Es un proyectar todo lo "bueno" en la figura de Dios o algún ideal y todo lo malo en la remota figura del Demonio (el anti-ideal). La psique pierde así la emoción de su interioridad sacral, congelando la religión a formalidades y mandatos. (Miguens, p. 110)

Ya dijo Jesús, quien llegó a ser un Cristo: "En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre." (Jn. 14, 12)

Referencias:
Assagioli, R. (1980, 1966). Psicosíntesis, armonía de la vida. México D. F.: Diana.
Hoeller, S. (1982). Jung Gnóstico y los siete sermones a los muertos. Barcelona: Sirio.
Miguens, M. (1993). Gestalt Transpersonal. Buenos Aires: Era Naciente.


lunes, 16 de octubre de 2017

El cuerpo a cuerpo madre - bebé

El biólogo conductual Bernhard Hassenstein ha señalado que las crías humanas requieren un contacto físico estrecho en sus primeros años de desarrollo, a lo que llamó "criatura portada". El bebé humano aún no tiene desarrollados plenamente sus sentidos, no es capaz de sostenerse solo y tampoco de regular su temperatura. Estas son condiciones que requieren el cuerpo-a-cuerpo madre-hijo en una primera etapa que, para aquel, debe prolongarse hasta los dos años aproximadamente. (1)

Bermúdez, refiriéndose a las propuestas de Adolf Portmann dice: "Durante el primer año de vida conseguíamos aquellas capacidades motoras y cognitivas propias de un chimpancé recién nacido. Utilizando las mismas palabras de Portmann, sería como una “primavera extrauterina”. Antes de 1969 y en los años que siguieron a la publicación de Portmann, otros investigadores desarrollaron y postularon la denominada teoría del “dilema obstétrico”. Nuestra forma de locomoción ha condicionado las dimensiones del canal del parto con respecto a los primates cuadrúpedos. El hecho de que el cerebro haya aumentado su velocidad de crecimiento durante la gestación nos obliga a nacer mucho antes de lo pudiera parecer razonable. Si nuestra gestación tuviera una duración de unos 20 meses, como sugirió Adolf Portmann, el parto sería inviable. La cabeza de nuestros recién nacidos sería demasiado grande como para gestionar con éxito el tránsito por el canal del parto. Una mayor capacidad para el aprendizaje a cambio de un parto muy prematuro. En definitiva, nuestro organismo emitirá las señales oportunas para el inicio del momento del nacimiento, aún cuando el cerebro esté notablemente inmaduro. Conseguiremos atravesar el canal del parto muy desvalidos, pero podremos vivir gracias a los cuidados que nos proporcionan nuestros progenitores y, en particular, nuestra madre" (Bermúdez, 2015)



[Rincón (2008) preguntó a] mujeres mexicanas que utilizan el rebozo, sarape o manta para cargar a sus niños: ¿Cuándo deciden dejar de llevarlo a cuestas y que se mueva libremente? Ellas le contestaron: "Cuando el niño esté lo suficientemente maduro para comportarse voluntariamente siguiendo el ejemplo y las indicaciones de los adultos; cuando ya no atraviese la calle cuando el semáforo está en rojo o tire todas las cosas que se hallan en las estanterías del supermercado porque hace berrinche."

(...) Es decir, al niño se le carga en brazos y se le protege de cualquier peligro mientras no desarrolle una conciencia del yo, mientras aún esté en la edad del berrinche, pero siempre permitiéndole expresar todo su enojo de corazón a corazón sin que tema ser castigado por eso. De esta manera el niño aprende en sus años más decisivos a experimentar el amor sin reservas y la libertad de expresar sus sentimientos espontáneamente (p. viii del prólogo).

Y sin embargo, cada vez hay más coches para bebé. Cada vez más pronto se deja al bebé en su propio cuarto y cada vez más pronto se coloca un televisor allí. Y cada vez más pronto se le "distrae" con aparatos electrónicos. Todos estos elementos, empleados en exceso y en forma sumativa, dificultan no sólo la socialización apropiada, sino que distancian al niño de la vida real y le impiden tener a sus padres como Maestros de Vida.

Siguiendo con Rincón: "El vínculo entre la madre y su bebé es una relación simbiótica, lo que quiere decir que ambos se necesitan y se prestan un servicio. Esto se refiere a que no sólo la madre satisface las necesidades físicas y emocionales de su hijo, sino también el bebé despierta en su madre (en el área emocional), la felicidad del amor mediante el instinto materno que la llenará de nuevas sensaciones y sentimientos maravillosos por el solo hecho de haber llegado a su vida (paráfrasis p. 1). Todo esto pone sobre el tapete la necesidad de sanar la propia relación hija-madre, de la actual mamá.

Cuando la madre envuelve al bebé en una manta, se repite para él la sensación de estar contenido, como en el útero; además cuando ella lo carga con un rebozo y camina o hace sus actividades con él, le recuerda el ritmo constante y continuo que lo tranquilizaba desde entonces, incluso cuando ella dormía, pues su ritmo respiratorio arrullaba en su vientre al bebé... Es como si el bebé se dijera: Viví dentro de este cuerpo nueve meses y ahora estoy viviendo el placer de conocerlo por fuera. (p. 2)

Referencias Bibliográficas:
Bermúdez, J. (2015). ¿Por qué nacemos tan desvalidos?. Online. Disponible aquí 
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.
(1). http://madresnaturales.com/porteo-y-cultura-2

sábado, 14 de octubre de 2017

El parto y el vínculo primario

El parto es una situación que implica, tanto para la madre como para el bebé, esfuerzo, cansancio, tensión, dolor físico y en ocasiones peligro y miedo. Esa situación intensa, ubicada en la polaridad de los sentimientos descritos, debe llevar a la polaridad contraria una vez que el niño está afuera del cuerpo de la madre; debemos permitir a ambos sentir juntos la felicidad del primer encuentro, la relajación, el contacto visual, el descanso y, sobre todo, el premio que merecen ambos de conocerse y estar juntos para disfrutar del encuentro y el amor. Los seres humanos necesitan mantenerse juntos después de haber vivido una situación de impacto emocional intenso, simplemente para recuperarse juntos de ese impacto. Cuanto más intensa y dolorosa sea la experiencia, mayor será la necesidad de recuperarse en la cercanía y el contacto mutuo.

El nacimiento natural no es lo que nos traumatiza y el daño procede no del parto natural, sino del hecho de no permitir a la madre y a su bebé recuperarse juntos de la situación impactante vivida por ambos. (p. 3)


El instinto natural de la madre no podrá evolucionar si está asustada o si no le permiten ver a su bebé al nacer, así como tampoco si le traen al bebé esporádicamente para que lo alimente. En esta forma las cosas no marchan adecuadamente. Su leche no fluirá como una excreción, porque esta es una respuesta ante un estímulo: ver, oler y sentir a su bebé, así como el sonido de su llanto que indica un necesidad. Todo es una sola cosa; el cuidado de la madre hacia su bebé y la alimentación regular se desarrollan como un medio de comunicación entre ambos, como un canto sin palabras (Winnicott, citado en Rincón, 2009 p. 25)

La primera hora después del parto, fisiológicamente sagrada, no puede ser vivida en todas su intensidad cuando el niño está con extraños en lugar de con su madre, de manera que él necesita profundamente regresar a aquello que conoce, el lugar de donde salió. En este caso, el profundo instinto materno de la madre de cuidarlo, mirarlo, hablarle y amamantarlo se va al vacío, pues no tiene respuesta.

El tiempo que el bebé tiene que sobrevivir alejado de ella implica un miedo de muerte. Y el hecho de que sobreviva a este miedo es una capacidad impresionante del ser humano. Sin embargo, ¿qué pasa con los niños que no tienen esta capacidad y fuerza? ¿tendrá esta experiencia alguna relación con la incapacidad para sobrevivir en los meses posteriores al nacimiento? ¿tendrá esto que ver con la misteriosa muerte de cuna?

Lo que sí sabemos con certeza es que para sobrevivir a este dolor tan profundo, el niño convertirá su sentimiento de dolor en ira, lo que le dará una sensación de fuerza, que también matizará, más adelante, su relación con su madre. (p. 4)

Parido y alejado de su madre, la sensación del bebé es: "me encuentro solo, abandonado, tengo que arreglármelas solo". En lugar del encuentro, y su correlato de secreción de oxitocina, ante esta situación de estrés su cuerpo segrega cantidades importantes de adrenalina y cortisol; como un equilibrio natural del cuerpo, éste segrega posteriormente la hormona antiestrés endorfina. Con las endorfinas, el niño ya no se siente a sí mismo ni a su cuerpo; como está invadido de dolor, los ciclos hormonales de endorfinas empiezan a activarse en el bebé, quien vive frecuentes secuencias de estrés, que lo ayudan como una anestesia continua.

¿Quién no ha visto los bebés en el cunero del hospital "profundamente dormidos"? En estos momentos, el bebé está abrumado del más profundo estrés emocional. Esa primera experiencia de "auto-anestesiarse" para sobrevivir al dolor es "aprendida" desde este momento  y el ser humano la repetirá más adelante en la vida ante situaciones que le producen dolor emocional.

En psicoterapia, los pacientes borderline reportan frecuentemente un estado de "anestesia" respecto a las emociones y la incapacidad para sentir su cuerpo y son auto-agresivos en el punto más alto de la sensación de dolor emocional, pues reportan que es la única manera de "sentirse". Una paciente decía: El dolor que me provoco cuando me corto, me quemo con un cigarrillo o me golpeo la cabeza contra la pared me da la sensación de que vivo porque reconozco y siento el dolor que me recuerda que aquí estoy; de otra manera, me da miedo sentirme perdida porque pienso que me volvería loca.

...En ocasiones, el recién nacido que tuvo una experiencia larga y dolorosa en el hospital y vivió de forma continua la soledad y el abandono queda imposibilitado para reanudar la vinculación con su madre vueltos a casa. Afectado por su ausencia, se aferra a un satisfactor sustituto (una cobija, un peluche, un chupón, una lámpara parecida a la del hospital), en el que pueda depositar su confianza, pues estará presente cada vez que lo necesite.

Como no tuvo los ojos de su madre que lo miraran continuamente, él no puede fijar su mirada en los ojos de ella ni de ninguna persona. Como no ha sentido el contacto físico ni el ritmo, pues ni las cunas ni las incubadoras le proporcionaron el ritmo que necesitaba, no puede disfrutar el contacto con el cuerpo de su madre (p. 6s).

[Recalca Rincón que] esto genera un trastorno de vinculación y en sus casos extremos puede ser el desencadenante del llamado espectro autista, pues al no poder el niño vincularse con su madre, lo hace con objetos inanimados, como la lámpara arriba de su cuna, los cables múltiples que veía conectados a su cuerpo y todo aquello que lo acompañó todos los días en que estuvo solo. Más adelante, en su casa necesitará objetos que de manera aprehensiva tendrá muy cerca de él para tranquilizarse con ellos, ante la incapacidad de tomar a su madre como proveedora de tranquilidad. Esto permite comprender las conductas de aislamiento, dependencia excesiva de algún objeto, permanecer meciéndose durante largos períodos en un movimiento de vaivén y relacionarse con objetos inanimados.

Esa primera vinculación decisiva para el ser humano dará la pauta a éste para la forma de vincularse en el futuro con otras personas, sobre todo la manera de regular la distancia y la cercanía en la relación más íntima y cercana de todas, esto es, la relación de pareja. (p. 8).

Tuve la oportunidad de pasar una mañana en la sala de recién nacidos de un hospital de "primer nivel" en la ciudad de México... Primero observé que a los bebés se les alimenta con biberón en la posición de sentados sobre una mesa como si tuvieran ocho meses de edad y que las enfermeras los detienen del cuello. Me tocó ver el baño de un bebé que aún tenía vérmix de la madre en el pelo, por lo cual fue necesario tallarle intensamente la cabeza con un cepillo duro; en ese momento empezó a llorar... [Una] enfermera me contó que durante las vacaciones nacieron pocos bebés, debido a que los doctores programaron las cesáreas para irse sin presión de vacaciones.(p. 9s)

El resto de los bebés dormían bajo una luz intensa, y los sonidos que les llegaban eran las voces de las enfermeras y el llanto de los demás bebés. En ocasiones oyen el radio o lo teléfonos a un volumen para adultos, más no para bebés.

Posteriormente observé durante un buen rato a los bebés recién llevados de la sala de labor, quienes respiraban intensamente; algunos temblaban y los acostaban en una incubadora, donde esperaban su turno para ser "atendidos" por las enfermeras. Una enfermera me platicó que la mayoría de ellos llegan muy fríos, debido a las bajas temperaturas que hay en la sala de labor. Estaban acostados boca abajo con sus brazos y piernas encogidos en una posición incómoda para ellos por ser completamente nueva: se veían como abandonados dentro de la inmensa incubadora.

Aparentemente nadie ha explicado a as enfermeras que la posición boca abajo, de moro, genera estrés en los bebés, mientras que la posición fetal los relaja. [Mire aquí la importancia de la postura boca arriba, incluso para evitar la "muerte súbita del lactante"]

Pero lo que me impresionó fue ver cómo una enfermera con guantes de plástico introdujo profesionalmente en la boca una sonda a uno de los bebés recién llegados para realizarle un "lavado" de estómago, con el fin de extraerle las flemas que probablemente tragó. Con una jeringa gruesa le introducía una solución que en fracciones de segundo llegaba al estómago del bebé; con la misma velocidad extraía el líquido, separaba la jeringa de la sonda que se asomaba de la boca del bebé, la vaciaba para volver a llenarla y repetirle el procedimiento, todo a una velocidad impresionante. La mano izquierda que detenía la sonda estaba totalmente recargada sobre la cara del bebé, y la enfermera me contó que en ocasiones deben repetir la maniobra seis veces hasta que el líquido salga del estómago completamente transparente. Luego supe que esta es una maniobra de rutina ordenada por algunos pediatras, sin que sea necesario en la mayoría de los casos.

Otra de las maniobras de rutina es inyectar en la pierna del bebé vitamina K; más adelante se le hace el tamiz neonatal, que consiste en picarle en el piececito para sacarle sangre que luego se analizará.
En los dos o tres días pasados en el cunero, el bebé no puede sentirse seguro, ya que cuando su cuerpo es manipulado con frecuencia, tiene sensaciones dolorosas como las mencionadas. A ello se añaden diversas situaciones, por ejemplo: al estar dormidos la enfermera inserta a las niñas los aretes sin la mínima anestesia, con la creencia de que a esa edad "no lo sienten mucho"; además, seguramente a los niños les causa un gran dolor cuando les hacen la circuncisión (p. 9ss).

[(Ojalá estas prácticas estén en proceso de extinción)]

[¿Por qué la madre (y también el padre) son ciegos a la vulnerabilidad del bebé, permitiendo procedimientos antinaturales y agresivos?. En parte es el miedo a ir contra la corriente; la publicidad y la implantación de creencias que sólo favorecen a los mercaderes de la salud han hecho un buen trabajo; otro elemento es la propia desconexión consigo mismos, en parte producida por semejantes condiciones de nacimiento vividos por ellos mismos y posiblemente también por sus propios padres (en Occidente existen ya más de tres generaciones que han nacido en ambientes hospitalarios antinaturales); y un tercer elemento son las necesidades insatisfechas de los padres, que los hacen buscar status en lugar de condiciones saludables. Buscarán la "clínica de prestigio", aunque se sepa que es la que tiene la mayor tasa de cesáreas, o se buscará el parto programado para satisfacerme yo: mis vacaciones, mi estética, mi comodidad, etc. El bebé pasa a segundo plano.]

Una madre contaba: "Mi bebé lloraba mucho, pero mi pediatra me aconsejó que no lo cargara demasiado, pues me manipularía; entonces lo dejaba llorando solo en su cuna... yo sufría pues mi instinto materno me decía que no hacía lo correcto, pero como me sentía insegura, no me cuestioné lo que me dijo, sino simplemente lo obedecí". [¿Cuál es la sensación del bebé ante esto?:] "Cuando expreso mis necesidades me dejan solo", y si esto sucede de noche su sensación será: "Me abandonan" en el momento que oscurece (p. 14s).

[Alrededor del momento del parto la mujer está muy sensible y vulnerable]. Debido a lo anterior, un regaño o palabra fuerte de una enfermera o médico puede causar a la madre sentimientos desmedidos de coraje o tristeza, los cuales, al no ser expresados a la persona en cuestión, serán dirigidos al bebé. (p. 17)

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[Por todo esto] las mujeres deben tomar este asunto [del parto humanizado] en serio, no porque sea una cuestión sólo de mujeres, sino sencillamente porque los hombres no lo hacen. [Muchas] maestras de jardín están diciendo: "El número de niños con daño emocional que hay en el colegio aumenta día a día, lo cual nunca se había visto en otra época". Esta es una cuestión meramente humana de la que nadie habla cuando en realidad habría que denunciarlo a gritos. La tarea de las mujeres consiste entonces en ser la conciencia de la sociedad, en llevar los asuntos humanos a la primera línea (p. 19).
[Pero] tengamos claro que tal lucha no se puede llevar a cabo en el momento del parto, que sería demasiado tarde, pues en ese momento la madre no cuenta con la fuerza y el empuje necesarios para la lucha, ni para distraerse. Ahí sólo hay un corazón abierto lleno de sensibilidad y amor para el hijo que llega, y un corazón amoroso no está hecho para luchar (p. 21).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop.
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Fertilizacion Asistida y Psicoterapia

Frente a la dificultad para concebir, las mujeres activas y entrenadas en el mundo externo acudimos a lo que sabemos: la acción. Esperamos así obtener resultados confiables a través de los estudios más sofisticados. El desconcierto aparece cuando esos resultados no arrojan ninguna respuesta comprensible: no hay patología ni motivos para la esterilidad. Estamos todos saludables dentro de las mediciones que conocemos. ¿Qué hacemos? Pedimos ayuda. ¿Cuál es la ayuda que aparece con mayor rating en resultados concretos? Las distintas propuestas de fertilización asistida. Estas tienen la atractiva ventaja de que hay muchas cosas para hacer y en el hacer nos sentimos seguras. 

La fertilización asistida tiene atributos extraordinarios y gracias a los diferentes métodos utilizados hay muchas parejas que han logrado concebir hijos sanos. Pero admitamos que la inseminación artificial puede conducir a la inhibición misma del proceso que se desea conseguir. Funciona en contraposición a una sabiduría ancestral: y es que el orgasmo es fecundante. Las técnicas de fertilización más avanzadas ignoran que el estrés –producido por los mismos métodos de fertilización- son los principales responsables de los magros resultados en la concepción.

La realidad es que hoy hemos dejado de nacer en casa, hemos dejado de morir en casa y en poco tiempo, dejaremos de ser concebidos en casa. Esta costumbre cada vez más común de ceder a manos de especialistas lo que naturalmente correspondería al amor y a lo más sagrado de los vínculos personales, se está instalando imperceptiblemente.

Valdría la pena preguntarnos por qué en el Primer Mundo hay cada vez más varones debilitados para fecundar. Parece que a los espermatozoides les falta fuerza vital al igual que a su propietario quien pierde interés en las relaciones. Del mismo modo parece que los óvulos no están dispuestos a la receptividad ni a la apertura, rechazando cualquier acercamiento de su partenaire. Tomando en cuenta la sobrecarga de trabajo y preocupaciones que tenemos todos, es posible que ambos transmitamos señales al alma que anda por ahí en busca de concepción, explicando que no hay demasiada disponibilidad para tal fin.

Por eso pienso que es primordial -antes de someterse a cualquier tratamiento- ingresar con paciencia y ternura en la biografía humana completa de la mujer que desea concebir y no puede y luego en los acuerdos tácitos de la pareja. Esto no es matemático, tampoco es garantía de nada, pero hay mucho material para investigar en los lugares más sombríos de cada individuo antes de atosigar al cuerpo con sustancias tóxicas, hormonas que nos desequilibran e intervenciones que nos dejan agotadas a las mujeres y desprovistos de virilidad a los varones.

Tomemos en cuenta que la intimidad resulta lastimada y no es fácil reconstruir los acuerdos amorosos con tamaña exposición comunitaria. Vale aclarar que el nacimiento de un niño sí es un evento social, pero la concepción es pura y exclusivamente un evento de la pareja, si es que hay pareja.

Las diversas técnicas de fertilización asistida deberían considerarse sólo después de agotar las búsquedas personales y de pareja. Iniciar tratamientos de fertilización asistida merece parejas muy consolidadas, en las que abunde el diálogo, el acompañamiento amoroso, la generosidad y mucha dedicación de uno hacia el otro. Sin olvidar que quien pone el cuerpo con todo el dolor, la frustración y la esperanza, es la mujer. Si no hay pareja, necesitaremos a alguien comprometido y disponible como compañero/a de ruta.

La fertilización asistida puede tener un sentido pleno si va unido a un cambio interior, pero en ciertas ocasiones como medida exclusiva no es suficiente para atraer un alma. También hay que tomar en cuenta que las mujeres hemos decidido retrasar de diez a veinte años la procreación y esto está cambiando radicalmente el modo de vivir, concebir y organizar las familias. Millones de mujeres nos hemos rebelado contra la vida circunscrita que hemos visto vivir a nuestras madres y abuelas. Muchas de nosotras hemos tenidos los primeros abortos a la edad en que nuestras madres y abuelas tenían a sus primeros hijos. Reconocer históricamente dónde estamos ubicadas nos puede ser útil a la hora de pensar en lo embarazoso que nos resulta a veces quedar embarazadas.

También necesitamos sincerarnos sobre qué estamos dispuestos a sacrificar a favor del niño respecto a nuestra libertad, trabajo, éxito, viajes y tranquilidad. Es un momento único para aprender a querer lo que recibimos, en lugar de recibir lo que queremos.

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Tomado de la página de la psicoterapeuta argentina Laura Gutman
http://www.lauragutman.com.ar/fertilizaciones-asistidas/

lunes, 9 de octubre de 2017

El abrazo que lleva al amor

El bebé siente el primer abrazo después de nacer, cuando su madre lo recibe en los brazos. Su necesidad es quedarse así junto a ella el mayor tiempo posible. Comparado con el resto de los mamíferos, el infante humano nace fisiológicamente prematuro y es el que más depende de la madre para sobrevivir. Por esta razón necesita seguir junto a ella en una especie de embarazo externo, y que la madre lo mantenga abrazado o cargado el mayor tiempo posible. Su necesidad esencial como recién nacido es continuar unido o pegado al cuerpo de su madre.

Las madres de culturas indígenas o de la población rural de nuestro país [México] satisfacen de forma instintiva esta necesidad. Por medio del rebozo proporcionan al hijo recién nacido una situación muy parecida a la experiencia intrauterina: sentiré apretado en un espacio reducido y estar unido al cuerpo de la madre, oyendo los latidos de su corazón, sintiendo su ritmo y movimiento. Todas estas sensaciones recuerdan al bebé su estancia dentro de la madre y por lo tanto le dan confianza y seguridad.

Esta convivencia de intensa cercanía entre la madre y su hijo favorece profundamente su vinculación. Es necesario que el niño la perciba con todos los sentidos y, sobre todo, que pueda descubrirla y sentirla. Mediante esta cercanía física el niño comienza a tener experiencias de índole corporal, sensorial, emocional y mental, que serán básicas para el desarrollo de su personalidad. En los grupos o culturas primitivas no se cuestiona si esto es adecuado o no para los niños; simplemente… se lleva a cabo desde hace milenios.

Desgraciadamente en nuestra sociedad “civilizada” no existe esta costumbre; los niños no son cargados con rebozo, porque no se adapta al tipo de vida de las madres que viven en las ciudades y porque los especialistas que las madres tienen cerca, como el pediatra y la educadora, no les aconsejan ni explican la importancia de tener a sus hijos pequeños pegados al cuerpo. Aunado a esto, los niños con frecuencia son mandados al jardín de niños antes de cumplir los dos años, es decir, en plena etapa de vinculación, y ante su llanto la madre es apaciguada con el argumento de que el niño se tranquilizará en cuanto ella se haya ido. Pero, si pudiera, el niño le pediría: “Por favor, no me dejes, pues cada mañana se me abre la herida de la separación. Todavía no estoy listo para separarme de ti.”

[Si no queda otra alternativa, la solución] sería que el tiempo que le quedara libre [a la madre] lo pegara a su cuerpo con ayuda de un rebozo. (p. 28)


En las sociedades llamadas “civilizadas”, los niños frecuentemente son separados de su madre en forma prematura. Por ello el abrazo original entre madre e hijo no puede llevarse a cabo. Esta carencia afectiva puede sentirse de manera todavía más intensa en los siguientes casos:
  • Hospitalización del recién nacido.
  • Estancia en la incubadora.
  • Conflictos de la madre que no le permiten disfrutar plenamente de su bebé.
  • La ayuda de una enfermera que interfiere entre ambos.
  • Separación prematura por el trabajo de ella.
  • Viajes de los padres, etc.

Podemos decir entonces que al niño le faltó más contacto con el cuerpo de la madre.

En estos casos la vinculación madre-hijo fue afectada, lastimada o interrumpida y a raíz de ello surgieron trastornos en el niño que luego se volvieron crónicos; es entonces cuando debe introducirse el abrazo en forma de terapia.

El primer objetivo de este abrazo terapéutico es restablecer o curar la vinculación deficiente o herida, dada la importancia y trascendencia de esta primera relación en nuestra vida.

Cuando un niño crece sin satisfacer esa necesidad, no sólo la relación entre el hijo y madre resulta deficiente y enferma, sino que el niño pasará el resto de su vida buscando el abrazo o la cercanía que le faltó.

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Página para mamis y papis: www.abrazo.com.mx

Tomado de:

Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, pp. 14ss

viernes, 17 de febrero de 2017

La Vulnerabilidad

Marcela nos habla de la importancia de ser vulnerables. Lo contrario es eso en lo que tan fácilmente solemos caer: ponernos "duros", "cerrarnos", para no sufrir, pero lastimosamente también nos cerrarnos a sentir lo bueno y lo maravilloso de la Vida.

Buenas noches, Piel de Seda. La abuela se va con el corazón inundado de vida nueva. Mañana seguramente me robaré un poco de tiempo para darte un masaje Chantala, con aceite vegetal de Esalen. Puede ser que cabalguemos hasta Buzios o volemos por el Amazonas visitando al abuelo buscador de oro. También puede ser que nos vayamos a París, cantando "Frére Jacques". O tal vez te duermas, mientras te tengo alzada, dejándome sentir tu vulnerabilidad que descubre la mía a través de tu cuerpo tibio.

Sentir esta vulnerabilidad mía, mezcla de blandura, ternura, compasión y empatía, como lo más básico de mi ser profundo, fue un descubrimiento de la relación con Sofía.

La vulnerabilidad es una cualidad ontológica, esencial en la naturaleza humana. Me pregunto: ¿Por qué, entonces, tenemos que enmascararla, disfrazarla y hasta encerrarla con varios candados, en la vida de todos los días?

Sofía, Piel de Seda: ¿cuánto tiempo seremos capaces de protegerte, sin que tengas que formar tu propia coraza defensiva?



Precisamente porque nos sentimos demasiado vulnerables aprendemos muy temprano a protegernos con una máscara que nos permite una distancia del mundo.

En nuestra cultura, hasta la palabra suena peyorativa; vulnerable es alguien sin poder, fácil de herir, fácil de sacar del medio.

Sin embargo hay otra lectura de la vulnerabilidad básica, esencial, ese centro sensible, blando y receptivo que escondemos cada uno de nosotros. Su respuesta natural es la gentileza, la ternura, el amor, la compasión. Sólo la desnudamos frente a lo menos amenazador: el recién nacido, el dolor de alguien, el amigo gravemente enfermo. También nos fuimos acostumbrando a nunca manifestarla con nosotros mismos.

Los budistas describen el ejercicio y la función de esta vulnerabilidad básica, como "corazón tierno" o "corazón abierto", un estado de crecimiento personal en el que se alcanza enorme poder. Para asistir, para curar, para amar. Para tirar por tierra las barreras que nos separan de otros seres y para unir adentro de nosotros partes fragmentadas.

En la mitología griega, Cupido, el amor, se representa con arco y flecha. Sugiere el poder de traspasar con las flechas corazas protectoras y tocar la vulnerabiilidad. Esto significa tocar nuestra verdadera naturaleza y nuestros verdaderos sentimientos.

También como terapeutas, sólo podemos asistir a alguien si somos vulnerables a su persona.

Sentir mi vulnerabilidad como la capacidad de conectar partes mías, fue el principal aprendizaje de mi aventura amorosa con Sofía.

Tomado de:
Miguens, M. (1993). Gestalt Transpersonal. Buenos Aires: Era Naciente, p. 60ss

miércoles, 15 de febrero de 2017

Modificación de Conciencia y Salud (2)

“Y FUI ARREBATADO AL TERCER CIELO”:
La Modificación de la Conciencia y la Salud
Walter Ojeda Murguía
-Segunda Parte-
Ver primera parte aquí

Entonces arribamos a un segundo aspecto: hasta ahora todos estos aportes del campo espiritual a la salud en su mayoría han tenido como limitante circunscribirse a lo descriptivo, a lo fenomenológico. Se refieren casos de curación tras ir a una misa de sanación, a un culto evangélico de expulsión de demonios, a una reunión de sanación por la mente, a una ceremonia con Ayahuasca, etc. Pero, ¿Cómo se engranan estos fenómenos con el cuerpo? ¿Qué condiciones físicas se requieren para que suceda? ¿Cómo se enlazan con la superación de una enfermedad o trastorno?
Un antiguo prejuicio de considerar que los fenómenos espirituales no tienen nada que ver con el mundo material posiblemente haya mantenido un pobre interés de buscar dichas relaciones. Sin embargo esto viene cambiando en los últimos años con el avance de las neurociencias y el pensamiento holístico propio de nuestra época.
En la década de los ochenta el médico alemán Ryke Hamer descubre que tras un shock biológico, una experiencia que pone en peligro nuestra supervivencia u homeostasis (y que en el nivel humano puede ser llamada impacto emocional) el organismo, como totalidad, reacciona a tres niveles a la vez: a nivel de los órganos, a nivel cerebral (evidenciado a través de un detallado mapa organotópico) y a nivel psíquico (emocional/instintivo. No confundir con una respuesta psicológica, filtrada por las cogniciones).
Halló que zonas específicas del cerebro se llenaban de líquido como respuesta a los eventos traumáticos vividos, lo cual se mantenía mientras no se resolvieran aquellos. Y que cuando sucedían bioshocks consecutivos de la misma índole, lo cual debía acarrear que se formase edema en un lugar que ya estaba ocupado, sucedía que se edematizaba la misma zona pero del hemisferio cerebral contrario. A este evento le llamó constelación, y entre los varios tipos que halló, descubrió una en particular a la que llamó Constelación Planeante, Flotante o Volando (Hamer, 1995).
Este tipo de constelación (conflictos sin resolver) genera sueños o delirios en relación a elevarse, a volar; la persona camina como si flotara, y la sensación general es de placidez, de felicidad; los problemas no preocupan, pues no se piensa en ellos. Se vive en el aire.
El sentido biológico de funcionar así es el de una gran protección. Como la persona no puede o no sabe gestionar los dos conflictos que está viviendo, la vida le es demasiado dura, trasciende la realidad inmediata, se eleva sobre ella, evadiéndola (Corbera y Batilló, 2014).
Asimismo, otras constelaciones, como la Post- Mortal o la de la Corteza Frontal, o sus combinaciones serían el hardware sobre el que se haría posible el software imaginal.


En términos generales ante un bioshock la primera posibilidad es cambiar la realidad circundante y, si no se puede, se realiza una adaptación orgánica. Por ejemplo: Si tengo hambre busco que conseguir dinero para adquirir alimento pero, si no me es posible, el organismo hace un nódulo hepático. Como dice Fleche: “Los creativos van a encontrar soluciones inéditas... [En ese sentido] la locura tiene un sentido, una utilidad... Y la locura nos lleva hacia otros estados de consciencia” (Fleche, 2013).
Si la masa conflictual, es decir, el grado de amenaza percibido, es muy grande, haciendo sentir que la vida corre peligro, el organismo, que en condiciones normales desarrollaría una enfermedad como medio para restaurar el equilibrio biológico (proceso de autocuración), inhibe el proceso somático, a la espera de un momento más propicio, y activa un proceso psíquico, provocando cambios en la conciencia y el comportamiento (que incluye los llamados trastornos del comportamiento: cambios en la personalidad, disociaciones, psicosis).
Así lo expresa Vicente Herrera:
“Las amenazas de pérdida del espacio vital (territorio) y los miedos, constituyen los elementos subyacentes que se manifiestan con cuadros de alucinaciones auditivas, alucinaciones visuales, y en ciertas condiciones provocan cuadros de levitación - sueños y alucinaciones en los que el individuo flota en el aire- con contenidos de tanta intensidad de tipo espiritual, que llegan a situar al individuo en un nivel de conciencia favorable para conseguir la trascendencia.
Los diferentes comportamientos que se observan en la enfermedad mental sitúan, en parte, al individuo en una situación en la que no tiene que competir y, según qué problemas ha sufrido, queda aparcado a la espera de tiempos mejores si estos aparecen” (Herrera, 2009, pág. 88s)

La locura, que en su momento tuvo un sentido, un sentido biológico, suele quedarse anclada, a la espera de tiempos mejores, pero que nunca llegan porque no nos damos por enterados, enceguecidos por nuestras creencias y temores, como aquella mujer que espera en el andén al novio que nunca llega[1].  
Esta activación de lo psíquico como una manera inteligente de protección biológica, para Hamer incluiría un suprasentido, el de poner en acción un programa biológico de tipo espiritual (fuerzas sobre-naturales), llevando la solución del conflicto a un nivel mayor, situando al individuo en un nivel de consciencia favorable para conseguir la trascendencia (Hamer, 1995, pág. 125). Refieren Corbera y Marañon (2012) que se han observado levitaciones en la remisión espontánea de tumores, lo que evidenciaría que dicho estado impulsa una regeneración orgánica.
Expresiones del suprasentido, además de los delirios, las alucinaciones y el interés por el mundo-otro, serían el desdoblamiento, las experiencias místicas, las canalizaciones; contacto con otras vidas, sensaciones energéticas, los sueños de tipo premonitorio, la expresión artística, la inventiva, etc.[2]
El aporte del doctor Hamer estaría mostrando que muchas de las llamadas experiencias espirituales se darían en respuesta a una situación de emergencia biológica, de supervivencia urgente, en la que la solución, al no poder encontrarse en el plano físico o mental, requiere de un nivel más elevado. Aunque gran parte de lo estudiado por él se circunscribe a una conflictiva específica (Constelación Planeante), es probable que existan otras condiciones físicas que lo posibiliten. Identificar dichas condiciones afinará aún más el trabajo que ya vienen desarrollando terapias de base neurocientífica como el EMDR (Souza de Carvalho, 2015).
Posiblemente esto explique porque surten efecto las sesiones shamánicas, las terapias llamadas espirituales, y los milagros de sanidad producidos en grupos religiosos de diversa índole. Nos conectan con el miedo primitivo a lo desconocido, al riesgo de morir, a ir al Infierno, nos colocan entre la espada y la pared y nos impelen a soltar el control y a abandonarnos a Lo Superior, como bien lo dijera James hace más de 100 años (véase su Conferencia IX, La Conversión, en James, 1902).
Todos estos aspectos son los que han de ser considerados por una medicina que pretenda ser integral, considerando cada aspecto e interacciones del organismo: el físico, cerebral, psíquico, espiritual y social; y el estado y estadio de conciencia del individuo (Wilber, 2008) (Álvaro, 2009).
Se abre un nuevo campo en la inducción y el acompañamiento de la modificación de la conciencia, focalizada y específica, pues hasta ahora había venido siendo difusa y general, realizándose en el nivel mental y/o espiritual sin relación con el nivel físico. Conocer la base estructural y el proceso biológico involucrado facilitará lograr estados que permitan el acceso a soluciones de problemáticas psíquicas y somáticas, desde un nivel más comprehensivo, puesto que, después de todo, no existe tal división entre mente y cuerpo, sólo un único organismo expresado en dos ámbitos.
La enfermedad, entendida como proceso autocurativo, muchas veces se mantiene porque quien la padece no encuentra la manera de resolver el conflicto causal. Cómo hemos visto, propiciar un cambio de nivel activando la conexión espiritual en nosotros, facilita el surgimiento de una solución trascendente, la desaparición del conflicto o, de ser necesario, su transformación. Elevarnos al cielo para obtener una nueva perspectiva y volver a la realidad cotidiana con nuevos bríos y nuevos enfoques.
…Convertidos.

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[1] Penélope, canción de Diego Torres.
[2] Véase: (Enríquez de Guevara, 201?)


Referencias

Álvaro, T. (2009). Crisis evolutiva de la profesión médica. En M. Almendro (Ed.), Krisis (pág. 207ss). Victoria-Gasteiz, España: La Llave.
Burney, C. (1991). La Imaginación Activa de Jung. En S. Grof, Sabiduría Antigua y Ciencia Moderna (págs. 207-210). Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Corbera, E., y Batilló, M. (2014). Tratado de Bioneuroemoción. Barcelona: El grano de mostaza.
Corbera, E. y Marañon, R. (2012). Tratado de Biodescodificación. Barcelona: Vedrá.
Doore, G. (. (1992). ¿Qué sobrevive? Buenos Aires: Planeta.
Enríquez de Guevara, D. (201?). Ryke Geerd Hamer Sobre las experiencias cercanas a la muerte y las experiencias fuera del cuerpo. Obtenido de http://wwwmundonuevo-daniel.blogspot.pe/2010/07/ryke-geerd-hamer-sobre-las-experiencias.html
Fernández, O. (1994). La creación como cura. Buenos Aires: Paidós.
Fleche, C. (2013). Trastornos de la Conducta. Seminario de Biodescodificación Enero 2013, (pág. 8). España.
Giove, R. (2002). La liana de los muertos al rescate de la vida. Tarapoto: Takiwasi.
Grof, S. (1993). La Mente Holotrópica. Barcelona: Kairós.
Hamer, R. (1995). Testamento de una Nueva Medicina. Tomo II. s/c: s/e.
Herrera, V. (2009). Facilitar la salud. Barcelona: s/e.
James, W. (1986, 1902). La variedades de la experiencia religiosa. Barcelona: Ediciones 62. Disponible aquí.
Kutschera, I. (2002). Enfermedad que Sana. Buenos Aires: Alma Lepik.
Ojeda, W. (2002). La Psicoterapia en el límite de la realidad. Obtenido de www.takiwasi.com: aquí.
Savage, J. (1992). Duelo por las vidas no vividas. Barcelona: Luciérnaga.
Souza de Carvalho, E. (2015). Sane su cuerpo, sane su cerebro. U.S.A.: Traumaclinic.
Valdivia, O. (1975). Hampicamayoc. Medicina Folklórica y su substrato aborigen en el Perú. Lima: UNMSM.
Vaughan, F. (1997). Sombras de lo sagrado. Madrid: Gaia.
Weber, G. (1999). Felicidad Dual. Barcelona: Herder.
Wilber, K. (1993). Psicología Integral. Barcelona: Kairós.
Wilber, K. (2008). La Visión Integral. Barcelona: Kairós.