jueves, 20 de febrero de 2014

Jung y las funciones de la conciencia

Jung considera que la conciencia -nuestra capacidad de vincularnos con el medio- tiene cuatro formas de funcionar ("las cuatro funciones de la conciencia"): A través del Pensar, Sentir, Percibir e Intuir. Estas funciones se encargan de abordar "la recepción y asimilación de los contenidos que nos son presentados en el exterior o en el interior. Se trata aquí, en principio, de un modo de captación y elaboración de las realidades psíquicas, sin consideración a su respectivo contenido" (Jacobi, p. 39). Veamos en qué consiste cada función:
  1. Pensar: Se intenta comprender el mundo y adaptarse a él por medio del intelecto y la lógica.
  2. Sentir: capta el mundo valorándolo mediante los conceptos de "agradable" o "desagradable" (sentimientos de aceptación o rechazo).
  3. Percibir: es una captación directa, sin juicios. La persona perceptiva identifica detalles en las situaciones, aunque sin buscar relaciones o enlaces.
  4. Intuir: es un tipo de percepción "interno", más de tipo inconsciente. Capta el sentido de las cosas sin entrar en los detalles, estableciendo relaciones.
A las dos primeras Jung las llama racionales pues se basan en la comparación (juicios de valor). Y las otras dos son no-racionales. Estas funciones se hallan presentes en todos pero generalmente una de ellas se hace dominante y se ve acompañada de una función auxiliar, la tercera rara vez es empleada por el ser humano promedio y la cuarta queda como parte de nuestra sombra. Con la función dominante uno se orienta y adapta a la realidad, siendo la base de nuestro temperamento.

Jung también nos habla de la forma como reaccionamos en relación con los objetos (objeto es todo aquello diferente a mi "yo"), sean estos internos o externos. Determina dos tipos de actitudes:
  1. Extraversión. La energía (libido) se halla en dependencia con las normas externas colectivas, con lo que predomina en una sociedad. El sujeto se halla en dependencia del objeto.
  2. Introversión. El introvertido parte de sí mismo, el sujeto es el centro del interés, y el  objeto es un elemento secundario.
Toni Wolf, citada por Jacobi, nos dice que el extravertido en su aspecto inconsciente suele ser introvertido (lo que puede evidenciarse bajo los aspectos del alcohol) y viceversa, lo que también puede notarse en la proyección de los aspectos negativos de, por ejemplo, un extravertido, sobre otra persona, en este caso introvertida. "La oposición de tipos constituye con frecuencia la base psicológica verdadera de los problemas matrimoniales, de las dificultades entre padres e hijos, de los rozamientos en las relaciones amistosas y profesionales, incluso de las diferencias sociales y políticas" (p. 51).

La modificación del tipo de actitud puede darse por un proceso biológico (como la llegada de la menopausia o andropausia, o una alteración fisiológica) o por un proceso de evolución psíquica (como un "análisis"). 

Nos dice Jacobi que la tarea fundamental de la juventud es la diferenciación y aislamiento de la función que disposicionalmente nos capacita del modo más seguro para enfrentar el mundo exterior. Sólo después de dicha diferenciación es posible hacerlo con las demás. No sería apropiado emprender conscientemente el camino al inconsciente sin antes haber desarrollado las funciones de la conciencia. Respecto a la actitud básica (extraversión o introversión), también es importante valorar su necesidad en la primera etapa de la vida, aunque quizá los introvertidos lo pasen con mayor dificultad al vivir en una sociedad de carácter extravertido. Al llegar a la mitad de la vida, el riesgo es quedarse fijado en la actitud hasta entonces predominante, e interrumpir el impulso a la totalidad que la conciencia anhela, lo que puede evidenciarse a través de diferentes trastornos, o el llamado "vacío existencial", o el "sinsentido de la vida". (p. 53s).

LA PERSONA
La forma que adquiere la conciencia individual para relacionarse con los demás Jung la denomina "persona", que etimológicamente significa máscara. Es el mediador entre el Yo y el medio. Sería la función social que generalmente adoptamos. Requiere el equilibrio de tres factores:
  1. El yo ideal o imagen desiderativa que todo ser humano lleva dentro de sí.
  2. La imagen general que de este ser humano se forman los que le rodean.
  3. Las condiciones psíquicas y físicas dadas en el sujeto y que ponen límites a la realización del yo ideal y del ideal de los otros.
La persona sana es flexible, siendo consciente de su adaptación a las circunstancias, no se comporta igual si va a una boda que si va a un funeral.


Tomado de. Jacobi, Jolande (1963). La Psicología de C. G. Jung. Madrid, Espasa-Calpe.