miércoles, 19 de febrero de 2014

Nuestra pareja como nuestra sombra

Todos los días gente en todo el mundo se está enamorando, se unen en convivencia, se están casando, pero formando pareja, ¿cuántos? Las parejas se hacen en el camino. Aunque muchos se quedan donde iniciaron. A veces se empieza tan sólo por salir de la casa paterna, por tener una empleada “cama adentro”, por el dinero, por el deseo, por la revancha, por cumplir, “por no vestir santos”, para olvidar. 

“Pareja” significa dos que están más o menos parejos, a la misma altura, mirando hacia el horizonte de su destino juntos. Se reconocen diferentes y complementarios. Discuten también, pero no se lastiman, porque recuerdan que el otro es parte de ellos mismos. El otro es su espejo, el otro es su sombra.

La sombra es aquello que no reconocemos en nosotros mismos. No es necesariamente lo malo, sino que abarca lo infantil, lo primitivo, lo penoso, incluso nuestro potencial negado. Toda persona tiene una sombra, y mientras menos reconocida es, más negra y grande se revela. Este concepto es uno de los más grandes aportes de C. G. Jung.

"Uno puede encontrar su sombra sobre todo en las propias acciones erróneas o cuando afloran en nosotros peculiaridades que solemos reprimir y dominar, pero también en una figura exterior concreta. En el primer caso aparece en el material del inconsciente como una figura del sueño que representa, personificadas, una o varias peculiaridades psíquicas del que sueña; en el segundo es una persona del mundo en torno la que, por ciertas razones estructurales, se convierte en portadora proyectiva de esa o esas peculiaridades ocultas en el inconsciente." (p. 168).


La Pareja como Sombra
Una de esas principales proyecciones es nuestra pareja, en donde depositamos, en sombra, los aspectos del sexo contrario de nuestra psique (ánima o ánimus). Por lo que podemos expresar que nuestra pareja no es nuestra "media naranja", que nos completa, sino, para ser más exactos, nuestra pareja es una parte real de mí mismo. A través de -no por- mi pareja, yo puedo verme completo, sentirme completo, ser completo. "...De ordinario elegimos nuestro cónyuge porque su naturaleza corresponde a la parte de nuestra personalidad psíquica inconsciente para nosotros desconocida. Si llegamos a tener conciencia de ella, entonces dejan de achacarse ya las propias faltas al cónyuge masculino o femenino, es decir, que la proyección se anula. A causa de ello, sin embargo, una cantidad de energía psíquica hasta entonces unida a la proyección es devuelta y puede quedar a disposición del propio yo" (p. 183s).

Así que las parejas no empezaron siéndolo. No importa cómo se empiece. Lo que importa es la decisión que se toma de “hacerse pareja”. Sólo allí puede surgir verdadera intimidad.

Un comentario, a propósito de todo esto: en quechua el hombre o la mujer llama a su pareja: mi "yana", palabra que significa negro, oscuro, es decir "mi lado oscuro, en sombra".

Referencia Bibliográfica:
Jacobi, Jolande (1963). La Psicología de C. G. Jung. Madrid, Espasa-Calpe.