miércoles, 31 de enero de 2018

Caso: Dermatitis o "No se separen"

Las acciones terapéuticas que incluyen una perspectiva sistémica, como las Constelaciones Familiares o la Biodescodificación, muchas veces pueden ejercer un efecto benéfico sin que la persona beneficiada haya estado presente en la sesión, sobre todo si es un hijo pequeño, toda vez que los niños suelen reflejar los conflictos de sus padres en sus enfermedades y dificultades. Rincón cuenta el caso de una niña que presentaba dermatitis en todo el cuerpo. Había iniciado cuando tenía ocho meses (parece que por esas fechas los padres concibieron un segundo hijo). Primero apareció en la panza, luego en la parte posterior de las rodillas y en la parte interior de los codos. Luego se extendió al cuello, brazos, muslos, orejas, espalda y finalmente el rostro.

Alrededor del segundo mes de embarazo la madre había recibido un gran impacto: la amante de su marido la llamó por teléfono para decirle que mantenía una relación con su esposo incluso desde antes que ellos se casaran. Los padres se separaron pero iniciaron procesos terapéuticos, primero en forma individual y luego en pareja. Se volvieron a juntar para cuando nació la niña.

Tras intentar todos los tratamientos convencionales para resolver la dermatitis de la bebé, los padres realizaron una constelación familiar, como parte del plan de la terapia de contención. La niña tendría ya año y medio. La esposa pudo enfrentar, en el contexto simbólico de la terapia, a la amante, dejarla ir y recuperar su lugar como esposa. Luego, al hacer presente a la hija ("la paciente designada") se ubicó entre los padres, como quien trata de mantenerlos unidos, con un miedo tremendo a que se separen. Es el papel del hijo pegamento.

Los padres, a partir de la constelación, pudieron asumir la renovación del compromiso de pareja y de quitarle el peso de la responsabilidad a su hija. Comenta la madre:


"Terminamos nuestra constelación satisfechos y convencidos de lo que habíamos realizado; esa noche llegamos a casa y vimos a nuestra pequeña durmiendo con su carita manchada y esperando que este tipo de terapia ayudara en algo.

Al día siguiente nos levantamos como cualquier día normal, listos para ir a trabajar y llevar a nuestra niña a la guardería Al llegar a su cuarto, Lorena seguía dormida (raro en ella, generalmente se despertaba antes que nosotros); cuando vi su cara tuve la mayor impresión de mi vida: las manchas se habían desvanecido. La niña despertó y la desvestimos para ver el resto de su cuerpo; todavía había manchas pero su carita estaba limpia... Continuó con la terapia de contención. Lorena siguió su proceso médico con una dermatóloga especializada en dermatitis atópica aceptando el tratamiento de inmediato sin llegar a la cortisona, y en dos meses el 90% de su cuerpo estaba curado. Lo que no habíamos podido lograr en un año dos meses se logró en tres meses."

Podemos observar que la enfermedad de su bebé era la amplificación de lo sentido por su madre: sentirse injuriada en el embarazo (inicia en la panza, probablemente activado por el segundo embarazo, como recuerdo condicionado), humillada (rodillas), sentir que se pierde al ser amado (codos, cuello, brazos, muslos), disgusto por lo oído (orejas), sentirse traicionada (espalda) y avergonzada (rostro). Y la palabra clave que envuelve todo: separación, miedo a estar separado. Como ya habían hecho bastante trabajo reparador como pareja antes, la constelación familiar facilitó la disolución final, que debía incluir resolver lo pendiente con la amante y separar a la hija de los asuntos de la pareja.

Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, cap. 16

sábado, 27 de enero de 2018

Sanar el Aborto

[Nos dice Bert Hellinger:] "Hay situaciones en las que el aborto quizás sea la solución, una que, sin embargo, siempre está ligada a la culpa.

Conozco parejas cuya decisión de abortar respeto. La tomaron conscientemente, aceptando las consecuencias con una actitud de reverencia ante el hijo. Ese hijo no nato aparecía ante ellos como una persona que necesitaba y merecía ser vista. Si la decisión de abortar se toma teniendo presente al hijo no nato, con todo el dolor y toda la culpa que este acto entraña, con la plena conciencia de lo que al hijo se le exige, entonces la decisión provoca un profundo sufrimiento. Este tipo de aborto tiene una cualidad muy diferente. Afecta a los cónyuges durante mucho tiempo, pero también encierra la posibilidad de acercarlos y de profundizar su amor.

Una consecuencia importante de un aborto voluntario es que, por regla general, la relación de pareja termina. Si el aborto voluntario tiene lugar en un matrimonio, frecuentemente se acaba la relación sexual. No siempre tiene que ser así; también hay soluciones, pero si el hecho se tapa y se reprime, muchas veces lo ocasiona.

El aborto voluntario es un caso extremo de tomar y de dar: el hijo lo da todo y los padres lo toman todo. También el padre que no sabía lo tomó todo. Hacérselo saber es un deber con él."

Hellinger, sin embargo, a través de las constelaciones familiares propone la forma de curar la herida que el aborto dejó en los padres.

Esto ocurre simbólicamente. El hijo es representado por una persona del grupo, quien normalmente reporta que en ese lugar que se siente solo, abandonado y expulsado. Los padres se dirigen a él, lo tocan y le dicen palabras desde el fondo de su corazón: "Lo siento mucho; tuve la fuerza para concebirte, pro no para conservarte. Permaneces por siempre mi hijo (a), eres parte de la familia y te doy un lugar en mi corazón." De esta forma el hijo es integrado y admitido en la familia y, viéndose así, es capaz de asentir a su destino.

Todo esto sólo es posible si los padres admiten el dolor. El dolor honra al hijo y lo reconcilia con los padres. Los hijos, por su disposición fundamental, están incluso dispuestos a dar la vida por los padres. Un niño no sujeta la vida a toda costa, ya que la muerte forma parte de la vida. Para nosotros es imposible apreciar cuál será la ganancia y cuál la pérdida en todo esto. Si los padres logran ver y reconocer al hijo como persona, ver que éste entregó su vida, y si consiguen tomarlo como un regalo, llega al final la paz.


Lo que Hellinger propone como ayuda para sanar la herida del aborto en los padres es que durante un tiempo se imaginen llevando a su hijo consigo , para enseñarle el mundo, el kinder, el zoólogico, el supermercado. Después se le percibe como realmente muerto y todo puede acabar en paz.

Sin embargo, la trascedencia de un aborto no termina en los padres, sino que las consecuencias pueden ser también cargadas por los hermanos. La madre será probablemente sobreprotectora con el hijo que sigue ["pequeño tirano"], en un intento por enmendar lo que hizo; igualmente es importante que ella lo lamente para evitar que haya rabia entre los hermanos vivos; todo esto es necesario para liberar a los hermanos que sí existen.

[También un aborto posterior a un hijo vivo puede afectarle a aquel. Veamos un caso:]

Roberto era un niño de siete años que fue traído a consulta por su madre, quien tomó la decisión de abortar al hijo que esperaba después de Roberto. La relación de los padres terminó y acabaron separándose.

Impresiona la forma tan clara en que Roberto proyecta su mundo interno a través de las historias que cuenta en su estudio psicológico. La historia del árbol refleja un salto de su inconsciente, al mencionar en un contexto completamente diferente el aborto realizado por su madre, del cual obviamente él no tenía ningún conocimiento [consciente]:

"El árbol estaba naciendo, unos niños le echaron veneno por eso las manzanas están envenenadas. Había alguien que estaba embarazada. Para que se le cierre la herida que acababa de hacerse para que le saquen al bebé, todos comieron y se murieron; sólo había un soldado y una mujer, ellos cortaron el árbol, se comieron la manzana, la escupieron y sobrevivieron. La mujer se comió una y se hizo hechicera, les dio veneno a todos y ya no había nadie en el mundo. Nació otro árbol, lo cortó y explotó la Tierra."

Los secretos son muy perjudiciales en una familia, sobre todo los que tienen que ver con el hecho de excluir o a sacar a alguien del sistema familiar negándole el lugar que le corresponde en el corazón de los familiares. Solamente puede ser secreto lo que una pareja guarda entre sí, como por ejemplo su sexualidad o un aborto. Esto pertenece solamente a la pareja y a nadie más, los [niños]* no deben saberlo.
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* En el original dice "los hijos", pero en nuestra experiencia clínica, el que un adulto conflictuado puede tener información sobre las pérdidas y abortos suele serle útil para comprender ciertas vivencias y hacer duelos pendientes, desde la actitud de no juicio. En cambio "los niños" no deben saberlo, puesto que debido a su edad y a su nivel de comprensión les acarrearía una carga extra innecesaria. En este caso son los padres a quienes les corresponde la carga, la responsabilidad y la solución de lo que esté afectando a los miembros de la familia. (Nota propia. WOM).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, pp. 200-203. 224.

viernes, 26 de enero de 2018

El Secreto de mi odio a los hombres

Mi problema de muchos años ha sido mi relación de pareja: después de 30 años de casados seguíamos peleando por cosas sin importancia; además del enojo y resentimiento hacia los hombres que nunca había sabido de donde venía. Evidentemente, este enojo al primero que se lo canalizo es a mi esposo.

Hace algún tiempo me decidí a ponerme en contacto con mi niña interna, y mi sensación es de ir encontrando poco a poco las piezas que me faltaban del rompecabezas de mi biografía. Esta es parte de mi historia:

Lety era una niña que vivía con sus hermanos y sus padres en una finca de café a 600 kms de la ciudad de Bogotá, en Colombia.

Su vida era feliz pero desgraciadamente esta felicidad se acabó un día, ya que su madre decidió que sus hijos no estaban recibiendo una adecuada educación.

Como es lo habitual, a los hijos no se les pide su opinión y entonces llegó el funesto día en que la madre y los hijos se fueron de la finca a la ciudad, dejando al padre solo en aquella inmensa casa.

Lety sufrió mucho cuando esto sucedió. Y llevó a cabo un juramento secreto dentro de su corazón. Este juramento decía: "papá, yo volveré toda la vida a este lugar para estar contigo, porque yo no te abandonaré a ti ni a nadie". Por ello los momentos de felicidad absoluta y plenitud para Lety eran los días de vacaciones cuando la familia regresaba a la finca cafetalera, donde el padre los esperaba con alegría.

Alrededor de sus 12 años, sucedió un evento que marcaría también en forma decisiva la personalidad de Lety: la madre, que llevaba  muchos años sola entregada a sus hijos, se encontró con un abogado que más tarde se convertiría en su amante.


Poco a poco lo fue acercando a los hijos y éste, que en realidad era una buena persona, se los conquistó. Los hijos lo querían, pues hacía cosas para ellos como un padre, el padre que los hijos habían dejado de tener hacía muchos años.

Para toda la familia, la situación era "normal" y ninguno delató a la madre. Todos le fueron leales y, por lo tanto, el padre no supo de esto hasta muchos años después que lo descubrió él solo.

Este triángulo, en el que el padre, la madre y el amante participaron y que fue vivido por los hijos como algo "normal", comenzó a generar enojo en el corazón de Lety, pero sobre todo enojo hacia los hombres: a uno por "aprovechado" y a otro por no haber querido darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Una vez más Lety guardaba un sentimiento en el corazón en la parte que corresponde a "hombres", que le daría problemas más adelante en sus relaciones con éstos; sentía coraje y desarrolló un especie de superioridad hacia ellos, quería castigarlos.

Un día entendió por qué estaba tan enojada con su esposo: ella había depositado en él todo el enojo que estos primeros hombres de su vida le ocasionaron.

Le quedó además claro por qué había tenido una actitud de indiferencia, altanería y hasta desprecio hacia ellos. Otro juramento secreto que se hizo de chica fue: "nunca lloraré ni sentiré tristeza por ninguno de ustedes" y, en efecto, en su vida adulta se dio cuenta de que había cumplido su juramento.

Ahora Lety va mejorando. Con su esposo está mejor, cuida de su niña interna, ya no teme a la intimidad.

Versión libre de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México. Prekop. cap. 12

jueves, 25 de enero de 2018

El Hijo Primogénito

El hijo que nace primero tiene un papel muy especial, que puede ser muy positivo o muy negativo, esto es, el niño deseado por los padres pudo haber llegado a completar la felicidad de éstos. Por otro lado, puede suceder que el niño no fuera deseado o, en situaciones más difíciles, que los padres tuvieran que casarse por el embarazo no previsto de la madre. En ocasiones surgen conflictos en la pareja que pueden llevar a la separación.

Con frecuencia los niños primogénitos llegan más a consulta por problemas emocionales debido a lo que se puede denominar "derrocamiento del primogénito".
(...)
Frecuentemente cuento a los padres la historia siguiente para ayudarlos a sentir en carne propia lo que siente su hijo mayor ante la llegada del hermanito:

Imagina que un día llega tu marido con la gran noticia para ti de que va a traer a una nueva mujer a vivir a la casa. Al principio te sorprendes con la noticia, pero él te tranquiliza diciéndote que vas a estar muy contenta porque va a acompañarte, va a ayudarte en la casa, van a divertirse juntas.
Por fin llega el día en que tu marido entra inmensamente feliz del brazo de la nueva mujer; para ti, el comienzo fue desagradable, y poco a poco empiezas a sentir cambios horribles, pues todo mundo hace mucho más caso a la nueva que a ti, pero lo que más te duele es ver cómo tu marido se pasa horas con ella, la acaricia, le dice cositas amorosas al oído y no sólo eso: desde que ella llegó, él comienza a tener cambios desagradables contigo y deja de ser el marido amoroso de antes.
¿No significaría esto algo profundamente doloroso para ti? y, lo que es peor, esa mujer nunca más se irá, sino que se quedará para el resto de la vida con ustedes.
Los padres y sobretodo las madres reaccionan casi siempre con una risita nerviosa, que a mi modo de ver sirve para ocultar el impacto que esta historia les causa.
(...)

Caín, Jesús, Galileo, Lutero, Gandhi, Einstein, Hitler, Roosvelt, Mao Tse Tung, la reina Isabel y Sofía Loren vivieron la experiencia del primogénito (aunque de algunos no sabemos con exactitud si fueron realmente los primeros).

Todas las personas mencionadas vivieron la experiencia decisiva de la pérdida del lugar del hijo único y con esta vivencia maduraron para convertirse en personalidades especiales.

Su fuerza se expresa en una ambición especial, una capacidad para ser líder, un gran sentido de responsabilidad y del deber, así como seriedad y fidelidad hacia sus tradiciones y su país; sobretodo tienen una capacidad especial para soportar situaciones difíciles.

Como muestra es oportuna esta pequeña lista de primogénitos; dichas cualidades se ponen no sólo al servicio del bien sino también, en condiciones especiales, al servicio del mal.

La llegada del hermanito
[El niño sano es el que ha podido superar las etapas del desarrollo con sus necesidades satisfechas. Si llega un hermanito en los primeros dos años, las necesidades orales y de ser contenido se pueden ver afectadas por un manejo inapropiado de los padres.]

En la segunda fase del desarrollo (llamada anal) es importante que el niño haya sentido la necesidad de "separarse" de la vinculación con su madre, una vez que haya quedado satisfecho de dicha cercanía, sobretodo en el plano físico. Para lograr dicha separación, el niño debe sentirse libre para ejercer su fuerza de voluntad que generalmente se manifiesta con conductas oposicionistas hacia los padres que pueden terminar en berrinches; con ayuda de éstos es capaz de practicar su autonomía e independencia para ir poco a poco en búsqueda de su identidad del yo.

[Sin embargo, con la llegada de un hermano en esta etapa, se derrumba en el niño la esperanza de satisfacer sus necesidades insatisfechas. El niño, si pudiera hablar con claridad, diría algo como lo siguiente:]
Me duele mucho ver cada día cómo te relacionas con él, con cuanta seguridad y ternura lo cargas, qué gusto te da cuando despierta, cuánto tiempo se pasan mirándose a los ojos y sintiendo amor.
Todo eso no lo viví contigo, porque nuestra historia fue diferente, tú no sentías la misma seguridad en el manejo conmigo, tu momento de vida era otro, te sentías insegura, tuviste problemas con tu familia o con mi papá, tuvieron que casarse porque yo venía en camino. Al principio del embarazo no estabas contenta de que yo llegara a tu vida y en ocasiones sentí tu rechazo  Cuando estaba dentro de ti; todo esto lo sentí y me dolió profundamente. Poco después de que nací te fuiste a trabajar y me dejaste de dar pecho; a mí me dolió mucho tu ausencia, pues te extrañaba; en las noches llegabas cansada y yo sentía tu tensión en tu cuerpo; pero como ésta era insoportable, yo lloraba pues no era agradable para mí estar cerca de ti.
Cuando esperabas a mi hermano, una vez escuché que dijiste: Ahora sí voy a dejar de trabajar, pues este bebé lo quiero disfrutar" y veo que haces eso cada día con él, pero a mí me duele ver y sentir cada día cómo entre tú y mi hermanito fluye un amor que entre tú y yo nunca fluyó.


Ante esto se puede sugerir el "juego del bebé": La madre puede sugerir a su hijo: "Ahora voy a proponerte un juego muy especial: que eres un bebé y yo la mamá, y se vale que me pidas todo lo que quieras de bebé (chupón, mamadera y pañal)"; pero lo más importante es que la madre se sienta con tiempo y tranquilidad a cargar, abrazar o arrullar a su "bebé. Ella debe también disfrutar el juego, pues puede vivirlo como una oportunidad para recuperar aquello que faltó a ambos.

Es probable que el niño se sienta por fin libre para gatear, hablar como bebé, y hacer todo lo que haría un bebé. Si el niño pide el pecho a su madre lactante, por supuesto que se lo den, pues la reacción será: "¡Sabe muy feo!" Nunca he escuchado que una madre me platique: "Le gustó y se quedó mamando". Ofrecerle el pecho tranquilamente es quitarle para siempre las ganas y la curiosidad.

Para terminar el juego es muy importante darle al niño la consigna siguiente: "Ahora eres otra vez grande, pues ya nos vamos al supermercado, a bañar, a cenar o a hacer cosas que el bebé no puede hacer, sino sólo los niños grandes." Olvidar esta consigna implica para el niño quedarse en la etapa de bebé instalado definitivamente, lo cual no es el propósito del juego.

En esa regresión podrá recuperar lo que le faltó y así llenar poco a poco sus carencias de la primera etapa de su desarrollo.

Los padres podrían agregar también: "Puedes pedirme este juego cada vez que quieras; yo te diré si tengo tiempo y ganas; si no, te avisaré que en la tarde no puedo, pero en la noche lo haremos. También podría ser nuestro secreto y, por lo tanto, vamos a hacerlo solamente en la casa".

Al principio, el niño lo pedirá con frecuencia, pero los padres notaran con sorpresa que el juego desaparece poco a poco y que seguramente no durará más de tres semanas.

Recordar, como dijera Rincón en 2009: "La realidad es que el hijo mayor es un ser especial, porque fue el que llegó primero, quien hizo padres a los padres, y con él aprendieron todo lo que los padres primerizos tienen que aprender.

Es importante que los padres hagan sentir y notar al hijo mayor que es el hijo mayor dándole pequeños privilegios, como acostarse un poco más tarde o respetándole su lugar en la mesa. Esto hace sentir bien no sólo al mayor, sino también al resto de los hermanos que deben tratarlo con consideración y respeto por ser el hijo más grande" (p. 178).

Tomado de:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 178.
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 20-21.

martes, 23 de enero de 2018

El Niño Herido se casa

Todos llevamos una parte de nosotros que representa nuestras vivencias infantiles, marcadas en nuestros primeros siete años. Cuando éstas han sido dolorosas y no procesadas, exigen nuestra atención y cuidado. A esta configuración llamamos "Niño Interno" y en nuestros sueños puede revelarse como un niño o niña.

Kely Chávez, mencionando a Edmundo Velasco como fuente, señala las Siete Heridas del Niño Interno:

1.La Herida del Abandono, que obedece a la Necesidad de ser Cuidado (ser alimentado, recibir contacto físico). Se instala ante las experiencias de:
  • Ausencia física. Consideremos el abandono del padre durante la gestación o después; ausencias largas por trabajo o estudio, hospitalizaciones, viajes. Niños dados al cuidado de terceros.
  • Ausencia emocional: madre deprimida, padres ausentes psicológicamente.
  • Muerte de uno de los progenitores.
Estas ausencias podrían ser mejor asimiladas por el niño si se las explicara, aunque fueran bebés; pero en nuestra cultura aún se sigue pensando que "los niños no entienden" y se los deja a un lado a merced de fantasías catastróficas.

El abandono genera inseguridad, dependencia emocional, temor a ser abandonado, celos enfermizos y sobreprotección a los hijos (para evitar sentir otra vez el ser abandonado).

2.  La Herida del Rechazo, que obedece a la Necesidad de ser Valorado. Que tiene tres orígenes fundamentales:
  • El ser un bebé no esperado, con intento de aborto o con el simple pensamiento de dicha posibilidad. durante un tiempo.
  • La llegada de un hermanito, que muchas veces genera que sea menos atendido, haciéndole sentir desplazado, que ya no lo quieren.
  • Cuando alguno de los padres rechaza al hijo por algún aspecto que no le agrada. El niño, sabiéndose dependiente, teme que el rechazo se convierta en la posibilidad de abandono.
El adulto con esta herida tiene mucho miedo a emprender algo y necesita la aprobación de otros para sentirse bien. Crea las condiciones para revivir la experiencia de rechazo, incluyendo su vida en pareja, pues tiene la creencia de no ser suficientemente bueno para ser amado.
3. La Herida de la Humillación. Existen muchas formas de humillar: desde burlarse de su manera de hablar o de provocar que otras personas se rían de él, hasta despojarlo de ciertas cosas materiales por las que siente apego.

Personas con esta herida evitan mostrar sus sentimientos reales, que los hagan parecer débiles ante otros y se puedan aprovechar de verles débiles y humillarles.

4. La Herida de la Injusticia. Cuando el niño percibe que se le trata diferente que a sus hermanos u otras personas. Desarrollan una actitud resentida, irritable, cínica, pesimista, con dificultad de confiar y establecer relaciones interpersonales satisfactorias, porque creen que los tratarán mal tarde o temprano.

5. La Herida de la Traición. Suele acompañar a la herida de la injusticia. Se presenta cuando los padres acostumbran prometer y no cumplir, lo que impide desarrollar un sentido de confianza y control. La persona tiende a ser retraída, huraña, suspicaz. No se abren a intimar. Por esto, la posibilidad de terminar siendo engañados, traicionados, es alta.

6. La Herida del Maltrato. Tanto físico como psicológico. Lastimosamente tan común, pues culturalmente existe la creencia de que el maltrato es la mejor forma de corregir. En consecuencia surgen dos tipos de personas: las que ejercen la misma o peor violencia que recibieron, y las que se tornan sumisas y temerosas.

7. La Herida del Abuso Sexual. El abuso sexual genera graves consecuencias vinculadas con la culpa, la vergüenza, el sentirse una mala persona. En particular porque la mayoría de los casos fueron perpetrados por familiares o personas cercanas a la familia. Acarrea dificultades en las relaciones amorosas (comportamientos clandestinos), trastornos sexuales y violencia contra sí mismo (adicciones, trastornos alimenticios, disociación, etc.).
Considerando estas heridas, veamos que nos dice Laura Rincón:
Cuando una persona  se da cuenta de la existencia de un niño interno lastimado dentro de ella, se puede sentir impactada; esto se llama tomar conciencia, y es el primer paso para el conocimiento de uno mismo. El segundo paso sería tomar una decisión: ¿qué voy a hacer ahora que conozco mi propia verdad? (p. 64)

Frecuentemente las personas con un niño interno lastimado se casan con la ilusión inconsciente tanto de que su matrimonio será la salvación para ese niño que ya no tolera vivir en la casa paterna, como de que la pareja cuidará de ese niño mejor que nadie.

En ocasiones esa expectativa se hace realidad y la relación de pareja se convierte en un bálsamo donde ese niño puede "salir a la luz y jugar"; la persona se siente segura, protegida, creativa y amada como probablemente nunca lo había sentido. En estos casos, la pareja es la persona más importante e imprescindible en su vida.

Por desgracia, lo que sucede con más frecuencia cuando la elección de pareja la llevamos a cabo en forma totalmente inconsciente a partir de las heridas emocionales de la persona, la tragedia llega sin tardar, cuando la persona descubre que esa pareja revive y reactiva las heridas de su infancia. Un ejemplo que a menudo he escuchado es la queja de alguna mujer respecto a su marido al decir: "no me cuida, ni me protege, ni se ocupa de mi". Basta escuchar tales lamentos para identificar que quien expresa sus necesidades es la niña interna abandonada de esta mujer. (p. 65)

Cuando el esposo demore, por la razón que sea, empezaran a surgir sentimientos angustiantes y, si nos fijáramos bien, pensamientos que evidencian lo que más tememos: "Voy a quedarme sola, nunca volverá" (p. 66) [que puede estar evocando una experiencia infantil, prenatal o transgeneracional].

Cuando el niño exigente que hay en nuestro interior clama por la atención de otra persona, a menudo la incita a asumir el rol de padre negativo. Padecemos entonces el rechazo, la traición y un sentimiento aún más profundo de insuficiencia y humillación [que en realidad son re-actualizaciones de experiencias previas y no asimiladas.]

En el seno del matrimonio, esta circunstancia interrumpe por completo el flujo erótico. [Hasta que no se asuma la necesidad insatisfecha y su resolución...], si no se da ese paso, el matrimonio se convertirá, de modo irremisible, en una prisión estéril  [literalmente] o en un campo de batalla (2008, p. 67s).

.La esposa, ahora madre, puede encontrarse actuando con enorme furia con su pequeño hijo, gritándole, zarandeándole e incluso golpeándole; para luego sentirse culpable y avergonzada. Quién realmente se está expresando es su niña interna herida y enojada, que no tuvo permiso para enojarse cuando tenía la misma edad de su hijo actual. Una niña que se siente asustada y amenazada  por sus propios hijos. (p. 62)


[Para ir sanando al niño interno]  la persona aprende a atender a su pequeña lastimada, con una parte de ella que es adulta, maternal, buena, cariñosa, cercana, sensible y amorosa; en ocasiones las personas tienen problema para contactar esta parte de ellas y simplemente les digo: "Es la parte que atiende a tus hijos, la conoces muy bien; ahora a quien te toca atender es a tu propia niña/o interna/o". (p. 80)

[Cuando el niño interno es reconocido, atendido y sanado, nuestras capacidades olvidadas, bloqueadas o reprimidas, pueden volver a emerger para enriquecer nuestra vida actual (intelectuales, artísticas, motrices, afectivas).]. La felicidad del adulto está no en lo que su pareja hae por él, sino en lo que él hace por su niño interno (p. 191).

Siguiendo a Laura Rincón, aquí algunas indicaciones para atender al niño interno:
  1. Estar atento a las señales que manda el niño interno una vez que ha sido reconocido.
  2. Identificar dichas señales para diferenciar si siente miedo, enojo, impotencia, tristeza, etc.
  3. Llevar a cabo un diálogo interno con él cada vez que lo necesite, "escuchándolo activamente".
  4. Tranquilizarlo diciéndole. "Aquí estoy, yo soy el adulto, yo resuelvo este problema, yo me encargo de estos niños, ellos no quieren lastimarte sino sólo son mis hijos; yo soy la mamá / el papá, puedes quedarte tranquila, yo sé como manejarlos. Yo te cuido y te protejo, puedes quedarte tranquilo, te amo profundamente".
  5. Tenerlo presente en la mente, imaginar que lo lleva uno en el auto, lo sienta en el escritorio, le compra una golosina, revista o algo especial y, en la medida en que uno se acuerde, platicar con él en un diálogo interno.
  6. Hacer actividades placenteras estando el adulto solo en su casa, como tomar la muñeca/o que representa al niño interno y abrazarla, arrullarlo en una mecedora, etc.

"La alegría de la vida en pareja es cuando los niños internos de ambos pueden jugar sin pelear por los juguetes".


Extractos tomados de:
Chávez, K. (2017). Buscando a papá. Lima: Callados Contrapuntos.
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, pp. 62 - 81

lunes, 22 de enero de 2018

El contacto inicial del bebé y sus padres

La  necesidad del bebé [al momento de nacer] es sentir que su madre le expresa con su mirada: "aquí estoy, me alegro de verte, tu llegada me hace sentir la mujer más feliz del mundo"... Esos momentos intensos dan al bebé la oportunidad de fijar por primera vez en su vida su atención completa en los ojos de su madre. Recordemos al respecto cuánto tiempo puede un bebé ejercitar la "atencion" manteniéndose quieto y fijando la mirada en su madre. Los bebés que no pudieron ejercitar su atención de esa manera manteniéndose quietos por largo tiempo perdieron la primera oportunidad en su vida de llevar a cabo tal "entrenamiento" (p. 18)

Entre las madres a quienes se permite permanecer solas con su bebé y disfrutarlo en esos momentos valiosos [inmediatamente después del parto], el 80% de lo que dicen se refiere a los ojos, pues reportan que el contacto visual de su bebé es intenso. El bebé muestra interés en ver a su madre, así como en observar su cara detenidamente... prefieren la cara de su madre a la de otras mujeres... con ella se calienta de inmediato y adquiere la temperatura adecuada... el bebé y la madre fueron hechos para estar juntos, por lo que debemos pensar en que es necesario que hayan cuidados para ambos juntos y no como individuos separados. (p. 24)

Una de las habilidades del bebé es la imitación para copiar expresiones faciales; esto es: si la madre le saca la lengua a una distancia de 20 a 25 cm., el bebé hará lo mismo después de unos segundos.

La estimulación táctil regular por parte de los padres en el recién nacido es siempre positiva, ya que modera los niveles de las hormonas del estrés infantil: norepinefrina y cortisol. Igualmente promueve la ganancia de peso, aumenta el funcionamiento del sistema de inmunidad y las conexiones cerebrales y disminuye la frecuencia cardíaca.


Los recién nacidos muestran una clara habilidad para recordar sonidos desde el sexto mes de gestación y reaccionan al sonido de la voz de su madre. Igualmente, ponen atención a la voz del padre (familiar desde la vida intrauterina) y muestran disposición e interés para responder. Los bebés parecen estar programados para mirar en la dirección de donde proviene el sonido y escuchan con interés en un esfuerzo por comunicarse.

[Al nacer y] succionar el pecho, la madre produce más leche y la hormona oxitocina, la cual baja al útero y puede detener cualquier sangrado [uterino]. El recién nacido descansa unos minutos sobre el vientre de la madre y comienza a impulsarse hacia arriba; luego con sus pies se apoya sobre el abdomen  de ella presionándolo y de esta forma estimula las contracciones del útero que decrementan el sangrado [también]... La mirada del bebé se dirige al pezón y a su madre, se chupa el dedo que tiene el sabor familiar del líquido amniótico, el cual conoce desde que estaba en el útero; pero si el bebé fue bañado inmediatamente después de nacer, gran parte de la actividad de chuparse las manos se perderá. Esto lo guiará al pecho de su madre, pues éste secreta una sustancia similar a la que se encuentra en el líquido amniótico.

Muchas madres notan que el lazo emocional con su bebé no es automático ni evidente, algunas se enamoran de su bebé desde que lo tienen dentro de su cuerpo, otras lo hacen en la primera hora de vida y aproximadamente 40% de ellas necesitan una semana o más para sentir que el bebé es realmente de ellas.

El ciclo acción-reacción-acción entre la madre y el niño abre los más diversos canales de comunicación. Estos canales capacitan al niño para transformar, paso a paso, estímulos sin significado en señales plenas de significado. Surgen las primeras imágenes del reconocer y recordar. Con la madre como un yo que representa al mundo, el niño desarrolla su confianza pre-verbal en el tú, que aleja el miedo a los extraños y a lo desconocido, y que establece las condiciones para la propia identidad. (p. 219)

Los niños que no pudieron satisfacer su vinculación con la madre sufren también de miedo al abandono; esto es, son incapaces de disfrutar y aprender si la madre no está cerca, porque constantemente piensan que no volverá y que ellos se van a quedar abandonados para siempre. Por eso necesitan la cercanía física de la madre en todo momento y sufren cuando ésta se aleja. (p. 220)

Es claro que cuando el niño está en un estado de dependencia tan profundo que necesita a su madre como al aire que respira, el padre y la relación con él no le representan ningún interés, pues no cuenta con la energía para comenzar ninguna otra relación. (p. 221)

Como cada bebé tiene diferencias individuales, los padres suelen necesitar tiempo para conocer a su bebé y darse cuenta de lo que éste realmente necesita. En ocasiones, una vez identificadas las señales de su hijo, éstas cambian, de modo que los padres deben explorar y buscar constantemente para saber qué necesita su hijo.

Una de las cosas más positivas que se puede hacer con los padres es darles la oportunidad de interactuar y cuidar a sus hijos desde el nacimiento. Está comprobado que si el padre pasó al menos 15 minutos solo con su bebé recién nacido, desarrollará un vínculo profundo con éste y deseará pasar con él un tiempo significativamente largo durante los tres meses siguientes.(pp. 24.28)

Extractos tomados de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop.


jueves, 18 de enero de 2018

La Terapia de Contención

El etólogo inglés Nico Tinbergen ha comprobado que el ser humano tiende a huir y a alejarse del contacto ante una situación en la cual se siente inseguro o amenazado. Esto se evidencia en las consecuencias de un apego primario fallido, tanto en bebés, en relaciones de pareja o en los duelos no resueltos. La Terapia de Contención es una alternativa para ello, busca que se aprenda el relacionarse sin huir o aislándose del momento difícil, sino con una confrontación/afrontamiento directo y cercano: Es como decir: "Tú y yo, a pesar de que nos queremos, sentimos con frecuencia mucha rabia en nuestra relación que no nos expresamos abiertamente, por eso tampoco podemos sentir ni expresarnos el amor abiertamente."

La Terapia de Contención trabaja el instinto de huida cuando se siente rabia hacia otro ser, cuando la ambivalencia afectiva invade la relación y los sentimientos de aversión son más fuertes que el amor. (p. 22, 2009)

El niño autista es incapaz de aprender por aproximación y exploración. La exploración sólo se puede dar en una situación de seguridad extrema. Como lo que queda es el aprendizaje por enseñanza, el ambiente, los padres, educadores y terapeutas caen en la trampa. Tratan de enseñar y habilitar funciones sin dedicarse a modificar el núcleo autístico: el pánico. Esta terapia pretende tocar dicho núcleo, activarlo y que el niño y su madre, juntos, hallen su resolución, instalando la experiencia de seguridad. y confianza.

La Terapia de Contención se lleva a cabo con la presencia y guía experimentada del terapeuta de contención especializado. Esta terapia surgió en los 70´ de manos de Martha Welch, como una manera de ayudar a niños autistas a establecer vínculos con sus padres y luego se ha ido extendiendo su uso a otras dificultades, considerando que la falla en el apego temprano las genera*. Jirina Prekop es la terapeuta más representativa actualmente, y también podemos mencionar al médico argentino Carlos Wernicke (http://www.holismo.org.ar/).

En general se recomienda acudir siempre con la pareja, de modo que el padre pueda comprender el dolor, el miedo, el sufrimiento que ha venido sintiendo la madre en su relación con el hijo y que se exteriorizaba de múltiples maneras (Sin embargo, sólo un 15% de los papás varones continúan participando en el tratamiento. El resto sólo llega hasta el momento del diagnóstico inicial).

Los padres (ambos) deben tener claro que a la sesión sólo pueden llevar los sentimientos que se refieren al hijo con el que asistirán, dejando de lado asuntos pendientes con otras personas, como padres, pareja, otro hijo, etc. Como esto último es bastante difícil, es importante y mejor resolver primero los asuntos pendientes individuales y familiares, para desimplicar al hijo (p. 175s, 2009)].

Sólo cuando la madre ha podido enfrentar su dolor frente al padre de su hijo, podrá decirle a éste último en la fase final de la contención: "tu papá y yo dejamos de ser pareja pero nunca dejaremos de ser tus padres y nos puedes amar a los dos. Amo a tu padre en ti, me gusta lo que tienes de él: tus ojos grandes, tu habilidad para los deportes y tu simpatía".

De esta manera el  niño podrá sentirse completo, pues puede llevar a ambos padres en su corazón, esto le dará paz y fortalecerá su identidad. (p. 181, 2009)

Por todo esto la Terapia de Contención, como proceso terapéutico integral, implica una serie de pasos, dependiendo de la gravedad y ramificaciones del síntoma, que buscan liberar emociones y sentimientos en los padres, para que no irrumpan en la sesión del hijo. Además, de esta manera la madre (y el padre) pueden pasar por la experiencia de ser contenidos, lo que facilitará que luego puedan contener. Si el padre no está disponible, una amiga/o u otro pariente cercano pueden ayudar a contener pues las emociones intensas tienden a generar un vínculo de dependencia en el que el terapeuta no debe verse involucrado. Las amistades o parientes nunca representan al padre o a la madre de la persona contenida, sólo prestan sus cuerpos como pantallas de proyección (p. 104, 2008).

A continuación exponemos los pasos en la Terapia de Contención, en términos ideales, tal como lo propone el Instituto Prekop de México:]
  1. Sesiones preparatorias, donde se recogen la información relevante, se realiza un psiodiagnóstico del niño (p. 124), se informa sobre la forma del tratamiento, se aclaran cuestiones sobre como se da el trastorno del apego, sobe la superación de la culpa, etc. Éstas son, al menos, unas tres sesiones.
  2. Sanación del Niño Interno de la madre (y del padre). Una o más sesiones.
  3. Constelación Familiar. Como una constelación no está diseñada para la catarsis, y a veces esto es necesario, se sugiere realizar:
  4. Sesión de Contención para la reconciliación con los padres vivos o muertos Una sesión por cada progenitor (cuando sea necesario).
  5. Sesión de Contención para la reconciliación con la ex pareja (de ser necesario).
  6. Curso PET (padres eficaz y técnicamente preparados), para establecer nuevos patrones de comunicación y aceptación emocional.
  7. Sesión o sesiones de Contención con el hijo. El número de sesiones de contención depende de cada caso, oscilando entre una y diez (p. 175, 2009).
  8. Extender las sesiones de contención a los demás hijos.

Las sesiones de contención pueden durar hasta tres horas. Luego de la sesión de contención los padres deben implementar la actitud de "contención" cuando surjan las dificultades con su hijo e incluso podrían implementar "sesiones" en casa (p. 125s, 2009).

Como podemos ver, la terapia comprende un promedio de 20 a 40 horas de trabajo, como mínimo, sin contar el curso PET; y una fuerte dosis de motivación (por la forma en que se desarrolla, como veremos más abajo).

(p. 91).
Una sesión tipo
Quitándose los zapatos, los participantes se acomodan sobre una colchoneta (p. 131, 2009). En el caso de bebés y niños pequeños puede sentarse el padre tras la madre para que ésta se recargue y sienta el apoyo en su espalda, pero en otras ocasiones las madres prefieren que su propia madre las acompañe.

La terapeuta apoya y anima a la madre para acompañar a su bebé [o niño] durante la crisis. Los padres pueden despedirse de los pensamientos inquietantes que se refieren a su culpabilidad respecto al sufrimiento de su hijo. Incluso, si el niño está muy tranquilo, habrá que estimular su enojo con algo cualquiera (p. 191, 2009)

La madre abraza a su hijo y deja que su cabecita se recargue cerca de su cuello, para que el cuerpo del bebé quede completamente volteado al de ella;  de esta forma, podrá soltarse por completo en los brazos protectores de ella. Si es un niño que ya entiende las palabras, la terapeuta le explica que se está allí para sanar la relación, que no está permitido escupir, patear, morder, pegar y pellizcar; que la mamá lo abrazará fuerte y no lo soltará hasta que saque todo lo que le atormenta. Luego la terapeuta pide a la mamá que, mirando a os ojos a su hijo, le diga todo lo que le molesta de él. Y luego el niño hará lo mismo. (p. 131s, 2009). Cada uno debe decir por qué se enoja cuando el otro se porta de determinada manera (no hay discusiones ni justificaciones). La madre debe ayudarlo a expresar su rabia también hacia otras personas: compañeros del colegio, hermanos, etc. En el caso de una sesión entre adultos, se advierte que la expresión de la agresividad física se puede hacer pero sólo sobre la colchoneta o un cojín.

Los brazos y manos deberán estar "guardados" entre el cuerpo de la madre y el del bebé, ya que "abiertos" dan a éste una sensación de desprotección y tensión (...) Una vez que los brazos y piernas están bien envueltos y que la madre lo sujeta contra sí con su abrazo lo suficientemente intenso, el niño podrá dejar salir sus sentimientos profundos e inmediatamente empezarán a salir sus primeras lágrimas.

En los primeros minutos, el bebé/niño comenzará a expresar su dolor llorando con intensidad. Cuanto más fuerte llore, más se despertará en la madre su instinto de protección. La sensación de falta de seguridad en el bebé desaparecerá, y la madre lo cargará más cercana e íntimamente, de esta forma, el pequeño se sentirá pronto liberado; además, el dolor de la separación se reduce y la vinculación comenzará a renovarse de inmediato.

En el caso de niños más grandes, el niño jurará ser buen niño en adelante, halagará a la mamá, dirá que ya está bien, que ya pueden acabar; y es cuando hay que insistir para que lo que se teme salir salga de una vez por todas (p. 191, 2009). Incluso si el niño se hace pipí o popó no hay que soltarlo ni detenerse (2009, p. 213)

Con ciertas preguntas la terapeuta les ayuda, a la mamá y al niño, a despertar la empatía hacia el otro y de esta manera se favorece, no sólo la expresión de sentimientos, sino también el desarrollo del pensamiento lógico en el niño, apelando también a su comprensión.

Frecuentemente la madre llora, ya que también ha sufrido con su hijo. Se siente conmovida al darse cuenta de la profundidad del dolor de éste. Probablemente hasta ahora entiende el impacto de lo sucedido en el parto, de modo que llora con su bebé por la separación no deseada, por el parto prematuro o por las posibles aunque necesarias y dolorosas acciones médicas. Es probable que hasta ese momento se dé cuenta de la presión que ha implicado vivir con un bebé recién nacido desvinculado de ella.

También las lágrimas de la madre son bienvenidas, ya que los bebés pueden relajarse en la medida en que ella se libera con las lágrimas de los sentimientos que no había expresado. A todos los niños les hace bien disfrutar la convivencia con su madre y verla y sentirla expresar sus sentimientos auténtica y sinceramente. Éste es un paso en la relación renovada.


Jirina Prekop acompañando una sesión


Cuando la madre contiene a su bebé al tenerlo en sus brazos sin distraerse, ofreciéndole íntegramente para el consuelo de su hijo, notará con asombro que en pocos segundos el llanto se vuelve muy intenso. Esto puede asustarla momentáneamente: lo que sucede es que el bebé se siente por primera vez seguro para llorar de manera profunda el bloqueo y el dolor por la separación. Cuanto más intenso es el llanto del bebé más profundamente expresa éste su dolor y con más rapidez terminará la sesión.

Desde una simple insatisfacción o irritación, el llanto puede convertirse en poco tiempo en fuertes alaridos de pánico.

Durante el proceso de la contención, el bebé puede acercarse a un profundo dolor de su "pasado" y entonces volverá a sentir el enojo, el abandono o el dolor de la situación original. En esta ocasión puede dejar salir sus sentimientos, pues también se siente impotente o abandonado como en la situación original. Auténticamente vuelve a vivirlo, pero ahora puede darlo a conocer a sus padres.

Para finalmente exteriorizar ese profundo pánico del pasado, el niño necesita la contención segura en los brazos, así como la aprobación sin límites de sus padres para poder llorar.
(...)
Observamos que el bebé quiere relajarse, pero con la repetición del recuerdo del dolor el llanto vuelve a surgir. A esta fase pertenece el dolor profundo, que el niño siente al comienzo de su vida; entonces el bebé regresa varias veces al recuerdo doloroso hasta que éste desaparece por completo y comienza la relajación.

El bebé se "pega" tranquilo y relajado al cuerpo de su madre aunque todavía solloza un poco en intervalos; así frecuentemente el bebé se queda dormido o podrá tener por primera vez en su vida un contacto visual intenso con su madre y su padre, si éste está también sentado atrás de la madre.

Ese contacto visual es un premio para ellos, pues con probabilidad es la primera vez que tienen al bebé íntimamente en los brazos sin que éste se defienda o quiera voltear el cuerpo. Los padres se sienten cercanos y unidos a su hijo, él corresponde el contacto visual y ellos comprenden sus señales.

El dolor por la separación fue por fin expresado en su totalidad y está fuera del cuerpo, de manera que hay espacio disponible tanto en la madre como en el bebé, para que "el amor pueda fluir".

En esta última fase se acuesta al niño arriba de la madre y se le pide a ella que le cuente lo lindo que era cuando lo estaba esperando y lo tenía en su vientre. Los niños escuchan con un profundo interés esa parte de su historia, hacen preguntas y se ríen cuando la madre le cuenta cuando "sacaba" el codo, y a ella se le hacía un pico en la panza, o cuando, más grandecito, se batía las espinacas en la cara. (p. 21, 2009)

La situación de "contención" es un estado natural entre la madre y el hijo recién nacido; cuando esta situación se convierte en terapia tiene por objeto enseñar a la madre lo que es "natural", esto es, recordarle que tiene un instinto materno dentro de ella y que debe confiar en él.

El trabajo del terapeuta de contención consiste en ayudar a la madre a verbalizar su miedo y desconfianza, para que pueda liberarse de los sentimientos dolorosos que vivió con su bebé y posteriormente sea capaz de dar a a su hijo lo que necesita, así como sentirse segura de que es la mejor madre del mundo para su hijo.

El terapeuta ayuda a la madre a que aprenda a tener un diálogo con su hijo, a mirarlo largo rato a los ojos y a confiar en que todo lo que necesita su hijo puede dárselo ella: el alimento, la cercanía, la calidez, el ritmo cuando lo mece, [el reflejarse mutuamente], entre otras cosas.
(...)

Testimonio de una madre luego de terminar la sesión (p. 56):
Después nos dejaron solos a mi esposo, al bebé y a mí y nos quedamos abrazados largo rato los tres y había una atmósfera de amor muy linda.
Pasaron los días y yo me sentí liberada, feliz y ligera. Creo que la tristeza era un muro invisible que nos estorbaba a mi bebé y a mí. Algo muy importante de lo que me di cuenta fue que antes del abrazo siempre me refería a Memo (su hijo) como "pobrecito bebé porque vomitó", "pobrecito, ya se despertó" y me la pasaba "pobreteándolo", y yo creo que eso le hubiera causado daño a la larga...
Esta experiencia nos unió aún más a mi esposo y a mí, pues compartimos un dolor muy profundo y sólo nosotros sabíamos lo que sentíamos, y no dejamos de apoyarnos un solo momento. El hecho de que él me acompañara durante el abrazo también fue importante, pues me vio en un momento frágil despojada de cualquier máscara viviendo mi dolor de madre.
(...)
La observación clínica pone en evidencia que el completamiento de la experiencia del parto, interrumpida por la cesárea, o la expresión del dolor o el enojo producto de intervenciones agresivas antes, durante o inmediatamente después del parto, generan un cambio actitudinal en el niño, en la madre y en la relación. La irritabilidad, el aire melancólico, el sueño desordenado, la demora en el control esfinterial, las manías, tienden a desaparecer en poco tiempo; y la expresión abierta y franca de lo que se siente fluye naturalmente. (Rincón 2008)

Otra mamá dice:
Hoy las contenciones en casa duran 15 o 20 minutos, a veces solamente expresan tristeza, y estas sesiones son parte de la depuración constante de nuestra relación madre-hijo. En ocasiones, cuando vamos en la calle y vemos a un niño hacer berrinche, mis hijos comentan: "Mira, ese niño tan enojado, su mamá debería hacerle el abrazo de la rabia". (2009, p. 127)

Conclusión:
La Terapia de Contención promete ser una alternativa de solución complementaria para los trastornos derivados de un apego temprano fallido. El tiempo de duración se encuentra dentro de los tiempos de la mayoría de terapias en la actualidad. Sin embargo, siendo algo ruda en su aplicación, habrá que evaluar si es una buena opción habiendo otras terapias más suaves e igual de efectivas. Específicamente en los trastornos de espectro autista es posible que valga la pena usarla, siendo que otros tratamientos sólo ofrecen resultados a nivel conductual y sensorial, y poco o nada en lo emocional. Trabajar ambos aspectos siempre es importante en cualquier tipo de problemática psicológica.

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* No confundir con Attachment Therapy, inspirada en Robert Zaslow, y desarrollada en el contexto de niños adoptivos. El Attachment Therapy ha cobrado vidas y generado más trastornos por su carácter abusivo.

Referencias Bibliográficas:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 7: La terapia de contención para recién nacidos.
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop.
WEB: http://www.childrenintherapy.org/index.html (página dedicada a proteger a los niños de terapias peligrosas, sobretodo de Attachment Therapy)

viernes, 5 de enero de 2018

Los Traumas del Recién Nacido

La madre que regresa a casa con su bebé después de un parto normal y de la separación habitual llevada a cabo en la mayoría de los hospitales, debe estar consciente de que necesita regresar a su hijo la confianza en que ahí está ella para atenderle todas sus necesidades; además, deberá aprender a relacionarse con él de tal manera que sea capaz de meter a su niño otra vez en su esfera materna, hacerlo sentir que la separación que vivieron no fue un abandono y que puede volver a confiar en ella y a vincularse nuevamente con su cuerpo.



En la cultura occidental se ha generalizado la "pedagogía negra" del siglo XVIII, y es común oír que hay que dejar llorar al bebé "para que no se engría". Médicos hombres han hecho dudar a las madres de su instinto materno y del aprendizaje de generaciones transmitido de mujer a mujer.

El bebé, cuando sufre o tiene dolor, lo siente en todo el cuerpo; por ello, si la mamá quiere consolarlo necesita tiempo, calma  estimulación física para que el bebé la perciba y sienta su consuelo, lo cual puede llevar tiempo. Por otro lado, si el niño llora como un intento de llamar a su madre y ésta no lo atiende inmediatamente, aquel regresará a su autoestimulación (chupar el dedo, consolarse con una frazada o mirar intensamente una lámpara) y puede suceder que la madre acuda, pero él ya no estará receptivo hacia ella pues invirtió toda su energía en su satisfactor sustituto (frotar la cobijita cerca de él, observar la lámpara, etc.).

Dichas reacciones muestran la creativa capacidad de sobrevivencia que tienen los bebés para tomar algo que sustituya a su madre, cuando  ella no está en el momento en que más la necesita.

Cuando las madres preguntan ¿le doy el chupón o no mientras lo tranquilizo?, la respuesta es, por supuesto, que no, pues si la madre está disponible todo el tiempo para él, el bebé no necesitará objetos que la sustituyan; esto es, el niño podrá usarlos solamente cuando no cuente con su madre o si ésta no acude de inmediato al consuelo. En este caso, puede usarlo como una vinculación sustituta mientras ésta no sea dañina, ya que hay autoestimulaciones destructivas (como golpes de la cabeza contra la cuna o el suelo).

El bebé en estado de dolor no ve a su madre ni a sus ojos bondadosos, sino que ella debe tomarlo suavemente, verlo a los ojos y decirle "aquí estoy";  así, ella debe ocuparse de la vinculación en ese momento. La experiencia de sentir esto en los brazos de la madre varias veces al día para tranquilizarse da al bebé la sensación de: "Tengo el sufrimiento y el dolor, pero viene la persona con quien estoy vinculado (mi mamá) y el dolor se reduce; por tanto, puedo confiar en ella, pues viene cada vez que la necesito; ella es buena y confiable, entonces el mundo es bueno y confiable."

[La interrupción de la primera vinculación o apego temprano genera un profundo dolor, que queda oculto por varias razones:]
  • Por desconocimiento de sus efectos y de la normalidad de sentirse así cuando ocurre. Al no poder ponerse en palabras, es como si no existiera ¡pero existe! Madre y bebé guardan un dolor inexpresado e inefable.
  • Si la madre alcanza a expresar parte de la tristeza que siente, la interrumpen con: "No llores porque vas a hacer daño a tu bebé". Lo que necesita es: "Llora, yo te abrazo para ayudarte a expresar todo tu dolor".
  • Ya sea por una misma o por los demás, el dolor es acallado por sentirse ridícula, rara, culpable, etc.
  • Todo esto puede generar desde un sentimiento vago de tristeza/ansiedad hasta una depresión post-parto. También puede estar ocurriendo una reactualización de los sentimientos de abandono del propio nacimiento.

La única persona que conoce ese dolor es su hijo, pues lo siente a través del cuerpo cuando ella lo carga en sus brazos; es el mismo dolor que siente él; ambos lo bloquean en el cuerpo y les boquea también el libre flujo del amor que existe entre los dos.

La única forma como el bebé puede expresar el dolor sentido por la separación es por medio del llanto... si el llanto continúa y la angustiada madre no sabe qué hacer, su desesperación aumentará cada día  y su bebé se convertirá poco a poco en una fuente de cansancio, aburrimiento, tensión y enojo; así, la vinculación entre ellos, en lugar de fortalecerse, se debilita y ambos sufren cada vez más... Desgraciadamente, se debilita no sólo esa relación,  sino también la que tiene la madre con su esposo, quien se alejará cada vez más, pues él puede experimentar que toda la atención está en este bebé tan demandante.



El trastorno de vinculación puede surgir por las causas siguientes:
  • Las "inofensivas" exploraciones y diagnósticos en el embarazo como la amniosentesis (extracción del líquido amniótico para analizarlo).
  • Ambivalencia o rechazo de la madre a su bebé durante el embarazo.
  • Sentimientos de rabia, tristeza o dolor en la madre por problemas con su pareja, muerte de alguna persona cercana o cualquier situación de impacto emocional.Separación de varias horas entre la madre y el bebé recién nacido.
  • Un parto que la madre califica como traumático, por la duración o el miedo, o porque el niño quedó físicamente muy lastimado.
  • Anestesia en el parto o desmayo de la madre, en cuyos casos el bebé dejará de sentir su presencia, lo cual le generará un miedo extremo.
  • Nacimiento por cesárea, ya que tanto el bebé como su madre perdieron la oportunidad de vivir la experiencia de la polaridad, que va de la crisis del nacimiento a la liberación final, juntos. Problemas de cuello pueden tener como raíz las actuales cesáreas, cuyo corte es más chico y el bebé es asido por el cuello para sacarlo.
  • Casos en que una enfermera [puede ser una obstetra también] se hace cargo del niño y pasa más tiempo con él que su verdadera madre [impronta desviada]
[-Los anteriores casos generan sentimientos confusos, sentimientos adoptados como propios sin serlo-]
  • El bebé tiene que quedarse en el hospital por haber nacido prematuro o porque necesitó terapia intensiva.
  • Cuando la madre regresa a su trabajo y tiene que dejar a su hijo en la guardería o con algún familiar.
  • Cuando la madre viaja o se aleja de su hijo por las razones que sea, durante los dos primeros años de vida. En estos casos el bebé siente un "abandono" y puede llegar a a enfermar gravemente por el dolor que le produce la ausencia de sus padres.
  • Cuando la madre sufre de una enfermedad que la discapacita para ejercer su labor de madre, como por ejemplo, un derrame cerebral.
  • [Cuando la madre muere al parir o al poco tiempo del parto.]
[-Los casos anteriores tienen en común el sentimiento de abandono, al que se puede añadir la culpabilidad-]

Estas situaciones pueden lastimar y separar en forma continua a ambos, afectando durante semanas, meses y años su relación; por otro lado, debemos reconocer la impactante realidad de que nuestras futuras vinculaciones [en particular con nuestras parejas y con nuestros propios hijos] se llevarán a cabo de manera similar a la primera vinculación con nuestra madre.

Tomado de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop. Cap. 5: El Trastorno de Vinculación.