Walter Jesús Ojeda Murguía[1]
Un hombre predica en Judea.
Atrae multitudes. Fascina a hombres, mujeres y niños. Cuenta historias, habla
de forma sencilla, clara y a la vez contundente. Los abatidos encuentran
consuelo en él, los enfermos se curan, los necesitados de dirección, la encuentran.
Y éste hombre sabe que su destino es ser el cordero llevado al matadero...
¿Quién es Jesús y cuál es su
Destino?
Tamaño atrevimiento pretender
contestar esa pregunta. La figura de Jesús ha estructurado la cultura
occidental e influenciado a casi toda la especie humana. Así que sólo nos
centraremos en los datos bíblicos para dar una lectura transgeneracional a su vivir
y actuar. Pero primero expliquemos desde donde miramos.
En las últimas décadas ha
venido acumulándose y configurándose información de cómo las vivencias de
nuestros ancestros nos determinan. Allí dónde pensábamos que éramos libres para
decidir, cada vez se hace más evidente que en realidad estamos llevando a
cumplimiento programas de acción desarrollados por otros, acatando mandatos
familiares, prosperando o enfermando por lealtad familiar. No tan sólo por las
influencias de nuestra familia nuclear o la extensa, sino por antepasados que
ni siquiera hemos conocido. Desde las intuiciones de Freud y Jung, pasando por
los datos de terapeutas familiares y el guion de vida de Berne, hasta llegar a
Anne A. Schutzenberger y su sistematización del árbol psicogenealógico, los
aportes de Jodorowsky, Hellinger y las escuelas francesas de Biodescodificación, hemos vuelto a encontrar
la influencia de los ancestros, tan respetados por culturas más tradicionales.
El Destino es el resultado de
asuntos inconclusos del pasado, actualizados para ser reparados o resueltos, de
expectativas de lo que somos capaces de lograr o no. Desde esta perspectiva queremos
reflexionar bajo qué influencias estuvo Jesús. No por nada El Nuevo Testamento
empieza con su genealogía. Ella nos permite conocer al Hijo del Hombre, al ser
humano inserto no sólo en una realidad histórica sino sobre todo en una
realidad familiar, de mitos, creencias, emociones y sueños transmitidos.
LOS PADRES FUNDADORES
La genealogía de Jesús, según
es narrada por Mateo, comienza con Abraham, Isaac y Jacob, los tres grandes
patriarcas del judaísmo. Veamos que dicen sus vidas.
Abram, hijo de Téraj, tiene
dos hermanos: Najor y Harán. El padre de Téraj se llamaba Najor. ¿Por qué darle
el nombre de su padre a su segundo hijo? Quizá Abram no era un hijo esperado.
Esto podría explicar la actitud desapegada de Abram, su falta de interés en
tener descendencia, la laxitud con respecto a hacer respetar a su esposa, y su
disposición a obedecer el matar a su propio hijo. Parece ser que Abram
reactualizaba su propio drama gestacional, que habría implicado un intento de
abortarlo.
He explicado antes (Ver Ojeda, 2016) que ante una situación de extrema
crisis el diseño biológico activa experiencias de luz y de escucha de voces que
nos advierten, guían o transforman. En este contexto: Dios. Así que Abram debía
de estar viviendo una profunda crisis cuando Dios se le revela diciéndole:
"por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra". Entonces aquel
le levanta un altar cerca de Betel, conocida también como Luz.
Pero la promesa tenía un
obstáculo o, más bien, la promesa era la respuesta a su crisis: Abram se había
casado con su hermana por parte de padre, Sara (Gn 20,12), quien era estéril, y
sólo pueden concebir cuando Dios le cambia el nombre por Abraham -padre de
multitudes- y así cambia un destino de infertilidad a uno de fecundidad.
Primero tiene un hijo con la esclava de Sara
y luego puede tenerlo con ella (Gn 12, 7s). Este dato es un buen ejemplo
de como la experiencia de paternidad desbloquea en muchas personas los
impedimentos para concebir. Téngase en cuenta que antes de las promesas Abram
no había mostrado interés en tener descendencia
-Sara ya había pasado la menopausia y él era diez años mayor que ella-
(Gn 17, 17). Sin embargo, tras la muerte de Sara, toma una nueva mujer y tiene
más hijos, lo que evidencia su cambio de actitud frente a la paternidad.
Otro aspecto importante en Abraham
es que estuvo dispuesto a matar a su hijo porque Dios (la Voz) así se lo ordenó.
Hellinger (2001) cuenta una historia al respecto:
Un
hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, que decía: "Levántate,
toma a tu hijo, a tu único y bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré,
y allí ofrécemelo en holocausto".
Por
la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado,
miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Levantó al niño, lo llevó
al monte, [lo hizo cargar los leños,] construyó un altar, le ató las manos al
niño y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero en ese momento oyó otra voz, y
en lugar de su hijo sacrificó un cordero.
¿Cómo
mira el hijo al padre?, ¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo
la mujer al hombre?, ¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo
miran ellos a Dios?, ¿Y cómo Dios -suponiendo que exista- los mira a ellos?
Preguntas similares podemos hacernos
respecto a Sara: ¿cómo mira esta mujer a su marido, que la hace pasar por su
hermana y que permite que la elijan por mujer ante el temor (real o fantaseado)
de que lo maten para quedarse con ella? (Gn 12, 10-20 y Gn 20).
Finalmente, señalemos algo más
respecto de Abraham. Él no desea que su hijo Isaac se case con una extranjera,
sino con alguien de su propia familia. Le encuentra a Rebeca, nieta de su
hermano Najor y de Milká (hija de Harán, el otro hermano de Abram. Se habían
casado tío con sobrina). También ella es estéril. Tras invocar a Dios engendra
gemelos. La necesidad biológica de engendrar gemelos es tener una reserva por
si muere uno ¿El temor de que Dios vuelva a pedir sacrificar a uno de sus
hijos?
Isaac también recibe la
promesa de Dios de que "por tu descendencia se bendecirán todas las
naciones". Y también Isaac tiene que ir a otra nación y hace pasar a
Rebeca como su hermana, con la misma justificación que su padre. (Gn 26, 1-11)
Isaac y Rebeca engendraron a Esaú
y Jacob. Pero ¡oh sorpresa! también ella es estéril. Tras invocar a Dios
engendra gemelos ¿Qué necesidad biológica o psíquica hay en engendrar gemelos?
Por si muere uno se conserve el otro ¿El temor de que Dios pida sacrificar a
uno de sus hijos? Y también uno de ellos recibe un programa para manifestar en
lo físico y el otro para manifestar en lo mental.
Isaac y Rebeca engendraron a
Jacob (que significa "suplantador") y Esaú. Jacob es el segundo y el
preferido de su madre. Le gusta estar en casa. A diferencia del mayor, quien
gusta de cazar y de la preferencia del padre. Esaú se casó con extranjeras,
trasgrediendo las reglas de la familia de casarse con los de su misma tribu. Y
cuando Isaac planeaba bendecirlo, antes de su muerte, Jacob, a instancias de su
madre, lo suplanta. Ya antes le había cambiado la primogenitura por un plato de
lentejas. Ya desde su gestación Dios había dicho que "el mayor servirá al
pequeño". Jacob se queda con toda la bendición (es decir con todo) y Esaú
queda como siervo de él, y "a vivir de la espada" (la biblia de
Jerusalem señala: "de la rapiña"). Ojo que éste era el destino
original para Jacob.
Entonces Jacob, con engaños,
se apropia de la primogenitura y la bendición paterna. Se enamoró de la hija de
su tío materno, Raquel, pero primero se vio obligado a casarse con la hermana
mayor Lía. Raquel era estéril y sólo después de tener hijos a través de su
esclava es que pudo concebir a José (Gn 30, 22ss). Dios también bendice a
Jacob: "por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra".
Jacob tuvo doce hijos. Con
Lía, tuvo a Rubén, el primogénito, quien cometió incesto con una de las mujeres
de su padre. Esto hizo que su primogenitura pasara, en la práctica, a manos de
Judá, el cuarto hijo de Lía (que en numerología genealógica corresponde al
número 1). Entonces vemos que de la esposa menos preferida, surge el hijo líder
(Judá da la voz para que vendan al hijo amado de la mujer amada, José). Jesús
no desciende del hijo amado, sino de su opuesto.
Hasta aquí resaltan los
siguientes aspectos:
Incesto
y esterilidad en tres generaciones continuas. Karl Abraham (¡curiosa
coincidencia!) señala que quienes no han podido madurar y ver a sus padres como
adultos, sino que permanecen sumisos a ellos y apegados fuertemente a la
familia y sus valores, presentan dificultades para la exogamia, por lo que
permanecen solteros o se casan entre parientes. La esterilidad, y el celibato
como medio de no perpetuación, es una respuesta a la acumulación de vivencias
consideradas pecado, o sentir el mundo como extremadamente peligroso.
Cobardía. Tanto
Abraham como Isaac anteponen su propia seguridad a la de sus esposas. Cuando
vuelven ellas a su lado, es muy probable que se sintieran con inseguridad y/o
con rencor. ¿Y ellos? Es usual que ante la propia culpa y la vergüenza se actúe
proyectándola en forma de recriminación. El filme Una propuesta indecente, de Adrian Lyne, ilustra magistralmente
este mecanismo.
Vivencia
de amenaza de morir. Evidente en Isaac y sospechada en Abraham.
Determina una profunda desconfianza básica. Tener gemelos expresa esa falta de
confianza en la Vida: “hay que hacer dos para asegurarnos”.
Irrespeto
a la Jerarquía. Como expresa Hellinger: “Los que llegan
primero tienen prioridad”. Sin embargo tanto Jacob, como Judá y Peres (ver más
adelante) se arrogan de un lugar que no les corresponde en principio.