Sin embargo no se detienen a pensar en dos aspectos que son cruciales. Para que un hijo adoptivo se convierta en problemático suelen pasar dos cosas:
- Al niño se le oculta su origen. Cuando los padres le dicen que es adoptado, generalmente en la adolescencia para adelante, ya es demasiado tarde. Lo usual es que el niño ya lo descubrió antes de la pubertad, porque lo oyó de pasada; porque alguien se lo dijo (un amiguito, un vecino, un pariente), no siempre de buena manera; o porque encontró la documentación respectiva. Vive con este secreto descubierto, lanza indirectas que nadie contesta, y allí es donde empieza con el comportamiento inapropiado, como respuesta a lo que él vive como falsedad, hipocresía, alimentado fantasías del tipo "si no me dicen la verdad debe ser porque mis orígenes son vergonzosos". El hijo adoptivo no se porta mal porque está en sus genes, sino porque está enojado con sus padres, que le mienten.
- Además, los padres adoptivos juzgan mal a los progenitores de su hijo. ¿Y qué hijo permite esto? El alma de su hijo lo siente, aunque no lo comprenda. Esto también es valido con respecto a las madrastras y padrastros que desmerecen el lugar del progenitor del hijastro.
Un tercer aspecto a considerar es que a veces los niños adoptados se vuelven tiranos porque los padres quieren satisfacer excesivamente las necesidades de simbiosis y vinculación, así como de confianza básica, porque quieren convencer al niño de su amor [en lugar de darle justo reconocimiento a los progenitores y posicionarse desde aquí, es decir, poner las cosas en orden]. (Rincón p. 162)
Los padres adoptivos suelen albergar fantasías de de abandono: "si mi hijo se entera va a querer irse con su madre biológica"; y no querer compartir el amor del hijo: "tendrá dos mamás y dos papás". Un temor infundado, porque el niño sabe quien es su mamá: quien le ha cuidado, protegido, alimentado.
A continuación amplío esta reflexión a través de las palabras de Laura Rincón y de Bert Hellinger:
Los padres adoptivos suelen albergar fantasías de de abandono: "si mi hijo se entera va a querer irse con su madre biológica"; y no querer compartir el amor del hijo: "tendrá dos mamás y dos papás". Un temor infundado, porque el niño sabe quien es su mamá: quien le ha cuidado, protegido, alimentado.
A continuación amplío esta reflexión a través de las palabras de Laura Rincón y de Bert Hellinger:
El elemento primordial para trabajar con los padres adoptivos es precisamente acercarlos poco a poco a aceptar su condición de padres adoptivos; lo cual quiere decir que ellos no son los primeros en la vida del niño. Los padres biológicos son los primeros y por lo tanto deberán ser honrados por los adoptivos; los sentimientos de los segundos hacia los primeros deberán ser transformados en respeto y agradecimiento, ya que finalmente, gracias a ellos, los adoptantes tienen un hijo.
Lo que sucede cuando los padres adoptivos pretenden ocupar el lugar de los padres biológicos, es que el hijo se muestra solidario con éstos y dirige toda su rabia a los padres adoptivos.
Los niños atraviesan una etapa de enojo profundo hacia los padres biológicos cuando se preguntan: "¿Por qué me dieron en adopción?, "¿no era yo digno de ser querido?" Si los padres biológicos no están integrados en la vida del niño, entonces toda esa rabia será dirigida a los padres adoptivos, que no entienden por qué el niño está tan enojado con ellos. Pero si las cosas están claras, los sentimientos de enojo se dirigen hacia aquellos padres y el sentimiento bueno va a los padres adoptivos.
Los padres adoptivos deberán acompañar a su hijo en este proceso, contestando todas sus preguntas y acompañándolo en todas sus crisis; si hay la posibilidad de tomar contacto con los padres biológicos, se puede platicar de eso con el niño, lo cual, contrariamente a todas las expectativas, lo tranquiliza inmediatamente. Cuando no es así, pero se sabe que el niño nació de una madre otomí o tarahummara [o de cualquier otra etnia], debe llevársele a conocer sus orígenes y el grupo de gente al que hubiera pertenecido. De esta forma se ahorra al niño una búsqueda difícil que él llevará a cabo de todas maneras muchos años después, cuando sea adulto [de múltiples maneras, incluso poniéndose del otro lado, como un discriminador, o pasando el anhelo a un descendiente, quien luchará por "los desposeídos" o se enamorará de personas de su etnia de origen. En sí todo esto no está mal, pero aquí resaltamos su carácter compensatorio].
Bert Hellinger distingue la adopción digna de la adopción peligrosa:
"Si un niño no puede ser criado por sus padres y necesita de otros [la primera opción es la familia], sólo si no se encuentra a nadie en ella pueden buscarse padres adoptivos o de acogida. Entonces realmente se convierte en una tarea que vale la pena. En un caso así, los padres que acogen al niño pueden estar seguros de ocupar el lugar correcto; suplen a los padres para el niño, ayudando a llevar a cabo lo que aquellos no pudieron realizar. Cumplen una función importante, pero como representantes ocupan un segundo lugar. Primero vienen los padres verdaderos, como quiera que sean e independientemente de lo que hayan hecho. Si se guarda este orden, el hijo adoptivo puede respetar a los padres adoptivos y tomar lo que de ellos reciba.
Por mi trabajo con familias, sé que el factor decisivo es la actitud de los padres adoptivos. Si realmente actúan con las mejores intenciones para el niño, la adopción tiene buenas posibilidades de salir bien. Muchas veces sin embargo, los padres adoptivos no tienen en cuenta los intereses del niño en primer lugar, sino los suyos propios. En la mayoría de los casos se trata de parejas que no pueden tener hijos y se rebelan contra las limitaciones que la naturaleza misma les impone.
Implícitamente piden al niño que los proteja de su desilusión. En un caso así quedan trastornados tanto la orientación fundamental del dar y del tomar como el orden de sus relaciones, aun antes de ser iniciadas.
Si una pareja adopta a un niño por ellos mismos y no por el bienestar del niño, de hecho [es como quitar] un hijo a sus padres naturales para satisfacer sus propias necesidades. Es el equivalente sistémico del rapto de un niño, por lo que tiene consecuencias serias en un sistema familiar. Frecuentemente se sacrifica algo equivalente en expiación: o un hijo propio o la relación con la pareja".
En Alemania tuve un caso único, en el que fue posible que la madre hiciera contacto con la madre biológica: le escribió una carta contándole de su hijo y el interés que éste tenía en saber algo de ella. De esta forma las cartas fueron y vinieron durante algún tiempo; el niño le mandó un dibujo y luego le pidió que le mandara una foto, porque quería ver cómo era ella. La madre adoptiva venía conmigo a consulta una vez a la semana; yo la acompañaba con interés y emoción en el proceso y la tranquilizaba, pues tenía temor de que el niño fuera un día a preferir a su madre biológica, o a querer irse a vivir con ella.
La curiosidad del niño se satisfizo por completo el día que llegó la foto de la madre con su nueva pareja y la hija de ambos. En el momento que el niño la vio, le dijo a la madre adoptiva: "No me gusta mi mamá, está muy gorda; tú eres mucho más bonita".Desde ese día cartas y fotos se guardaron en un cajón , que era el "cajón de las cartas de tu mamá", y el niño no volvió a mostrar interés en el tema. Su curiosidad fue satisfecha hasta las últimas consecuencias y esto se logró gracias a que los padres adoptivos acompañaron a su hijo en todo el camino de la búsqueda de su madre biológica, hasta que pudo "regresar" tranquilo y satisfecho con sus padres adoptivos para relacionarse libre y amorosamente con ellos.
-Hasta aquí lo dicho por Rincón.
Las nuevas realidades de fertilización asistida también son válidas para lo dicho líneas arriba. El niño tiene derecho a saber sobre sus orígenes, por su propio bienestar y el de toda la familia también. Desde que él o ella pregunten o estén en capacidad de comprender acerca de la llegada de los niños, se les debe informar sobre su origen, acorde a su edad. Y conforme crezca ir ampliando la información. Claro está, si uno no sabe bien como hacerlo, asesorarse con un psicólogo familiar, sistémico o especializado en adopciones.
Jesús mismo fue adoptado por José. ¡Qué profunda enseñanza hay en esto!
A veces las palabras nos pueden confundir: mamá y papá son quienes crían (como dice el refrán), padre y madre o progenitor lo podemos reservar a aquellos que han permitido que yo me convierta en mamá o papá. Sólo por esto ya merecen nuestra gratitud, lo demás es irrelevante frente a la Vida que se ha trasmitido.
Películas para reflexionar sobre la adopción:
"La Familia del Futuro" (2007). Walt Disney Pictures. U.S.A.
"American Curious" (2018). Traziende Films, México.
Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva amor. México: Prekop, pp. 228 - 231