lunes, 5 de febrero de 2018

Vivir la propia vida

El amor requiere un orden que lo anteceda
Bert Hellinger  define a la familia como una comunidad de personas unidas por un destino, en las que los miembros pueden en un momento determinado sufrir un enredo inconsciente con otros miembros (de la misma o de otras generaciones anteriores). En dicha comunidad unida por el destino, todos están unidos con todos.

De todos esos miembros los niños son los más vulnerables. La vinculación es la fuerza que une al niño con su grupo de origen, y esto lo hace sin cuestionárselo.

El niño sabe que ahí pertenece y este saber y este vínculo son amor, un amor que yo llamo primitivo o primario [Es un amor ciego, no ve que el resultado puede no ser bueno]. Esta vinculación es tan profunda que el niño incluso está dispuesto a sacrificar su vida y su felicidad por el bien del vínculo, por amor está dispuesto a entregarlo todo, incluso la propia vida y la felicidad, si de esta manera él cree que les irá mejor a los padres y la red familiar. Estos son los hijos que están en la brecha por sus padres y antepasados, que realizan lo que no tenían pensado, expían lo que no hicieron (por ejemplo, entrando a un convento), cargan con aquello de lo que no tienen culpa, o en lugar de sus padres realizan alguna venganza. El orden entre dar y tomar en la familia se ha invertido. Esto suele suceder cuando los padres no tomaron lo suficiente de sus propios padres o de su propia relación de pareja, y pretenden entonces que sus hijos satisfagan sus necesidades emocionales. Los hijos se sienten, por tanto, responsables de cumplir lo que de ellos se espera (2009, p.195s).

Hellinger creó el término el orden en el amor para explicar la importancia de mantener "ordenadas" las relaciones que existen entre los miembros de un sistema familiar.

Según él, hay una fuerza responsable de que el orden se mantenga en las familias, la cual llamó conciencia del clan. Dicha fuerza se encarga de mantener el equilibrio, esto es, cada uno de los miembros debe tener su lugar y nadie ha de quedar excluido o fuera del sistema, ni tampoco aquellos miembros cuya vida o muerte generaron culpa, vergüenza o un profundo dolor en los demás miembros de la familia, como la amante del padre o de la madre, los hijos fuera del matrimonio, las personas que fueron olvidadas porque murieron muy pequeñas o recién nacidas, aquellos que cometieron injusticia, etc.

Cuando la conciencia del clan intenta establecer el equilibrio, suceden cosas incomprensibles, como el que el otro ocupe el lugar de la persona excluida, en cuyo caso no podrá vivir su propia vida y su propio destino, pues vivirá el destino y la vida de dicha persona excluida.


En casos así decimos que la persona está metida en un "enredo sistémico", o sea, sin tener conciencia ni haber elegido ese lugar, su vida estará regida bajo una fuerza interna que revela: "si yo sufro te ayudo". Esto es principio de toda tragedia, pues la persona jamás podrá ayudar a aquel  con el cual está en un "enredo sistémico" o puede suceder también que la persona excluida esté muerta.

Entonces, la persona que no puede vivir su propia vida informa que se deprime, se enferma, no puede disfrutar de su salud, juventud, dinero, felicidad, abandona a su pareja, o es abandonada, no se permite cosechar sus éxitos a nivel profesional, hace deportes peligrosos que rayan con la muerte, ha tenido intentos de suicidio, etc. En muchos casos es evidente que la persona quiere de modo inconsciente "seguir" a la muerte a la persona con quien está enredado sistémicamente. p.89s. 95s)

Dice Hellinger: "Excluimos a los familiares porque les tememos o condenamos, ya sea porque queremos oponernos a su suerte o porque otros, en la familia o la red familiar, se hicieron culpables con ellos sin que la culpa haya sido nombrada, ni tampoco asumida o reparada, o bien que ellos tuvieron que pagar por lo que nosotros tomamos y recibimos, sin que se los hayamos agradecido, o los hayamos valorado por ello.

El vínculo que esta conciencia del clan establece con un grupo es tan trascendental que sentimos como reivindicación y obligación aquello que otros en este mismo grupo sufrieron o causaron y, en consecuencia, nos vemos implicados en culpas ajenas e inocencia ajena, en pensamientos, preocupaciones y sentimientos ajenos, en conflictos ajenos y consecuencias ajenas, en metas ajenas y desenlaces ajenos."

La identificación es lo contrario a la relación. Por medio del amor se crea una relación y el excluido se convierte en una persona respetada, en un amigo, un ángel de la guarda y en una fuente de fuerza. El anteriormente identificado (que era un excluido) se retira una vez que ha sido reconocido y permanece en su propio lugar, en el que le corresponde. De esta manera se recupera el equilibrio y la identificación desaparece. (2009, 198s)

Cuando alguno de los padres perdió su derecho a la pertenencia del sistema familiar, por haber cometido un delito: abuso sexual con violencia, haber intentado seriamente.asesinar a alguien o el haberlo consumado (matar a la propia pareja, al propio padre, etc.), en estos casos el incluir (reconciliarse) no es posible, o es muy difícil y no debe ser forzado.

Tomado de:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, pp. 89s. 95s.
Rincón, L. (2009). El abrazo que lleva al amor. México: Prekop, p. 195s. 198s