Todos hemos oído que algunos moribundos "esperan" para morir hasta que llegue el hijo de un viaje para poder despedirse, o esperan a que se casen todos los hijos, pues sienten que sólo podrán irse cuando hayan resuelto sus "pendientes" que los atan a la vida.
Muchos moribundos esperan en vano algo que nunca va a suceder, esto es, escuchar o sentir por parte de sus familiares cercanos cuánto los aman, que se sienten agradecidos por lo que éste pudo darles o hacer por ellos, que podrán seguir en la vida sin él pues cuentan con toda la enseñanza y el ejemplo que éste les dio, etc.
Ello suele ser suficiente para que la persona que va a morir sienta que ya hizo en vida lo que debía hacer y que ahora su destino es irse en paz. En el momento que el ser humano abandona la vida necesita exactamente lo mismo que necesitó cuando llegó a ella, esto es, un abrazo para demostrarle que se le ama y precisamente este amor le dará la fuerza para irse tranquilo.
Cuando llego a visitar a un moribundo, en ocasiones he visto que toda la familia está sentada alrededor de la cama, contemplándolo con tristeza pero sin saber realmente qué hacer ni qué decir. He pensado cómo verá el moribundo a todas esas personas mirándolo al mismo tiempo, pero distantes en un momento en que él necesita sentir la cercanía y el amor.
Cuando pregunto si estarían de acuerdo en darle un abrazo de contención que le permitirá sentir el amor y el permiso para poder irse, con cierta confusión y duda me contestan que sí. De lo que se trata es básicamente de recibir contacto físico, de sentirse abrazado y "contenido", de sentir la calidez y la cercanía del cuerpo del otro. Imaginemos la sensación maravillosa al experimentar esto después de días, meses o años solo en una cama.
En muchas ocasiones pareciera que la persona que va a morir está solamente esperando que esto suceda, para abandonar su cuerpo e irse una vez que cuenta con la fuerza que el amor le dio.
Dependiendo de cada caso, las posiciones deben adaptarse a la postura de la persona, que generalmente se encuentra acostada en una cama. La persona que abraza podrá sentarse detrás del moribundo con las piernas abiertas para que la parte superior del cuerpo de éste pueda recargarse sobre el pecho de quien lo abraza, que a su vez le extiende sus brazos. Otra postura es tomar simplemente su cabeza y recargarla sobre el pecho de quien lo abraza, que podrá estar sentado junto a él. Por último, se puede abrazar como uno quiera y pueda, ya que ante esta conducta eminentemente humana y natural no hay reglas.
Ese amoroso acto de despedida genera en los familiares sentimientos muy positivos que les ayudan a llevar a cabo el duelo posterior; al respecto reportan que se sienten tranquilos y en paz (incluso felices) de haber podido despedirse de su familiar de esa forma, que también ellos pudieron sentir la fuerza de a relación y del amor que les quedó de esta persona, amor que les ayudará a seguir viviendo sin él o ella.
A propósito de todo esto, aquí les comparto la Declaración de Derechos del Enfermo Terminal (OMS, 1990):
Toda persona, en estado terminal o frente a la muerte, tiene derecho a:
- Estar libre de dolor.
- No ser engañado.
- Obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea su pregunta
- Ser tomado en cuenta para su tratamiento.
- Obtener la atención de médicos y enfermeras, incluso si los objetivos de curación deben ser cambiados por objetivos de confort.
- Mantener una esperanza, cualquiera que ésta sea.
- Ser tratado como persona hasta el momento de su muerte.
- Conservar su individualidad y no ser juzgado por sus decisiones, que pueden ser contrarias a las creencias de otros.
- Expresar, a su manera, sus sentimientos y sus emociones, en lo que respecta al acercamiento de su muerte.
- Recibir ayuda de su familia y para su familia en la aceptación de su muerte.
- Ser cuidado por personas sensibles y competentes que van a intentar comprender sus necesidades, ayudándole a enfrentar la muerte.
- Morir en paz y con dignidad.
- No morir solo.
- Que su cuerpo sea respetado después de su muerte.
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