sábado, 22 de octubre de 2016

No tengo cuerpo, soy mi cuerpo, Soy.

El contacto físico es básico en el desarrollo del proceso de socialización y en la habilidad para mantener relaciones interpersonales prolongadas. Montagu escribe:
Conferir estimulación táctil, aún a adultos, ayuda a reafirmarlo en sus necesidades, y a convencerlo de que se le quiere y se le valora, consolidando sus valores frente a los demás.
El contacto físico es una forma de comunicación no-verbal. La misma estimulación directa desencadena descargas del sistema nervioso autónomo. Es una experiencia muy diferente a la expresión verbal o al contacto visual que son mucho más simbólicos e ideacionales. (Kort, p. 79)

Abajo podemos el grado de sensibilidad de nuestro cuerpo a través de lo que se llama el homúnculo cerebral:

Representación de las áreas sensoriales y motoras en la corteza cerebral
Montagu cita a Berstein quien demostró que las ratas que son más tocadas por un experimentador aprenden más y retienen mejor que las que reciben manipulación normal o ninguna; y a Levine, quien midiendo la actividad excretora y otras funciones fisiológicas de las ratas encontró que las ratas que recibían más manipulación presentaban una mayor estabilidad emocional que las ratas no tocadas. (Kort, p. 83)

Hammett encontró que las ratas de laboratorio, cogidas a menudo en las manos y acariciadas, podían sobrevivir a una ablación de las glándulas tiroparatiroideas; de 304 ratas, el 79% del grupo estándar de ratas no acariciadas (irritables y con tensiones neuromusculares han muerto en cuarenta y ocho horas, mientras que sólo el 13% de las ratas del grupo experimental murieron; este grupo experimental tenía desde hace tres generaciones, el hábito de que los asistentes de laboratorio las cogían y las tenían en sus manos, las acariciaban, habiéndolas amansado y relajado. También las ratas acariciadas reaccionan mejor en las pruebas de laboratorio, y en general viven más. (Schutzenberger, p. 41)

[Si esto pasa con las ratitas, ¡cuánto más con nosotros!]

[Sin embargo] a la filosofía clásica el cuerpo del ser humano le es radicalmente ajeno. Es la tumba del alma. El cuerpo es un obstáculo, un despojo molesto. El cristianismo desprecia el cuerpo al mismo tiempo que lo "diviniza". En resumen, el cuerpo es asesinado por la cultura clásica (véase Foucalt: "Vigilar y castigar").

Gérard Gilles muestra en Le corps du désir como los filósofos del tema dejarán el cuerpo, una máquina, a los anatomistas, a los médicos, cuando no al verdugo. Escribe: "Este cuerpo anatómico, de hecho, no es más que un cadáver. Sade, que termina en todos los sentidos de la palabra la cultura clásica, lo vio claramente.,."
(...)
Más tarde los existencialistas, la fenomenología, verán en el cuerpo una dimensión fundamental de la existencia, el eje carnal del estar ahí. Pero el cuerpo es más un objeto pensado que un objeto real, como opina Marx. "El hombre de Marx no orina, no besa ni caga" (Gilles, op. cit.). (Colin y Lemaitre, p. 21s)

[Poco a poco a lo largo del siglo XX se gesta un movimiento de revalorización del cuerpo, no como algo que se tiene sino como lo que somos. Primero serán los educadores físicos quienes vean esta relación -como Alexander o Mezendick- y luego vendrían los psicoterapeutas, empezando por Reich.

Ellos señalaran que] existe una relación entre el flujo de energía y la estructura física del cuerpo. El flujo es interrumpido por la creación de espasmos musculares, de contracciones profundas que perturban la relación en el espacio y en la gravedad (sistema propioceptivo). Al mirar a ciertas personas se observa que parecen aplastadas, como si no se hubieran desplegado jamás. Esto hay que relacionarlo con el desarrollo del niño, que le lleva de la reflexión a la extensión a través de un largo proceso dinámico. Ser capaz de extensión al mismo tiempo que de gravedad es la aventura del niño que crece, y le proporciona mucho placer y alegría. Este desarrollo tiene un fundamento emocional, la relación con los padres; mientras está sujeto a ellos aprende a bajar su centro de gravedad y a ganar así su independencia. La madre demasiado ansiosa (que fuerza al niño a tenerse en pie demasiado pronto) o protectora puede crear de este modo una inmadurez estructural y un tono emocional de ansiedad. (Colin y Lemaitre, p. 41)

Absorber menos oxígeno lleva a metabolizar menos energía. Cuando se crea una mínima cantidad de energía en el organismo, los impulsos vegetativos son menos intensos y en consecuencia más fáciles de dominar. La inhibición de la respiración tiene, hablando en términos biológicos, la función de reducir la producción de energía en el organismo y de sofocar la aparición de sensaciones [lo cual se convierte en un grado de tensión muscular crónico, que pasa inadvertido. Cuando se trabaja sobre esta musculatura, el efecto puede llegar hasta una respuesta tipo orgástica -"reflejo orgásmico":] contracciones ondulatorias, la cabeza resbala hacia atrás, los hombros se mueven hacia adelante y hacia arriba, el centro del abdomen se ahueca, la pelvis es empujada hacia adelante y las piernas de separan espontáneamente. (Colin y Lemaitre, p. 38)

La máscara del rostro puede esconder las ganas de llorar o reflejar una expresión de espanto. Los músculos del cuello pueden estar reteniendo los sentimientos de cólera. La inmovilidad del tórax es un medio frecuente de bloquear las emociones, inhibiendo la respiración. La resistencia del diafragma y la contracción de los músculos del plexo forman una defensa contra el placer, con la pelvis "muerta" inhibiendo la excitación sexual. (Colin y Lemaitre, p. 35)

Se han desarrollado múltiples formas de trabajar sobre la estructura del cuerpo, pero la más simple es utilizar el masaje desde una perspectiva de autoconocimiento: observar lo que surge en la conciencia mientras se recibe y se da el masaje, dónde uno se siente incómodo, dónde se requiere más o menos presión, etc. Bernard Gunthert y Molly Day introdujeron este enfoque en Esalen, California en los 60. Se pone el acento en la calidad del contacto  y en la calidad del contacto interpersonal que de ahí se deriva. Las emociones "reactualizadas" luego pueden ser profundizadas en psicoterapia individual o grupal. Se le conoce como Masaje Californiano o Masaje Gestalt (Schutzenberger, p. 217s)

El cuerpo tiene "memoria" y mientras se realiza masaje consciente o más aún con el Rolfing (que añade al autoconocimiento la posibilidad de reestructuración), se actualizan viejos recuerdos, como cuenta John Lilly, quien revivió en el transcurso de una sesión de Rolfing un accidente que le acaeció a su pie, experimentando el hachazo que recibió en aquella época, que le hizo ver las estrellas, el dolor de los puntos de sutura (aunque se realizaron bajo anestesia y de los que no tenía ningún recuerdo consciente), que le hicieron daño hasta gritar... después de su tratamiento se volvió otro. (Schutzenberger, p. 224)

Otro método, de reeducación del cuerpo, es el Método Alexander. Éste descubrió que toda acción va precedida por una preparación "involuntaria" mental. Para tomar conciencia, por ejemplo, del acto de levantarse, el monitor da al aprendiz la orden de levantarse y le interrumpe para que se de cuenta, en los detalles, de lo que hace: músculos que contrae o que se contraen; la persona aprende a decir "no" a sus antiguos -y malos- hábitos, mientras que su profesor le toca ligeramente para ajustar o reajustar su postura y su movimiento (Véase Schutzenberger, p. 221s). Vittoz dirá: "Conviene aprender a sentir bien para aprender a pensar bien": Es mucho más útil aumentar la conciencia sensorial para que se modifiquen los pensamientos; sobre la marcha, por ejemplo, detener o transformar la respuesta fisiológica de miedo surgida ante una idea, pensamiento o imagen (Véase Schutzenberger, p. 245). En esta línea Perls desarrollará su Terapia Gestalt (que inicialmente se llamaba "terapia de concentración"). Existen muchos testimonios de mejora de la salud física con estos métodos, probablemente debidos al aumento de la autoconciencia, la que favorece una actitud más serena frente a los impactos emocionales y la evitación del reforzamiento negativo de nuestros pensamientos sobre el funcionamiento de nuestro organismo. Feldenkrais, que ha desarrollado un método similar, dice:
Toda persona regula su conducta según la imagen que se ha hecho de sí mismo. Si desea cambiar su conducta, tendrá que cambiar esta imagen. Es preciso comprender que no pretendemos sustituir simplemente una acción por otra (...) sino que aspiramos a cambiar el modo de acción, la dinámica por oposición a la estática. En el cambio dinámico que consideramos, se trata de desligar el sistema nervioso de sus configuraciones compulsivas y permitirle un modo de acción o de reacción no dictado por su hábito, sino por la situación del momento. (citado por Schutzenberger, p. 227).
Como podemos ver, estos métodos psicofísicos aspiran también a generar cambios psicológicos, interviniendo sobre los esquemas motores y, siendo nuestro organismo un conjunto en interacción permanente cuerpo-mente-entorno, entrar por alguno de estos aspectos afecta automáticamente los demás, aunque en diferente grado, dependiendo de su cronicidad, su contenido emocional, su aceptación social y su ecología en general.


Referencias Bibliográficas:
Colin, L. y Lemaitre, J. M. (1979). El Potencial Humano. Barcelona: Kairós.
Kort, F. (1971). Psicoterapia de Grupo y Desarrollo del Potencial Humano. Caracas: Monte Ávila.
Schutzenberger, A. (1980). Nuevas Terapias de Grupo. Madrid: Pirámide.