En las relaciones interpersonales suelen haber "contratos secretos", una concertación entre dos personas para no disentir. A decir de Polster: un contrato "que suele tener cláusulas ocultas y mucha letra menuda, aunque posiblemente no lo sepa más que una de las partes. Por cierto que alguien puede verse enredado en un contrato así sin consulta previa y, desde luego, sin haber discutido las condiciones. Pudo entrar en un acuerdo semejante por negligencia o ignorancia, y sólo al quebrantarlo o alterar sus términos descubrir, con asombro, que el contrato existe. Aunque las discrepancias vagamente sentidas no hayan estallado nunca en una disputa franca, hay señales de perturbación en las relaciones de confluencia entre marido y mujer, padre e hijo, patrón y subordinado, cuando uno de ellos, a sabiendas o no, viola las condiciones del contrato. La esposa que se lamenta: "No sé por qué me abandonó, ¡jamás tuvimos una pelea en los años que llevamos de casados!", o el padre que se asombra: "¡Pero si era un chico tan bueno!" ¡Hacía sin chistar todo lo que se le decía!", sugieren al oyente experto una relación frágil, no una relación firme. La continuidad no es una armonía ininterrumpida, sino que está mechada ocasionalmente por la discordia."
Tomado de
Polster E. y Polster, M. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu., 98s