Finkelhor y Browne (1985)
proponen un modelo de la dinámica del abuso sexual, que consta de cinco
mecanismos:
- 1) La sexualización traumática, que afectaría al funcionamiento sexual posterior.
- 2) El engaño o traición por ser un miembro de la familia el agresor, lo que se asociaría más a manifestaciones depresivas y desesperanza.
- 3) La estigmatización por las presiones recibidas durante el abuso que afectan a la autoimagen y autoestima del niño.
- 4) La impotencia para protegerse a sí mismo, también relacionada con manifestaciones depresivas y conductas agresivas o violentas.
- 5) También suele estar presente el autoreproche, que se ha intentado explicar basándose en la naturaleza secreta de la experiencia, la posibilidad de haber experimentado placer sexual durante el abuso, la incapacidad de la víctima de controlar las circunstancias que dieron lugar al abuso, y las atribuciones que degradan la imagen de sí mismo como consecuencia de la experiencia.