El proceso autocurativo mal llamado enfermedad inicia tras vivirse un bioshock o impacto emocional: un ataque inesperado, un insulto, una desavenencia, una frustración. Según sea nuestra actitud de vida (pesimista u optimista), según sea nuestra capacidad inmunológica (de acuerdo a nuestro estilo de vida), y según sea el valor que le asignemos al impacto, nuestro organismo activará el proceso de autoregulación en un determinado grado. Si es intenso irá desarrollándose lentamente una serie de cambios en nuestras hormonas, luego tejidos y finalmente órganos. Esto puede tardar horas, días, semanas, años, en evidenciarse.
Especialistas dedicados a procedimientos y terapias relacionadas con la energía (reflexoterapia, curación energética, pulso, etc.) pueden detectar esos cambios aún no evidentes clínicamente y facilitar la toma de conciencia que genera la resolución del conflicto activo.
La curación consta de dos aspectos básicos: la toma de conciencia del conflicto, que dentro de un contexto de terapia se evidencia en su exteriorización y/o, verbalización. Esto se le ha llamado catarsis o abreacción. Es una parte importante, pero insuficiente, genera un alivio, pero no cura. El otro aspecto implica activar el recurso necesario, que es un pasar a la acción, un cambio de perspectiva, un renovarse de creencias, un cambio específico en el estilo de vida.
En los tratamientos energéticos se le llama "limpieza" y "energetización". En el curanderismo, "purgarse" y "ser levantado".
Desfocalizarse del problema
El papel del "distraerse", ese conjunto de cosas que hacemos cuando estamos en problemas (trabajar, estudiar, ver Tv. etc.), cumple el papel de llevar nuestra atención en algo diferente que nuestro dolor o sufrimiento, mientras nuestro organismo va haciendo los cambios ya iniciados, pues si seguimos focalizados en el problema, se genera una interferencia de pensamientos y emociones que dificultan la conclusión del proceso. El mismo distractor, sin haber activado el cambio, es sólo una evasión que ahondará el problema.
En una sesión (energética) el focalizador/distractor puede ser la música de fondo, un mantra o la simple atención flotante. Parte de los obstáculos se hallan en que el cliente en su interior puede focalizar el problema repitiéndose, por ejemplo: "que se me quite esto", "Dios cúrame", "ojalá funcione", y etc. Por tanto, focalizarse en la solución, no en el problema. O, mejor aún, tomar conciencia que no hay problema o enfermedad, sólo falta de conciencia de una necesidad insatisfecha.