Sobre la "impregnación" del
terapeuta
Si durante un tratamiento ud. como
terapeuta o facilitador empieza a sentir algún malestar, perdónese de
la idea que es usted quien cura, que es su poder, o que esté pensando que la
persona tiene algo malo que sale de ella. Luego sacuda su mano o manos (en alusión a terapias de tipo energético), no con
la intención de liberarse de algo que supuestamente ha cogido, sino para
liberarse de sus propios pensamientos erróneos. La curación siempre es autocuración,
y el que ayuda sólo es un facilitador de dicho proceso, o un intermediario de
una fuente superior.
La llamada enfermedad es un proceso sabio, no hay nada de
malo en ello, no hay pecado en el sentido moral del término, no hay daño, en el
sentido que otra persona te ha hecho mal. Por tanto, nada malo puedes coger tú
como terapeuta o facilitador. Lo que los terapeutas suelen llamar
"cargarse", "coger la mala vibra", etc. sólo suele ser
efecto de creerse que uno es quien cura, y si las cosas salen mal uno se siente
frustrado, abatido. O el efecto de juzgar a la otra persona, o el poder de la
creencia de que uno puede "chupar" cosas malas. Estos son los
fenómenos llamados "proceso identificatorio", "proyección"
y contratransferencia.
Uno forma de contrarrestar estas
tendencias (fuertemente presentes por nuestra cultura maniquea) es reconocer
que es la persona quien se cura, bajo los auspicios de "algo más
grande". Y el terapeuta (y también el cliente) ponerse en manos de
"algo más grande": sus ancestros, sus guías espirituales, la Luz
Universal, lo que corresponda a las propias creencias.
Recuerda: la energía sigue al pensamiento, a la intención.