Eric Berne ya nos hacía ver que al casarse ambos novios llegan con un contrato secreto: "Yo te curaré... de tu alcoholismo, tu mal carácter", etc.; o: "yo me haré de la vista gorda a cambio que no me abandones," o etc.
Cuando nos abrimos a la posibilidad de un nuevo matrimonio el contrato secreto puede incluir un "espero que reemplaces (o no) al padre/madre de mis hijos". Sin embargo hay que recordar que la persona es irremplazable, sólo podrá serlo la función parental y en la medida que no haya otra alternativa (muerte, incomunicación, desconexión con la realidad).
Entonces, cabe hacerse las preguntas: ¿Me conviene este hombre, esta mujer, como padre/madre de mis hijos? ¿O como padrastro /madrastra para mis hijos? (aunque la palabra está muy contaminada, encierra una maravillosa oportunidad: ser un padre o madre estrella o espiritual, padre-astro, madre-astral).
Citando a James (1979, 101s): "Primero, escuche a esta persona cuando habla de los niños ¿Es irónico, frío, amargo, comprensivo, respetuoso, cariñoso? Fíjese en sus relaciones con sus propios hijos y cómo se desenvuelve con ellos. Piense si "los suyos y los míos" se van a entender bien. si se fija bien, observará qué clase de padre es.
Luego, evalúese como posible padrastro o madrastra: ¿le cayeron bien esos niños? Si no le gustaron, van a ser todos muy desgraciados. Será criticón, impaciente, envidioso, celoso o furioso. Aunque los padres e hijos peleen, o no se lleven bien, existe un vínculo más fuerte que el accidental, y no tolerarán que los critique un "extraño" que puede ser usted. Va a tener que ganarse el amor y aprecio de esos niños, y probar que es confiable, pronosticable y no una veleta irracional. Tendrá que trabajar duro en esto pues los niños quieren ver lo bueno de sus propios padres ante todo; y usted representa una amenaza. Por lo tanto, camine suavemente, y cuando dé consejos, camine como sobre huevos. Deje que la disciplina sobre tareas escolares, hogareñas, vestuario, dinero, etc. queden en manos de su padre o madre verdaderos."
Como nos dijera Bert Hellinger, el segundo compromiso hará bien en respetar a la primera esposa o esposo, y recordar su lugar de segundo. Esto es un hecho. No es un respeto a la persona y sus acciones, sino a su lugar y su función. ¿Cómo respetar a los hij-astros sin respetar a sus padres? ¿cómo podrán ellos respetarte a ti si tú no respetas a sus padres? Es una cuestión de Orden, de los órdenes del Amor (cuidado, no son LAS, sino LOS órdenes del Amor, de estar ordenado, en el lugar que a cada quien le corresponde).
Sólo entonces, la palabra padrastro, madrastra, podrá recuperar su brillo, y dejarán ser los ogros y brujas del cuento para recuperar el sitial de leñadores y hadas madrinas.
Referencias:
Hellinger, B. (2007). El manatial no tiene que preguntar por el camino. Buenos Aires: Alma Lepik.
James, M. (1979). ¿Qué hacemos ahora que los tenemos? Bogotá: Fondo Educativo Interamericano.