Los aportes de Sigmund Freud a la comprensión del funcionamiento psíquico no nos deben dejar pasar por alto que dicho devenir psíquico, o dicho de otra forma, la actualización de viejos programas, siempre se da en un marco cultural. Gran parte de lo dicho por Freud sería válido para sus pacientes: vieneses de clase media de la época victoriana. Los estudios de Malinowsky (1927) y de Mead (1928) en otras culturas, mostraron la relatividad del Complejo de Edipo y de la etapa de latencia, por lo menos tal como se les entiende usualmente. Los psicólogos del Yo, en base a estas investigaciones, se orientaron a una visión más social en la configuración psíquica, aunque perdieron de vista la preeminencia del Ello.
Abram Kardiner, uno de los psicoanalistas que abandonó la teoría de la libido para centrarse en las influencias del medio, desarrolló durante la década del 1930 un fructífero intercambio entre antropólogos y psicoanalistas, lo que desembocó en una investigación en la isla de Alor (Indonesia).
Kardiner concluye que las frustraciones infantiles son el resultado de pautas de crianza culturalmente moldeadas, las que movilizan actitudes defensivas y estimulan procesos de sustitución o compensación que pueden, y suelen, continuar en la vida adulta.
De estas experiencias culturalmente en común, Kardiner denominaría a los elementos de personalidad que comparten miembros de una misma sociedad, "personalidad básica".
El mismo autor considera que existen dos tipos de instituciones sociales:
- Las Instituciones primarias, responsables de la formación de la personalidad básica. No elaboró ninguna lista con estas instituciones porque creía que adoptaban distinta forma en cada sociedad, pero pueden ser la organización de la familia, formación del grupo interno, alimentación, destete, solicitud o descuido con los niños, entrenamiento sexual, pautas de subsistencia.
- Las Instituciones secundarias o “sistemas proyectivos” serían los sistemas de tabú, religión, rituales, que satisfacen las necesidades y mitigan las tensiones creadas por las primeras.
"La detallada aplicación de los conceptos de Kardiner a la comprensión de la interacción entre la personalidad y sociedad implica:
- la identificación de situaciones claves y de instituciones sociales primarias que ejercen influencia en la formación de la personalidad;
- una teoría psicodinámica acerca de la manera en que las experiencias culturalmente específicas de frustración y gratificación, en esas situaciones claves, provocarán el desarrollo de específicas estructuras de defensa y de control, originando una ""personalidad básica"" en los miembros de una sociedad determinada;
- una teoría psicosocial acerca de la manera en que las exigencias y características de la personalidad básica, que derivan de las experiencias del niño en las instituciones sociales primarias, moldearán las instituciones secundarias de la sociedad y presionarán sobre éstas;
- una teoría sobre la manera en que los problemas específicos de adaptación a los ambientes físico y social, en interacción con la personalidad básica de sus miembros y con sus instituciones sociales existentes, influirán en el futuro desarrollo de estas últimas (incluyendo aquellas que afectan la práctica de crianza) y en la capacidad de la sociedad para enfrentarse con ambientes en proceso de cambio" (p. 158, Deutsch & Krauss).
Deutsch & Krauss citan a Kardiner (1963) en su resumen del estudio sobre los alorenses:
El trato que se da a los niños en Alor puede caracterizarse como negligente e incongruente. Si lo observáramos en nuestra sociedad, pensaríamos que ocasionaría serias perturbaciones en la integración del individuo... son desconfiados, suspicaces y ansiosos. Carecen de confianza y autoestima. Son cobardes y faltos de agresividad, pero roban a sus vecinos recurriendo a la mentira, el fraude y ardides astutos. Son incapaces de mantener una verdadera relación amorosa o amistosa. Su capacidad para manejar el mundo externo o disfrutar de él es limitada. La aparición de estos rasgos como herencia común de los alorenses no nos sorprende, ya que conocemos las primeras experiencias de estos nativos con sus padres y con el ambiente. Pero lo que es más interesante y constituye una auténtica contribución a nuestro conocimiento de los procesos culturales, es observar que estos rasgos se reflejan en toda la estructura social de la cultura.
Este reflejo en toda la estructura se evidencia en el folklore, donde "el tema más común es la frustración causada por los padres y el odio. En una fábula, por ejemplo, una madre pide a su niño que vaya a buscar agua con un recipiente cuyo fondo ha perforado deliberadamente. Mientras el niño trata inútilmente de llenar el recipiente, los padres lo abandonan. Años más tarde, en la boda del hijo, los padres reaparecen y se les obsequia recipientes de comida llenos de excrementos.
En su religión no hay idealización de la deidad. Esta no posee gran poder benéfico y por ende no se le aplaca con la esperanza de obtener recompensas y beneficios. Los sacrificios se le ofrecen de mala gana y con resentimiento, y solamente en casos de emergencia. No existe un concepto de la clemencia y no hay acumulación de virtudes como una forma de seguridad. El único tema alentador que aparece en la religión, el mito y el folklore de Alor se refiere a Seres Buenos sobrenaturales que otorgan favores de manera caprichosa y no a pedido. Siempre son (lo que resulta bastante significativo), totalmente extraños para aquellos a quienes ayudan." (p. 159)
Aquí hay una estructuración a esperar lo peor de la vida y, en su forma compensada socialmente, una exagerada valoración del status y la riqueza, como manera de reforzar la autoestima.
Kardiner propuso ""la tesis de que las frustraciones persistentes producen tensiones internas que requieren la elaboración de lo que denominó "sistemas proyectivos", como la religión y el folklore, que adquieren su carácter distintivo en una determinada cultura presumiblemente porque las concepciones que se desarrollan como resultado de experiencias infantiles son llevadas a esos sistemas o proyectadas en ellos"" (ídem).
También destacó que una adecuada caracterización de las relaciones recíprocas entre las instituciones sociales y la personalidad requiere la adquisición de tres cuerpos de conocimientos relacionados:
- una comprensión de los problemas de adaptación que ha enfrentado la sociedad;
- una comprensión de los procesos homeostáticos que operan en ella para mantener su funcionamiento como tal;
- una comprensión de la ""personalidad básica"" que resulta de las particulares pautas homeostáticas particulares de una sociedad determinada.
Referencias:
Deutsch, M.; Krauss, R. (1970). Teorías en Psicología Social. Bs. As.: Paidós.
Kardiner, A. y Preble, E. (1963). They Studied Men. NY: New American Library, p. 218ss.
UNED. Historia de la Antropología: Abran Kardiner. Tomado de: http://perso.wanadoo.es/teresapastor/antrop/autores/kardiner.htm