Si el tema es la muerte -de un pariente, padre, abuelo, amigo o hasta de un animal doméstico querido- es muy importante lo que le ha de decir al niño. por ejemplo, no diga: "Dios se llevó a la Abuelita" pues esto puede infundir miedo de Dios. Diga más bien: "Abuelita es como un carro que se desgastó tanto que no pudo andar más, porque estaba muy vieja". Si ha muerto un animal querido, no le diga: "Mañana te compraré otro". Dígale: "Yo sé que estás muy triste".
Si el niño asiente, dígale: "Vamos a hacerle un funeral para que digas lo que sientes y te despidas".
Cuando una persona tiene la experiencia de perder un ser querido -por muerte, abandono o divorcio- hay una labor de duelo que hay que hacer. Los mayores tienen que hacerlo al igual que los niños.
Tomado de:
James, M. (1979). ¿Qué hacemos ahora que los tenemos? Bogotá: Fondo Educativo Interamericano, p. 67s.