Montagu señala tres aspectos fundamentales en la relación con la piel y el tacto (Anzieu, p. 29):
- "La influencia temprana y prolongada de las estimulaciones táctiles en el funcionamiento y el desarrollo del organismo: lameteo con la lengua, peinado de la piel con los dientes, despioje con los dedos, tocamientos y caricias humanos. Estas estimulaciones favorecen la iniciación de actividades nuevas que son, en el momento del nacimiento, la respiración la excreción, las defensas inmunitarias, la vigilancia y después la sociabilidad, la confianza y el sentimiento de seguridad.
- Los efectos de intercambios táctiles sobre el desarrollo sexual (búsqueda de pareja, disponibilidad para la excitación, placeres preliminares, desencadenamiento del orgasmo o de la lactancia).
- El gran abanico de actitudes culturales hacia la epidermis y el tacto. El bebé esquimal (por ejemplo) es llevado desnudo contra el centro de la espalda de la madre, con el vientre contra su calor rodeado por el vestido de piel de ésta, sostenido por un chal anudado en torno a los dos cuerpos. La madre y el niño se hablan por la piel. Cuando tiene hambre, el bebé rasca la espalda de su madre y chupa su piel, ella lo pasa hacia adelante y le da el pecho. La necesidad de moverse se satisface por la actividad de la madre. La madre va por delante de todas las necesidades del niño que adivina de forma táctil. Es raro que el niño llore. Ella le lametea la cara y las manos para limpiarle porque es caro hacer fundir el agua helada. De aquí la serenidad ulterior de los esquimales frente a la adversidad; su capacidad de vivir con una confianza básica fundamental, en un medio físico hostil; su comportamiento altruista, sus aptitudes espaciales y mecánicas excepcionales". A diferencia de nuestras sociedades, donde se establecen tabúes del tacto para proteger de la excitación sexual y/o para evitar el desarrollo de la ternura (y, por el contrario, el desarrollo de la dureza).
Cuando hemos sufrido una pérdida nos podemos sentir desgarrados, perdemos el con-tacto con la persona amada. Surge entonces la necesidad de recontactar. La prueba de las manchas, el Rorschach, muestra cómo las personas que han terminado una relación afectiva (también podemos considerar la muerte o el alejamiento de alguien cercano o un embarazo interrumpido) y aún no superan el duelo dan más respuestas de Textura (T), un tipo de respuesta relacionada con ver en las manchas elementos con características táctiles: "es suave", "peludo", "áspero", etc. (La mayoría de personas dan una respuesta de textura, pero las que no superan una pérdída dan como promedio cuatro).
Esto sugiere una necesidad de recuperar un piel-piel, reparar el desgarro, obtener el calor perdido. Quizá por ello un peluche o un abrigo de pieles sirvan de consuelo a nuestra tristeza. Quizá por ello la fetichización de la ropa de cuero, ante la insatisfacción temprana del contacto directo epidérmico.
Referencias:
Anzieu, D. (1998, 1974). El Yo-Piel. Madrid: Biblioteca Nueva.
- Montagu, A. (2004, 1971). El tacto. La importancia de la piel en las relaciones humanas. Barcelona: Paidós.