Una de las experiencias más sorprendentes y a la vez espontánea de satori* me ocurrió hace doce años en Miami.
Iba caminando por Alton Road cuando sentí que me sobrevenía una transformación. En ese tiempo no sabía nada de drogas psicodélicas, ni jamás había tomado una. Sentí que mi lado derecho se acalambraba y llegaba casi a paralizarse. Empecé a cojear, la cara se me puso flácida, me sentía como el idiota del pueblo, mi intelecto se adormeció y finalmente dejó de funcionar por entero. Como un relámpago el mundo cobró existencia en tres dimensiones, lleno de colores y vida -claralmente sin despersonalización-, una especie de claridad sin vida pero con un sentimiento pleno de "esto sí que sí, esto es en verdad". Fue un despertar, completo, un despertar a mis sentidos o que mis sentidos despertaban en mí, o mis sentidos cobrando sentido.
Desde luego que yo conocía (mediante mis sueños y leyendo a Korzybski), la existencia de un nivel no verbal de existencia, pero lo había considerado más bien como un substrato del ser antes que una verdadera forma del ser y tal vez, la forma más verdadera del ser.
_________________
*Satori: Significa "comprensión", en japonés, y designa el estado de iluminación que permite comprender que todo está conectado, en el ahora.
Tomado de:
Perls, F. (2003, 1975). Dentro y fuera del tarro de la basura. Santiago de Chile: Cuatro vientos, p. 102