Un caso de Fritz Perls:
La primera vez que obtuve reconocimiento fue luego de una de mis llamadas curas milagrosas. Un soldado que padecía de grandes ampollas en todo el cuerpo. Como último recurso me lo enviaron a mí.
Un diagnóstico psiquiátrico no podía hacerse simplemente en base a la ausencia de síntomas neurológicos o hallazgos similares. Tenía que haber una indicación psicológica clara. Este soldado padecía de gran desesperación en su mirada y estaba un tanto perplejo. Desde luego que en el ejército no teníamos tiempo para tontear con psicoanálisis u otras formas de psicoterapia prolongada. Le administré pentotal (la droga de la verdad) y supe de inmediato que había estado en un campo de concentración. Le hablé en alemán y lo guié a los momentos de su desesperación y le removí su bloqueo a llorar. De verdad lloró a mares o diré más bien que lloró "a pellejos". Despertó en un estado de confusión, y más tarde despertó de verdad con una vivencia típica de satori, de estar en el mundo entera y libremente. Por fin había dejado atrás al campo de concentración y estaba con nosotros. Las ampollas desaparecieron.
Tomado de:
Perls, F. (2003, 1975). Dentro y fuera del tarro de la basura. Santiago de Chile: Cuatro vientos, p. 86s