domingo, 22 de enero de 2017

El Carácter encarnado

Para hablar de la forma de ser y estar en el mundo se usan diversas acepciones. Una de ellas es el "genio". "Tiene mal genio", se dice. Proviene del genius romano, una suerte de espíritu asignado a cada mortal como parte de su naturaleza. Su versión moderna sería el temperamento, cuya etimología alude a "en su justa medida", en referencia a esa combinación que nos singulariza. Sin embargo, en la psicología actual temperamento es considerado el aspecto biológico de la personalidad, no afectado por el ambiente (pero esto es relativo, toda vez que sabemos que el no nato ya está siendo afectado por el ambiente a través de las vivencias maternas incluso desde su concepción).

La personalidad es la estructura con que nos vinculamos con el mundo, es la máscara que nos permite hacernos presente (per-sona, era la máscara del teatro romano, que resonaba para que los asistentes oyeran a los actores). La compone, por un lado, el temperamento y, por otro, el carácter, cuyo significado etimológico sería "lo que queda grabado, las marcas que la vida te hace". De donde queda claro que alguien puede tener "mal o buen" genio, temperamento, carácter o personalidad; pero jamás podemos decir por ejemplo, "que fulano no tiene carácter" o que le falta.

Gran parte del trabajo psicoterapéutico recae en trabajar sobre la flexibilización o cambio del carácter. El carácter, desde el punto de vista psicodinámico, es un modo habitual de comportamiento, de tipo defensivo, que genera una suerte de armadura corporal que impide una flexibilidad y una apertura plena en las relaciones consigo mismo, con los otros y con el universo. El carácter tiene como función regular el gasto de energía en la persona (economía libidinal), gestionando el nivel de ingreso y de egreso energético, las posibilidades de recibir y de expresar. Por ello la utilización de la energía es muy diferente según el tipo de carácter constituido.

El carácter se ha conformado como la mejor adaptación posible ante las circunstancias vividas. Por ello, hay que tener cuidado de caer en la trampa de creer que exista un tipo ideal de carácter. El trabajo sobre el carácter es generar nuevas formas de adaptación, a lo que el consultante está en capacidad y dispuesto para asumir.


Lowen emplea para ello el aumentar el estrés sobre el cuerpo para que se tome conciencia de los puntos bloqueados e ir elaborando, a partir de ello, los traumas implícitos. Rolf, en cambio, confía que el cambio directo de los patrones caracteriales expresados en la musculatura y el tejido conectivo llevaran a una disolución de los traumas asociados ( no necesariamente los considera causales).

Lowen propone pasar por un movimiento voluntario que conduce a un movimiento involuntario, a menudo acompañado de vibraciones. Estas últimas se toman como índice de circulación de la energía  y de relajamiento muscular. Detectar y aliviar una tensión muscular es relajar el músculo y librar el recuerdo o el afecto (emoción sin contenido), descongelar la expresión, la acción y la interacción, y permitir una reutilización de la energía bloqueada. El insight no es imprescindible.

Como bien señalan los orientales, el centro de gravedad del cuerpo no está en la parte alta -en la cabeza, los hombros, el pecho- sino alrededor del ombligo y el plexo solar. Con la respiración abdominal, el vientre no está hundido, sino libre y ligeramente tenso, los hombros relajados, el tronco firme, la cabeza en el eje de la columna vertebral; esta última se mantiene recta sobre su base, una base firme -no importa si la persona es delgada o corpulenta. Si se baja es doblando las rodillas; si se eleva es empujando los pies contra la tierra. Recto, firme, sostenido, alerta.

Esta posición se opone a la posición europea típica de origen militar: recta, tensa, rodillas juntas, que pueden desequilibrarse fácilmente por un empujón desde atrás.

Hacer ejercicios, correr, saltar, golpear, gritar, cualquier cosa hecha para desahogarse, va a ser inútil si no se reconecta la expresión corporal (acción, tensión, dolor, afección, propensión a usar ciertas sustancias) con la razón de su función.(Schutzenberger)

La alegría depende, en gran parte, del completo desarrollo de las funciones corporales; se trata de tener conciencia de las emociones, de expresar los sentimientos con precisión y de aprehender las relaciones entre éstos y otras funciones tales como el pensamiento y la acción: es el acercamiento al funcionamiento personal (Colin, p. 102s).

Janov señala que la no satisfacción de las necesidades esenciales, a las que él llama "primales", va generando una cerrazón sobre uno mismo. Lo que él llama la "Escena Primal Mayor" es la escena representativa de la escisión estructural de la personalidad. Escenas primales menores van a sucederse en el transcurso de toda la lucha del hijo por complacer a sus padres. Son pequeños acontecimientos menores que afectan la identidad: críticas y humillaciones. Y también tenemos las "Escenas primales - clave", una especie de condensación de centenares de "escenas primales menores". (Schutzenberger)

Todo esto genera una dificultad para aceptar y expresar tanto el amor como la ira.

Plantea Casriel, en La Historia de Daytop, que existen cuatro niveles de ira:
  1. La ira a nivel cognoscitivo que es muy superficial, porque no es una verdadera emoción, es sólo un pensamiento.
  2. El "desahogo de la ira" que se siente a nivel de la garganta, y que va dirigido hacia personas importantes en la vida del individuo. Emocionalmente es bastante intensa e implica: "Estoy furioso. aléjate de mí".
  3. Una ira más profunda aún se siente a nivel del pecho y que se caracteriza por una gran violencia. "Te odio. Quiero matarte".
  4. La "furia de la identidad" es el nivel de ira más profundo que se siente en las vísceras, y que literalmente involucra a todo el cuerpo. Permite la liberación de los sufrimientos más intensos. "Estoy dolido. No es justo. No voy a permitir que lo que me has hecho vuelva a ocurrir".
He aquí la importancia de la ex-presión, de sacar la presión fuera. He aquí el lugar del grito. El grito puede expresar o revelar emociones que no podrían fácilmente expresarse en palabras. Los gritos pueden revelar emociones reprimidas desde la infancia, y esta libertad de expresarlas puede cambiar de manera positiva y significativa la personalidad. Las resonancias no verbales son más importantes para la expresión de alegría, miedo, dolor o ira, que las palabras. Al reconectar lo vivido con su expresión trunca (quejarse, gemir, llorar, gritar) se le puede dar término (fin de la compulsión a la repetición), recobrándose la propia identidad (Kort).

Gritar es un acto natural. A menudo es también una necesidad. Se grita de alegría, de dolor; se grita para llamar o amenazar. El hombre grita en su nacimiento, grita a veces, también, en su agonía y durante toda su vida, el grito marca momentos expresivos de angustia o de agresividad.

(Sin embargo, el doctor Leboyer, en "Un nacimiento sin violencia", describe partos y nacimientos en los que se han tenido en cuenta las necesidades fundamentales del niño, que nace suavemente en la penumbra, que después es colocado sobre el cuerpo de su madre, que no grita en el nacimiento, no parece traumatizado y se convertirá en un niño tranquilo que parece feliz. Entonces, se gritaría por el tipo de nacimiento, no por el nacimiento en sí.) (Schutzenberger)

Finalmente podemos decir que, para desbloquear lo que sea que nos esté limitando, rigidizando nuestro carácter, se requiere comprender que no está bloqueada la ira, el miedo o la tristeza, sino lo que está primariamente bloqueado es el Amor (a veces amor ciego, en palabras de Hellinger, pero ¡amor al fin!).

Referencias Bibliográficas:
  • Colin, L. y Lemaitre, J. (1979). El potencial humano. Barcelona: Kairós.
  • Fernández, J. (revisado online 20-01-2017): http://hispanoteca.eu/Foro-preguntas/ARCHIVO-Foro/Persona.htm
  • Kort, F. (1971). Psicoterapia de Grupo y desarrollo del potencial humano. Caracas: Monte Ávila, p. 100s
  • Schutzenberger, A. (1980). Nuevas terapias de grupo. Madrid: Pirámide, pp. 144-163. 185s
  • Wikipedia: Genio.