viernes, 4 de abril de 2014

El Loco y su digna función (2)

(Continuación)
"Las familias adineradas suelen internar sus hijos durante años en instituciones privadas; mientras están recluidos la familia conserva la estabilidad. Un terapeuta ingenuo que mantiene charlas con un joven en esas instituciones tal vez crea que es un agente de cambio, cuando en realidad ha sido contratado para estabilizar la organización de modo que no se produzca cambio alguno. Los padres pueden entonces visitar regularmente el establecimiento y seguir ligados a su hijo sin los inconvenientes que provoca la vida en común, y sin tener que hacerse cargo de él". El hijo sigue dentro de sus planes, dentro de sus vidas, ya sea para estar atento a sus tratamientos (que no tienen fin), o culparse todo el tiempo de ""por qué está así"". Si el hijo estuviera bien, si se sanara, tendría que hacer su vida, independizarse, y la familia tendría que encargarse de lo que han estado evitando tantos años, y a veces, incluso generaciones.

Por ello es que la esquizofrenia y el abuso de drogas suelen convertirse en problema al término de la secundaria o acercándose el término de los estudios superiores: el adolescente se ve enfrentado a empezar a responsabilizarse por su vida, y sus padres se ven enfrentados a soltarlo. El fracaso de esta crisis da por resultado ""un loco"", un fracasado. Algunas personas lo desarrollan ya entrada la adultez, e igual aquí hay que tener en cuenta lo que ocurre alrededor:

"Una mujer de cerca de cuarenta años hacía mucho que había abandonado su casa (la de sus padres), cuando comenzó a conducirse de manera extravagante; sus padres resolvieron ayudarla disponiendo su internación y planeando su posterior retorno al hogar. Esto ""coincide"" (las comillas son nuestras) con la época en que el hijo menor dejó el hogar a fin de iniciar sus estudios universitarios. El fracaso de la hija mayor y su vuelta al hogar posibilitó que la familia continuara organizada con un hijo en la casa".
Entonces el tema central es el fracaso, y lo que buscaremos conseguir es su contrario: el éxito. Tener éxito, para la persona trastornada, es lograr ser autónoma y estar en capacidad de formar su propia hogar, estableciendo relaciones íntimas con personas fuera de su familia de origen.

(...)
"En la década del cincuenta, cuando comenzó a reunirse a familias y a observarlas con una concepción sistémica, se advirtió que la conducta extravagante del joven podía describirse como una respuesta adaptativa a la peculiar comunicación existente en el seno de su familia. Por vez primera se sugirió que los procesos de pensamiento y la angustia interior de una persona eran respuestas ante el tipo de sistema de comunicación en que estaba inserta: si la gente se comunica de manera anómala, sus procesos de pensamiento terminan siendo anómalos". Y por comunicación entendemos no sólo lo verbal sino, y sobretodo, lo no verbal, las entonaciones, los gestos, los silencios, las pausas...

Esto nos conduce a reconsiderar la concepción individualista de la cultura en la que vivimos y que se extiende a nuestra concepción de la enfermedad, sea física o psíquica. Haley señala que "las instituciones culturales se fundan en la idea de que el individuo es la unidad responsable; (...). Muchas son las facetas de la cultura que se basan en este hecho, o más bien en este mito, de que el individuo es una unidad". Por tanto, se le encarcela para ser rehabilitado, o se le hospitaliza para ser curado, o se lleva al niño para hacer terapia, sin tomar en cuenta el medio social-familiar donde se ha originado el trastorno. Este medio social no es una mera influencia, es la causa.

Al comportamiento loco también se le puede llamar comportamiento excéntrico, lo cual etimológicamente es más exacto: es un comportamiento que se halla fuera (ex) de su centro (céntrico). Así que, en lugar de decir que alguien es excéntrico, sería más preciso decir que está excéntrico, no es una identidad estática, sino un estado congelado que puede volver a fluir.

En los esquizofrénicos y los adictos la terapéutica "apunta a desligar a los padres del vástago para que la familia ya no lo necesite a este como vehículo de su comunicación, y el joven pueda hacer su propia vida. Hay dos métodos extremos que casi siempre fracasan. Uno de ellos consiste en atribuir toda la culpa a la nociva influencia de los padres y procurar que el joven abandone a su familia; lo típico es que el joven sufra un colapso y vuelva al hogar. El otro consiste en tratar de mantener al joven en el hogar y de conseguir que impere la armonía entre él y su familia; esto también falla, porque en esta época de la vida familiar, lo que importa no es la conciliación sino la desligazón. El arte dela terapia radica en hacer volver al joven con su familia como una manera de desligarlo de ella para iniciar una vida independiente".

*Donde aparezcan comillas normales cito a Haley textualmente.
Referencias: Haley, Jay (1995, 1980). Trastornos de la emancipación Juvenil y Terapia Familiar. Buenos Aires: Amorrortu, Cap. 2.