Seguimos con Reich, que nos alcanza una mirada bastante audaz de nuestras devociones y su relación con la sexualidad. Curiosamente, cruzan por mi mente las imágenes de los santos en las iglesias y la mayoría de las que recuerdo (los varones) son flacos y sufrientes. Y en el caso de las santas o las vírgenes-maría tienen apariencia maternal o fraternal. Implícitamente (y muchas veces no tan implícitamente) el sexo es considerado malo, "pecaminoso". Fijémonos nada más en el brinco que se hace con María: es virgen y es madre. ¿Y lo intermedio?: desterrado. Y respecto a Jesús, hay que ver los rostros airados si se sugiere que tuvo algo con Magdalena. Como si el amor entre hombre y mujer fuera malo. En el pre-conciente colectivo el pecado de Adan y Eva es el tener relaciones sexuales, cuando en realidad es el Conocimiento, pero eso ya es otra historia. Para reflexionar acerca de nuestro "religare": sufriente o placentero, y con qué pesos culturales nos acercamos a vivir nuestra sexualidad. Leamos a Reich:
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El culto a Jesús moviliza las fuerzas homosexuales pasivas contra la genitalidad**; el culto mariano también moviliza fuerzas sexuales, pero que pertenecen a la propia esfera heterosexual (desde el punto de vista del varón)*. "No le hagas mal a ninguna muchacha y piensa que también tu madre ha sido una muchacha".
La Madre de Dios, pues, asume el papel de la propia madre en la vida afectiva del joven crisitiano; a ella dirige todo el amor que sentía por su madre, todo el poderoso amor de sus primeros deseos genitales pero la prohibición del incesto dividió su genitalidad en un anhelo de orgasmo por un lado, y en una ternura asexual por el otro.
El anhelo de orgasmo debe ser reprimido, y su energía intensifica la tendencia a la ternura, conviritiéndola en una -casi indisoluble- atadura a la experiencia mística. Este anhelo de orgasmo ofrece una resistencia violenta, no sólo al deseo incestuoso, sino a toda relación genital natural con una mujer. Toda la fuerza viva y el gran amor que el joven sano desarrolla en la experiencia orgástica con su amada, en el hombre místico sirve para apoyar el místico culto mariano, después de la represión de la sensualidad genital. Estas son las fuentes de la que la mística extrae
fuerzas que no debemos subestimar, porque son fuerzas no satisfechas. Permiten comprender el poder milenario de la mística sobre los hombres y las inhibiciones que operan en contra de la responsabilidad de las masas...
La mística no es sino el anhelo inconsciente de orgasmo (= sensación cósmica plasmática)... Se puede admirar el Antiguo y el Nuevo Testamento como gigantescas realizaciones del espíritu humano, sin utilizar esta admiración para reprimir la vida sexual. Es más: mi experiencia médica me ha enseñado que los adolescentes sexualmente enfermos viven la leyenda de Jesús de modo insano y equivocado. (p. 206s)."
Les dejo unas hermosas pinturas de
La Virgen de la Leche, unos hermosos pechos de María. Recordemos que nuestro primer amor es nuestra madre (en los varones), el primer pecho que mamamos es el suyo. Aquí aprendimos a amar y ser amados (¡también sexualmente!).
Mateo Pérez de Alesio (1547 – 1606)
Y en este enlace una hermosa pintura inspirada en la Escuela Cusqueña. Caray, me dan ganas de comprarla!
http://escuelacusquena.com/david/popup_image.php?pID=691&osCsid=3bd11b2bee1fe3232c08efd7cd34506c
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*Este comentario es mío.
** Curiosamente muchos homosexuales han pensado (y muchos se han convertido) en ser sacerdotes católicos como una forma de canalizar su orientación, mal vista por la sociedad. En otros casos, cabe sospechar que algunos (¿o muchos?) sacerdotes heterosexuales terminen entrando al oscuro mundo de la pedofilia como resultado de este choque de fuerzas hetero y homosexuales pasivas y activas. Valdría más que hubiera más misticismo en la Iglesia, sería el mejor aliado al celibato forzoso.
El Correggio (1524-25 h.)