jueves, 12 de junio de 2014

Apuntes en Psicoterapia Grupal

LA IDENTIDAD GRUPAL
¿La buena integración grupal es sinónimo de la curación de sus miembros? En este aspecto mi opinión es negativa, pues un grupo se consolida en función de "pactos" entre las fantasías inconscientes de sus miembros, a través de un acuerdo generalizado en relación con el desempeño de roles necesitados por los grupos internos de sus integrantes.

La integración del grupo supondría de esa manera cierto grado de equilibrio que no es conveniente para un proceso terapéutico. Una terapia debe estar asentada, sólidamente asentada, sobre situaciones críticas, límites. La organización grupal supone su institucionalización y como tal, la anulación y aquietamiento de las ansiedades y resistencias más comprometidas. (p. 86s)

(En el proceso del grupo se van instalando unos referentes que le otorgan identidad, una historia que le da continuidad.) En un grupo se produjo el abandono brusco e imprevisto de dos de sus miembros por causas que aun hoy no puedo explicarme... dicho grupo se "acostumbró" a ese tipo de abandonos, como si sus integrantes tendieran a repetir la escena traumática (...) (Esta) es una de las vallas que todo miembro nuevo debe sortear: "¿De qué se habla cuando se recuerda aquella vez que Fulano hizo esto o aquello?". Es allí desde donde también a veces son rescatadas aquellas sombras de quienes fueron dados de alta o abandonaron el grupo: "Me haces acordar a Zutana". (p. 106)

La "Escena básica", grupal o personal, es una escena que simboliza o representa algún aspecto nodal del conflicto, por lo que representarla no corresponde a un hecho sino a la "realidad" de lo imaginario, que determinan las "conductas básicas". (p. 59), un repertorio de conductas que estructura la personalidad. Para dilucidarlas, se pueden hacer dos cosas (p.48):
  1. A través de la serialidad, es decir, de la aparición y reaparición de una unidad conductual, recortable de la totalidad de conductas de dicha persona, que se presenta como denominador común ligado a un estímulo identificable que aparece como situación-gatillo que pone en marcha un modelo perceptual y/o reaccional. Puede definirse, además, como un argumento estable que es representado en distintos escenarios y con diferentes actores. Forma los mecanismos básicos de una personalidad... En la posibilidad de detectar ese repertorio de conductas básicas o escenas fundamentales en toda personalidad estriba el potencial de articular adecuadamente los recursos terapéuticos.
  2. A través de las "conductas reaccionales", las que emergen con una intensa carga afectiva, y se denuncian por su desmesura, lo que apunta a su condición de vínculo objetal interno conflictivo.
Es importante poder registrar los dos niveles clásicos de comprensión de una conducta: su genética, es decir el por qué, y su intencionalidad, es decir el para qué. Ya he señalado que la psicoterapia grupal es particularmente apta para este último nivel, mientras que la individual lo es para el primero. (Nota 14, p. 166)

PSICOTERAPIA INTERMINABLE
Lo interminable de ciertas psicoterapias y de muchos "psicoanálisis" se debe a:
  • Que se estructura sobre el vínculo sometedor-sometido, reproduciendo esta patología social en lugar de introducir una alternativa transformadora.
  • La actuación inconsciente "psicopática", por parte del terapeuta del principio de la propiedad privada sobre "sus" pacientes; de poseerlos y no dejarlos escapar. En ese mismo sentido, incluyo el "orgullo" por la baja deserción que se relaciona con una habilidad para "captar" al paciente más que con la de captar su problemática y operar desde ella a fin de resolverla en el menor tiempo posible. Esto se vincula también directamente con el factor lucrativo que todo paciente significa para el psi.
  • Otro mecanismo de la terapia "interminable" remite a los encuadres dirigidos al fomento de la regresión, a nuestro entender justificados tan solo en casos de diagnóstico y pronóstico específicos, y que llevan a transformar al paciente en "niño" frente al terapeuta "adulto" que opera casi exclusivamente sobre núcleos conflictivos descartando los aspectos yoicos más maduros. De este modo se logra congelar al paciente en el rol de "enfermo", de "inmaduro", siéndole imposible modificarlo. (p. 36)
Pacho O'Donnell
DEL YO AL NOSOTROS
R. Laing opina que el psicoanálisis tiene un "yo", un "superyó" y un "ello", pero le falta el "tú". (p. 14). 

Volvamos a aquella mujer que balbueceaba "de estas cosas una tiene que salir sola" delante del individuo parapetado detrás de los gestos y voces solemnes que componen el rol social del psi. Aquí me creo en condiciones de sospechar una inoculación del individualismo burgués, coherente con el aserto de que la persona sana, fuerte, es capaz de bastarse a sí misma, sin ayuda de nadie. Esta es una de mis máximas deudas hacia los miembros de los grupos terapéuticos que he coordinado: haber aprendido que lo realmente valioso es desear y poder estar, sentir, pensar, sufrir, gozar, junto con los otros. Ante una dificultad, poder pedir ayuda, llorar, gemir "no puedo". Un criterio de "alta" alternativa: en vez de valorar que alguien esté en condiciones de arreglárselas solo, que se sienta capaz de arreglárselas acompañado. (p. 35)

El psicoanálisis habla mucho de sexo, lo sexualiza todo, pero, al igual que los histéricos, ello no le impide vivir el sexo como algo malo. Es así que no hay lugar de encuentro más asexuado que una sesión de psicoterapia grupal "ortodoxa". (p. 172)

...Lo elemental y lo no comprendido es que, mientras los psis se ocupen "pertinentemente" del cuerpo simbólico, el cuerpo real no podrá menos que someterse al rendimiento, la plusvalía, el bienestar ajeno. Es el mismo cuerpo que apila ladrillos, que sella expedientes, que perfora chapas, el que debe incluirse, "destacharse", en el campo terapéutico. (p. 24)


Mi impresión es que lo más rico de lo edípico, lo más real, es ese combate por someter, por evitar ser sometido; esa violencia microgrupal, esa lucha por la propiedad de lo deseado, esa batalla por la dominación que se libra dentro de las paredes del triángulo (edípico). Siempre, debajo del incesto, asoma la violencia. Ocuparnos obsesivamente del incesto es negarnos a ver la violencia. (p. 27)

Tomado de:
O'Donnell, Pacho (1974). Teoría y técnica de la psicoterapia grupal. Bs. As.: Amorrortu,