miércoles, 31 de enero de 2018

Caso: Dermatitis o "No se separen"

Las acciones terapéuticas que incluyen una perspectiva sistémica, como las Constelaciones Familiares o la Biodescodificación, muchas veces pueden ejercer un efecto benéfico sin que la persona beneficiada haya estado presente en la sesión, sobre todo si es un hijo pequeño, toda vez que los niños suelen reflejar los conflictos de sus padres en sus enfermedades y dificultades. Rincón cuenta el caso de una niña que presentaba dermatitis en todo el cuerpo. Había iniciado cuando tenía ocho meses (parece que por esas fechas los padres concibieron un segundo hijo). Primero apareció en la panza, luego en la parte posterior de las rodillas y en la parte interior de los codos. Luego se extendió al cuello, brazos, muslos, orejas, espalda y finalmente el rostro.

Alrededor del segundo mes de embarazo la madre había recibido un gran impacto: la amante de su marido la llamó por teléfono para decirle que mantenía una relación con su esposo incluso desde antes que ellos se casaran. Los padres se separaron pero iniciaron procesos terapéuticos, primero en forma individual y luego en pareja. Se volvieron a juntar para cuando nació la niña.

Tras intentar todos los tratamientos convencionales para resolver la dermatitis de la bebé, los padres realizaron una constelación familiar, como parte del plan de la terapia de contención. La niña tendría ya año y medio. La esposa pudo enfrentar, en el contexto simbólico de la terapia, a la amante, dejarla ir y recuperar su lugar como esposa. Luego, al hacer presente a la hija ("la paciente designada") se ubicó entre los padres, como quien trata de mantenerlos unidos, con un miedo tremendo a que se separen. Es el papel del hijo pegamento.

Los padres, a partir de la constelación, pudieron asumir la renovación del compromiso de pareja y de quitarle el peso de la responsabilidad a su hija. Comenta la madre:


"Terminamos nuestra constelación satisfechos y convencidos de lo que habíamos realizado; esa noche llegamos a casa y vimos a nuestra pequeña durmiendo con su carita manchada y esperando que este tipo de terapia ayudara en algo.

Al día siguiente nos levantamos como cualquier día normal, listos para ir a trabajar y llevar a nuestra niña a la guardería Al llegar a su cuarto, Lorena seguía dormida (raro en ella, generalmente se despertaba antes que nosotros); cuando vi su cara tuve la mayor impresión de mi vida: las manchas se habían desvanecido. La niña despertó y la desvestimos para ver el resto de su cuerpo; todavía había manchas pero su carita estaba limpia... Continuó con la terapia de contención. Lorena siguió su proceso médico con una dermatóloga especializada en dermatitis atópica aceptando el tratamiento de inmediato sin llegar a la cortisona, y en dos meses el 90% de su cuerpo estaba curado. Lo que no habíamos podido lograr en un año dos meses se logró en tres meses."

Podemos observar que la enfermedad de su bebé era la amplificación de lo sentido por su madre: sentirse injuriada en el embarazo (inicia en la panza, probablemente activado por el segundo embarazo, como recuerdo condicionado), humillada (rodillas), sentir que se pierde al ser amado (codos, cuello, brazos, muslos), disgusto por lo oído (orejas), sentirse traicionada (espalda) y avergonzada (rostro). Y la palabra clave que envuelve todo: separación, miedo a estar separado. Como ya habían hecho bastante trabajo reparador como pareja antes, la constelación familiar facilitó la disolución final, que debía incluir resolver lo pendiente con la amante y separar a la hija de los asuntos de la pareja.

Referencia Bibliográfica:
Rincón, L. (2008). Así fluye el amor. México: Prekop, cap. 16