domingo, 10 de enero de 2016

Gestalt Transpersonal y Meditación

"La Terapia Gestáltica, al igual que las terapias existenciales en general, es comúnmente considerada un enfoque humanista... Sin embargo, el hecho es que la toma de conciencia es transpersonal. O, para utilizar el término más antiguo, espiritual". (p. 197s)

Con estas palabras, Naranjo apertura la posibilidad de una Gestalt transpersonal. Y digo "posibilidad" porque la diferencia crucial entre tener un enfoque humanista o uno transpersonal es justamente el como enfocamos la Vida. Naranjo es claramente transpersonal; Perls, aunque haya practicado meditación, no evidencia el pase del humanismo a lo transpersonal. Los dejo con Naranjo y su aporte a una Gestalt transpersonal:

...[La terapia] Gestalt y la meditación se complementan maravillosamente -la meditación enfatizando la atención, la expresión gestáltica. Sin embargo, ambas descansan en los mismos pilares -como la buena vida misma: capacidad de percatarse y espontaneidad. ¿Qué es la espontaneidad? Podríamos estar más cerca de la respuesta si clarificamos lo que no es: no es impulsividad, no es la mera expresión de deseos fuertes y emociones. El tema de la espontaneidad nos retrae al tema de ser uno mismo. La idea de ser verdadero con uno mismo implica, desde luego, la existencia de un "sí mismo". Si este término ha de tener algún significado, éste tiene que ser la contrapartida de la estructura del carácter, lo no condicionado -e, implícitamente, lo organísmico. (Naranjo, p. 215)

[En el camino de la terapéutica gestáltica] ...no hay reglas: sólo toma de conciencia. Atención y espontaneidad. O mejor aún: percatarse y naturalidad. La naturalidad no es impulsividad, sino algo que Fritz tuvo la intuición de estipular -una síntesis de espontaneidad y deliberación. (Hay mucho de eso en el Zen, especialmente en el arte Zen). Espontaneidad, pero espontaneidad controlada. Y espontaneidad controlada. (p. 221)

[Un] sesgo de la Gestalt... es la mayor apreciación del placer sobre el dolor en el proceso transformativo. Como la caractericé en sus primeros años, la Gestalt es un "hedonismo humanista". Cierto, la expresión del impulso ha ayudado a deshacer la represión, el mandato a no reprimirse ha servido al proceso de tomar conciencia de los impulsos, sin embargo, esto no debería llevarnos a pensar que el proceso inverso de inhibir los impulsos no es fructífero como un enfoque en sí mismo. Tradicionalmente, la espiritualidad no ha sido hedonista sino ascética, austera, a partir de un reconocimiento de que la restricción también puede agudizar nuestra atención a nuestros deseos y emociones. Si observamos en forma sutil la práctica gestáltica, podemos ver que estos dos aspectos se reflejan en ella. (p. 275s)

Extracto de:
Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
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  • Para profundizar en las herramientas terapéuticas de la Terapia Gestalt ver los cap. 5, 6, 7 y 10.
  • Para profundizar en el tema de la Terapia Gestalt dentro del ámbito de la Psicología Transpersonal, ver el cap. 15: El Aspecto Transpersonal de la Gestalt.
  • Para profundizar sobre la relación entre la terapia Gestalt y otras disciplinas psicológicas y espirituales, vale la pena leer el capítulo 20: La Gestalt en el contexto de los caminos de crecimiento.

sábado, 9 de enero de 2016

El Autoapoyo como objetivo de la terapia

Naranjo señala que la psicoterapia vendría a ser un apoyo a un proceso auto-terapéutico en que la persona ya está embarcada de antemano, por tanto el terapeuta debe recordarse que él está acompañando dicho proceso, que puede estar presentando un matiz más psicológico, espiritual u organicista. (Naranjo, p. 231). A continuación un texto de Perls al respecto:a

[Entonces] El objetivo de la terapia es darle [o fortalecer] al paciente una herramienta -autoapoyo-, con lo cual pueda resolver sus propias dificultades. (p. 88)

La terapia guestáltica tiene como premisa básica el que al paciente le falta autoapoyo, y que el terapeuta simbolice el sí mismo (self) incompleto del paciente. Por lo tanto, el primer paso en la terapia es entonces, averiguar qué es lo que necesita el paciente. Si no es psicótico (e incluso si lo es, como vimos en el caso descrito anteriormente), el paciente se da cuenta parcialmente de sus necesidades y puede expresarse al menos parcialmente. Pero hay áreas en que el paciente o no se da cuenta de sus necesidades específicas o está bloqueado en su capacidad de exigir lo que quiere.

Muchas veces el terapeuta descubre que el paciente tiene vergüenza de pedir algunas cosas: con la misma frecuencia encuentra que el paciente está convencido de que la única ayuda valiosa obtenible es aquella que se adivina y que se da sin ser requerida. Muchas veces no sabe pedir, o está confundido acerca de lo que realmente quiere. Pero una vez que logra expresar sus exigencias, sus órdenes, sus mandatos y sus peticiones en forma directa y realmente diciendo lo que quiere, ha dado el paso más importante. (p. 110)

...El autoapoyo es muy distinto de la autosuficiencia: Cuando el paciente termine su terapia no habrá perdido su necesidad de las otras personas. Por el contrario, por primera vez encontrará satisfacciones en su contacto con los demás. (p. 113)
Para reintegrar al neurótico tenemos que recurrir a cualquier cantidad de responsabilidad que esté dispuesto a aceptar. Lo mismo se puede aplicar  al terapeuta. Tiene que tomar responsabilidad total de sus reacciones ante el paciente. No es responsable de la neurosis del paciente, ni de su miseria o falta de comprensión. Pero es responsable de sus propias motivaciones, de su manera de tratar al paciente y de la situación terapéutica.

La primera responsabilidad del terapeuta es desafiar cualquier afirmación o conducta de parte del paciente que no es representativa del sí mismo y que es evidencia de su falta de autorresponsabilidad. Esto significa que tiene que vérselas con cada uno de los mecanismos neuróticos a medida que aparecen. Cada uno debe ser integrado por el paciente y debe ser transformado en una expresión de sí mismo, de modo que realmente pueda descubrirse a sí mismo. (p. 83s)

Si por otro lado, el paciente está genuinamente bloqueado, también dará señales de ésto. Podrá sonrojarse o podrá tartamudear. Ahora seguiremos con nuestro experimento en fantasía, ya que aún nuestro paciente no puede llevarlo a cabo ni en el nivel real ni en el nivel de dramatización.

Terapeuta: Si usted se atreviera a decirlo, ¿podría imaginarse cuál sería mi respuesta?
Paciente: Claro, usted pensaría "qué horrible criatura es usted".
Terapeuta: ¿Podría imaginarse una situación en que me podría decir a mí "qué horrible criatura es usted"?
Paciente: (con voz animada) Por supuesto, eso es exactamente lo que pensé. Qué horrible criatura es usted al ponerme en una situación tan embarazosa.
Terapeuta: ¿Podría darme más detalles de cómo a mí me gusta poner a las personas en situaciones embarazosas?

Ahora el paciente está más libre de lo que estaba antes. Y puede que esté listo para hacer psicodrama en fantasía acerca de cómo alguien consigue que los demás se sientan avergonzados. Con esto logra convertir una proyección ("el terapeuta me quiere avergonzar a mí") en una autoexpresión. Cuando haya terminado la sesión, pudiera ser que el paciente tome conciencia de que interrumpe el placer que obtiene al avergonzar a los demás, avergonzándose a sí mismo. (p. 85s)

Hay sí un problema ...que también está presente en [todas] las terapias. Y es que el paciente se adapta a nuestra técnica. Entonces puede que comience a manipular al terapeuta con experiencias fabricadas e irrelevantes sólo para agradar y al mismo tiempo evitar el encararse con sus propias dificultades. Entonces el énfasis de la terapia tiene que trasladarse del tener vivencias al inventar vivencias. El terapeuta tendrá entonces que encarar la actitud "finjamos". (p. 87)

[También] la meditación apunta hacia el auto-apoyo, como la Gestalt, a pesar de que la meditación pone más énfasis en ello, pues habla de un grado de auto-apoyo donde uno puede abandonar cualquier cosa. Lo invita a uno a un estado mental que no tiene absolutamente ningún apoyo y no necesita ser apoyado. Es un hecho paradójico el que si uno abandona el apoyo, uno no se cae, sino que por el contrario, empieza a volar. El budismo y el taoísmo hablan de este soltarse de todos los apoyos, externos e internos, como un estar apoyado en el vacío. En algo que, visto desde afuera, sólo se puede describir como absolutamente nada, si bien una de las nadas más fértiles. (Naranjo, p. 213)

Extraído de:
Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Perls, F. (1976, 1973). El Enfoque Guestáltico. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.

viernes, 8 de enero de 2016

Sobre el comportamiento del consultante (paciente o cliente)

A continuación un extracto de Perls acerca del comportamiento del consultante. Tómese en cuenta que el término "paciente" usado por él corresponde a su época (los ´70s), en que aún predominaba una visión jerárquica y patogénica en la relación sanitaria (su uso del concepto "neurótico"):

...Hay otros pacientes que sencillamente no escuchan. Podrán ahogar al terapeuta en palabras. Lo podrán interrumpir. Podrán aparecer muy atentos, pero es obvio que todo lo que les entra por un oído les sale por el otro. Puede que literalmente no lo escuchen. Podrán interpretar mal sus peticiones y afirmaciones. A estos pacientes les permitimos ir y venir entre hablar y el escuchar a sí mismos. Al comienzo, luego de cada una de sus frases le preguntamos: "¿Se da cuenta usted de esta frase"? Por lo general recuerdan haber dicho las palabras, pero muchas veces dicen que no se daban cuenta de ellas mientras hablaban. Muchas veces en estos casos hay una desensibilización de la boca, por lo que le pedimos al paciente que se dé cuenta de sus labios y su lengua a medida que habla. Una vez que logre escucharse a sí mismo y a sentirse hablando, habré dado dos pasos hacia adelante.

Ahora pueden escuchar a los demás y han abierto el camino a lo no verbal en el ser y el comunicarse. Porque su hablar compulsivo ahoga tanto a su ambiente como a ellos mismos. Es su técnica de autointerrupción. ¡Qué es lo que están interrumpiendo? Esto lo descubrimos con nuevas indagaciones y experimentos.

Lo que con más frecuencia se descubre es que una vez que impedimos a tales pacientes consumir todo su excitamiento -todo su potencial emocional- en su cháchara incesante y su verbalismo, comienzan a dar señales de gran ansiedad. En ellos el hablar se ha convertido en una compulsión y como en todas las compulsiones, si se interrumpe, aparece detrás una gran tensión.

...La técnica del ir y venir agudiza el darse cuenta del paciente dándole un sentido más claro de las relaciones en su comportamiento. (p. 94s)

(...)
Su comportamiento [del paciente] aquí y ahora es un corte transversal microscópico de su conducta global. Si llega a ver cómo estructura su comportamiento en la terapia, podrá ver también cómo estructura su  comportamiento en la vida cotidiana. (p. 102)

Le preguntaron a un psiquiatra: ¿cómo hace usted para mantenerse bien escuchando los problemas de tanta gente? A lo que contestó: ¿Y quién escucha? (chiste contado por Perls, en p. 105) [es decir, no quedarse en las palabras, que es menos del 30% de la comunicación humana]
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Para una mirada del consultante (es decir, de cualquiera de nosotros, potenciales consultantes) es útil leer el cap. 3: Y aquí viene el neurótico, del libro de Perls (pp. 53-65 ).

Extraído de:
Perls, f. (1976, 1973). El Enfoque Guestáltico. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.

jueves, 7 de enero de 2016

El trabajo de tomar conciencia, según Perls

"Nosotros consideramos todo el tiempo comprendido en la sesión como perteneciente al aquí y ahora; porque el darse cuenta de la vivencia solamente puede transcurrir en el presente. Pero a pesar de revivir y visualizar muy nítidamente un recuerdo, en el trasfondo siempre queda la noción de que es algo del pasado. Sin embargo, esto no es válido para lo que llamamos las propiocepciones, las sensaciones internas, las sensaciones musculares kinestésicas. Las sensaciones propioceptivas no tienen tiempo y únicamente pueden vivenciarse en el aquí y ahora, Por lo tanto si hacemos ejercicio el ir y venir entre una visualización y una propiocepción podremos llenar los espacios en blanco y completar los asuntos inconclusos del pasado. El terapeuta bien entrenado, también tomará en cuenta cualquier movimiento involuntario del paciente -encogimiento de hombros, movimiento de los pies, etc.- y le llamará la atención sobre ellos.

Supongamos que el paciente ha imaginado el retorno de una situación reciente que le molestó. Lo primero que dice cuando entra en la sala de consulta es que su trabajo le está atacando los nervios. Nadie, dice, lo trata con suficiente respeto. No hay nada muy preciso que pueda decir, pero le desagrada la atmósfera. Cosas pequeñas le deprimen. Algo muy poco importante ocurrió ese día en el comedor de la compañía, que lo molestó y no puede entender porque se vio tan perturbado por un incidente aparentemente tan intrascendental.

Le pedimos que vuelva en fantasía al comedor, y a la experiencia que le molestó. Esto es lo que podría ocurrir:

Paciente: Estoy sentado en el comedor. Mi jefe está sentado unas pocas mesas más allá.
Terapeuta: ¿Qué es lo que siente?
P: Nada. Está conversando con alguien. Ahora se levanta.
T: ¿Qué siente ahora?
P: Siento mis latidos. Viene hacia acá. Ahora me estoy sintiendo inquieto. Pasa de largo.
T: ¿Qué es lo que siente ahora?
P: Nada. Absolutamente nada.
T: ¿Se da cuenta de que está empuñando una mano?
P: No, en realidad no. Pero ahora que usted lo menciona, la siento. Incluso recuerdo que estaba enojado con mi jefe porque pasó por mi lado sin dirigirme la palabra y además le habló a alguien que me desagrada mucho. Estoy enojado conmigo mismo por ser tan quisquilloso.
T: ¿Estaba enojado además con alguna otra persona?
P: Sí, con ese tipo con el cual mi jefe se detuvo a conversar. ¿Qué derecho tiene él de perturbar al jefe? Ve, me está temblando el brazo. Podría darle una bofetada en este mismo momento a ese asqueroso chupamedias.

Ahora podemos dar el paso siguiente e ir y venir entre los sentimientos del paciente y sus proyecciones. La frase "chupamedias" nos hace sospechar. Tal vez el paciente no estaba enojado con su jefe cuando sintió la inquietud o ansiedad al comienzo de la escena.

T: Volvamos al momento cuando su jefe se levanta de la mesa. ¡Qué es lo que siente cuando visualiza eso?
P: Espere... Se está levantado. Viene hacia mí. Me estoy agitando (excitement). Ojalá me hable. Siento la cara acalorada, ahora pasa de largo. Me siento muy decepcionado.

Esto fue para el paciente una situación traumática menor. El excitamiento movilizado cuando apareció el jefe no pudo encontrar una expresión adecuada y la catexis positiva hacia el jefe ("ojalá se dirija a mí") se convirtió en una catexis negativa, hacia el competidor del paciente... la catexis negativa fue dirigida hacia las proyecciones del paciente, en lugar de sentir y satisfacer sus propias necesidades. (p. 90s)

Señala Polster: [En la psicoterapia] "confiamos en que [las] respuestas [del consultante] nos permitirán seguir la pista que él mismo nos proporcione. (...). supongamos que una persona declare incidentalmente y como al descuido: "Me siento triste". El terapeuta le dirá: "Trate de llegar hasta el fondo de su tristeza; déjese embargar por ella, hasta sentirla como algo inseparable de usted mismo". Quizá no haga falta más para que la persona sienta más punzante su tristeza; quizá esto le mueva a hablar de una pérdida irreparable de la que no se ha consolado nunca, o a evocar un acontecimiento lejano que le causó una gran pena, o a experimentar de algún modo las profundidades de una reactividad que lo levanta de su acostumbrada chatura afectiva. (Polster, 1974)

(...)
Trabajemos un poco sobre el problema que al menos en teoría es el más simple de todos, la incapacidad de expresarse.

Tomemos el caso del hombre maduro relativamente exitoso que parece estar requiriendo un "Muro de los Lamentos". Comenzará quejándose incesantemente, ante el terapeuta, de su esposa, de sus hijos, de sus empleados, de sus competidores, etc. Pero no le permitimos seguir esta expresión indirecta. Le pedimos que se visualice a sí mismo hablándoles, o que le hable en forma psicodramática al terapeuta como si éste fuera la esposa, los hijos o lo que fuere. Como acostumbramos, le ponemos en claro que no debe esforzarse al punto de tener éxito, no debe interrumpirse. Le aclaramos que nuestros experimentos se llevan a efecto con el objeto de que tome más conciencia de los diversos modos en que se bloquea a sí mismo. Le explicamos que queremos que convierta sus áreas bloqueadas, o represiones, en expresiones.

En una situación como ésta podemos tener tres posiciones entre las cuales ir y venir: las quejas de paciente (su manipulación del terapeuta para lograr apoyo), su autoexpresión inadecuada (que es una falta de buen contacto y autoapoyo), y sus inhibiciones (que son las autointerrupciones del paciente). Lo que sigue es el tipo de diálogo que puede suscitarse:

Paciente: Mi esposa no tiene ninguna consideración por mí.  (Este es un reclamo, una de sus técnicas para manipular al mundo externo para que le brinde el apoyo que no puede darse a sí mismo).
Terapeuta: ¿Podría imaginar decirle directamente frente a frente esto? (Le estamos pidiendo que no recurra a nosotros para obtener apoyo, sino que se exprese directamente).
P: No, no puedo. Me interrumpiría apenas yo comenzara. (Otra queja).
T: ¿Podría decirle esto a ella? (Otra vez una petición para que se exprese directamente).
P: Si tú nunca me dejas hablar. (Si bien esto aún es un reclamo, al menos es directo.) El terapeuta se percata que la voz suave con que el paciente hace su reclamo, traiciona sus palabras.
T: ¿Puede escuchar su voz? (Aquí nos hemos ido de la queja a los medios inadecuados de autoexpresión)
P: Claro que sí. Suena más bien débil, ¿no le parece? (una autointerupción.)
T: ¿Podría dar una orden, algo que comience con las palabras "tú deberías"? (Dicho en otras palabras, el terapeuta le está pidiendo que se exprese en forma simple, directa y adecuada.)
P: No, no puedo.
T: ¿Qué es lo que siente ahora? (Aquí vamos a las sensaciones que acompañan las acciones del paciente.)
P: Siento los latidos de mi corazón. Me estoy angustiando.
T: ¿Podría decirle eso a su esposa?
P: No, no puedo, pero me está dando rabia. Siento ganas de decirle: "cállate de una vez por todas". (Y ahora tenemos algo más que quejas, autointerrupciones y falta de expresión. Tenemos una autoexpresión indirecta.)
T: Se lo acaba de decir.
P: (Gritando) Cállate, cállate, ¡CÁLLATE! ¡Por amor de Dios déjame decir algo a mí! (Autoexpresión explosiva)
El terapeuta no dice nada; el paciente va ahora en camino solo. Y muy luego dice: "No, no podría decirle a ella "cállate", pero me puedo imaginar el interrumpirla" y comienza entonces a representar-actuar esa interrupción: "Por favor, déjame decir algo".

¿Hasta dónde podemos permitir que llegue esta situación? Porque la actuación (acting-out) de sus tendencias neuróticas frecuentemente es perjudicial al paciente. Freud vio esto e indicó el peligro de la actuación en la vida cotidiana, fuera de la sala de consulta. Él quería que el paciente tuviera presente la tendencia neurótica que estaba repitiendo. Nuestro enfoque es un tanto diferente. Decimos que queremos que el paciente se dé cuenta, en el consultorio, del significado de lo que está haciendo. Y creemos que puede lograr este darse cuenta mediante la actuación, en el consultorio, del significado de lo que está haciendo. Esto lo podemos lograr mediante la actuación en fantasía de cualquier cosa que sea, que esté por completarse y todo esto en la terapia. Vale la pena recalcar que este es el concepto básico de la Terapia Guestáltica. El paciente se siente obligado a repetir en la vida diaria todo lo que no logra concluir en forma satisfactoria. Estas repeticiones son sus asuntos inconclusos. Pero puede llegar a la solución creativa de ellos, porque junto con sus repeticiones trae sus interrupciones, vale decir su actuación  (acting-out). Por lo tanto, si en su vida extraterapéutica está actuado una tendencia neurótica, le pedimos que durante la sesión repita deliberadamente en fantasía, lo que ha estado haciendo en la actualidad. De esta manera podemos descubrir el momento en que interrumpe su flujo de vivencias impidiéndose a sí mismo de llevar una solución creativa a su problema. (p. 93s)
(...)
Cada "eh" y "ahh", cada quiebre en la frase cubre un área pequeña o grande de confusión. Cada una es un intento de aferrarse, mantener contacto...

(Cuando el paciente está confuso, se confunde, comete errores) ... está realizando actividad motora velada (toda escondida tras el nombre colectivo de pensar) y gran parte de la acción que falta en su comportamiento día a día  y que constituye en alguna medida los asuntos inconclusos de sus neurosis, puede encontrarse aquí y ahora, entremetida en aquellas quebradas.

Permítanme presentar algunos ejemplos de cómo esto funciona en la práctica. Como dije anteriormente, el espacio en blanco es el correlativo a la confusión, un esfuerzo por eliminarla completamente. Donde se ve esto con mayor frecuencia es al tratar con el problema de la visualización y la imaginación visual donde aparece, que para muchos pacientes hay puntos ciegos o cuasi ciegos.

Si le pedimos al paciente que visualice algo, nos podrá decir que sus imágenes fantaseadas son muy borrosas. Al pedirle que prosiga nos podrá decir: son como si estuvieran en una nube o en la niebla. Esta niebla o nube es considerada por el terapeuta como el autoconcepto del paciente, una estructura de carácter, un sistema de verbalizaciones. Aparentemente el paciente tiene que colocar una cortina de humo en torno a sus imágenes o si no sumergirlas en una nube. Y el terapeuta no debiera engañarse por las quejas del paciente que dice que le gustaría poder visualizar sus imágenes más claramente. A pesar de que hay algo de cierto en esto, no es toda la verdad. Podemos suponer que hay al menos algunas áreas donde tiene que evitarse a sí mismo el mirar, de otra manera no se tomaría la molestia de hacerse el ciego a medias en sus fantasía. Si el paciente puede quedarse el tiempo suficiente con su neblina ésta se levantará.

Tomen el caso en que la niebla se transformó en algo gris blanquecino, lo cual fue reconocido por el paciente como un muro de piedra. El terapeuta le pidió al paciente si podía imaginarse estar trepando por sobre ese muro. Y cuando el paciente lo hizo se desarrolló que al otro lado había pastizales verdes. El muro había constituido la cárcel del paciente; era u prisionero.

También puede ocurrir que nuestro paciente tenga un espacio en blanco total y completo. No ve nada. Supongamos que describe la oscuridad como una cortina de terciopelo. Ahora, además de nuestro paciente, contamos con un telón. Le podemos pedir que en fantasía abra la cortina. Y es muy posible que detrás de ella descubra aquello que estaba escondiendo de sí mismo. También pudiera ser que tras su oscuridad, no hay literalmente nada, una ceguera. Aún podemos obtener una orientación pidiéndole que represente a un hombre ciego. (p. 99s)

Pienso que el punto más sutil en la práctica del continuum de la atención-y debido a su sutileza, imposible de formular como una regla muy clara- es la distinción entre estar abierto a la experiencia y fabricar experiencias.
Una de las reacciones más corrientes de los pacientes que están en la "silla caliente" consiste en estar muy pendientes de sí mismos, y junto con esto, la compulsión a representar.
El representar es necesariamente una forma de manipulación -hacer que algo ocurra, en lugar de ver qué hay ahí.(Naranjo, p. 78)

...Cuando siento o veo que hay algo irracional incluido, entonces trabajo en eso hasta que el asunto se aclara. Y para esto hay que desarrollar una gran cantidad de intuición y sensibilidad. Hay que buscar las frases claves. Si creo que hay algo básico en una frase, entonces la refuerzo, la dejo hablar una y otra vez reforzándola hasta que sale la personalidad completa. Entonces ocurre algo totalmente inesperado. Se compromete la personalidad con las emociones y otra vez estamos frente a un momento importante en el proceso del crecimiento. (p. 181)

Extraído de:
Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Perls, F. (1976). El Enfoque Gestáltico. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Polster, M. y Polster, E. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu, p. 214.

miércoles, 6 de enero de 2016

Catatonía: un caso de Perls

Se ha visto que la técnica no frustrante empática es muy útil en el tratamiento de la fase inicial de psicosis. Algunos terapeutas como Fromm-Reichmann, Rosen y Steinfeld, utilizan precisamente este enfoque. Tanto su intuición sobre los deseos del paciente como su capacidad de contacto con ellos es bastante alta. Y en el caso de la psicosis, la frustración ya está presente en tal grado que el terapeuta no tiene necesidad de engendrarla. El contacto con el paciente de por sí puede facilitar la transformación del apoyo. Pero en primer lugar el paciente deberá darse cuenta de sus necesidades y en lo posible encontrar el suficiente autoapoyo en la comunicación como para permitirle expresarlas, a pesar de que habla con un lenguaje que resulta incomprensible para la gran mayoría de nosotros. Al tratar con psicóticos tenemos mucho cuidado de no usar demasiado la herramienta de la frustración. También tenemos cuidado de dejar que nos guíen ellos mismos y su conducta, antes que nuestras fantasías y teorías de la psicosis.
En una oportunidad se llevó a efecto una demostración de la terapia guestáltica en un gran hospital mental con una paciente que había estado años en un estado cercano a la catatonía. Nadie ni nada había sido capaz de llegar hasta ella. Cuando lograba comunicarse era para decir que no sentía nada. Cuando comencé a trabajar con ella, me percaté que tenía los ojos discretamente humedecidos. Ya que esto podría ser indicativo de un deseo de llorar le pregunté si estaría dispuesta a repetir varias veces la frase "No voy a llorar"... Ella aceptó. Repitió la frase varias veces en forma monótona e inexpresiva. Advertí sin embargo que mientras repetía la frase mecánicamente, se golpeaba una cadera con la mano. Le pregunté que le recordaba ese movimiento. Entonces se puso a hablar.

"Es como mi mamá golpeando a un niño..., lo único que puede hacer mi mamá por mí es rezar".
"¿Tú puedes rezar por ti misma?", le pregunté.

Un tanto más animada que al comienzo de la sesión, pero aún bastante apática, comenzó a recitar algunas oraciones. Esto siguió durante un tiempo. Un momento las oraciones eran comprensibles, luego se hacía ininteligibles. Súbitamente lanzó un grito suplicante "Dios, dame salud". Y se convirtió en torrente de lágrimas.

Esta fue la primera vez que mostró algo de emoción. Pero algo aún más significativo, su oración era una forma de autoexpresión. Fue por primera vez un enunciado de sus necesidades. Fue la apertura hacia ella misma. Y al igual que el neurótico que transforma una represión o una resistencia en una expresión está demostrando algún grado de autoapoyo, así también esta psicótica comenzó a descubrir en sus explosiones que tenía apoyo y energía suficiente como para dar a conocer sus necesidades. (p. 107s)

Extracto de:
Perls, F. (1976, 1973). El Enfoque Guestáltico. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.

lunes, 4 de enero de 2016

El arte de observar y preguntar, según Perls

Si el terapeuta se viera limitado en su trabajo a hacer solamente tres preguntas, eventualmente tendría éxito con todos, menos los más perturbados de sus pacientes. Estas preguntas, que esencialmente son reformulaciones de la afirmación: "Ahora me doy cuenta", son: ¿Qué estás haciendo?, ¿Qué es lo que sientes? y ¿Qué es lo que quieres?. Podríamos añadir dos más: ¿Qué estás evitando? y ¿Qué es lo que esperas? Estas son obviamente extensiones de las primeras tres... (p. 78)

El terapeuta puede ayudar al paciente en el descubrimiento de sí mismo como un espejo ampliador. El terapeuta no puede hacer descubrimientos para el paciente, sólo puede facilitar el proceso en el paciente. Por medio de sus preguntas puede llevar al paciente a ver su comportamiento con más claridad y puede ayudarle al paciente a determinar por sí mismo lo que su comportamiento representa.

Y el terapeuta agudo podrá encontrar bastante material ahí bajo su nariz; sólo necesita abrir los ojos. Desgraciadamente, esto tampoco es fácil, ya que para mirar y realmente ver, se requiere que el terapeuta esté completamente vacío y sin ideas preconcebidas. Debido a que el contacto siempre ocurre en la superficie, es la superficie lo que el terapeuta debe ver. (p. 80)

Dice Polster (1974): [Ante] "una fugitiva expresión de dolor que pasa por su rostro [del consultante], y parece destinada a disiparse inadvertida, (...) preguntarle entonces qué siente, o si siente algún dolor, o quizá decir: "Por un momento pareció que usted sentía un dolor muy grande", [esto] podría ser una cuña introducida en una experiencia nueva, mientras que, si se pasara por alto el indicio, la historia sería, simplemente, una historia más."

Volviendo con Perls: "Consideremos por un momento este hecho: todo lo que el paciente hace, obvio o escondido, es una expresión de sí mismo. Se inclina hacia adelante o hacia atrás, sus puntapiés abortados, sus titubeos, sus palabras entrecortadas, las sutilezas de su entonación, su caligrafía, su uso de metáfora y lenguaje, su utilización del "it"* en contraposición del "tú" y "yo"; todas están en la superficie, todas son cosas obvias y todas son significativas. Estos son los únicos elementos verdaderos con los cuales el terapeuta tiene que trabajar. Sus ideas preconcebidas no ayudarán en absoluto al paciente.

Por lo tanto, las preguntas del terapeuta estarán basadas en su observación y dirigidas a traer ciertos factores dentro del campo del darse cuenta del paciente. Utiliza su técnica de hacer preguntas en lugar de hacer afirmaciones de modo que el peso del reconocimiento y la acción sea colocado donde corresponde, en el paciente. Pero en realidad sus preguntas son traducciones de sus observaciones. Preguntas tales como ¿Te das cuenta de tu lenguaje?, pueden representar la siguiente observación y podría convertirse en la siguiente afirmación: "Me doy cuenta de que hablas muy rápidamente. También me percato de que estás continuamente sin aliento. Sería beneficioso para ti darte cuenta tú mismo de lo que estás haciendo, cosa que podamos encarar el excitamiento que estás disipando de esta manera.

Hay, sin embargo, una modalidad de hacer preguntas -empleado por la mayoría de los terapeutas ortodoxos- que a mí me parece de muy poco valor terapéutico. Estas son las preguntas que comienzan con ¿por qué?. Algo hemos hablado de esto anteriormente, pero el tema me parece lo suficientemente importante como para volver a él nuevamente.

Las preguntas ¿por qué? producen únicamente respuestas "oportunas", defensas, racionalizaciones, excusas, y la ilusión que un evento puede ser explicado por una causa única. El por qué no discrimina propósito, origen o trasfondo. Bajo la máscara del escrutinio y la indagación, ha sido la palabra que tal vez más ha contribuido a la confusión humana. No ocurre lo mismo con el "cómo". El "cómo" indaga en la estructura de un evento y una vez que la estructura se ha clarificado, todos los porqué quedan automáticamente respondidos. Una vez que hemos aclarado la estructura del dolor de cabeza podemos responder ad libitum todas las preguntas a los preguntones. Nuestro paciente tenía dolor de cabeza "porque" contraía sus músculos, "porque" se interrumpía a sí mismo, "porque" había introyectado una orden de no llorar, etc. Si empleamos nuestro tiempo en buscar causas en lugar de estructuras, más vale que abandonemos la idea de hacer terapia y que nos unamos al grupo de abuelas preocupadas que atacan su víctima con preguntas tan sin sentido como "¡Por qué te resfriaste?" o "¿por qué te has portado tan mal?". " (p. 81s)

(...)
"La idea de frustrar las preguntas del paciente es tan antigua como la terapia misma. Incluso respuestas simples como ¿por qué haces esta pregunta? tiene por objetivo devolver al paciente a sus propios recursos. Pero, como decíamos antes, la pregunta "por qué" es una herramienta muy inadecuada. Queremos suscitar la estructura de las preguntas del paciente, su trasfondo; y posiblemente podamos alcanzar el sí mismo en el proceso. De modo que nuestra técnica es pedirle al paciente que transforme sus preguntas en proposiciones o afirmaciones.

Al principio se van a atener sencillamente a dar rodeos usando otras palabras, pero al igual seguirán preguntando: "Tengo curiosidad..." Entonces repetimos nuestra petición. Ahora el paciente podrá decir: "Yo soy de tal o cuál opinión; ¿qué es lo que quiere usted". Esto al menos es un paso más adelante, ahora el paciente está manifestando ante sí mismo su inseguridad y su necesidad de apoyo intelectual. Podemos ir más allá y pedir una reformulación de la pregunta y entonces es posible que el paciente se relaje y deje salir mucho material que hasta entonces estaba siendo retenido. A título de ejemplo:

Paciente: - ¿Qué quiere decir por apoyo?"
Terapeuta: - ¿Podría transformar eso en una afirmación?
Paciente: - Quisiera saber qué quiere decir por apoyo.
Terapeuta: - Eso aún es una pregunta. ¿Podría cambiar esto por una afirmación?
Paciente: - Me gustaría sacarle la cresta a usted en esta pregunta si tuviera la oportunidad.

¡Ahora sí que tenemos un pedacito de autoexpresión! (p. 82s)"
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*Ello (it, en inglés) es un "pronombre personal de tercera persona utilizado como sustituto de cualquier sustantivo. Su traducción al español es él, ella, lo la, le, eso. Perls pone énfasis en el hecho que mediante su uso se sustantiva y se sitúa en tercera persona lo que no es un sustantivo ni es impersonal. Tiene relación con el reificar, nominalizar o hipostatizar, convertir un proceso, un verbo, en un objeto, un sustantivo. (N. de T.)" (Naranjo, pie de página, p. 75).

Extracto de:
Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Perls, F. (1976, 1973). El Enfoque Gestáltico. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.
Polster, M. y Polster, E. (1974). Terapia Guestáltica. Bs. As.: Amorrortu, p. 212

miércoles, 12 de agosto de 2015

Una escuela que valora todos los talentos

"El párrafo siguiente fue extraído del libro de James Gallagher denominado: Enseñando al Niño dotado, publicado por Allyn y Bacon en 1975 ("Teaching the Gifted Child"). Gallagher hace una revista de las características de los niños dotados y talentosos. El señor Palcuzzi era el director de Jefferson Junior High School, y en una reunión de padres y maestros presentó su propuesta para los niños dotados. Los elementos del programa Palcuzzi eran como siguen:

  1. Los niños deberían ser agrupados de acuerdo a su habilidad.
  2. Parte del día escolar debería ser dedicado a la instrucción especial.
  3. Los estudiantes talentosos deben tener tiempo para compartir sus talentos con niños de otras escuelas en el área o a través del estado. Vamos a pagar los costos del transporte.
  4. Un niño debería ser promovido de acuerdo a sus talentos más que de acuerdo a su edad.
  5. Estos niños tendrían que tener maestros especiales, especialmente entrenados y con un elevado salario.
Como era de esperar, el "Programa Palcuzzi" fue blanco de una avalancha de críticas. Surgieron preguntas como la siguiente:

"¿Qué haremos con el joven que no sea capaz de adaptarse a un grupo especial, no será dañado su ego?". "¿Qué hay del costo, cómo justificará usted los costos del transporte que tendrán que pagarse para movilizar a un grupo de estudiantes de una escuela a la otra?". "¿No será un peligro para el niño permitir que interactue con otros niños que son más maduros que él mismo?". "¿No será que los otros maestros se quejarán si pagamos mejores salarios a los instructores de este grupo?".

Después de escuchar por 10 o 15 minutos, el señor Palcuzzi arrojó la bomba que tenía preparada. Dijo que no estaba describiendo un nuevo programa para los intelectualmente dotados, sino un programa que el sistema escolar había estado apoyando de manera entusiasta por cierto número de años: ¡el programa para los dotados jugadores de basketball!

El señor Palcuzzi aprovechó el silencio que siguió a esta revelación para hacer una revista de dicho programa:

¿Tenemos acaso la posibilidad de agrupar un equipo de basketball? Sí, la tenemos. Sin duda el jugador que no es seleccionado para el primer equipo de basketball o para el segundo equipo se sentirá muy mal, e incluso presentará algunos sentimientos de inferioridad. Sin embargo, eso no determinará que el programa sea cambiado.

Otra pregunta: ¿Permitimos acaso que parte del día escolar sea dedicado a algún trabajo especial? Hablando de manera general, la última hora del día puede ser usada por tradición para la práctica de los talentos basketballísticos.

¿Permitimos a estos niños compartir sus talentos con otros estudiantes de otras escuelas y otras ciudades? Sí, lo hacemos, y lo que es más, pagamos los costos del transporte envueltos sin muchas quejas.

¿Permitimos que los jugadores dotados de basketball sean promovidos por sus talentos más que por su edad? Por supuesto que lo hacemos. Si un niño de primer año juega tan bien como uno de quinto, obtiene fácilmente el privilegio de jugar con los niños mayores y nadie se preocupa sobre eso.

Finalmente, ¿tenemos maestros especiales que estén entrenados especialmente y que obtengan salarios mejores que el maestro ordinario? Sí los tenemos, y -aunque algunos maestros se quejen- naturalmente esto no afecta el programa de basketball.

¿Qué nos dice todo esto? La cultura y la comunidad apoyará la clase de actividades que encuentra necesarias, valiosas y/o gozosas. Si se siente que el programa es suficientemente necesario o suficientemente divertido, toda clase de objeciones son eliminadas y se consideran irrelevantes."
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Salvando las distancias entre las escuelas norteamericanas, y las peruanas, ¿Qué valoramos más como sociedad? ¿Y en nuestras escuelas? ¿Y para nuestros hijos? ¿Deportes, Artes, Números, Humanidades, Ciencias? Todas tienen su lugar ¿Podemos respetarlas y valorarlas? ¿Podemos respetar y valorar a nuestros hijos en lo que son talentosos?

Extracto de:
Feldman, R. (1993). La Psicología del siglo XXI. Barcelona: Grafos S.A., p. 155-157