"Y FUI ARREBATADO AL TERCER CIELO"
La Modificación de Conciencia y la Salud (1)
Walter Ojeda Murguía
-Primera Parte-
Tanto la recuperación de la salud física como de la mental son atravesadas por experiencias espirituales, sea a través de un ajuste en nuestro sistema de valores o por experiencias de tipo espiritual. A continuación reflexionamos sobre ello teniendo como eje los descubrimientos del doctor Hamer y la perspectiva de la Psicología Transpersonal.
El fariseo
Saulo iba camino de Damasco persiguiendo a los cristianos cuando una luz lo
encegueció y lo hizo caer del caballo. Y oyó una voz…
La
historia de Saulo, luego llamado Pablo, el apóstol, está llena de detalles
acerca del proceso de la salud y la enfermedad. Nos muestra la ocurrencia de un evento inesperado que
provoca una alteración física (ceguera), la percepción de una luz particular,
la audición de un mensaje, un punto de
inflexión tan radical que genera hasta el cambio de nombre y, finamente, la
recuperación de la vista antes perdida. Más adelante, Pablo contaría a los
corintios acerca de la experiencia de ser llevado a lo que llamó “el tercer
cielo”, lugar de visiones y revelaciones (cfr. Hechos 9, 1-22 y II Corintios
12, 1-5).
Todo
el relato evidencia una verdadera metanoia,
una transformación actitudinal, un ir más allá de lo conocido (meta: más allá; noia: conocimiento): una conversión[2].
Pero algo más, esta conversión muchas veces está acompañada de una
experiencia particular: la de elevarse, levitar, ser arrebatado al cielo. Más
de una de las características arriba mencionadas las hallamos en los
testimonios de sanidad religiosa.
Este
tipo de experiencias evidencia un proceso frecuente pero usualmente inadvertido,
que se vincula con nuestra salud física y mental, tal como lo explicaremos a lo
largo del texto. Dicho proceso se manifiesta de variadas maneras, tanto de
forma natural como inducida, generalmente relacionadas con situaciones extremas
de dolor, miedo y peligro; enfrentarse al cáncer, confrontarse con la muerte.
Respecto
a la forma natural podemos mencionar las experiencias espontáneas de éxtasis,
el arrobamiento del enamorado, el orgasmo, los sueños tipo desdoblamiento
astral; los cuadros febriles con delirios, las alucinaciones migrañosas; cuando,
frente a una situación crítica, un ser querido fallecido se nos presenta en
sueños; las experiencias cercanas a la muerte que espontáneamente han vivido
muchas personas en el quirófano y fuera de él; los relatos de moribundos
avistando a familiares fallecidos que vienen a recogerlos; la llenura del Espíritu Santo, fenómeno frecuente en contextos
grupales cristianos. El elemento luz suele estar presente en todos estos
casos.
También
existe una larga tradición de inducción de dichos procesos, alterando la
temperatura, el patrón respiratorio, el tono muscular, el foco atencional, etc.,
llevándolos a límites que movilizan respuestas de emergencia orgánica. Ejemplos
de ello lo encontramos en el temazcal, la inmersión en aguas frías como la
laguna de Las Huaringas, técnicas respiratorias varias, el Yoga, la meditación,
ingesta de enteógenos, etc.
Veamos
lo relacionado con la modificación de la conciencia: Se caracteriza por cambios
en la percepción del tiempo y el espacio; el individuo se siente fuera de sus
coordenadas habituales, transportado a otra dimensión; se establece un tipo de
contacto con seres de la esfera espiritual y/o del denominado “otro mundo”,
llámense Dios, ángel, santo, gurú, extraterrestre o incluso un pariente
fallecido o por fallecer, de quienes recibe mensajes o inspiración. La
experiencia es vivida como real, no deja lugar a dudas (aunque puede verse
filtrada por las creencias culturales y entonces el individuo puede pensar que
está enloqueciendo o alucinando). Además, suelen generar en
quien las vivencia un sentimiento de integración personal y de comunión con
otras personas y con el cosmos. Esto suele inyectar una gran dosis de
confianza, seguridad y paz. Empero, existe el riesgo de convertir la experiencia
en motivo de sectarismo, pues quien la vive puede creer que sólo él ha sido
capaz de vivirla, asumiendo que es “El Elegido” (es verdad que también existen
experiencias desagradables, del tipo llamado demoníaco, pero no profundizaremos
en ellas aquí).[3]
Sólo
en tiempos recientes, aquello que era llamado místico o locura, empezó a
merecer estudios sistemáticos. Uno de los primeros que los describió fue
William James, el padre de la psicología norteamericana, quien en su libro Las variedades de la experiencia religiosa
reseña las manifestaciones de la conciencia en el ámbito espiritual (James, 1986,
1902) .
Décadas más tarde Abraham Maslow acuña el concepto de Experiencias Cumbre, sobre
todo para las experiencias de carácter positivo, en que se trasciende la noción
de yo separado. Luego vendría todo el movimiento de la Psicología Transpersonal,
con sus diversos métodos y enfoques, iluminando los diversos aspectos de la Consciencia.
La
Psicología Transpersonal, en general, ha enfatizado que en el ser humano existe
un impulso a la trascendencia, tan importante como el impulso sexual, y ello
probablemente porque ambos están al servicio de la supervivencia, no
necesariamente del individuo, sino del colectivo, llámese familia, clan,
especie o cosmos.
Lo
trascendente se hace evidente cuando nuestra conciencia habitual (vigilia
consensuada, sueño común) es modificada y la experimentamos como integradora. Henri
Corbin ha descrito dicha modificación como mundus
imaginalis, el mundo de lo psíquico poblado de poderosas imágenes,
condensadoras de experiencias ontogenéticas y filogenéticas (Corbin, en Ojeda, 2002), una fuente de puro potencial, donde todo
es posible y poderoso (Fernández, 1994) . Los personajes y las temáticas que
habitan lo imaginal[4]
van más allá de nuestro sentido de individualidad y es evidente para cualquiera
que se pone en contacto con ellas del nivel de autonomía y vida propia que
poseen. Las deidades, los seres mitológicos, los habitantes de los cuentos de
hadas, los grandes personajes de la historia e incluso nuestras creaciones
personales forman parte de nuestro inconsciente personal y del colectivo Una
amplia descripción del impacto que genera sobre el individuo el contacto con esta
realidad lo podemos ver en los estudios realizados por Grof de la modificación
de la conciencia por el uso de LSD y del método de Respiración Holotrópica. Se
vivencian luchas titánicas, ciclos de muerte y renacimiento, encuentros
transpersonales, resignificaciones y hasta cirugías espirituales. Grof ha dado
en llamar COEX Systems (Sistemas de
Experiencia Condensada) a las temáticas que agrupan experiencias personales,
perinatales, prenatales y transpersonales; y cuya resolución en un nivel se
extiende a los demás (Grof, 1993) .
Las
visiones, sueños y otros estados modificados de conciencia (meditativos, hipnóticos, etc.), como activadores
de recursos para recuperar la salud, pueden ser mejor valorados desde una
perspectiva multinivel como la que propone Ken Wilber, consistente en identificar
no sólo el estado de conciencia en que se encuentra la persona (estadio del
sueño, momento circadiano, conciencia acrecentada), sino también de su estadio
de conciencia, dependiente de su edad, su desarrollo psicológico individual y
el grado de desarrollo psicológico de su cultura (Wilber, 2008) . Este autor sugiere, por ejemplo,
interpretar los sueños tanto en sus estratos inferiores (analogía corporal,
metáforas sexuales al estilo freudiano) como en sus estratos transpersonales
(sentido existencial, arquetípico o espiritual). Esto puede hacerse extensivo también
a otros estados de la conciencia (Wilber, 1993,
pág. 150) .
Burney
refiere su experiencia con la psicoanalista jungiana Frau Jaffé utilizando la
Imaginación Activa:
Frau
Jaffé me sugirió que tal vez me vendría a la mente una imagen que me recordaría
lo esencial de las mujeres con las que tenía este problema. Dijo que podría ser
un animal, una persona u otra cosa, pero que claramente sería algo fantaseado y
no la imagen de una persona viva que yo conociera. De inmediato surgió en mi
mente la imagen de un pulpo… la siguiente sugerencia consistió en que me
dirigiera a un lugar tranquilo donde pudiera escribir un diálogo con este
pulpo… Yo debía escribir cada pregunta y cada respuesta que me diera el pulpo…
[Luego
de varios días]… la Imaginación Activa que estaba utilizando pareció llegar a
su fin. Y para mi sorpresa, por largo tiempo no tuve más de esos encuentros
sofocantes que había experimentado antes con mujeres. (Burney, 1991, págs. 207-210)
Desde
otro ángulo, la práctica chamánica centra gran parte de su trabajo en la
recuperación del alma[5]. Es decir, ya sea que lo
afectado es el cuerpo o el comportamiento, el alma, la esencia que nos integra,
debe recuperar su lugar. Para lograrlo se suelen usar medios externos como el
recorrer el lugar donde ocurrió un hecho traumático y con chicotazos y/o
tambores llamar al alma del involucrado usando su nombre. Otras maneras, más
internas, consisten en recurrir a lo onírico y/o a las visiones producidas bajo
efectos de sustancias enteógenas, para que el alma encuentre el camino y/o el
shamán la traiga de vuelta (Valdivia, 1975) . Visto de esta manera, la curación física
y la mental ocurren cuando la persona recompone su parte escindida, retoma sus
valores, vuelve a ocupar su lugar en el clan y en la comunidad, cuando
recontacta su sentido de espíritu encarnado.
Esta noción
de recuperación del alma muchas veces se presenta como experiencia espiritual,
a través de visiones y sueños reveladores, la escucha de una voz interior sabia,
de comprensiones súbitas, como resultado de una acción terapéutica
transpersonal y de la experiencia de ver la
luz al final del túnel (curiosamente “trascender” también es llamado
Iluminarse o Ver la Luz). El
individuo se sabe curado o, al menos,
que la curación ha empezado y está encaminada. Por ejemplo, de manera
espontánea y/o dirigida establecemos contacto con el bebé que perdimos antes que
naciera o a temprana edad (Savage, 1992) ; los familiares fallecidos se hacen
notar y/o se despiden a través de sueños y visiones (Doore, 1992) ;
adictos en rehabilitación, al ingerir plantas psicoactivas en un contexto
ceremonial e institucional, tienen visiones y ensoñaciones que anuncian y/o
confirman su progreso (Giove, 2002). Las terapias de tipo energético (Reiki,
Toque Curativo, etc.) generan también, espontáneamente, fenómenos oníricos,
visionarios e intuitivos frecuentemente. Yo mismo, durante una sesión de
reflexoterapia, vi modificada mi conciencia al punto que percibí que un ser, al
que vivenciaba como un ángel, me hablaba, explicándome y aconsejándome en
relación al padecimiento físico por el que acudí a la atención.
El
poder de las imágenes también se evidencia durante sesiones tipo Constelaciones
Familiares, en las que queda configurada una temática del consultante, utilizando
al grupo. Los temas a consultarse suelen ser diversos: enfermedades, problemas
financieros, relaciones interpersonales, toma de decisiones. Salen a la luz los
factores encubiertos del presente y los transgeneracionales a través de lo que
el grupo personifica como imagen espacializada. La movilización emocional y la
percepción de lo trascedente suele ser
evidente (Kutschera, 2002) . Y, como ha dicho Hellinger: “En cuanto
la persona ha visto la solución, no tiene que hacer más que interiorizarla y
simplemente seguir viviendo. Tiene que dejar que el tiempo pase. Es como un
proceso de curación que se desarrolla lentamente y, en su momento, llega a su
fin… Todo el cambio se da tan sólo por la imagen interiorizada.” (Weber,
1999, pág. 278)
Todo
esto es emplear los recursos espirituales para facilitar que el organismo se
trascienda, hallando soluciones sobre-naturales.
Ir a la segunda parte
(1). El presente texto fue publicado en Solaris Revista Intercultural. Año 1 Vol 1 Jun 2016, NIOS: Lima, pp. 67-76.
[2] Concepto
bastante alejado al de arrepentimiento,
la traducción clásica.
[3] Para
profundizar en la descripción y análisis desde un punto de vista transpersonal
de cada una de dichas experiencias sugiero ver (Doore, 1992), (Grof, 1993)
[4]
Precaución: no confundir imaginal con imaginario. Lo imaginal se vivencia como
real, con vida propia. Lo imaginario es vivido como un invento de nuestra
propia mente.
[5]
Por Alma considérese el mundo interno, en contraposición al Ego, orientado al
mundo externo. El alma entendida como lo que nos hace seres individuales en
contacto con la totalidad, la chispa del Espíritu (véase (Vaughan, 1997, pág. 57ss) .