lunes, 13 de febrero de 2017

Modificación de Conciencia y Salud (1)

"Y FUI ARREBATADO AL TERCER CIELO"
La Modificación de Conciencia y la Salud (1)
Walter Ojeda Murguía
-Primera Parte-

Tanto la recuperación de la salud física como de la mental son atravesadas por experiencias espirituales, sea a través de un ajuste en nuestro sistema de valores o por experiencias de tipo espiritual. A continuación reflexionamos sobre ello teniendo como eje los descubrimientos del doctor Hamer y la perspectiva de la Psicología Transpersonal.

El fariseo Saulo iba camino de Damasco persiguiendo a los cristianos cuando una luz lo encegueció y lo hizo caer del caballo. Y oyó una voz…
La historia de Saulo, luego llamado Pablo, el apóstol, está llena de detalles acerca del proceso de la salud y la enfermedad. Nos muestra la ocurrencia de un evento inesperado que provoca una alteración física (ceguera), la percepción de una luz particular, la audición de un mensaje, un  punto de inflexión tan radical que genera hasta el cambio de nombre y, finamente, la recuperación de la vista antes perdida. Más adelante, Pablo contaría a los corintios acerca de la experiencia de ser llevado a lo que llamó “el tercer cielo”, lugar de visiones y revelaciones (cfr. Hechos 9, 1-22 y II Corintios 12, 1-5).
Todo el relato evidencia una verdadera metanoia, una transformación actitudinal, un ir más allá de lo conocido (meta: más allá; noia: conocimiento): una conversión[2]. Pero algo más, esta conversión muchas veces está acompañada de una experiencia particular: la de elevarse, levitar, ser arrebatado al cielo. Más de una de las características arriba mencionadas las hallamos en los testimonios de sanidad religiosa.
Este tipo de experiencias evidencia un proceso frecuente pero usualmente inadvertido, que se vincula con nuestra salud física y mental, tal como lo explicaremos a lo largo del texto. Dicho proceso se manifiesta de variadas maneras, tanto de forma natural como inducida, generalmente relacionadas con situaciones extremas de dolor, miedo y peligro; enfrentarse al cáncer, confrontarse con la muerte.
Respecto a la forma natural podemos mencionar las experiencias espontáneas de éxtasis, el arrobamiento del enamorado, el orgasmo, los sueños tipo desdoblamiento astral; los cuadros febriles con delirios, las alucinaciones migrañosas; cuando, frente a una situación crítica, un ser querido fallecido se nos presenta en sueños; las experiencias cercanas a la muerte que espontáneamente han vivido muchas personas en el quirófano y fuera de él; los relatos de moribundos avistando a familiares fallecidos que vienen a recogerlos; la llenura del Espíritu Santo, fenómeno frecuente en contextos grupales cristianos. El elemento luz suele estar presente en todos estos casos.
También existe una larga tradición de inducción de dichos procesos, alterando la temperatura, el patrón respiratorio, el tono muscular, el foco atencional, etc., llevándolos a límites que movilizan respuestas de emergencia orgánica. Ejemplos de ello lo encontramos en el temazcal, la inmersión en aguas frías como la laguna de Las Huaringas, técnicas respiratorias varias, el Yoga, la meditación, ingesta de enteógenos, etc.
Veamos lo relacionado con la modificación de la conciencia: Se caracteriza por cambios en la percepción del tiempo y el espacio; el individuo se siente fuera de sus coordenadas habituales, transportado a otra dimensión; se establece un tipo de contacto con seres de la esfera espiritual y/o del denominado “otro mundo”, llámense Dios, ángel, santo, gurú, extraterrestre o incluso un pariente fallecido o por fallecer, de quienes recibe mensajes o inspiración. La experiencia es vivida como real, no deja lugar a dudas (aunque puede verse filtrada por las creencias culturales y entonces el individuo puede pensar que está enloqueciendo o alucinando). Además, suelen generar en quien las vivencia un sentimiento de integración personal y de comunión con otras personas y con el cosmos. Esto suele inyectar una gran dosis de confianza, seguridad y paz. Empero, existe el riesgo de convertir la experiencia en motivo de sectarismo, pues quien la vive puede creer que sólo él ha sido capaz de vivirla, asumiendo que es “El Elegido” (es verdad que también existen experiencias desagradables, del tipo llamado demoníaco, pero no profundizaremos en ellas aquí).[3]


Sólo en tiempos recientes, aquello que era llamado místico o locura, empezó a merecer estudios sistemáticos. Uno de los primeros que los describió fue William James, el padre de la psicología norteamericana, quien en su libro Las variedades de la experiencia religiosa reseña las manifestaciones de la conciencia en el ámbito espiritual (James, 1986, 1902). Décadas más tarde Abraham Maslow acuña el concepto de Experiencias Cumbre, sobre todo para las experiencias de carácter positivo, en que se trasciende la noción de yo separado. Luego vendría todo el movimiento de la Psicología Transpersonal, con sus diversos métodos y enfoques, iluminando los diversos aspectos de la Consciencia.
La Psicología Transpersonal, en general, ha enfatizado que en el ser humano existe un impulso a la trascendencia, tan importante como el impulso sexual, y ello probablemente porque ambos están al servicio de la supervivencia, no necesariamente del individuo, sino del colectivo, llámese familia, clan, especie o cosmos.
Lo trascendente se hace evidente cuando nuestra conciencia habitual (vigilia consensuada, sueño común) es modificada y la experimentamos como integradora. Henri Corbin ha descrito dicha modificación como mundus imaginalis, el mundo de lo psíquico poblado de poderosas imágenes, condensadoras de experiencias ontogenéticas y filogenéticas (Corbin, en Ojeda, 2002), una fuente de puro potencial, donde todo es posible y poderoso (Fernández, 1994). Los personajes y las temáticas que habitan lo imaginal[4] van más allá de nuestro sentido de individualidad y es evidente para cualquiera que se pone en contacto con ellas del nivel de autonomía y vida propia que poseen. Las deidades, los seres mitológicos, los habitantes de los cuentos de hadas, los grandes personajes de la historia e incluso nuestras creaciones personales forman parte de nuestro inconsciente personal y del colectivo Una amplia descripción del impacto que genera sobre el individuo el contacto con esta realidad lo podemos ver en los estudios realizados por Grof de la modificación de la conciencia por el uso de LSD y del método de Respiración Holotrópica. Se vivencian luchas titánicas, ciclos de muerte y renacimiento, encuentros transpersonales, resignificaciones y hasta cirugías espirituales. Grof ha dado en llamar COEX Systems (Sistemas de Experiencia Condensada) a las temáticas que agrupan experiencias personales, perinatales, prenatales y transpersonales; y cuya resolución en un nivel se extiende a los demás (Grof, 1993).
Las visiones, sueños y otros estados modificados de conciencia (meditativos, hipnóticos, etc.), como activadores de recursos para recuperar la salud, pueden ser mejor valorados desde una perspectiva multinivel como la que propone Ken Wilber, consistente en identificar no sólo el estado de conciencia en que se encuentra la persona (estadio del sueño, momento circadiano, conciencia acrecentada), sino también de su estadio de conciencia, dependiente de su edad, su desarrollo psicológico individual y el grado de desarrollo psicológico de su cultura (Wilber, 2008). Este autor sugiere, por ejemplo, interpretar los sueños tanto en sus estratos inferiores (analogía corporal, metáforas sexuales al estilo freudiano) como en sus estratos transpersonales (sentido existencial, arquetípico o espiritual). Esto puede hacerse extensivo también a otros estados de la conciencia (Wilber, 1993, pág. 150).
Burney refiere su experiencia con la psicoanalista jungiana Frau Jaffé utilizando la Imaginación Activa:
Frau Jaffé me sugirió que tal vez me vendría a la mente una imagen que me recordaría lo esencial de las mujeres con las que tenía este problema. Dijo que podría ser un animal, una persona u otra cosa, pero que claramente sería algo fantaseado y no la imagen de una persona viva que yo conociera. De inmediato surgió en mi mente la imagen de un pulpo… la siguiente sugerencia consistió en que me dirigiera a un lugar tranquilo donde pudiera escribir un diálogo con este pulpo… Yo debía escribir cada pregunta y cada respuesta que me diera el pulpo…
[Luego de varios días]… la Imaginación Activa que estaba utilizando pareció llegar a su fin. Y para mi sorpresa, por largo tiempo no tuve más de esos encuentros sofocantes que había experimentado antes con mujeres. (Burney, 1991, págs. 207-210)

Desde otro ángulo, la práctica chamánica centra gran parte de su trabajo en la recuperación del alma[5]. Es decir, ya sea que lo afectado es el cuerpo o el comportamiento, el alma, la esencia que nos integra, debe recuperar su lugar. Para lograrlo se suelen usar medios externos como el recorrer el lugar donde ocurrió un hecho traumático y con chicotazos y/o tambores llamar al alma del involucrado usando su nombre. Otras maneras, más internas, consisten en recurrir a lo onírico y/o a las visiones producidas bajo efectos de sustancias enteógenas, para que el alma encuentre el camino y/o el shamán la traiga de vuelta (Valdivia, 1975). Visto de esta manera, la curación física y la mental ocurren cuando la persona recompone su parte escindida, retoma sus valores, vuelve a ocupar su lugar en el clan y en la comunidad, cuando recontacta su sentido de espíritu encarnado.
Esta noción de recuperación del alma muchas veces se presenta como experiencia espiritual, a través de visiones y sueños reveladores, la escucha de una voz interior sabia, de comprensiones súbitas, como resultado de una acción terapéutica transpersonal y de la experiencia de ver la luz al final del túnel (curiosamente “trascender” también es llamado Iluminarse o Ver la Luz). El individuo se sabe curado o, al menos, que la curación ha empezado y está encaminada. Por ejemplo, de manera espontánea y/o dirigida establecemos contacto con el bebé que perdimos antes que naciera o a temprana edad (Savage, 1992); los familiares fallecidos se hacen notar y/o se despiden a través de sueños y visiones (Doore, 1992); adictos en rehabilitación, al ingerir plantas psicoactivas en un contexto ceremonial e institucional, tienen visiones y ensoñaciones que anuncian y/o confirman su progreso (Giove, 2002). Las terapias de tipo energético (Reiki, Toque Curativo, etc.) generan también, espontáneamente, fenómenos oníricos, visionarios e intuitivos frecuentemente. Yo mismo, durante una sesión de reflexoterapia, vi modificada mi conciencia al punto que percibí que un ser, al que vivenciaba como un ángel, me hablaba, explicándome y aconsejándome en relación al padecimiento físico por el que acudí a la atención.
El poder de las imágenes también se evidencia durante sesiones tipo Constelaciones Familiares, en las que queda configurada una temática del consultante, utilizando al grupo. Los temas a consultarse suelen ser diversos: enfermedades, problemas financieros, relaciones interpersonales, toma de decisiones. Salen a la luz los factores encubiertos del presente y los transgeneracionales a través de lo que el grupo personifica como imagen espacializada. La movilización emocional y la percepción  de lo trascedente suele ser evidente (Kutschera, 2002). Y, como ha dicho Hellinger: “En cuanto la persona ha visto la solución, no tiene que hacer más que interiorizarla y simplemente seguir viviendo. Tiene que dejar que el tiempo pase. Es como un proceso de curación que se desarrolla lentamente y, en su momento, llega a su fin… Todo el cambio se da tan sólo por la imagen interiorizada.” (Weber, 1999, pág. 278)
Todo esto es emplear los recursos espirituales para facilitar que el organismo se trascienda, hallando soluciones sobre-naturales.

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(1). El presente texto fue publicado en Solaris Revista Intercultural. Año 1 Vol 1 Jun 2016, NIOS: Lima, pp. 67-76.
[2] Concepto bastante alejado al de arrepentimiento, la traducción clásica.
[3] Para profundizar en la descripción y análisis desde un punto de vista transpersonal de cada una de dichas experiencias sugiero ver (Doore, 1992), (Grof, 1993)
[4] Precaución: no confundir imaginal con imaginario. Lo imaginal se vivencia como real, con vida propia. Lo imaginario es vivido como un invento de nuestra propia mente.
[5] Por Alma considérese el mundo interno, en contraposición al Ego, orientado al mundo externo. El alma entendida como lo que nos hace seres individuales en contacto con la totalidad, la chispa del Espíritu (véase (Vaughan, 1997, pág. 57ss).