sábado, 11 de febrero de 2017

El trabajo sobre el inconsciente según Assagioli (2)

Para ver la primera parte pulse aquí.

6. DESARROLLO DE LAS FACULTADES DEFICIENTES (cfr. cap. 18)
Hasta ahora hemos hablado de las formas en que pueden utilizarse las energías psíquicas existentes y activas en nosotros. Pero para llegar a una psicosíntesis armónica de nuestra personalidad, es frecuente que haya que cumplir otra tarea: la de desarrollar en forma activa las funciones psíquicas deficientes. Estas pueden ser debidas a deficiencia constitucional o por represión (p. 155) [En este último caso es necesario primero un psico-análisis]. Para el primer caso es necesario el entrenamiento sistemático. Presentamos algunas propuestas:

  1. Desarrollar el percibir y observar. Se puede practicar mirando dentro de una habitación o escaparate, luego hacer un ejercicio de recordar lo visto y finalmente cotejarlo. Hacer lo mismo con un cuadro o con un dibujo. También ejercitar el oír prestando atención a los sonidos e ir señalando lo que va llegando (usualmente pasamos por alto mucha información auditiva).
  2. Desarrollar la concentración. Ejercicio: Evocar del modo más vívido posible y mantener cada vez durante más tiempo, imágenes diversas. Ir de lo simple a lo complejo, por ejemplo empezar con un número o letra y avanzar a imágenes estáticas. Luego puede pasarse a movimiento o imágenes secuenciales. Pueden recordarse también impresiones auditivas, evocando sonidos, motivos musicales y también impresiones táctiles, olfativas y gustativas.
  3. Desarrollar el pensar y el razonar. Todo ser humano tiene el potencial de la razón, cuyo desarrollo requiere la capacidad de ser conscientes de cómo la afectividad, las emociones, nuestros intereses e imaginación nos atraviesan constantemente, empañando, dirigiendo o enriqueciendo nuestro raciocinio. El método científico es uno de los más grandes logros del género humano respecto al desarrollo de la razón. Para un pensar provechoso es útil conocer las Distorsiones cognitivas a las que propendemos, conocer acerca de las distorsiones perceptivas a las que estamos expuestos (por ejemplo ilusiones ópticas), los errores lógicos en el lenguaje, etc. La lectura de ciertas novelas policíacas puede favorecer algunas formas de razonamiento inductivo. Tal es el caso, por ejemplo, de las aventuras de Sherlock Holmes, de Conan Doyle, las novelas de Van Dyne y algunas de Agatha Christie.
  4. Desarrollar la Empatía. Para ello se requiere un sincero interés de entrar en la perspectiva del otro, en sus sentimientos, siempre desde el otro, Junto con esto, mantener la agudeza de mirar más allá de la persona, en los aspectos que la han determinado, para comprenderla mejor. (Chesterton ha expuesto con agudeza este método en su libro El secreto del padre Brown
  5. Uso de la autosugestión y afirmaciones
  6. Imaginería, acompañada de la actitud física correspondiente al estado que se quiere suscitar o reforzar. 
  7. Alimentar el espíritu con lecturas, filmes, música, arte, ambientes, personas.

Todo lo expuesto aspira a que, así como se valora el cuidado al cuerpo, con el deporte y la gimnasia, se valore y desarrolle la psique y el espíritu, con sus adecuados cuidados y ejercitación.


7. DESARROLLO DE LAS FACULTADES SUPERIORES (cfr. cap. 19 - 20)
Existe una práctica por excelencia para el desarrollo del espíritu:

A. Meditar, es decir suspender el resto de las actividades psíquicas ordinarias, Observar con desapego, calmando el tumulto usual de las emociones y la incesante agitación de la mente inquieta. Esto permite la emergencia de la intuición, de la Voz de nuestra alma (superconsciente). La mente, así aquietada, puede convertirse en un espejo fiel de las imágenes del mundo superior. Las experiencias a este nivel pueden ser abruptas o graduales, duraderas o efímeras, claras o nebulosas; es decir, una danza constante entre la personalidad y el Espíritu.

Pero esta práctica no está exenta de peligros, sobre todo si antes no se han integrado los otros aspectos del Ser, como la sexualidad, la agresividad, las cualidades deficientes de nuestra constitución, y aquellos otros que nos habitan (subpersonalidades). Otro peligro es caer en la fascinación por eventuales fenómenos parapsicológicos, cuya importancia para el desarrollo espiritual es mínima, y que generalmente nos desvían, conduciéndonos a la soberbia espiritual o al miedo supersticioso. Ante la irrupción persistente de fenómenos inquietantes, es mejor buscar la guía de un practicante avanzado o, ante su ausencia, suspender la práctica por un tiempo [Para ampliar sobre los peligros del camino espiritual véase: "Las cadenas de oro del camino espiritual" en Vaughan, F.*]

[Una alternativa, más segura en el sentido de no exponernos a contenidos psíquicos aun no asimilables, es la práctica del tai chi, que con sus movimientos lentos es una forma de meditación en movimiento, pero cuyo foco se encuentra en la concentración sobre el cuerpo.]

B. Hay otros métodos para desarrollar las facultades superiores y favorecer la psicosíntesis, en los que se hace uso activo de las funciones psíquicas normales, y que por lo mismo no presentan los inconvenientes del método del "silencio" [meditación].

Entre ellos, uno muy apto y eficaz es el de la evocación interior de un "modelo ideal". Ésta puede ser de dos clases:

a) Imaginarnos a nosotros mismos ya en un estado de psicosíntesis, tan completa como podamos concebirla. También aquí se empieza a ponerse en un estado de reposo físico y de calma mental y emotiva, pero luego se usa en forma activa la imaginación. se procura "verse", del modo más vivo y concreto posible, tal como querríamos ser. Debemos imaginar de modo claro la nueva expresión de nuestra fisionomía, la nueva forma de conducirnos y de hablar, los nuevos sentimientos y pensamientos que se despertarían en nosotros, la nueva voluntad que nos anima, todo nuestro ser armónicamente unificado. Cada vez que logramos hacer esto, aunque sea brevemente, se produce en nosotros un cambio real, nos acercamos, aunque sea sólo un paso, a la meta, y las repeticiones posteriores del ejercicio resultan cada vez más fáciles. La energía sigue al pensamiento -el pensamiento es creativo.

Nótese bien que no se trata de engañarse imaginando que ya se es aquello que se aspira a ser. Al contrario, cuanto más claro es el modelo ideal forjado por nosotros, tanto más clara nos parecerá la discrepancia entre él y lo que de hecho somos. Por otro lado, el ejercicio debe completarse con el esfuerzo resuelto de expresar en la vida, al menos en cierta medida, las dotes y virtudes superiores evocadas con la imaginación. Al final del ejercicio interior tratemos de hacer luego alguna cosa de un modo diferente y mejor que de costumbre, de mantener en nosotros, por decirlo así, un eco y un aroma de lo que hemos experimentado de bello y de sublime.

b) Evocar la imagen de alguna figura histórica o mítica que haya poseído las cualidades superiores que quisiéramos desarrollar en nosotros. El método es semejante, pero en este caso podemos servirnos de la ayuda de imágenes externas (retratos), del recuerdo de episodios reales o simbólicos, de actos y de palabras del personaje elegido como modelo ideal, para luego imitarlo, cuanto sea posible, en la vida práctica.


El primer método resulta más fácil a los tipos introvertidos, en los que la atención y el interés se vuelven de preferencia hacia ellos mismos, en cambio el segundo es más apto para los extrovertidos, a los cuales resulta más fácil evocar imágenes externas.

Con el fin de que esas "evocaciones" sean eficaces, es preciso que no se hagan de un modo frío, casi mecánico, sino con "calor", con sentimiento. Esto nos lleva a hablar de la función de las emociones y de los sentimientos en la psicosíntesis.

Si bien las emociones deprimentes (miedo, desaliento, envidia, celos desconfianzas, sentimiento de inferioridad) son las que impulsan la búsqueda de una psicosintesis, son las emociones dinamizadoras las que favorecen la unificación, la síntesis psíquica y espiritual: esperanza, confianza, fervor, alegría, devoción, admiración, amor espiritual. Por ello, estos sentimientos deben suscitarse con ayuda de todos los medios adecuados y eficaces, y es preciso alimentarlos, reforzarlos, reafirmarlos sin cesar. (p. 169-173)

EL PROCESO TERAPÉUTICO
La cura psicosintética se basa sobre todo en cerciorarse de la especial situación existencial de cada paciente, de los problemas que presenta y de los medios para resolverlos. Por tanto, incluye una etapa psico-analítica. Sigue luego la activación de los aspectos y de las funciones latentes o poco desarrolladas, mediante el uso de las diversas técnicas adecuadas a este propósito. Después, o mejor dicho, mientras está haciéndose esto, debe promoverse la armonización y la integración en un "todo funcional" de todos los elementos constitutivos y de todas las funciones del individuo. Esta es la meta específica y la tarea central de la psicosíntesis. [Este proceso incluye lo interpersonal y social].

Todas estas etapas de la cura no se desarrollan por separado y en forma sucesiva, sino en línea paralela. Por ejemplo, desde el principio el problema central existencial suele estar vinculado con conflictos éticos o religiosos que deben tomarse en consideración. En cuanto a la investigación psico-analítica, puede hacerse a intervalos, cada vez que deban eliminarse síntomas o resistencias.

[Uno de los principales objetivos es el desarrollo de la voluntad]. La voluntad sólo es ineficaz cuando se trata de actuar en contra de la imaginación y de otras funciones psicológicas cuando en realidad su uso hábil y por lo mismo eficaz, consiste en regular y dirigir todas las demás funciones hacia un fin elegido con plena deliberación. La voluntad incluye varios aspectos y estadios, todos necesarios para su expresión eficaz y completa:

1. Objetivo, fin, meta. 2. Motivación. Deliberación. Evaluación. 3. Elección. Decisión. 4. Afirmación (fiat: hágase). 5. Plano de acción. 6. Ejecución. (Apéndice, p. 180s)


PARA CONCLUIR con una mirada rápida de conjunto la exposición de los principios y métodos de la psicosíntesis, recordemos que ésta, en su sentido más amplio e inclusivo, es el resultado de la acción concorde de dos fuerzas, de dos agentes, de dos centros en nosotros: uno personal y consciente, el otro espiritual y superconciente.

El primero se manifiesta sobretodo como voluntad consciente, decidida, tenaz, dirigida a la meta... El segundo es el Yo Espiritual o Self, el centro más alto de nuestro ser, que realiza la obra, completa y perfecciona lo que la voluntad ha iniciado. Este actúa de un modo sutil, con frecuencia inadvertido, desde dentro y desde lo alto.

Por naturaleza propia, el Espíritu está por encima de todo dualismo, de todo conflicto. Él es unidad. Donde está presente y operante, renueva, coordina, armoniza y unifica.

Entreguémonos pues con fe a la acción del Espíritu, abrámosle las puertas de nuestro ánimo, aspiremos a unirnos, a confundirnos hasta donde sea posible con él, al grado de llegar a ser de manera consciente y efectiva, lo que somos en esencia, a saber, un solo Ser, una sola Vida. (p. 174s)

APÉNDICE: MODELO DE LA PSIQUE

En el inconsciente pueden distinguirse tres zonas: el inconsciente primitivo o inferior (1), que en cierto sentido puede considerarse como biopsíquico y que debe incluirse en la integración plena del individuo. Está después el inconsciente medio (2), que más o menos corresponde al preconsciente de Freud. La zona superior (3) es la del superconsciente. El punto central (5) indica el yo autoconsciente, y el área circular que lo rodea (4) representa el campo de la consciencia personal, en el cual van turnándose los contenidos psíquicos (sensaciones, imágenes, emociones, ideas, etc.), de los cuales nos damos clara cuenta en cada momento.

El área oval más amplia (7) es la sede de todos los elementos y funciones psíquicas de los que no somos conscientes en forma directa. Ella a su vez está contenida en la esfera ilimitada del inconsciente colectivo o mundo psíquico metaindividual. La estrella situada en el vértice (6) indica el Sí mismo, considerado no como simple "función trascendente", sino como una realidad psicoespiritual, de la que puede tenerse (como resulta de muchos testimonios) la experiencia consciente. El Yo consciente y el Sí mismo no deben considerarse como dos entes separados, sino más bien como dos aspectos de una única realidad.

Todas las líneas que delimitan las áreas son punteadas y no continuas para indicar que los diversos campos no están separados entre sí por completo, sino que pueden producirse, y de hecho se producen sin cesar, pasos e intercambios de contenidos psíquicos, de uno a otro. Creo conveniente hacer notar que los elementos y las funciones que por lo común tienen su sede en el superconsciente, o que de él descienden al campo de la conciencia (las intuiciones, las inspiraciones, el sentido estético, el moral, las experiencias religiosas y místicas) son "hechos" psíquicos, son "realidades" en sentido pragmático, porque son "eficaces", es decir, producen cambios, ya en el interior del hombre, ya influyendo en sus actividades externas. Por eso son susceptibles de observación y experimento, mediante el uso del método científico, en formas adecuadas a su naturaleza. Puede suscitárseles, dirigírseles y utilizárseles valiéndose de técnicas psicoespirituales apropiadas.

Tomado de 
Assagioli, R. (1980, 1966). Psicosíntesis, armonía de la vida. México D.F.: Diana, Cap. 10 - 20 y apéndice.
(El presente texto es un extracto con algunos párrafos en paráfrasis. Donde hay corchetes y se menciona el "confróntese" (cfr.) se ha resumido o parafraseado.)
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*Vaughan, F. (1997). Sombras de lo Sagrado. Madrid: Gaia.