En un experimento, el doctor Alexander Bavelas entregó a los sujetos un panel con muchos botones y una luz. Les dijo
que el experimento consistía en un test con registro del tiempo utilizado. La tarea
se reducía a establecer los botones que debían oprimir para encender la luz. Los
sujetos empezaban a pulsar botones y a vigilar la luz. Al cabo de un rato
podían, oprimiendo la serie adecuada de botones, encender la luz. A continuación
explicaban, por ejemplo, que para ello era necesario apretar el botón del
ángulo superior, después el del ángulo inferior, luego dos veces el del medio y
a continuación el tercero a partir de un extremo. Podían probar sus teorías oprimiendo
los botones y encendiendo la luz una y otra vez.
Una vez completada esa tarea, el doctor
Bavelas podía decir, o no, a los sujetos que en realidad la luz se encendía
cada 20 segundos cualesquiera que fuesen los botones que ellos oprimían. Habían
estado viviendo en la ilusión de que sus actos precipitaban un hecho que, en
verdad, ocurría independientemente de lo que ellos hiciesen… algunos de ellos
se rehusaron a creerlo cuando se les dijo que ellos no encendían la luz. Cuanto
más alto eran el nivel de adecuación y la capacitación de los sujetos, tanto
más seguros se encontraban éstos de que habían encendido la luz pulsando los
botones correctos. (Algunos renunciaron a la ilusión sólo después de haber
sometido ellos mismos a otras personas al experimento.)
[Los seres humanos construimos teorías para darle sentido a los hechos, aunque muchas veces no tengan ningún asidero. Pero lo peor de todo es que luego nos aferramos a esas teorías con uñas y dientes. Teorías sobre como funcionan las cosas, teorías sobre quienes somos, teorías sobre como fue nuestra vida,
¿Tomarás la pastilla azul o la pastilla roja?]
¿Tomarás la pastilla azul o la pastilla roja?]
Tomado de:
Haley,
J. (1972). Las Tácticas de poder de
Jesucristo. Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo, p. 140-143