Siguiendo con Wilhelm Reich, nos señala que los que se dedican a la política terminan haciéndolo "profesionalmente", lo que signifca que se van desconectando de las necesidades concretas para pasar a desarrollar abstractos "planes de desarrollo". Este es el germen del fascismo: "no importa si esterilizamos mujeres sin su consentimiento, lo que importa es cumplir con la cuota del BID". "No importa que se siembre semilla transgénica y deje muerta la tierra, total, cuando se note nosotros no estaremos". "No importa un millón de muertos, es la cuota de sangre de la revolución".
Les dejo con las palabras de Reich, yo también quiero que me dejen trabajar en paz, amar a mi mujer y que me dejen criar a mis hijos lejos de la peste!
"..., jamás he oido decir que los osos o los elefantes se dividan en dos bandos y se aniquilen unos a otros. En el reino animal no hay guerras entre ejemplares de una misma especie. Igual que el sadismo, la guerra entre congéneres es una aportación del "hombre civilizado" (cursivas del autor)*. No, lo cierto es que por algún motivo los hombres evitan rastrear las causas de la guerra. E, indudablemente, hay métodos mejores que la guerra para lograr que la juventud sea sana y fuerte**, como por ejemplo una vida sexual gratificante, un trabajo placentero y seguro, el deporte universal y la liberación de la peste de los chismes de viejas solteronas". (pág. 361s)
"No queremos más que realizar nuestro trabajo en paz, amar sin peligro a nuestras mujeres y a nuestros maridos, educar a nuestros niños sin los efectos de la peste; en una palabra, no queremos que en esta corta vida unos pocos delincuentes políticos nos perturben, nos engañen o nos tomen el pelo. ¡No queremos que la política siga destruyendo nuestras vidas! ¡De una vez para siempre!" (pág. 366).
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* Conservo estas líneas para recordar que el tiempo se encarga de aclarar las cosas. Reich no se enteró que sí existen especies que se hacen la guerra, las más conocidas son las hormigas. También los simios superiores.
** Recordemos que Reich escribe alrededor de las Guerras Mundiales, y responde a los apologistas de la guerra. Yo aún recuerdo mi época escolar y la emoción de ir a la guerra entre los escolares, a veces azuzada por algunos profesores. Emocionados por ideas y abstracciones como honor, gloria, venganza, orgullo nacional, ante hechos que ocurrieron hace más de 100 años. El fascismo, a fin de cuentas, es la exacerbación de sentimientos, desconectados de lo biológico.
lunes, 21 de febrero de 2011
domingo, 20 de febrero de 2011
El Animal Humano
Hablar de "Animal Humano" suele generar reacciones negativas en muchas personas. Es como si reconocer que formamos parte de los homínidos, de los mamíferos, de la escala de la Vida, nos rebajara. Como si reconocer nuestra animalidad negara nuestras capacidades y potencialidades. La historia del Génesis en cambio, nos muestra nuestra procedencia, al señalar que el ser humano fue creado al final (es decir, que es el último eslabón de la evolución), y que vivió una época en la que estaba en comunión con la naturaleza (Edén, sin conciencia del bien y del mal, es decir de la moral). Y en un momento de su desarrollo empezó a valorar en exceso el intelecto (representada por la serpiente bíblica, el conocimento intelectual) introduciendo la moral (árbol del bien y del mal) y alejándolo de su sentir biológico. Jehová representa a la conciencia biológica de sí: ¿por qué se esconden? ¿qué temen? ¿por qué estáis avergonzados? -les dice (el ser humano y sus mecanismos de defensa). Volver a Edén implica poner el intelecto al servicio de nuestro Ser Biológico, representado por Jesús (Jehová en la Tierra). Un Maestro, cuya sabiduría no es intelectual, sino nutrida en las cosas básicas de la Vida. Dicen de él los fariseos (los intelectuales de la religión judía): ¿éste no es un glotón y un borracho, amigo de prostitutas y cobradores? ¿no es éste el hijo del carpintero?.
Dirá Jesús: "me has reconocido, hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Los dejo con lo que nos dice Wilhelm Reich** sobre el Animal Humano:
"En la construcción de las máquina, el hombre siguió las leyes de la mecánica y de la energía sin vida. El desarrollo de esta técnica era muy alto, mucho antes de que el hombre comenzara a preguntarse cómo estaba construido y organizado él mismo (...). La concepción mecanicista de la vida es una reproducción de la civilización mecanicista. Pero el funcionamiento vivo es fundamentalmente distinto y no mecanicista (pág. 379).
(...)
En el curso de milenios de evolución maquinal, la visión mecanicista de la vida, cuyo efecto se transmite de generación en generación, arraigó profundamente en el sistema biológico de los hombres. Al hacerlo, modificó efectivamente el funcionamiento del hombre en un sentido maquinal. En el proceso de matar su función genital, el hombre se volvió plasmáticamente rígido*. Se armó contra lo natural y lo espontáneo que llevaba dentro de sí, perdió el contacto con la función biológica de la autorregulación y es presa de un profundo temor a lo libremente vivo. (pág. 385)
(...)
Para diferenciarse del reino animal, el animal humano negó en primer término, en el proceso del anquilosamiento biológico, las sensaciones de sus órganos, y finalmente dejó de percibirlas. Aún hoy día sigue siendo un dogma de las ciencias naturales mecanicistas el hecho de que las funciones autónomas no se experimentan y que los nervios vitales son rígidos. Y esto, pese a que todo niño de tres años sabe indicar exactamente que el goce, el miedo, la ira, los anhelos, etc., se dearrollan en el estómago. Esto, pese a que el experimentar el yo no es más que el conjunto de las sensaciones de los órganos (las negritas son mías). Con la pérdida de las sensaciones orgánicas, el hombre no sólo perdió la natural capacidad de reacción e inteligencia del animal, sino que se obstruyó a sí mismo el camino para dominar sus problemas vitales; sustituyó la inteligencia natural autorregulatoria del plasma corporal por un gnomo en el cerebro. (pág. 387)
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* Cursivas en el original.
**Psicología de masas del fascismo. pp. 385 y 387. Ed. Bruguera, Barcelona. 1980, 1933.
viernes, 18 de febrero de 2011
Lo Social, Lo Biológico y la Psicopatología
Acabo de leer "Psicología de Masas del Fascismo", un libro denso como todo lo que escribía Wilhelm Reich. Y aunque denso, a través de este libro he podido entender porque no lo querían ni los psicoanalistas ni los socialistas, ni los de derecha, ni los creyentes ni los escépticos. Les dejo el resumen que él mismo hace de lo expuesto en su libro:
- La humanidad está biológicamente enferma.
- La política es la expresión social irracional de esta enfermedad.
- Todo lo que sucede en la vida social está determinado activa o pasivamente, voluntaria o involuntariamente, por la estructura de las masas.
- Esta estructura del carácter se ha formado a través de procesos socioeconómicos, que a su vez son cimentados, perpetuados por aquella. La estructura caracteriológica biopática de los hombres no es más que la fosilización del proceso histórico autoritario, es la reproducción histórica de la opresión de la masa.
- La estructura humana está animada por la contradicción entre el anhelo de libertad y el temor a la libertad.
- El miedo a la libertad de la masa humana se expresa en la rigidez biofísica del organismo y en la inflexibilidad del carácter.
- Toda forma de liderazgo social no es sino la expresión social de una u otra cara de esta estructura de las masas.
- Lo que ha arruinado el funcionamiento biológico de los hombres no es (...) doscientos o trescientos años de capitalismo, sino cuatro o seis milenios de civilización mecanicista y autoritaria.
- Las ambiciones de dinero y de poder son un sustituto de la felicidad de amor no satisfecha, sustentadas por la rigidez biológica de las masas.
- La represión de la vida sexual natural de los niños y adolescentes sirve a la estructuración de protagonistas y reproductores voluntarios de la civilización mecanicista y autoritaria.
- Miles de años de opresión humana están comenzando a ser eliminados.
(Psicología de masas del fascismo. pp. 365s. Ed. Bruguera, Barcelona. 1980, 1933).
Fíjense la lucidez con que nos habla, hace unos 75 años atrás, de la íntima relación de lo social y lo biológico, y de su engranaje a través de la estructura del carácter.
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